Tinku Verbal

LA VIOLENCIA NACE EN CASA, DEBE MORIR EN CASA

Andrés Gómez Vela

Cuando Hernán se enteró que su segundo bebé era mujer sugirió a su esposa regalarlo. Como todo varón erecto en una sociedad con cimientos patriarcales, quería otro varón porque “una mujer no vale nada”. El día que su mamá le contó ese episodio, Alina conoció las penumbras de la depresión y cada vez que  recuerda esa asfixiante frase cruza el desierto de la rabia y sube la cuesta de la impotencia. 

En una comunidad colgada en el olvido, Fernando tuvo 10 hijas, no porque él quería ampliar su cuota de población en la Tierra, o porque su esposa, Lourdes, tenía una divina vocación de madre, sino porque el patriarca buscaba un hijo varón para eternizar su ilustre apellido. Ensayó todas las cábalas posibles, desde el desenfreno en plena luna llena hasta las más inéditas kamasútricas posiciones sexuales, pero Dios, si tuvo tiempo para ocuparse de esta minucia, le mandó con la soberbia del destino una preciosa decena de bebés de sexo femenino.

Fernando es hoy un cariñoso abuelo, pero rumia en el abismo de su silencio, que aumenta el volumen de los gritos de sus amigos, “chancletero”, “chancletero”, el hecho de que ninguno de sus nietos lleve su apellido hacia el tiempo sin fin.

La escuela de la vida, esa que los pobres de neuronas dicen que enseña mejor que la universidad, tiene profesores con déficit de inteligencia porque reproducen la arquitectura de la sociedad patriarcal, que va procreando en serie gente como Hernán y Fernando.

En la otra orilla de los usos y costumbres -a la que también llaman cultura algunos generosos intelectuales para igualar a los que acumularon hora tras hora conocimientos con los que ni lo buscaron- está la filosofía que no resuelve problemas sino que, en contra flecha, los genera para obligar a la gente a pensar. Sí, a pensar como condición previa para ejercer su humanidad, y no acatar los usos como verdades irrefutables y las costumbres como reglas que sacralizan la comunidad donde prima el poder del falo.

Justo en un pedazo de territorio de pensamiento libre nació José Luis, en una familia de cinco hermanos, quienes aprendieron a cocinar, lavar, planchar mientras llegaba la hermanita, a la que esperaban contando las horas para que haga todo lo que ellos hacían en ese momento. El día que nació la bebé dieron por seguro que en unos años más se librarían de las “femeninas” tareas domésticas. Y lo expresaron con la osadía de los machos que esperan las disculpas de su víctima por haberse portado mal y haber “merecido” la golpiza.

Mas, no contaban con la descolonizada madre universitaria, que ya tenía alas en su pensamiento, cuando ni siquiera aquella palabra se había cristalizado como concepto. “Ni piensen que ella nació para servirles, ella nació para ser reina de esta casa y de su casa”, habló Mamá con la autoridad de la mujer expulsada de la escuela de la vida precisamente por pensar que las reglas de esa “cultura”, con cabeza de pene, era y es infiel al ser humano.

Alina y José Luis se conocieron en un callejón sin salida de la vida. El amor trepó por sus sangres con el desenfreno del vino. Hablaron sin aburrirse durante horas, días, semanas, de las hormigas, de filosofía, de la universidad de la vida, y por supuesto, de sus hogares, tan disímiles. Al doblar el día, coligieron que la violencia contra la mujer nace en casa y debe morir en casa para no reproducirse fuera de ella.

Alina no regaló ni un pedazo de su existencia al machismo porque ejerció su derecho a pensar y desafiar las costumbres de los machos y el uso que hacían y hacen de las mujeres. Encontró en José Luis al hombre cuya madre había enseñado que “una mujer merece el trato de una reina” (digamos de ser humano, para no comenzar la peligrosa inversión del orden de poder) y que para pasar a la eternidad no se necesita un apellido.

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AYOTZINAPA, EL NARCOTRÁFICO HACE POLÍTICA

Andrés Gómez Vela

La Escuela Normal Rural "Raúl Isidro Burgos”, más conocida como Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, fue y es considerada como una auténtica escuela de guerrilleros. En sus aulas se formaron no sólo maestros, sino combatientes como Lucio Cabañas Barrientos, líder del Partido de los Pobres en la década de los 60, y Genaro Vásquez Rojas, comandante de la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria. Ambos movimientos guerrilleros, que tuvieron su origen en el Estado de Guerrero, fueron los más significativos de México durante el siglo XX.

En esas mismas aulas se formaban los 43 estudiantes que osaron desafiar al poder político del siglo XXI de un municipio del Estado de Guerrero, encabezado por el alcalde de Iguala, José Luis Abarca, vinculado a la mafia del narcotráfico a través de su esposa, María de los Ángeles Pineda.

Es muy probable que los estudiantes asesinados sabían del espíritu antiizquierdista de Abarca, lo que no conocían era el lado mafioso de este personaje que, antes de ingresar a la política, era un empresario dedicado a la compra y venta de joyas, negocio en el que conoció viscosos tipos del narcotráfico.

Gente de ese oscuro mundo animó a Abarca a ingresar a la política para tener  reconocimiento y poder real. Aceptó el reto, entró en carrera electoral en 2012 y ganó las elecciones regalando cosas a los electores y ofreciendo un gobierno "democrático, no más engaños, no más injusticias, no más corrupción”.

En poco tiempo subió su popularidad, lo que aprovechó su esposa para anunciar que en 2015 ella sería candidata a la Alcaldía. Con esa intención organizaba eventos donde daba regalos y acceso  gratuito a la diversión.

En este trayecto de la mafia al poder político, la esposa de Abarca presentó un informe de gestión, con un baile que le organizó su esposo. Ese día, 26 de septiembre, corrió el rumor de que jóvenes de la Normal de Ayotzinapa boicotearían la celebración con el argumento de que algo extraño estaba pasando en medio de semejante bienestar. Entonces, el alcalde y su esposa ordenaron a la Policía Municipal impedir que llegaran al lugar. La represión terminó con seis muertos, entre ellos tres normalistas, 25 heridos y 43 desaparecidos, hoy asesinados.

Los estudiantes no iban a boicotear el acto de María de los Ángeles, se dirigían en dos camiones de Ayotzinapa a Iguala, de donde se iban a ir a sus prácticas a la Costa Chica de Guerrero y enviar una comitiva a la Ciudad de México a una marcha.

El pasado viernes se supo que estos dos mafiosos instruyeron entregar a los inocentes estudiantes al cártel que ellos mismos financiaban, Guerreros Unidos, que se ocupó de quemarlos vivos con diesel y madera. La hoguera ardió desde la madrugada hasta las tres de la tarde del 27 de septiembre.

Uno de los elementos sorprendentes de este indignante hecho, además de la penetración del narcotráfico en parte de la política mexicana, es que Abarca ya había sido denunciado por asesinar a tres activistas en mayo de 2013; pero, las autoridades correspondientes se limitaron a reproducir "la verdad oficial”: "nada es cierto, no hay pruebas”.

Según versiones de prensa, el objetivo de Abarca era preservar el poder de Iguala con su esposa y luego tomar el Estado de Guerrero. Aspiraba al poder total.

Cabañas y Vásquez se alzaron en armas en el siglo pasado contra enemigos ideológicos. Los 43 de hoy no tuvieron esa posibilidad porque el enemigo no era ideológico, sino mafioso y éste es cruel e ilimitadamente inhumano. ¿Puede presentarse una situación de este tipo en Bolivia? Ojalá que nunca, pero vale la pena tomar previsiones evitando "narcopueblos” y detectando a tiempo dirigentes o políticos vinculados al narcotráfico. Un adversario ideológico se enfrenta, en el presente siglo, con ideas y las armas de la democracia; en cambio, la mafia mata cobardemente en cualquier tiempo.

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UN TRIUNFO QUE PUEDE TERMINAR EN DERROTA

Andrés Gómez Vela

Al día siguiente de las elecciones, el periodista Ricardo Zelaya escribió en su muro de facebook un interesante análisis sobre el triunfo del MAS: “Todo lo que podían proponer y defender Tuto, Samuel y consortes, ya lo hizo el MAS, con años de anticipación: garantizar a los banqueros el triple de ganancias, devolver a las petroleras miles de millones de dólares en “gastos no recuperables”, asegurar a los agro-empresarios orientales la propiedad 17 millones de hectáreas de tierras, dejar que las transnacionales mineras se lleven casi todas las ganancias de la minería boliviana (…) ¡No le dejó a la derecha nada para ofrecer ni defender”.

“Por si fuera poco, al mismo tiempo que obsequia las riquezas a la burguesía y al imperio, se ha dado el lujo de apadrinar entusiastas huestes de “neocapitalistas emergentes”, como cocaleros, contrabandistas, transportistas y cooperativistas mineros, asegurándose así un blindaje electoral que hasta Mussolini le hubiera envidiado”, señaló y agregó que, por si fuera poco, el MAS hábilmente hizo “creer a los más pobres que es indigenista, socialista y antimperialista”.

Lo que describe Ricardo, en mi opinión, es la alianza de clases que proyectó el MNR en la Revolución Nacional de 1952 y la consolidación de la llamada “pluriburguesía”. ¿Cómo? a ver, en las elecciones del domingo 12 de Octubre, no solo ganó el MAS, también, banqueros y chuteros porque así como van las cosas seguirá la buena estabilidad. Los primeros, tendrán este año, una ganancia de 220 millones de dólares, según proyecto el Ministerio de Economía. Los últimos conservarán sus 40 mil chutos o más, salvo que haya una medida real para incautarlos. Sin embargo, surge un defecto: la desigualdad ante la ley.

A los banqueros, el Ejecutivo los obligó, en buena hora, a redistribuir sus ganancias, a tal punto que de cada $us100, $us50 dejan al Estado (lo dijo el viceministro Mario Guillén). Al fin y al cabo son legales y se los puede controlar. En el caso de los chuteros sucede todo lo contrario, nosotros (Estado) aportamos para que circulen ilegal e impunemente. La Fundación Suiza de Cooperación Técnica para el Desarrollo informó en julio pasado que el Estado (se refiere a todos nosotros) eroga aproximadamente entre Bs5.700 y Bs57.200 al año en combustible para cada vehículo indocumentado que circula en el país.

Otro caso de desigualdad se refleja entre empresarios y cooperativistas. Los primeros crean empleo, pagan impuestos y son vigilados permanentemente por Impuestos. Los segundos, en los momentos de auge, apenas pagaron vía impuestos al Estado sólo 6 de cada 100 dólares que ganaron: entre 1% y 0,5% a la Comibol por el canon de arrendamiento del área minera que explota;  2,083% por impuesto anual a las utilidades y 3% por concepto de regalías. Los restantes $us94, ganancia neta.

Una fuente de Comibol dio un ejemplo: “la Cooperativa Chorolque (Tupiza) en 2012 produjo un valor neto de 83.430.020 bolivianos. De ese monto, se entregó a la Comibol apenas 834.321 bolivianos”.
Lo propio pasa con la empresa Minera San Cristóbal, que según informaciones oficiales anualmente generó una ganancia de alrededor de $us1.300 millones y sólo tributó al año $us3,5 millones al Estado. Aunque saquea, pero tributa, puede concluir usted.

No sucede lo mismo con los cocaleros del trópico cochabambino, su aporte al Estado se desconoce. Aunque durante la campaña anunciaron que iban a tributar, pero no dijeron desde cuándo. Según la ONU, el 92% de la hoja de coca producida en esa región se va a al narcotráfico. Vale decir, que sus casi únicos clientes son los “narcos”. Por las promesas del partido ganador, esa producción destinada a una actividad ilícita será legalizada en esta gestión.

Parafraseando a Ricardo Zelaya, concluimos que ganaron terratenientes, chuteros, contrabandistas, cooperativistas, pero también los pobres, a quienes les llegan unos bonos promedio de Bs200 por mes o por año. 

Sin embargo, ese triunfo del MAS se puede convertir en derrota, no para el MAS, sino para el país, si dejamos como Estado, implícita o explícitamente, que estos sectores vinculados, directa o indirectamente, al mundo de lo ilícito sigan “vendiendo la patria”, evadiendo impuestos, multiplicando “narcopueblos” y declarando territorios libres para el contrabando y la circulación de sus vehículos indocumentados como en Sayari (Cochabamba)

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EL DERECHO AL VOTO

Andrés Gómez Vela

Así como la vida tiene su origen en la concepción, un Estado tiene el suyo en el voto de cada ciudadano. Sobre esta base nace el Ius sufragio y Ius civitatis, que durante la Edad Media era un privilegio para un estamento social, aún no era universal pese a ser un derecho pre-estatal que no requería un reconocimiento jurídico. Recién en los orígenes del Liberalismo llega el sufragio como derecho, pero tampoco en beneficio de todos.

La Revolución Francesa todavía exige niveles de renta económica para asumir la titularidad del voto. Fue en 1848 cuando comenzó a universalizarse este derecho, coinciden los historiadores, y señalan al siglo XX como el tiempo de acceso de la mujer al sufragio. En el caso boliviano, el voto universal llega con la Revolución Nacional de 1952.

De este modo, nace la soberanía popular, que bajo la concepción rousseauniana, es la suma de soberanías individuales. Vale decir, la suma de tu voto-decisión con la de otros votos-decisión, lo que significa que el sufragio es el supuesto de legitimidad democrática de los representantes.

Dicho de otra manera, nosotros, los electores, nos constituimos en poder constituyente cuando asistimos a las urnas porque podemos dar origen a un Estado o a un gobierno. No es  una mera técnica para designar a los representantes, según los requisitos establecidos en una Constitución, sino un derecho subjetivo de participación, que en términos objetivos se convierte en un medio de expresión de la opinión pública, y permite la composición de los órganos de un Estado. Y la democracia, entre otras cosas, no es más que el gobierno de la opinión pública.

Esta es la capital importancia del derecho al voto, que nos aglutina como órgano electoral a partir del registro censal. Por esta ineludible razón las personas encargadas de las instituciones que organizan y administran las elecciones deben ser las más idóneas, honestas, capaces, independientes de cualquier partido político porque canalizan la expresión de la voluntad popular, que en términos democráticos es el órgano constitucional originario del Estado.

No fallan las instituciones, menos la democracia. Fallan las personas, ya sea por sus inclinaciones partidarias, mezquindad o ineficiencia. Cuando sucede algo así, es un atentado contra lo más sagrado de la democracia: la voluntad popular, que cada determinado tiempo se manifiesta para elegir a un grupo de ciudadanos que los representará para administrar sus recursos económicos y organizar los otros poderes del Estado.

Me explico mejor, si falla una elección, falla la constitución de un gobierno y, por supuesto, la conformación de los otros órganos, a través de los órganos Ejecutivo y Legislativo. Lo peor de todo, se derrumba la confianza sociopolítica de una comunidad en su propio derecho al sufragio.

Ahí está la gravedad de las últimas denuncias de fraude en las elecciones nacionales, que además de los aspectos señalados, revelan que las personas responsables del Órgano Electoral boliviano no están entendiendo el origen popular del poder, menos que la titularidad de los cargos públicos sólo se legitima a través del voto.

Las deficiencias descubiertas y probadas en los últimos comicios son hechos que representan un enorme retroceso en lo que tanto nos ha costado construir: la confianza en el respeto a nuestro voto.

Los vocales del Tribunal Supremo Electoral (TSE) y de los tribunales departamentales deben comprender que los bolivianos hemos logrado en tres décadas que el ciudadano conciba el  sufragio como un derecho y un deber porque produce representación, gobierno y legitimación. Y estamos a punto de echar todos los avances al basurero.

No son ni serán culpables sólo los vocales que fallaron, sino quiénes los eligieron amparados en la impunidad de sus dos tercios: los asambleístas del MAS y sus grupos afines.

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LA SOBERBIA

Andrés Gómez Vela

Cuenta la tradición musulmana que hace muchos años, había un rey que en su ánimo de mostrar su poder mandó a construir un Palacio impecable, tan grande como su ambición. Una vez terminado el edificio, el monarca convocó a una fiesta para mostrarlo, allí desafió a todos los invitados a encontrarle un defecto. Todos los presentes lo llenaron de halagos, hasta que llegó uno y le dijo que había encontrado un defecto. El rey montó en cólera y le pidió que le dijera cuál era. El visitante le contestó que todavía no había podido tapar la grieta por donde debía pasar el Ángel de la Muerte. Esa grieta va a ponerte en tu lugar porque te dejará en contacto con tu realidad, agregó aquel enviado de Dios.

Esa historia es parte de la tradición islámica que dice: “No entra en el Paraíso aquel que tiene un gramo de soberbia”. Los sabios musulmanes abordan así la causa de todos los pecados, la soberbia, que comienza con el desprecio al semejante y termina con la negación de la humanidad.

Escribo sobre este tema a solicitud de algunos lectores. Y coincido con algunos de ellos que sostienen que una persona llega al “clímax de la soberbia” cuando toma el poder de un Estado y se cree un dios, y no convive con el diferente: “o están con él o contra él”; o “lo halagan o lo desprecian”. Considera la crítica como un atentado. Es un ser insano.

Por eso, San Agustín escribió que “la soberbia no es grandeza sino hinchazón, y lo que está hinchado parece grande, pero no está sano”. El soberbio es un ser enfermo y débil ante el poder y el dinero, y usa casi siempre como escudo al “pueblo que lo alaba”.

Son seres acomplejados y muy sufridos en ciertos pasajes de su vida, por ello resentidos contra la humanidad. Si revisas la historia de Muamar el Gadafi, Stalin e Idi Amín constatarás esa realidad. Como ellos hay muchos. El soberbio se presenta como humilde, pero es capaz de matar a su semejante para realizarse. Su estrategia es derrotar militar y políticamente a su adversario e incluirlo en su proyecto, pero humillado.

Con razón Nicolás Maquiavelo describió que “la naturaleza de los hombres soberbios y viles es mostrarse insolentes en la prosperidad y abyectos y humildes en la adversidad”.

La soberbia combinada con la ignorancia es lo peor porque el soberbio no busca la verdad, se cree la verdad.  “El creerse dueño de la verdad coloca al hombre en el estado máximo de soberbia”, concluye el filósofo español Fernando Savater.

Ese absolutismo es la causa de la persecución del diferente o el rebelde. Para el soberbio, dice Savater, todos lo que no piensan como él son “inferiores y descartables”. No aplica justicia, sino venganza.

El soberbio es vanidoso porque necesita de las alabanzas, de las concentraciones masivas, para vivir y no desmoralizarse de su inferioridad. Los que viven bajo su sombra le arman escenarios para fomentar su ego. Aquel ni se enteró del consejo del emperador romano Marco Aurelio: “no creas a los que te alaban, no creas lo que dicen de ti”.

El ridículo es un antídoto contra la soberbia. Por ello, los tiranos carecen de sentido del humor, sobre todo aplicado a ellos, y lo toman como burla, entonces prohíben hasta las caricaturas. “Esta clase de personaje espanta todo atisbo de comicidad. Para él la risa es algo sospechoso y la vive como una agresión. Risa prohibida, lugar peligroso”, reflexiona el filósofo argentino Tomás Abraham.

Cuánta verdad tiene el filósofo español cuando asegura que la soberbia es el valor antidemocrático por excelencia porque es el ejemplo máximo de creerse insustituible: “primero yo, luego yo y siempre yo, eternamente yo”.

Lo peor que le puede pasar al soberbio es ser descubierto y derrotado. Suele ser una tragedia. Basadas en esa realidad, las escrituras subrayan que Cristo derrotará a los soberbios y humillará a los grandes porque en definitiva son los que más sufren en derrotas y a los que tiene sentido vencer.

La vida diaria demuestra que el humilde casi siempre tiene apoyo sincero, mientras que los que se acercan al soberbio lo hacen por miedo o interés.

¿Quién puede derrotar al soberbio? Tú con tu humildad y tu acción de recordarle que es sustituible y mortal, y que no puede estar por encima de nadie ni violar la constitución de convivencia de una sociedad.

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ELECTORES MASISTAS

Andrés Gómez Vela

El elector boliviano, como “benemérito” de siete elecciones nacionales, ya sabe que el político finge ser su servidor para convertirse en su amo, como diría Charles de Gaulle. También sabe, aunque le cueste admitir, que los candidatos son su reflejo. Por ello, es incoherente señalar que tenemos los peores políticos y dirigentes de fútbol, sabiendo que en nuestra sociedad se desarrollan las prácticas que se critican.

Dada esta situación, es real nomás eso de que cada pueblo tiene el gobierno que se merece. Sin dar muchas vueltas, si Evo Morales es Presidente en este momento es porque hay miles de evos en la sociedad boliviana y si es reelegido, es porque esos miles siguen creyendo que en él.

Es así que un buen porcentaje de la población respalda la creencia de que el Estado Plurinacional todavía es novedoso y que el buen momento económico del país es gracias a él y no tanto a la fortuna internacional. Esta creencia, que no requiere más prueba que la palabra, la realidad y la fe, es la base del apoyo que tiene el actual candidato del MAS.

Sin embargo, en ese porcentaje masista, hay una fracción que está consciente que el MAS de ayer tenía poco poder económico y mucha ética, por tanto legitimidad, hoy tiene mucho poder económico y poca ética, lo que puede marcar el fin de su sostenibilidad social y afectar su legitimidad. El voto de este sector está en duda porque apoyar otra vez al MAS significa apoyar a la “derecha infiltrada en las listas de asambleistas”.

También en ese conglomerado existe una corriente que vio de cerca cuánto dañó los valores de la democracia los dos tercios administrados abusivamente. Sin embargo, prefiere otra vez a Evo, pero sin dos tercios, para que entienda la democracia como la redistribución del poder y el arte del diálogo y los acuerdos con el adversario político antes que con los partidarios incondicionales.  

Este último grupo, de un modo u otro, tiene una conexión telepática con los indecisos, cuya consciencia, entre entre Samuel y Tuto, se inclina por Evo,  pero sin tanto poder. Este voto es  antiMAS, pues, aunque prefiera a su candidato, no votará por él, entonces ¿por quién? ¿Juan? ¿Fernando? 

En este último caso surge una especie de voto solidaridad por Juan que no quiere que pierda su sigla, desea que el MSM compita otra vez por la Alcaldia de La Paz.

En tanto, los desencantados de Evo y románticos del proceso, aquellos que tomaron en serio el respeto a la Madre Tierra, optarán casi seguro por el Partido Verde.

Por supuesto, entre los hinchas del MAS, hay gente con criterio cruzado, se  trata de aquella que no quiere a Álvaro, pero sí a Evo, y cree que re-re-reelegir a Morales, significa triplicarle poder a García. Entonces está entre votar por Evo a pesar de Álvaro o votar contra Álvaro.

El voto cruzado se producirá en algunas circunscripciones donde el masismo no eligió a los candidatos de las bases, sino de sus élites, lo que pone en riesgo sus 2/3.

También están los resentidos con el oficialismo que apoyarán a su candidato uninominal, pero dejarán en blanco la casilla presidencial, ya sea por distanciamiento ideológico o exclusión.

Obviamente, dentro de todo este espectro está el voto hipócrita. Me refiero a aquel que por lograr canonjías dice votará azul, pero en su consciencia palpita otro color.

En contra-ruta, aproximadamente el 20 por ciento del electorado está casi siempre descontento con todos los políticos, ya sea por ideología o apatía. Tiene la sensación de que ninguno satisface sus expectativas ni merece su voto. En este grupo figuran también los que consideran que no viven del gobierno, ergo les da lo mismo cualquiera.

El tercio restante del electorado busca representación en los candidatos de la oposición y desea que Tuto y Samuel se parezcan a ellos y no ellos a los dos. 

En las elecciones del próximo domingo cruzarán muchas racionalidades y sentimientos; pero a estas alturas, de lo único que estoy seguro es que no pesarán los programas de gobierno tanto como las filias y fobias.

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ADIÓS MOVIMIENTOS SOCIALES

Andrés Gómez Vela

Un movimiento social tiene como fin presionar, vía manifestaciones, campañas u otro tipo de medidas, a una élite, a un gobierno o poder fáctico hasta lograr un cambio social en beneficio de una población heterogénea u homogénea. Los pueblos indígenas, trabajadores y clases medias urbanas constituyeron, entre finales del siglo pasado y principios de éste, un movimiento social de resistencia y tumbaron el viejo Estado con la intención de levantar otro. 

Si nos basamos en el origen del término, acuñado por Lorenz von Stein  en 1846, concluiremos que un movimiento social es básicamente una aspiración de sectores sociales (en su tiempo más que todo de clases sociales) de lograr influencia sobre el Estado para reducir las desigualdades económicas. 

Dicho de otro modo, el elemento que cohesiona a los movimientos sociales son problemas comunes cuya solución depende del aparato estatal. Por ello, coinciden expertos, rara vez confluyen en un partido político; su labor se basa en presionar al poder político mediante reivindicaciones concretas o en crear alternativas. Estas alternativas o reivindicaciones se convierten en su principal identidad, sin tener que llegar a plasmar un ideario completo, agregan. 

En Bolivia, los llamados movimientos sociales usaron un discurso fuertemente cohesionador y  concluyente: “los indígenas no hemos fundado ni gobernado Bolivia, hemos resistido 500 años, llegó el tiempo de gobernar”. El discurso denotaba una realidad de ese tiempo: la exclusión social, política, económica y cultural de un gran segmento social.  

Nueve años después de la toma de poder, los grupos que lograron el ascenso del MAS y de un indígena al gobierno dejaron de ser movimientos sociales para convertirse en organizaciones masistas porque perdieron su elemento cohesionador. Hoy tienen que obligar a sus bases a marchar, tienen que pagarles para asistir a concentraciones, amenazarlos con chicotazos para que voten por los candidatos de su partido. Es más, tienen que imponer el control del voto de “sus electores” listas en mano. 

Las medidas coactivas y extorsionadoras descritas reflejan que esos movimientos son hoy simples grupitos conformados por élites que ya no buscan el cambio social, sino el statu quo. 

Es muy normal que suceda esto, pues, como ya dijimos anteriormente, los momentos revolucionarios son filamentos microscópicos en el tiempo político y tienden a diluirse cuando los nuevos gobernantes repiten las acciones de quienes expulsaron del poder: transfugio, corrupción, incoherencia, inconsecuencia, privilegios, alianzas con sus verdugos.

Queda subrayado que un movimiento social deja de ser tal cuando hay coacción y extorsión en lugar de un elemento articulador. La historia toca el réquiem para los movimientos sociales que sirvieron de base al gobierno actual porque ya no cohesionan ni representan las nuevas aspiraciones sociales. 

Definitivamente, perdieron su ajayu por culpa de sus dirigentes, quienes representan hoy a una nueva élite que acumula poder y a quienes los nuevos movimientos sociales deben enfrentar.

La muerte de esos movimientos da nacimiento a otros, entre ellos el movimiento de mujeres que, en las últimas semanas, demostró su fuerza pese a que algunas subsumidas por su color político defendieron a sus machistas y atacaron a los del adversario político.

Sigue vigente el movimiento ecologista y se gesta innotablemente uno de ética en la política para recuperarla como ciencia y práctica destinada a redistribuir el poder, en lugar de acumularlo. Estos movimientos son heterogéneos, rebasan los límites clasistas y tienen como objetivo engranar el campo con la ciudad.

Los movimientos sociales se gestan en sociedades democráticas porque su fin no es desestabilizar el sistema, sino mejorar su funcionamiento. Es inconcebible en dictaduras porque el tirano los aniquila creyendo que son enemigos, en lugar de entenderlos como la contradicción necesaria para que la democracia funcione mejor. 

@AndrsGomezV

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¿PARA QUÉ SIRVIERON LOS 2/3?

Andrés Gómez Vela

Entre 2006 y 2008, la oposición al nuevo gobierno acuñó una frase en una respuesta a la mayoría absoluta que había logrado el MAS: “Dos tercios es democracia”. ¡Qué paradoja! Los políticos que apenas habían sumado entre un quinto y un tercio en las urnas en algo más de 20 años pedían dos tercios como prueba de democracia.

Con esa falacia desafiaron a un referéndum revocatorio. El país les expresó su desprecio dándoles lo que pedían: dos tercios para el MAS. Y por si tenían dudas repitió los dos tercios en las elecciones de 2009.

Cinco años después ¿se puede decir que dos tercios es democracia? Hagamos una breve evaluación.

Los dos tercios sirvieron para aprobar decenas de leyes y declaraciones, desde la Ley de Régimen Electoral hasta la Ley contra el Racismo pasando por la Ley Marco de Autonomías y la Ley de Telecomunicaciones. Casi todas fueron discutidas, pero los dos tercios eclipsaron o desconocieron las sugerencias de la sociedad civil.

Ejemplo, instituciones representativas propusieron que la Autoridad de Fiscalización y Control Social de Telecomunicaciones y Transportes (ATT), que figura en la Ley de Telecomunicaciones, sea una instancia estatal independiente del gobierno. Pero los dos tercios masistas desoyeron el clamor social y entregaron el control de las licencias de radiodifusión y televisión al mismo gobierno. La ONU observó, en uno de sus informes, esa dependencia de la ATT.

Lo propio pasó con la Ley Contra el Racismo y Toda Forma de Discriminación, que tiene dos artículos fuera de contexto jurídico e inaplicables. Sólo señalaré uno, el que castiga a una persona jurídica al establecer el cierre de un medio por culpa de un comunicador racista. Eso es como querer cerrar la Vicepresidencia por culpa de un vicepresidente corrupto. Los delitos son cometidos por las personas, no por las instituciones.

Los dos tercios sirvieron para violar la Constitución en materias como los derechos indígenas. Esta lamentable situación se presentó en el caso del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS), cuyos habitantes tuvieron que marchar hacia La Paz para exigir su derecho constitucional a la consulta previa, después de que la cabeza del Poder Ejecutivo, con respaldo de la Asamblea Legislativa, dijera  que se iba a construir la carretera por medio del parque quieran o no quieran los indígenas, así sea violando la Constitución.

El uso más antidemocrático e inconstitucional de los dos tercios se produjo cuando los masistas hicieron una trampa para habilitar al Presidente actual a una tercera candidatura con la complicidad del Tribunal Constitucional, encabezado por Rudy Flores. 

Tiempo después de esa maniobra se produce otra paradoja: dos magistradas están procesadas por haber admitido una demanda de una acción de inconstitucionalidad contra una ley, pero no los que habilitaron inconstitucionalmente al candidato presidencial del MAS.

Con los dos tercios desapareció toda posibilidad de autocrítica. Un ministro puede ordenar la muerte de dos jóvenes inocentes como en Caranavi (donde sólo pedían cumplir una promesa del partido de gobierno) y ser aplaudido por esos dos tercios en la Asamblea y quedar impune. También puede reprimir a personas que exigen el cumplimiento de la Constitución y ser premiado con una embajada.

Los dos tercios también mataron todo espacio de investigación como pasó con el caso Rozsa, en el que cada día se constata que hubo y hay graves violaciones a los derechos humanos.

Fue y es peor el panorama en la nominación de autoridades. La crisis del Poder Judicial y el Tribunal Constitucional tiene un culpable: los dos tercios masistas. 

Cualquier fiscalización de la administración de nuestro dinero es casi imposible, los dos tercios sirven para ocultar, no para transparentar.

Tras esta breve ilustración ¿podemos decir que “dos tercios es democracia”? ¿Vale la pena repetirlo? El voto es tuyo.

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POR QUÉ NO A LA REELECCIÓN INDEFINIDA

Andrés Gómez Vela

El gobernante MAS tiene definida la estrategia para incluir la reelección indefinida en la apenas estrenada Constitución Política del Estado (CPE). Si en las elecciones de octubre no logra 2/3, es casi seguro que promoverá la reforma de la CPE hasta diciembre con lo que tiene hoy. Si logra repetir 2/3, se dará, probablemente, un respiro de un año antes de incluir la figura. Y si pierde las elecciones, pues, nada, se supone que se retirará bajo las banderas democráticas. 

En la nueva CPE, que apenas tiene cinco años, el artículo 168 señala: “El periodo de mandato de la Presidenta o del Presidente y de la Vicepresidenta o del Vicepresidente del Estado es de cinco años, y pueden ser reelectas o reelectos por una sola vez de manera continua”. Presumo que será modificada la última parte en los siguientes términos: “…y pueden ser reelectas y reelectos indefinidamente”. Este texto luego debe ser sometido a referéndum aprobatorio.

La norma vigente ya fue violada por el actual gobierno en complicidad con el Tribunal Constitucional presidido por Rudy Flores para habilitar a una segunda postulación a Evo Morales, que, en aplicación del artículo 410 de la misma CPE, no deja de ser un candidato inconstitucional.

¿Cuál el argumento de los masistas para incluir la reelección indefinida? “El pueblo ama a Evo y el pueblo debe decidir si se va o se queda”.

Antes de hablar del pueblo, veamos por qué los Estados serios y desarrollados le pusieron límites al periodo de gobierno:

  1. Porque evita el nacimiento de una “nobleza gobernante”, que luego termina en una monarquía que engatusa al pueblo, inventando mitos o fabricando falacias para blindar el “derecho de sangre”, lo que deriva en cargos hereditarios y la exclusión de otros mejores aspirantes a gobernar el país.
  2. Porque impide el crecimiento de una oligarquía, que se desarrolla bajo la sombra de los poderosos, se enraíza y enraíza a sus familiares hasta convertirse en grupos parasitarios que viven del Estado, adjudicándose obras, vendiéndole servicios, organizando eventos con dinero público.
  3. Porque garantiza la transparencia del poder, generando espacios de control social reales desde un nuevo gobierno, que rompe a la oligarquía que tejió una red para “fiscalizarse entre los beneficiarios del régimen” y dar la sensación de que rinde cuentas ante “el Pueblo”, conformado sólo por grupos gubernamentales; el resto está bloqueado a cualquier acceso a la información.
  4. Porque frena la violación del derecho a la información y la libertad de expresión de la sociedad. Los mandatarios vitalicios lo primero que hacen es controlar la mayor cantidad posible de medios de comunicación para controlar la opinión pública porque saben que un pueblo sin información es fácil de engañar; después se preocupan por uniformar el pensamiento y acabar con el pluralismo, motor de los cambios históricos desde el mismísimo origen del ser humano.
  5. Porque rompe el control total de los poderes del Estado (electoral, judicial, legislativo), estructurado con gente incapaz y servil al gobernante vitalicio, cuyo único fin ya sólo es reproducirse en el poder sin importar con quién (exadversarios o exenemigos) para favorecer a sus oligarquías.
  6. Finalmente, como me dijo el señor Franklin Cañaviri en una breve tertulia cerca al Mercado Yungas de La Paz porque “cuando se quedan mucho tiempo en el gobierno ya se creen dueños del país y quieren hacer lo que les da la gana; fíjese nomás con las hijas de Hugo Chávez, que no quieren irse de la residencia presidencial de Venezuela o Fidel Castro, que ha dejado su cargo a su hermano”.

¿Cómo el Pueblo puede decidir acertadamente en estas condiciones? Además, para este tipo de gobiernos el pueblo es el porcentaje que lo apoya, el resto está conformado por enemigos.

Y lo peor, casi generalmente se van después de haber acabado con el futuro del país, como Chávez en Venezuela y Castro en Cuba.

Si hubiera existido reelección indefinida en la anterior Constitución llamada neoliberal, no hubiera existido el actual gobierno.

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DELINCUENCIA

Andrés Gómez Vela

El escritor francés Jean Jacques Rousseau aseguraba que los seres humanos nacen naturales y felices porque no tienen deseos, pero cuando comienzan a juntarse aumenta la concupiscencia y crece la sociedad dedicada a satisfacer esos apetitos. ¿Cuáles? San Pablo identificó tres: la concupiscencia de los sentidos: comer y fornicar; la del conocimiento: querer saber más, la curiosidad, inventar cosas; y la del poder: querer mandar, dominar e imponerse a los demás.

Los animales no tienen vicios. Los perros, los tigres, las gallinas se conforman con un lugar donde dormir, comen porque sí, copulan porque están programados naturalmente y ninguno acumula fortuna ni poder. 

En cambio los humanos debemos limitar nuestros instintos porque no son innatos, son resultado de la sociedad en la que vivimos. Aunque la naturaleza pone límites físicos, la cultura nos dispone a la concupiscencia. Ante ello nace el Estado por voluntad del ser humano, que cede parte de su autonomía por el bienestar de todos. De este modo, si uno mismo no autocontrola sus vicios, lo hace la sociedad políticamente organizada.

Para este fin, encontró dos formas: la educación y las leyes. La educación busca desarrollar nuestra voluntad-libertad para reprimir nuestros deseos. Savater sostiene que si falla la educación, ahí está la legislación (si te falta dinero para comprar un bien, y robas, te envían a la cárcel). La ley refuerza tu autocontrol, pero no logra desactivar los deseos. Ergo, falla la ley, ahí está la ética (Educación). 

Emma Goldman escribe que la educación implica la limitación del ser humano en base a una cultura determinada; dicho de otro modo, es el arma de la censura por excelencia porque te indica lo que no se debe hacer. Pero, la sociedad es la tentación constante a violar el deber ser.

Dado este contexto, los seres humanos estamos hechos a imagen y semejanza de nuestra sociedad. Nuestra sociedad de consumo nació en el siglo XVIII y vive gracias a los vicios como señaló el filósofo y médico británico Bernard Mandeville en su obra, “Vicios privados y virtudes públicas”.

Si unos no quisieran ni ropas ni lujos ni poder, el capitalismo periclitaría. Pero, nuestros deseos de carne, afanes y lujos lo sostienen diariamente y son la causa de la delincuencia. Por ello, Facundo Cabral diría: si soy ladrón es por culpa de la propiedad privada.

Entre la Edad Media y Edad Moderna pasamos de lo social a lo individual y erigimos una gran religión: el capitalismo y el consumo llevado al paroxismo, como un absoluto.  Parafraseando a Savater diríamos que desde esa vez vivimos inmersos en los pecados capitales y en los pecados del capital.

El capitalismo ha sido tan eficiente que ha democratizado la concupiscencia y ha generalizado el espíritu principesco y se ha convertido en un sistema de vida. Si antes en las obras de Shakespeare no aparecían los pobres porque no podían permitirse excesos, hoy sí aparecen, no sólo en el teatro sino en la vida real.

Sin embargo, la delincuencia sigue siendo de élite, pero las sanciones siguen apuntando a los pobres pese a que el primer nivel de delincuentes está integrado por gobernantes y políticos corruptos que malversan, despilfarran y roban los recursos y el futuro que pertenecen a los más pobres.

La ley es burlada con facilidad  por el segundo nivel de delincuentes, conformado por bandas de narcotraficantes, contrabandistas, chuteros, cocaleros vinculados a narcos, evasores de impuestos, que engañan a las arcas públicas en desmedro de niños y jóvenes.

El tercer grupo está constituido por “polillas”, “cleferos”, jóvenes excluidos del futuro, madres solteras abandonadas, todo ellos y ellas víctimas de los dos niveles anteriores. A este segmento no llega la educación, pero sí, la ley, que no contempla la necesidad de sus “delitos”, menos la dimensión ética de las razones que tienen para buscar alimento.

¿Contra quiénes pedimos la pena de muerte? ¿A quiénes imponemos la cadena perpetua? ¿La educación o la ley? ¿Por cuál comenzamos en estos días de alta criminalidad en Bolivia? 

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