Opinion

AYOTZINAPA, EL NARCOTRÁFICO HACE POLÍTICA
Tinku Verbal
Andrés Gómez Vela
Domingo, 9 Noviembre, 2014 - 12:50

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La Escuela Normal Rural "Raúl Isidro Burgos”, más conocida como Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, fue y es considerada como una auténtica escuela de guerrilleros. En sus aulas se formaron no sólo maestros, sino combatientes como Lucio Cabañas Barrientos, líder del Partido de los Pobres en la década de los 60, y Genaro Vásquez Rojas, comandante de la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria. Ambos movimientos guerrilleros, que tuvieron su origen en el Estado de Guerrero, fueron los más significativos de México durante el siglo XX.

En esas mismas aulas se formaban los 43 estudiantes que osaron desafiar al poder político del siglo XXI de un municipio del Estado de Guerrero, encabezado por el alcalde de Iguala, José Luis Abarca, vinculado a la mafia del narcotráfico a través de su esposa, María de los Ángeles Pineda.

Es muy probable que los estudiantes asesinados sabían del espíritu antiizquierdista de Abarca, lo que no conocían era el lado mafioso de este personaje que, antes de ingresar a la política, era un empresario dedicado a la compra y venta de joyas, negocio en el que conoció viscosos tipos del narcotráfico.

Gente de ese oscuro mundo animó a Abarca a ingresar a la política para tener  reconocimiento y poder real. Aceptó el reto, entró en carrera electoral en 2012 y ganó las elecciones regalando cosas a los electores y ofreciendo un gobierno "democrático, no más engaños, no más injusticias, no más corrupción”.

En poco tiempo subió su popularidad, lo que aprovechó su esposa para anunciar que en 2015 ella sería candidata a la Alcaldía. Con esa intención organizaba eventos donde daba regalos y acceso  gratuito a la diversión.

En este trayecto de la mafia al poder político, la esposa de Abarca presentó un informe de gestión, con un baile que le organizó su esposo. Ese día, 26 de septiembre, corrió el rumor de que jóvenes de la Normal de Ayotzinapa boicotearían la celebración con el argumento de que algo extraño estaba pasando en medio de semejante bienestar. Entonces, el alcalde y su esposa ordenaron a la Policía Municipal impedir que llegaran al lugar. La represión terminó con seis muertos, entre ellos tres normalistas, 25 heridos y 43 desaparecidos, hoy asesinados.

Los estudiantes no iban a boicotear el acto de María de los Ángeles, se dirigían en dos camiones de Ayotzinapa a Iguala, de donde se iban a ir a sus prácticas a la Costa Chica de Guerrero y enviar una comitiva a la Ciudad de México a una marcha.

El pasado viernes se supo que estos dos mafiosos instruyeron entregar a los inocentes estudiantes al cártel que ellos mismos financiaban, Guerreros Unidos, que se ocupó de quemarlos vivos con diesel y madera. La hoguera ardió desde la madrugada hasta las tres de la tarde del 27 de septiembre.

Uno de los elementos sorprendentes de este indignante hecho, además de la penetración del narcotráfico en parte de la política mexicana, es que Abarca ya había sido denunciado por asesinar a tres activistas en mayo de 2013; pero, las autoridades correspondientes se limitaron a reproducir "la verdad oficial”: "nada es cierto, no hay pruebas”.

Según versiones de prensa, el objetivo de Abarca era preservar el poder de Iguala con su esposa y luego tomar el Estado de Guerrero. Aspiraba al poder total.

Cabañas y Vásquez se alzaron en armas en el siglo pasado contra enemigos ideológicos. Los 43 de hoy no tuvieron esa posibilidad porque el enemigo no era ideológico, sino mafioso y éste es cruel e ilimitadamente inhumano. ¿Puede presentarse una situación de este tipo en Bolivia? Ojalá que nunca, pero vale la pena tomar previsiones evitando "narcopueblos” y detectando a tiempo dirigentes o políticos vinculados al narcotráfico. Un adversario ideológico se enfrenta, en el presente siglo, con ideas y las armas de la democracia; en cambio, la mafia mata cobardemente en cualquier tiempo.