Tinku Verbal

MASISTAS VS. PROCESISTAS

Andrés Gómez Vela

Entre los quechuas del Norte de Potosí solían decir que “uj runapi wuaj runas tiyan, uj llajtapi wuaj llajtas tiyan” (en una persona hay otras personas, en un pueblo hay otros pueblos) para explicar algunas contradicciones entre el ser, el saber y el hacer de una misma persona. Por ello, se fomenta la coherencia consigo mismo hasta lograr un dominio casi absoluto sobre uno mismo. Esta es la explicación por la cual las personas como el líder sudafricano, Nelson Mandela, y el Presidente uruguayo, José Mujica, despiertan tanta admiración. En una palabra, valen por su consecuencia.

Sin embargo, algunos seres humanos hacen lo que no piensan o piensan lo que no hacen. Hay una gran distancia entre su ser, su saber, su parecer y su hacer. Obvio, se puede decir, así es la naturaleza humana ya sea por sobrevivencia, conveniencia o, sencillamente, falta de conciencia. Valga este contexto algo filosófico para explicar la diferencia entre masistas y procesistas y subrayar que ser masista no significa, automáticamente, ser defensor del proceso de cambio; tampoco ser procesista es sinónimo de masista.

El masista es militante del partido, pero no siempre militante del proceso de cambio. El procesista puede ser militante del proceso de cambio, pero no del MAS, en consecuencia se escucha este tipo declaraciones: “yo soy invitada o invitado, no milito en el MAS”. 

No todos los que están inscritos en el MAS ocupan cargos en el gobierno, como tampoco todos los que están en el gobierno están en el MAS. De hecho, hay procesistas que están fuera o alejados del gobierno, pero no del proceso. Inversamente, hay masistas que están en el gobierno, pero no en el proceso de cambio.

Entonces, un masista corrupto está en el gobierno, pero no en el proceso. Un procesista honesto no está en el MAS ni en el gobierno, pero está en la senda del cambio. Un masista o persona afín a este partido que trata como a un objeto a la Pachamama y quiere partir su vientre arbitrariamente, no defiende el proceso de cambio, sino la prosecución del capitalismo. Dicho de otro modo, un masista puede declararse socialista y actuar cada día como neoliberal.

El masista que desprecia al otro porque es indígena o porque, sencillamente, es diferente no es procesista. La persona que trabaja para hacer realidad el convivir bien es un procesista así no sea masista o es procesista a pesar de algunos masistas.

Un masista que convierte la hoja de coca sagrada en coca capitalista (término usado por el filósofo boliviano Juan José Bautista) a través de la venta al narcotráfico en mercados ilegales no defiende el proceso de cambio, sino la racionalidad capitalista de la acumulación sobre la desgracia ajena.

Una persona que actúa con modelo racional capitalista no puede ser procesista, pero puede ser masista. En cambio, una persona que no es masista, pero que tiene mentalidad de respeto a la Madre Tierra, al ser humano, a la cultura de vida, es procesista y como tal es más valiosa que aquel que se declara fanático del gobierno, pero no de los valores del proceso.

Obvio, hay mujeres y hombres que son militantes del cambio y del MAS, ignoro si serán muchas y muchos, pero se los puede identificar por sus frutos, sus acciones, sus palabras, ya sea escuchándolos o viéndolos en persona o a través de los medios de comunicación masivos tradicionales o redes sociales.

Finalmente, la revolución consiste en cambiar la forma de racionalidad y la filosofía de vida y no en cambiar un grupo de privilegiados por otro, que con el tiempo ejercido en el poder se convierte en casta, como advierte José Mujica. Y el proceso de cambio no admite castas, sí seres consecuentes y coherentes con lo que dicen y hacen.   

icono-noticia: 

MUERTE ELEGIDA

Andrés Gómez Vela

Al final nunca sabrás si eliges el momento de tu muerte o la muerte elige tu momento. En el caso de Kennedy, Sucre, el Che, la muerte los eligió a través de unos cobardes asesinos. O quizás éstos eligieron, alevosa y premeditadamente, la forma de muerte de esos célebres personajes. En el caso de las 11 víctimas de la cisterna que se incendió el pasado viernes, en la carretera internacional La Paz – Desaguadero, la muerte eligió a unos morenos bailarines como sus agentes accidentales.

Sin embargo, la vida demuestra que algunas personas, además de los suicidas, sí eligen la forma y el momento de morir.

Una de ellas fue Eusebio, cariñosamente llamado “Usi”; hombre de pómulos pronunciados y ojos profundos con un gran sentido del humor quechua, capaz de arrancar una carcajada hasta a Samuel Doria Medina. Rey de la ironía y de la ruptura de la lógica que podía poner en ridículo hasta al más circunspecto. Mago del charango de cuerdas de acero con el que, según cuentan, podía hacer bailar hasta al tío de la mina. Un día perdió parte de su salud, pero no la gracia de contar historias. Entonces, intuyó el fin de su tiempo y preparó a su familia para su adiós. Una mañana, dijo a su prima hermana: “Ya he vivido y gozado suficiente, es tiempo de irme y me iré tocando mi charango, pásame por favor el hualaycho, voy a tocar esa canción que me acompañó desde mi juventud: “vallemayu quencha”. Su prima creyó que bromeaba y le alcanzó el instrumento; apenas comenzó a rasgar, chililin chililin chililin, y a cantar, dio el último suspiro.

Natalio tenía una cicatriz en forma de escorpión en su labio superior y otra en su espalda en forma de cruz, producto de la caída de un rayo. De mirada acuciosa y palabras sabias. Era yatiri, de los más famosos, en su tiempo, porque podía salvar a la gente de “imposibles”. A sus 70 años viajó por última vez al santuario de Wañuma, provincia Oropeza, Chuquisaca, donde hay un Tata Santiago. Tras acullicar su coca y tomar un trago, entró en una especie de trance y comenzó a dialogar en quechua con el Tata. “Bueno Tatay, apenas he llegado, se ha arruinado el auto, creo que tú ya no querías que venga. Éste es mi último viaje, al año estaré a tu lado, cabalgando sobre las nubes para evitar los rayos. He venido a despedirme, Tatay, no te voy a reclamar nada, aunque algunas veces fuiste injusto conmigo, cuando no me ayudaste a salvar inocentes”. Tomó un poco más de coca y singani de Camargo y volvió a la charla: “Te escuché, pero ya llegó mi fin, nuestro Padre ordenó que me vaya en noviembre de este año, antes de mis cumpleaños me iré”. Apenas volvió a casa dispuso la herencia y predispuso su alma liviana para el viaje sin vuelta. El 30 de noviembre llamó a su hermana y le dijo: “Ñañitay (hermanita en quechua), mañana me voy a ir a las 05.00, quiero madrugar, te vas a fijar a la Basilia (su esposa)”. A eso de las 17.03 se escuchó en todo el valle el doblar de las campanas del Templo Colonial: tannnnn, tan tan; tannnnn, tan tan; tannnnnn, tan tan; TONNNNN. ¿Quién murió? Preguntó una voz. Don Natalio, respondió otra.

Esmeregilda tuvo como única compañía, su soledad, desde que murió su hijo Sebastían a sus 13 años. En sus buenos años, era la mejor chichera del pueblo. Los niños se divertían imitando su forma de saludar con eco: “buenos días, wawas, wawas, wawas”. Era alta y delgada. Tenía una mirada hipnotizante de buho. Cuentan sus familiares que a sus 17 años, ella dijo que iba a morir elaborando chicha. A sus 67 años, la encontraron en el patio de su casa sin vida, junto al fogón donde elaborada la bebida de Los Incas. “Murió como quiso y predijo”, comentaron en el pueblo. En su velorio bebieron la misma chicha que había preparado ella.

Así es, algunos eligen el momento de su muerte, antes que ésta lo elija. Pero en el caso, de las 11 víctimas, unos imprudentes bailarines jugaron, sin querer, en favor de la muerte. Queda el luto y el dolor, pero sigue el baile impune. 

icono-noticia: 

ELECTORES DIVIDIDOS EN TRES

Andrés Gómez Vela

El electorado boliviano está dividido, por ahora, en tres grupos: un 30% constituye el denominado voto duro del MAS. Otro 30% el también voto duro de la derecha. El restante 40% es el voto oscilante que puede inclinarse por una u otra fuerza o sencillamente quedarse en blanco (Tinku Verbal, 12 de agosto de 2012). El primero y el segundo son más emocionales que racionales. El tercero es más racional que emocional.

¿Quiénes constituyen estos grupos? Ya se sabe que el espacio geoelectoral del primer tercio está en el área rural, donde el candidato del MAS, Evo Morales, es la figura consagrada. Obvio que también hay bolsones de esta tendencia en las capitales de departamento y las ciudades intermedias. La derecha difícilmente podrá perforar esta preferencia, aunque nomine una gran cantidad de candidatos de extracción indígena. Pero nada es imposible en política, dependerá de la estrategia electoral que proponga y del discurso que plantee.

El otro 30% del electorado (según encuestas) no votará por nada del mundo por el candidato masista. Así quede demostrado que Morales ha sido y es el mejor presidente de Bolivia, este grupo no le dará su respaldo. Bajo el fin justifica los medios, puede que juegue al voto útil y decida apoyar a un postulante con el que no se identifica ideológicamente, pero sabe que es la vía más posible para derrotar al régimen oficialista. En otras palabras, no querrá desperdiciar su voto en el candidato de sus entrañas sociales porque no tiene posibilidades reales.

Entre estos dos grupos hay electores fundamentalistas que sobreponen sentimientos en lugar de pensamientos. Vale decir, hay gente que votará por Evo por indígena originario campesino; pero también hay gente que no votará precisamente porque es “indio”. Por supuesto, en ambos bandos existen personas que tienen bien fundamentado su voto.

El restante 40% no tiene esas características, es más racional y puede definir su voto en función de proximidades ideológicas, afinidades, agradecimientos, temores, identidades, principios. Debido a su nivel lógico y psicológico es muy difícil de ser conquistado, no entrega fácilmente sus votos por el estomago ni a cambio de regalos u obras. Pone en la balanza los valores morales de los postulantes y observa las confianzas que han generado. Ahora mismo, un día apoyan al gobierno, otro día no. Este grupo se encuentra en gran medida en las áreas urbanas, pero también ha surgido en el espacio rural. Ha sido determinante en el 64% alcanzado por el MAS en 2009.

En caso de que haya tres candidatos con perfiles claramente marcados, el voto se puede dividir en tres porciones. Pero también es probable que algunos del segundo grupo migren a la opción de centro y conciliador para buscar la segunda vuelta y derrotar a Morales. En cambio, el primer grupo no migrará hacia ninguna opción que no sea su candidato. Retomando la teoría mirista se puede producir un “triple empate”, lo que significaría una segunda vuelta entre los dos primeros. Salvo que Morales reconquiste corazones con acciones y procedimientos democráticos, más que con satélites y teleféricos.

En caso de que haya solamente dos candidatos con opciones reales (porque habrá candidatos para la estadística) puede ser que gane el MAS con buena diferencia porque muchos electores de ese 40% votará por esa opción a pesar de Morales para evitar el retorno de la derecha a Palacio. Pero también es posible que opte por el otro candidato para frenar inconstitucionalidades, arbitrariedades, oscuridad e ineficiencia del MAS en la administración del Estado.

Los masistas están seguros de tener a la mayoría del electorado. No se dan cuenta que hay una especie de espiral del silencio entre ese 40%, que no cree que Evo sea imprescindible. Hay gente que piensa, cualquiera menos él, como el 2005, cuando dijo cualquier, menos los tradicionales.

icono-noticia: 

BASES CAPITALISTAS, JEFES "SOCIALISTAS"

Andrés Gómez Vela

Si el gobierno de Evo Morales decidiera hoy hacer realidad el socialismo en Bolivia, al estilo cubano, sin propiedad ni empresa privadas, con el derecho a la información y los viajes restringidos y sin la libertad de acumular riqueza, los primeros en bloquear para evitar ese régimen serían las bases del MAS, cocaleros, cooperativistas mineros, colonizadores, campesinos y militares (salvo excepciones) porque tienen alma capitalista y neoliberal, aunque su partido dé la impresión de que se mueve hacia el socialismo.
 
Si ahorita mismo, el Presidente determinará -como cree el periodista español Miguel Ángel Bastenier- reponer la sociedad precolombina y que rija en serio el Ama Llulla (no seas mentiroso), Ama Quella (no seas flojo) y Ama Sua (no seas ladrón) los primeros en armar un golpe de Estado serían esos mismos movimientos. Por ejemplo, los cocaleros del Chapare no aceptarían revelar la verdad respecto a dónde va el 97% de su coca que no llega al mercado legal; y aquellos grupos vinculados a actividades non sanctas no estarían dispuestas a dejar de robar al Estado y pagar sus impuestos en beneficio de la comunidad. Menos admitirían trabajar en favor de una casta gobernante, sin beneficio individual, como sucedía en sociedades precolombinas, donde los monarcas se involucraban hasta en las intimidades de sus súbditos.
 
Si hoy se cristalizara el vivir bien, ellos serían los primeros en oponerse porque eso de convivir en armonía con la naturaleza, preservar la Pachamama pensando en los hijos, les suena tan lejano e incomprensible, que su espíritu depredador se refleja en la toma de parques para sembrar coca. De la contaminación minera, causada por los cooperativistas, ni qué decir. Tampoco encaja en la mentalidad de campesinos y colonizadores la propiedad colectiva de la tierra.
 
Las bases masistas no tienen la culpa de ser capitalistas. El neoliberalismo es forma de vida, una consecuencia de intereses de clase, de estrato. Los culpables son sus líderes que los presentaron como socialistas, defensores de la Madre Tierra, reserva moral, religiosos del vivir bien, cuando en realidad tienen las mismas ambiciones que un estadounidense o un europeo, obvio, con matices locales.
 
Tampoco es condenable que los líderes masistas sean capitalistas y preconicen el sistema occidental, lo deplorable es que pregonen cada día algo que no va a ser posible o se presenten con un ropaje teórico negado por su práctica diaria.
 
Las bases masistas no son socialistas ni defensores de la Madre Tierra ni revolucionarios, no lo fueron ni lo serán. Sus motivaciones están a la vista, los cocaleros bloquearon caminos para sembrar y “comercializar” la coca en paz y sin control; los cooperativistas, para seguir enriqueciéndose sin pagar impuestos reales al Estado (convivieron tranquilos con gobiernos neoliberales) y los colonizadores, para avanzar sobre territorios de los pueblos indígenas. De los militares basta decir que en tanto nadie afecte sus privilegios vivirán felices en sus cuarteles sea con un Presidente comunista o neoliberal.
 
Es justo señalar que entre cocaleros, colonizadores, cooperativistas hubo grupos que sí pelearon por un verdadero cambio. Hoy tal vez vivan decepcionados. Es probable que usted diga que el gobierno de Morales logró la redistribución del poder y de los ingresos estatales, vía bonos. Y tiene razón. Pero, por si acaso, el acceso de los indígena originario campesinos al poder comenzó en la era neoliberal y vía democracia burguesa (participación popular). Recuerde los resultados de las elecciones del 2002, cuando Quispe y Morales obtuvieron altas votaciones. Cierto, el 2006 llegaron en masa y están ahí y ya no se irán. Sólo se diversificarán -izquierdistas, derechistas- para preservar sus intereses.
 
Las bases del MAS no desean una alternativa al desarrollo occidental, tienen el mismo espíritu de las transnacionales: extraer los recursos naturales cueste lo que cueste para tener las comodidades de un capitalista de la globalización.

icono-noticia: 

MOVIMIENTO OBRERO

Andrés Gómez Vela

Cualquier manual de marxismo predestinaba a la clase proletaria (obreros-asalariados) a protagonizar la revolución socialista. Esta regla se rompió con la Revolución Mexicana (1910), encabezada por campesinos pobres y la Revolución Rusa (1917), que tumbó al reino zarista también con el mismo sujeto excluido de la vida.

No sucedió lo mismo en Bolivia, donde la Revolución Nacional de 1952 fue encabezada por obreros, seguido de campesinos. Ambos echaron del poder a la oligarquía minero feudal. Como prueba, la gesta logró la Reforma Agraria (aunque a medias), el Voto Universal, la Nacionalización de las Minas y la Reforma Educativa. Las dos primeras medidas favorecieron, más que todo, a los campesinos, que habían sido excluidos de la vida política desde la fundación de la República. La tercera estuvo dirigida al proletariado y la última a toda la comunidad porque echó los cimientos pedagógicos que edificó a los hijos de la Revolución.

Desde entonces, el movimiento obrero se convirtió en el sujeto histórico que comandó la resistencia a la dictadura y repuso la democracia. La educación, producto de la Revolución, formó al intelectual de la clase media, quien organizó partidos, movimientos sociales y agrupaciones para consolidar la democracia pactada, a la que empaquetó en un régimen económico (neo)liberal, y organizó un Estado deficiente que reprodujo la exclusión y engendró al próximo sujeto revolucionario: el indígena originario campesino.

El proletariado fue derrotado por los propios gestores e hijos de la Revolución en agosto de 1985, cuando se dictó el Decreto Supremo 21060, una medida contraria al Estado y modelo económico que había parido aquel 9 de abril, que explica todo lo que sucede hoy. La marcha por la vida fue el último episodio histórico protagonizado, en ese tiempo político, por el movimiento obrero.

El Estado con alma colonial y la democracia resumida, simplemente, al voto universal, sumados a los 500 años de invasión de América, puso por delante del movimiento obrero al sujeto indígena originario campesino. Entonces, la contradicción revolucionaria se forjó entre Indígenas pobres-marginados versus q´aras oligarcas privilegiados, pero se movilizó sobre la alianza originarios-obreros, área rural-área urbana, hasta vencer en la Guerra del Agua (2000) y la Guerra del Gas (2003).

Aquel sujeto político, concebido por la Revolución del 52 y parido por la democracia liberal, tomó el poder en 2006, tras ganar las elecciones burguesas. Por supuesto, contó con el respaldo definitivo del movimiento obrero y popular y otras fuerzas sociales urbanas.

La reciente derrota de la COB es la segunda en 30 años de democracia. La primera vez (1985) fue aplastada por un gobierno neoliberal, la segunda (2013), por un gobierno que se auto-rotula como socialista. Sin embargo, no significa la muerte del movimiento obrero; por el contrario, la “industrialización” que vive el país la resucitará poco a poco y repondrá como sujeto histórico de los próximos cambios, en alianza con clases sociales periurbanas, que crecen en los cinturones de pobreza de las ciudades.

El sujeto indígena originario campesino que gobierna hoy pierde su condición revolucionaria y se convierte en clase social conservadora porque muta a clase media y clase alta (con fisonomía oligarca), vía cooperativas mineras, emprendimientos económicos individuales y colectivos (microempresa, factorías) y operaciones ilícitas vinculadas al contrabando y, en casos extremos, al narcotráfico.

El reciente conflicto social alerta sobre la decadencia, primero moral y luego política, del sujeto reinante en este momento, y advierte el advenimiento de otros grupos sociales revolucionarios que nacen en las ciudades por la exclusión que sufren por parte del Estado Plurinacional.

icono-noticia: 

IMPERIALISMO EN LA ERA FACEBOOK

Andrés Gómez Vela

El día que el Imperio Chino seduzca al mundo con su forma de vida, su modelo de sociedad o sus valores se habrá convertido en la hegemonía global a seguir. Entretanto, Estados Unidos seguirá siendo el Imperio exportador de ideología, como en su tiempo lo fue Roma, que ofrecía al mundo de entonces “civilización”, al igual que, cada uno en sus tiempos, los imperios español, francés y británico. En la otra vereda se ubicó la Unión Soviética de Repúblicas Socialistas (URSS), que quiso conquistar el planeta con el marxismo, la sociedad comunista que, como saben todos, se suicidó. Muchos siglos antes, el Imperio Otomano de Turquía basó su penetración ideológica en el Islam. En Sudamérica, los Incas también ofrecieron “civilización” frente a los pequeños pueblos indígenas.

Cuentan que el primer imperialista de la historia, Alejandro Magno, llevaba consigo sus ejemplares de la Ilíada y la Odisea; dormía con ellos y una daga debajo de la almohada porque disfrutaba de la guerra como único medio de conquista y sometimiento de los pueblos. En esa misma línea, el Imperio Romano se convirtió en una máquina de guerra porque organizó su ejército de tal modo que persiste hasta ahora su concepción de infantería. Este trágico medio cedió después de la primera y segunda guerras mundiales, cuando nació la Organización de Naciones Unidas. Por ello mismo, EEUU y URSS jugaron a la “guerra fría”; para penetrar en los diferentes estados formaron agentes, armaron guerrillas y dictaduras y generaron  pelea entre connacionales. Al final casi siempre terminaban ganando ellos.

Aunque tras la caída de la URSS, EEUU volvió a las invasiones, la penetración ideológica cambió. Envió ayudas, propuso alianzas para el progreso, abandonó a los dictadores y comenzó una cruzada por las democracias. Entonces, los imperios mandaron a las empresas transnacionales, y, a través de inversiones y conocimientos, tuvieron otra vez a los pueblos en sus manos. Los pueblos de la periferie tienen recursos naturales y ellos el conocimiento para transformarlos en celulares, baterias de litio, computadoras, etc.

Vale decir, cambiaron el poder bélico por el poder económico y el poder del conocimiento. En el presente, los países dominantes consolidaron un medio más, el colonialismo cultural, con lo que nace el Imperio Electrónico. Ya no son tan necesarios los agentes 007, ni los de la DEA, tampoco las bases militares en territorios extranjeros. Tienen sometidos a los propios pueblos a través del Internet, el facebook, el cine, la televisión.

Un paseo por las áreas rurales del país verifica esta situación. Casi el 100 por ciento de los pobladores ven películas producidas en Hollywood, visten poleras, gorras, y camisetas de fútbol de los países hegemónicos o lucen sus banderas. Las antenas parabólicas que tienen sirven para recibir la señal de canales de televisión que apologizan el american life, tan ambicionado por cocaleros, cooperativistas, comerciantes, estudiantes, mineros, campesinos. Ignoremos por ahora los productos que se consumen desde gaseosas hasta papas fritas imperiales.

El colonialismo cultural se disfraza con el internet por donde viajan las vidas privada y pública de 4.500 millones de personas en el mundo, de los cuales cinco millones son bolivianos.  Por ese gigante espacio social (facebook, twitter, Youtube) circulan sueños, sentimientos, pensamientos, prácticas políticas, fotografías, videos; y todos pasan por el corazón y cerebro de Estados Unidos.

El Imperio Electrónico ya no necesita invadir, ni infiltrar agentes, tienen otro instrumento más poderoso, la tecnología y el conocimiento.

Dadas estas circunstancias, ¿cuánto cambiará la relación desigual entre Bolivia – Estados Unidos con la expulsión de Usaid? La gran diferencia entre el Imperio y los países de la periferie no es el dinero, sino los conocimientos. ¿Será tiempo de plantear las relaciones en ese sentido?

icono-noticia: 

¿PERIODISTA O PROPAGANDISTA?

Andrés Gómez Vela

Hay dos profesiones que se parecen, pero no son lo mismo. Nacen del mismo huevo, pero tienen funciones diferentes. Periodista y propagandista. Hay personas que un día son periodistas y otro día relacionistas (salvo excepciones). O un día relacionistas, propagandistas y otro día quieren ser periodistas. Veamos las diferencias:

El periodista tiene como objetivo buscar y publicar la verdad (humilde, circunstancial) así afecte a su jefe máximo, su padre, su madre, el dueño de la empresa donde trabaja, el compañero de trabajo o el amigo más cercano. Opta por la verdad porque es el alimento de la democracia

El propagandista tiene como objetivo cuidar la imagen de su jefe máximo así afecte a la verdad, que nutre a millones de personas que componen una sociedad. Presta sus servicios a un político, un empresario o una institución pública o al gobierno de turno. Si un día se animara a decir la verdad en contra de su jefe, cometería un contrasentido en su profesión y anularía el fin último de su existencia funcional.

El periodista tiene un gran jefe: la sociedad, su público, su audiencia, los televidentes, los radioescuchas, los internautas, los lectores, se debe a ellos y ellas, ante ellos y ellas rinde cuentas; n última instancia, sólo ante la comunidad puede inclinarse y someterse, pero en términos democráticos.

El relacionista tiene un gran jefe, al que cuida de la sociedad, de los públicos de los medios de comunicación, de los internautas, de los radioescuchas, de todos aquellos y todas aquellas que se atrevan a cuestionarlo o a descubrir lo que intenta ocultar.

El periodista produce información, comprendida como un bien público, cuya esencia es cualificar la democracia, ampliar la participación social, aportar con elementos de juicio a la gente para que construya decisiones en función de intereses comunes y respete al otro en su dimensión humana y cultural.

El relacionista produce propaganda, entendida como la fábrica de la mentira porque oculta la verdad o la exagera o la disfraza para preservar el poder o la “buena imagen” de su jefe, de su partido, de su grupo.

El periodista distribuye la palabra para coadyuvar en la distribución del poder; al distribuir la palabra entre los diferentes actores distribuye el flujo democrático de ideas en la sociedad, que no es más que un abigarrado sistema de intereses, donde cada uno y una se esfuerzan por convivir bien con el otro.

El propagandista distribuye la palabra de su jefe, de la persona que le paga, generalmente no le interesan las otras palabras o voces, menos aquellas críticas, aquellas que desnudan la verdad o buscan contrastar opiniones para llegar a la realidad de los hechos; busca sobredimensionar la palabra de su benefactor para cuidarlo.

El periodista es un ser político, pero no un ser sumiso a un partido; no es neutral, pero practica el equilibrio para cristalizar el pluralismo; su opción contundente es la justicia, lo que le obliga a mantener su honestidad intelectual en el marco de la libertad de expresión y el derecho a la información, que pertenece a la sociedad, más que a él.

El propagandista es un mercenario de la palabra, hoy puede trabajar para su jefe izquierdista y mañana para su jefe derechista o fascista; casi siempre es oficialista porque es hábil para vivir al amparo del poder político o fáctico porque solo bajo esa sombra “brilla”.

Periodistas y propagandistas están ahí. A cada quien se lo juzga por sus obras. Lo que no es bueno ni coherente es que el propagandista o relacionista se disfrace de periodista y engañe a la sociedad, dando propaganda en lugar de información para beneficiar a su jefe máximo, a quien considera su dios, en desmedro de millones de personas. Entonces, se convierte en un sicario del periodismo.

icono-noticia: 

REELECCIÓN III

Andrés Gómez Vela

El Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP) emitió el pasado lunes su segunda decisión política y manipulativa. La primera fue la sentencia sobre el Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS), en la cual tras una impecable fundamentación para defender el derecho de los pueblos indígenas a la consulta previa, declaró constitucional en un 50% e inconstitucional en otro 50% la Ley 222, que viola justamente ese derecho. Fue tan política esa sentencia que el TCP se despreocupó del cumplimiento de su exhortación de concertar el proceso. El gobierno se burló.

La segunda la publicó el pasado lunes (declaración 003/2013) para avalar la segunda candidatura continua del Presidente y Vicepresidente. Para este propósito usó lo previsible, un argumento político y lo escribió en los siguientes términos: “el nuevo orden es diferente al pre-existente, el nuevo orden implica una nueva era jurídico- política basada en la refundación del Estado, por ello se concluye que es absolutamente razonable y acorde con la Constitución, realizar el computo del plazo para el ejercicio de funciones tanto del Presidente como del Vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia, desde el momento en el cual la función constituyente refundó el Estado y por ende creó un nuevo orden jurídico – político”.

El TCP desconoce que precisamente para evitar la interpretación que hace y proteger la democracia de posibles manipulaciones políticas, los acuerdos de octubre de 2008 incluyeron en la Constitución la disposición transitoria primera, II, que establece: “los mandatos anteriores a la vigencia de esta constitución serán tomados en cuenta a los efectos del cómputo de los nuevos periodos de funciones”. Este artículo no fija excepciones, tampoco da lugar al uso de un truco, consumado recientemente con el proyecto de Ley de Aplicación Normativa elaborado por el MAS.

La historia demuestra ampliamente que el término refundación es político y puede ser usado a gusto y placer del poderoso de turno. Si revisamos antecedentes, el país ha sido refundado al menos unas 10 veces, pero en ningún momento perdió el nombre con el que nació, Bolivia. Ha sido y es el concepto más usado por los políticos (incluidos los dictadores), que padecen un complejo adanita.

Sin embargo, todos esos discursos se desmoronaron a su tiempo debido a que no superaron su origen: la estructura jurídica anterior. Sucedió lo mismo el 2006, cuando se convocó a la Asamblea Constituyente gracias a la Constitución que incluyó esa figura en 2004, durante el gobierno de Carlos Mesa. Es decir, el llamado nuevo Estado tiene su origen en la estructura jurídica del Estado de 2005 y el Congreso de ese mismo año, que convocó a la Asamblea Constituyente. No hay tal nueva era jurídico-política. Con la lógica del TCP hasta las tres leyes malditas del neoliberalismo (Participación Popular, Capitalización y Reforma Educativa) inauguraron otra era.

Este argumento es tan débil y manipulador que cualquier otro gobierno declarará en el futuro una nueva refundación del Estado. Incluso aprobará una nueva Constitución. Por ello mismo esta palabra suena a la resurrección de Jesús, que se produce cada año pero con matices particulares.

Suele decirse que a los gallos se los conoce por sus peleas en cancha y a los magistrados independientes, por sus decisiones (incluso) contra sus progenitores. Hasta ahora, los magistrados del TCP no pasaron la prueba en los dos temas claves que afectaban los intereses del gobierno (TIPNIS y reelección). Los otros casos ya traían consigo las sentencias, no hacerlo hubiera sido ir contra la corriente mundial que ya había borrado la figura del desacato, garantizado la presunción inocencia y la no retroactividad de la ley.

El TCP pudo haber declarado constitucional la segunda postulación del Presidente y Vicepresidente en los términos fijados por la misma Constitución, pero prefirió ignorar la garantía de la democracia, el voto popular, vía referéndum.  

icono-noticia: 

VIEJO DISCURSO

Andrés Gómez Vela

Si las palabras envejecen, los discursos y las estrategias también. Más cuando los dirigentes del llamado Socialismo del Siglo XXI usan prácticas políticas de mediados del siglo pasado: discursos largos, secretismo y concentraciones callejeras de sus partidarios, a quienes les gusta llamar, pueblo. Repiten casi a diario la creación del adversario, la producción del odio y la descalificación del mensajero antes que del mensaje bien fundamentado.

En las décadas de los 60 y 70, fue efectivo dividir el mundo entre el pueblo oprimido y los capitalistas; entre los dictadores y los comunistas. El objetivo de la política era anular al otro diferente incluso militarmente. El término consenso no figuraba en el léxico político.  Las palabras eran verdaderas balas de metralla destinadas a inducir a la muerte. Este discurso sirvió al gobierno del MAS muy bien entre el 2006 y 2008, cuando dividió a los bolivianos entre movimientos sociales y oligarcas, entre pueblos indígenas y derechistas. Las circunstancias han cambiado, muchos de aquellos vilipendiados derechistas tienen hoy buenas relaciones con el Ejecutivo o son parte de él (en calidad de autoridades o candidatos), ergo la realidad desmiente a las palabras; y cuando sucede algo así, repetir el discurso sólo causa gracia.

En la primera etapa del proceso de cambio (2006-2010), el sistemático ataque a “los medios de comunicación” desde diferentes flancos, entre ellos los mismos periodistas con moral crítica, sirvió al Ejecutivo para contrarrestar a los “creadores” de la realidad. Esa estrategia fue necesaria porque el gobierno carecía de medios (sólo tenía un canal y una radio) y gran parte de los privados hacían política en nombre del periodismo. Hoy las circunstancias han cambiado, el MAS tiene medios que hacen lo que criticaba: política y propaganda en nombre del periodismo (claro, hay excepciones gracias a los periodistas que creen en su trabajo). Dada esta nueva realidad, cada vez que las autoridades atacan a los medios pidiendo equilibrio, independencia, responsabilidad se descalifican ellas mismas.

A estas alturas, el MAS tiene más medios que los partidos de la oposición, erigió en poco tiempo un “latifundio mediático masista” (sugiero a los comunicólogos oficialistas hacer, por honestidad intelectual, un nuevo inventario mediático). Lo que está en tela de juicio es su incidencia frente a una audiencia cada vez más inteligente, que dio el primer campanazo en Octubre de 2003, cuando descubrió a los medios oficialistas de ese entonces pretendiendo engatusarlos como sucede hoy. La última derrota de los medios masistas se produjo en Oruro, donde intentaron desviar la atención y minimizar el conflicto por el nombre del aeropuerto, pero fracasaron porque la incidencia ahora va por otro lado. Si duda, sólo revise o recuerde la cobertura realizada por estos medios.

Claro, no todos los canales ni radios o periódicos están bajo administración directa del partido oficialista, pero éste tiene mecanismos invisibles para “alinearlos” en función de sus intereses, entre ellos, la distribución arbitraria de la publicidad estatal (finalmente, a algunos empresarios sólo les interesa ganar dinero sea en un régimen comunista o capitalista).

Finalmente, la estrategia de creación del enemigo de turno también envejeció. Hace años, atacar a Estados Unidos resultaba exitoso y daba la imagen de antiimperialista. Hoy no pasa de ser una anécdota, pero no deja de ser divertido porque se asemeja al cuento del pastor mentiroso, que de tanto amenazar con expulsar a USAID y cerrar la Embajada USA en Bolivia y no cumplirla está convirtiendo al “enemigo” en víctima.

Las circunstancias del país cambiaron, por tanto las estrategias y los discursos debieran ir acorde al nuevo tiempo.

icono-noticia: 

REELECCIÓN I

Andrés Gómez Vela

En este tiempo la Constitución es el límite al poder, dejó de ser un programa político para ser la norma jurídica de aplicación directa y suprema y de cumplimiento obligatorio. El Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP) lo entendió muy bien y desde su posesión dictó acertadas sentencias sobre polémicos temas.

En estos días, el TCP redacta la declaración sobre la consulta formulada por el Legislativo respecto a la segunda reelección del Presidente y Vicepresidente. El caso puede consolidar la imagen que erigió el TCP, superando la sombra masista que persiguió a sus miembros por haber sido derrotados por los votos nulo y blanco en las elecciones judiciales. Para ello debiera considerar los siguientes puntos:

1. ¿Cuándo se interpreta una Constitución? Cuando hay dudas razonables. En este caso no hay porque hay dos artículos claros que prohíben la segunda reelección. El artículo 168 establece: “El periodo de mandato de la Presidenta o del Presidente y de la Vicepresidenta del Estado es de cinco años, y pueden ser reelectas o reelectos por una sola vez de manera continua”. El parágrafo II de la primera disposición transitoria remacha: “Los mandatos anteriores a la vigencia de esta Constitución será tomados en cuenta a los efectos del cómputo de los nuevos periodos de funciones”. No hay nada que interpretar.

2. Renuncia y mandato recortado. El argumento masista más lúcido señala que el Presidente renunció y acortó su mandato. Renunció premeditamente con la intención de abrirse camino a la segunda reelección. Nadie lo obligó. Si el TCP toma en cuenta este argumento político, constitucionalizará la renuncia/habilitación de los siguientes mandatarios para buscar una segunda, tercera, cuarta reelección. Renuncia y se habilita. Lo peor, dará valor constitucional a una trampa.

3. Nuevo Estado. Otros masistas dicen que Morales está habilitado para la re-re porque su primer mandato lo desarrolló en una República que ya no existe y el segundo lo está cumpliendo en un Nuevo Estado, ergo éste sería el primero. Dicho de otro modo, usted cambia de nombre su casa y prolonga su vida. Es otra falacia política, por tanto no puede ser tomado en cuenta por el TCP debido a que, precisamente, para evitar sesgos de este tipo se aprobó el parágrafo II de la primera disposición transitoria.

4. Voluntad del constituyente. Algunos masistas señalan que el TCP debe interpretar la Constitución tomando en cuenta la voluntad del Constituyente, que deseaba la reelección al infinito. No debe olvidarse que en la Constituyente hubo otras voluntades, las que no querían reelección y las que decían una sola. Las tres cedieron ante el Congreso Constituyente, que erigió la última voluntad: reelección por una sola vez. Esta voluntad fue ratificada por el soberano constituyente (usted y yo) en un referéndum aprobatorio. Dijimos sí a la nueva Constitución por una sola reelección y no por dos. Si el TCP lo desconoce,  será la peor traición a la voluntad del soberano, esencia de la democracia.

Los cuatro puntos señalados debieran ser tomados en cuenta por el TCP para evitar consecuencias graves contra el Estado Constitucional.

En caso de que el TCP diga sí a la reelección, habrá funcionado como constituyente permanente y reformado la Constitución, pero violándola y usurpando competencias exclusivas del Legislativo, que es la única instancia que puede promover una reforma vía referéndum. Entonces, el artículo 168 tendrá que leerse del siguiente modo: “ (el Presidente y Vicepresidente) pueden ser reelectos por dos veces de manera continua” por decisión de siete personas.

Aguardamos una sentencia exhortativa, solicitando al Ejecutivo cumplir la Constitución y exigiendo al Legislativo, si el MAS insiste con la re-re, proceder a la reforma, según el artículo 411.II.

Este caso no sólo pone en juego la buena imagen del TCP, sino de la democracia.

icono-noticia: 

Páginas