Opinion

DELINCUENCIA
Tinku Verbal
Andrés Gómez Vela
Viernes, 22 Agosto, 2014 - 21:00

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El escritor francés Jean Jacques Rousseau aseguraba que los seres humanos nacen naturales y felices porque no tienen deseos, pero cuando comienzan a juntarse aumenta la concupiscencia y crece la sociedad dedicada a satisfacer esos apetitos. ¿Cuáles? San Pablo identificó tres: la concupiscencia de los sentidos: comer y fornicar; la del conocimiento: querer saber más, la curiosidad, inventar cosas; y la del poder: querer mandar, dominar e imponerse a los demás.

Los animales no tienen vicios. Los perros, los tigres, las gallinas se conforman con un lugar donde dormir, comen porque sí, copulan porque están programados naturalmente y ninguno acumula fortuna ni poder. 

En cambio los humanos debemos limitar nuestros instintos porque no son innatos, son resultado de la sociedad en la que vivimos. Aunque la naturaleza pone límites físicos, la cultura nos dispone a la concupiscencia. Ante ello nace el Estado por voluntad del ser humano, que cede parte de su autonomía por el bienestar de todos. De este modo, si uno mismo no autocontrola sus vicios, lo hace la sociedad políticamente organizada.

Para este fin, encontró dos formas: la educación y las leyes. La educación busca desarrollar nuestra voluntad-libertad para reprimir nuestros deseos. Savater sostiene que si falla la educación, ahí está la legislación (si te falta dinero para comprar un bien, y robas, te envían a la cárcel). La ley refuerza tu autocontrol, pero no logra desactivar los deseos. Ergo, falla la ley, ahí está la ética (Educación). 

Emma Goldman escribe que la educación implica la limitación del ser humano en base a una cultura determinada; dicho de otro modo, es el arma de la censura por excelencia porque te indica lo que no se debe hacer. Pero, la sociedad es la tentación constante a violar el deber ser.

Dado este contexto, los seres humanos estamos hechos a imagen y semejanza de nuestra sociedad. Nuestra sociedad de consumo nació en el siglo XVIII y vive gracias a los vicios como señaló el filósofo y médico británico Bernard Mandeville en su obra, “Vicios privados y virtudes públicas”.

Si unos no quisieran ni ropas ni lujos ni poder, el capitalismo periclitaría. Pero, nuestros deseos de carne, afanes y lujos lo sostienen diariamente y son la causa de la delincuencia. Por ello, Facundo Cabral diría: si soy ladrón es por culpa de la propiedad privada.

Entre la Edad Media y Edad Moderna pasamos de lo social a lo individual y erigimos una gran religión: el capitalismo y el consumo llevado al paroxismo, como un absoluto.  Parafraseando a Savater diríamos que desde esa vez vivimos inmersos en los pecados capitales y en los pecados del capital.

El capitalismo ha sido tan eficiente que ha democratizado la concupiscencia y ha generalizado el espíritu principesco y se ha convertido en un sistema de vida. Si antes en las obras de Shakespeare no aparecían los pobres porque no podían permitirse excesos, hoy sí aparecen, no sólo en el teatro sino en la vida real.

Sin embargo, la delincuencia sigue siendo de élite, pero las sanciones siguen apuntando a los pobres pese a que el primer nivel de delincuentes está integrado por gobernantes y políticos corruptos que malversan, despilfarran y roban los recursos y el futuro que pertenecen a los más pobres.

La ley es burlada con facilidad  por el segundo nivel de delincuentes, conformado por bandas de narcotraficantes, contrabandistas, chuteros, cocaleros vinculados a narcos, evasores de impuestos, que engañan a las arcas públicas en desmedro de niños y jóvenes.

El tercer grupo está constituido por “polillas”, “cleferos”, jóvenes excluidos del futuro, madres solteras abandonadas, todo ellos y ellas víctimas de los dos niveles anteriores. A este segmento no llega la educación, pero sí, la ley, que no contempla la necesidad de sus “delitos”, menos la dimensión ética de las razones que tienen para buscar alimento.

¿Contra quiénes pedimos la pena de muerte? ¿A quiénes imponemos la cadena perpetua? ¿La educación o la ley? ¿Por cuál comenzamos en estos días de alta criminalidad en Bolivia?