Tinku Verbal

MUJERES-HOMBRES

Andrés Gómez Vela

Cuando una mujer cambia de peinado o estrena un vestido, los primeros piropos que recibe son de otras mujeres. “Qué linda te ves, mamita”. “Ese peinado te queda, luces preciosa”. “Es un vestido muy lindo que resalta más tu figura”. Son algunas de las frases que se escuchan. Obvio, también hay de las otras mujeres que defenestran a sus pares. Sólo que éstas lo hacen en voz baja o en espacios reducidos, no se preocupan tanto por divulgarlo a todo el mundo, aunque a veces sí.

En la era del facebook, esta práctica social es habitual. Apenas una “amiga” cuelga una nueva foto, ya sea posando o simplemente para darle dimensión pública a su vida privada, llueven las felicitaciones de otras personas del mismo sexo. “Qué hermosa”. “Qué linda”. “Qué bonita”. “Fiu fiu, estás espectacular”. “Eres bella”. Y a nadie se le ocurre pensar que en medio de tantos piropos femeninos hay una lesbiana o aquella que echa flores a otra mujer lo es. De rato en rato aparece uno que otro hombre que echa unas frases comunes en algún muro.

Sin embargo, no sucede lo mismo entre hombres. Es casi imposible escuchar a un hombre alabando el corte de pelo de otro hombre. Difícil, por no decir imposible, escuchar frases que digan: “Qué hermoso te ves”. “Qué guapo te hace ese corte”. “Esa ropa resalta tu atlética figura”. Menos aún en el mundo virtual de los narcisos (el facebook). No hay piropos entre hombres. Imagínese leyendo las siguientes frases: “Fiu fiu, qué lindo”. “Qué hombre más bello”, o, “Muy guapo, el muchacho”. Si apareciera por ahí alguien del sexo masculino escribiendo estas frases, casi seguro que levantaría sospechas respecto a su orientación sexual.

Hasta ahora no tengo una respuesta al por qué no se replica en los hombres el trato que hay entre mujeres. Probablemente ellas son más libres y menos prejuiciosas.

Esta situación se reproduce en otros aspectos. Es muy común ver salir a un grupo de amigas a tomar un trago o ir a bailar. No es nada del otro mundo verlas ondulando sus cuerpos alegres y desenfadadas entre ellas. Pero casi nunca ves a hombres bailando entre ellos una cumbia. Salen juntos para anclarse en una mesa y beber nomás hasta arrastrarse. Si dos hombres aparecieran en la pista bailando un merengue u otro ritmo, inmediatamente despertarían cuchicheos y dudas -no sólo entre los mismos varones sino también entre las mujeres- sobre sus orientaciones sexuales. Definitivamente, ellas administran mejor su libertad.

Es común ver a mujeres vestir con ropas habitualmente usadas por hombres. Usan pantalones, jeans, trajes y hasta se ponen corbata. No se hacen problema en lucir una polera o una camisa “varonil”. Sin embargo, es difícil encontrar a hombres ataviados con ropa de mujer. Si pasara algo así, sería el hazmerreír de gran parte de la gente. Una mujer puede colocarse el uniforme militar  y calzarse botas y salir a trotar con su quepi (gorra). Imposible ver a un hombre caminando con zapatos de tacón. ¿Por qué? ¿Seres esclavizados o encadenados a centenarios patrones sociales?

En el ámbito laboral, cada día hay más mujeres que asumen trabajos y oficios reservados aparentemente con exclusividad para hombres. Sin embargo, es poco común, por ejemplo, conocer a un amo de casa (abiertamente declarado) o a un trabajador del hogar o a un secretario o a un recepcionisto. Cuesta mucho a centenares de hombres asumir roles o papeles supuestamente reservados a las personas del otro sexo.

Estas realidades son las pequeñas evidencias de la sociedad patriarcal reinante en gran parte del mundo, donde cuesta mentalmente despojarse de prácticas, costumbres, usos, que permanecen almacenados en un chip que tardará años en ser cambiado.

Obvio hay algunos avances, pero que viene más del mundo femenino y no tanto del masculino.
Las circunstancias descritas demuestran que gran parte de las mujeres ejercen su libertad en su dimensión psicológica y lógica. 

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MAR

Andrés Gómez Vela

Hay cinco vías para recuperar el mar: la primera, una guerra contra Chile; la segunda, un canje territorial; la tercera, compra de un pedazo de playa; la cuarta, diálogo hasta ablandar a la casta chilena para que devuelva una parte o toda la costa que era boliviana; la quinta, sentencia favorable en un Tribunal Internacional. Vamos por partes.

La guerra es la vía del suma cero. O ganas o quedas peor que antes. Puede costar millones de bolivianos, en vidas y dinero. Además hay tres limitaciones: a) la Constitución (Art. 10.II), que declara a Bolivia pacifista, ergo no puede atacar a Chile, pero sí defenderse, vale decir tendría que esperar un ataque; y si nunca llega, tendría que provocar a los chilenos hasta que disparen la primera bala. Algo más, el Artículo 267.II obliga al Estado usar medios pacíficos para volver al mar. b) la economía boliviana no soportaría una contienda bélica, pese a que ahora hay mucho dinero, acabaríamos pobres. c) La capacidad bélica de las FFAA bolivianas es mínima frente al poderío de las chilenas, que una vez ya advirtieron que ocuparían Bolivia en 45 minutos. Y una cosita más, ¿cuánta mamás estarán dispuestas a mandar a sus hijos a una carnicería en nombre de la Patria?

Es posible un canje territorial, puesto que durante las dictaduras de Banzer y Pinochet, ambos países casi logran un acuerdo. Aquella vez Pinochet quiso acelerar los trámites para desactivar un posible conflicto con Perú y Bolivia y concentrarse en el riesgo de guerra que tenía contra Argentina por el canal Beagle. Si se retomara este camino, el país tendría que ver qué parte de su territorio traspasaría a Chile. ¿Parte de Potosí u Oruro? Si fuera así habría que considerar algunos puntos: ¿Aceptarán los potosinos u orureños ceder parte de su geografía? ¿Se conformarán los chilenos con el territorio canjeado o tendrán sus preferencias? ¿Qué parte cedería Chile? Si fuera al norte, entre Arica y Tacna, hay otro obstáculo, ¿aceptará Perú (el Tratado de 1929 obliga a Santiago a consultar a Lima sobre la sesión de ese territorio a Bolivia)? Si no acepta, ¿estará dispuesto Chile a ceder un espacio geográfico soberano dividiendo su territorio en dos? Muy difícil. Si aceptara Perú (Dios me oiga), Bolivia retornaría al mar.

La compra de territorio a Chile es lo más ideal. Es probable que algún gobierno decida vender a Bolivia un pedazo. Pero otra vez habría que esperar el consentimiento peruano o la decisión chilena de dividir su territorio. Supongamos que dice sí Lima, ¿qué precio pedirá Santiago? Digamos que es barato nomás, surge un obstáculo de sentimiento: ¿qué gobierno o presidente chileno estará dispuesto a ser llamado “vendepatria” (literal) por el resto del tiempo?

Ablandar el corazón de piedra de la casta chilena parece imposible. Ni siquiera el Papa Francisco I podría hacerlo. Hace 134 años tienen la mente petrificada y un NO gigante grabado en la lengua grabada. Su soberbia es más grande que todos los océanos juntos. 

El juicio ante un Tribunal Penal Internacional es la vía que aparentemente eligió el gobierno boliviano. Sin embargo, sus resultados son inciertos en vista de que en 1904 era legítima la tesis de que la guerra otorgaba derechos. Es probable que haya un resultado positivo, si fuera así (Dios me oiga en serio) tendría que revisarse el Tratado de 1904 y otra vez se plantearían las hipótesis anteriores, ¿en qué lugar? ¿Aceptará Chile dividir su territorio? ¿Obligará el Tribunal a Chile devolver toda su costa a Bolivia después de 134 años?

Ante esta realidad, el gobierno boliviano debería barajar una vía más: aceptar un puerto con soberanía compartida. Sin embargo, tiene otra vez una limitación constitucional, el artículo 267.II exige soberanía plena.

Mientras no se elija la vía, sólo queda seguir desfilando e incomodando al gobierno chileno; ojalá que no sea por otros 134 años. Y si usted tiene otra vía más, por favor plantéela.

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AEROPUERTO DE ORURO

Andrés Gómez Vela

Los seres humanos acogidos temporalmente por el poder sueñan con trascender más allá de su tiempo, que acaba inevitablemente con la materia como las termitas con la madera. Ciertos políticos, que pierden algo de su humanidad cuando llegan a saborear el poder, buscan rebasar la barrera del tiempo, en su condición de seres mortales, para erigirse en inmortales. Al enterarse que son materia finita (polvo eres polvo serás, sentencia trágica) quieren ser memoria infinita. Cuando en realidad vienen de la nada y van a la nada como todos los mortales, diría Schopenhauer.

Desde que apareció la humanidad, particularmente aquellos políticos que no cultivaron valores ni conocimientos ni saberes ni legaron descubrimientos, se preocuparon y ocuparon por pedir monumentos en su memoria, bautizar cosas u obras con su nombre o edificar construcciones para ser recordados por los que vienen por detrás como futuro.

Estos mismos seres, que existieron en todo tiempo y lugar, no tuvieron la virtud ni la suerte de reunir en una sola persona saber y poder (salvo raras excepciones). Optaron por el poder para exigir agradecimientos por todo lo que hacen y dicen como si las obras las hicieran con su dinero y como si fuera un favor a la comunidad, cuyos componentes no lo sacaron de su casa para obligarle a aceptar un cargo. Ellos y ellas se ofrecieron de forma voluntaria para ser el empleado o la empleada de la sociedad, que le dio el honor de administrar la cosa pública.

Los otros seres, que basan su poder en su saber y no presumen que saben porque tienen poder, no requieren monumentos ni obras ni edificaciones megalómanas para grabar su nombre en la inmortalidad del tiempo; simplemente, legan conocimientos, valores, principios, consecuencia, descubrimientos y el tiempo se encarga de registrarlos en la memoria de la humanidad, de donde no salen como Platón, Aristóteles, Parménides, Rousseau, Marx, Locke, Edison, Bell, Gandhi, Jesús, Mahoma (es larga la lista). Ninguno pidió un monumento ni exigió ni aceptó que impongan su nombre a una calle o a una plaza; desde un principio supieron que la nominación de la materia es para seres de poca monta. Los elegidos siempre están presentes en todo tiempo sin que te lo recuerde una calle o un aeropuerto.

Los otros seres que se tropezaron con la gloria, como Stalin o Hitler o Franco o Videla o Bánzer, huérfanos de todo reconocimiento que no haya sido dada sino por su breve tránsito por el poder, infunden miedo para preservarse en el poder y fomentan el culto a la persona para rebasar el tiempo.  Alrededor de ellos pululan otros seres mediocres que, paradójicamente,  sólo “crecen” bajo la sombra del poderoso, fuera de ella se extinguen como los vampiros al ver la luz del sol.  

Estas personas, con almas inválidas, expresan su miseria halagando a los poderosos porque saben que su sobrevivencia y existencia depende de aquellos. Escriben panegíricos para ganarse palmadas en la espalda o cargos, se convierten en epígonos del ser y no de sus acciones; son fanáticos del déspota porque saben que solos son como una oveja alejada del rebaño y del pastor: nada.

La pelea por el nombre del aeropuerto de Oruro ha sido causada por esas pobres almas, que creyeron que la mejor forma de retribuir a su jefe, Evo Morales, por su breve existencia gloriosa era la nominación. Hasta ahora parece que su jefe está de acuerdo aunque no lo haya dicho de boca propia.

Los defensores de Juan Mendoza no admiten el cambio de nombre más que por preservar la historia por desprecio a los llunkus de Morales y no a Morales mismo. Toda acción zalamera, hipócrita, de doble filo indigna a gran parte de la sociedad. Sucede hasta en la escuela, ¿acaso no recuerdan cómo era puesto al hielo el corcho o llunku del profe?

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CELULARES Y CHARANGOS

Andrés Gómez Vela

Tocar el charango entre los 12 y 15 años significaba la graduación para pisar la vida social nortepotosina. La sombra pública crecía si tus dedos danzaban sobre las cuerdas de una guitarra creando melodías. Y si, encima, pulsabas el acordeón entre pliegue y despliegue o hacías mugir el saxofón, ¡por Dios!, tenías el pasaporte a todas las fiestas. Eran tiempos cuando no había electricidad ni televisión, sólo radio a pilas, que eran recalentadas al sol para que duren unas horas más.

Las fiestas eran amenizadas con instrumentos que no necesitan de electricidad para hacer ondular y vibrar los cuerpos de bailarines y bailarinas. Cada noche, solíamos reunirnos los amigos en la plaza y casi siempre había charangos y guitarras, nos llamaban “los esquineros” porque nos apostábamos en las esquinas para interpretar las melodías de cada época con una determinada afinación.

Apenas pasaba Navidad el charango de cuerdas de acero se tocaba en temple Diablo para esperar al Carnaval y bailar pasacalles y taquipayanacus eróticos y picantes, melodías que llaman a la lluvia para tener una buena cosecha. La noche de Viernes Santo, cuando el mundo se queda sin Dios, cambiábamos del Diablo al Quinsa Temple para celebrar el primer Tinku esa misma noche. Las kjalampeadas convocan al frío para hacer chuño. En San Mateo, 21 de septiembre, el charango transita del agudo Quinsa Temple al flojo Falso Natural o Natural para dar la bienvenida al tiempo de siembra. La música caminaba y aún camina al ritmo de la naturaleza.

Si algún desubicado tocaba el Tinku (no el estilizado sino el que bailamos en la fiesta de La Cruz, el 3 de Mayo) en plena Navidad, el primero que te escuchaba te podía denunciar o te pedía cambiar la afinación de tu charango para evitar que llegue una helada o granizada y arruine la cosecha.

Ya sea pastando ovejas, vacas, caballos, mulas o burros, la competencia entre llokjallas por aprender a tocar el hualaycho era aguerrida y sin concesiones. Quinceañero y charanguero ya podías graduarte de intérprete de almas alegres. Era una obligación social tocar un instrumento y una necesidad, pues como no había electricidad, sólo podías divertirte haciendo música con tus propias manos, no había tres en uno (equipo de sonido) que funcione.

Obvio, los tiempos han cambiado, es la era del celular, que no solo es un teléfono, sino el nuevo instrumento de conexión social o el nuevo medio de comunicación por donde pasan mensajes de amor, noticias, chismes, hasta transacciones económicas. Sí, y los charangos y las guitarras son reemplazados por este aparatito. “Los esquineros” de hoy se encuentran para alardear su celular y escuchar las canciones que tienen en su 10 en uno. Parecen reunidos, pero en realidad cada quien está en su mundo, ya sea chateando o hablando.

Pensé que había triunfado el celular, hasta que un día, los jovenzuelos programaron un gran baile con equipos de sonido. Faltando una hora para la fiesta, se fue la electricidad sin previo aviso casi por 12 horas. En ese momento se notó la gran diferencia entre las generaciones de las cuerdas y del celular. Los primeros se divertían sin electricidad, titilaban los charangos, acompañados por los opacos sonidos de las guitarras. En otro lado sonaban armoniosos acordeones, saxos y baterías. Los segundos permanecían sin saber qué hacer, esperando que vuelva la electricidad, mientras el Año Nuevo se iba y el Carnaval también.

Ese hecho sacudió a la generación del celular, que pretendía reemplazar al charango. Desde ese día comencé a ver a muchos adolescentes aprendiendo a dialogar armónicamente con los instrumentos nortepotosinos para no quedar más en silencio cuando se vaya otra vez la electricidad. Decidieron no depender de la tecnología, sino de su habilidad y graduarse como interpretes de espíritus libres.

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OPOSICIÓN

Andrés Gómez Vela

Según el léxico político, la oposición es la agrupación, partido u organización que pierde las elecciones y se queda fuera del poder, en la calle, o en los curules desde donde vota en desmedro de las políticas del oficialismo, pero no siempre suma. Desde que la democracia boliviana tiene uso de razón, la oposición se dedicó a golpear la imagen de los gobernantes con argumentos certeros, a veces, y falacias, otras veces.  Se ocupó de buscar los errores para decir a los electores que se equivocaron al votar por el líder gobernante. Muy pocas veces hizo una propuesta de ley o medida genial para resolver algún problema público.

En los años de la democracia pactada, la oposición mantuvo diferencias de sigla, pero no de pensamiento político o propuesta de Estado, salvo las entonces diminutas agrupaciones llamadas asistémicas o grupos políticos provenientes de las filas izquierdistas, que proponían pasar de la dictadura militar a la dictadura del proletariado, cuando las mayorías querían democracia. Entonces, era muy común ver que los opositores eran oficialistas en un santiamén. Los romances y contubernios partidarios tenían un fin: satisfacer sus intereses.

Desde el 2000 apareció una oposición con proyecto de país diferente; nació en las calles contra el Estado excluyente. Creció a plan de bloqueos, marchas callejeras, caminatas hasta tumbar al último gobierno de la era neoliberal, Sánchez de Lozada, y tomó el poder con las armas de la virtuosa democracia burguesa. El MAS y todos los oportunistas cosecharon sin sembrar los frutos de esa lucha. Muchos de los actuales fanáticos masistas no aprobarían un estudio genético político, el país se enteraría que provienen de cualquier cantera ideológica, menos de las luchas populares.

Parte de la oposición de hoy transita con cierto complejo de inferioridad frente al MAS, que cristalizó dos marcados cambios demandados en las jornadas de lucha: el protagonismo esencial del Estado en la economía y la mayor presencia de campesinos, colonizadores, indígenas y clases sociales populares en las instancias de decisión pública.

Con miras a las elecciones de 2014 hay cuatro corrientes de oposición: la ultra derecha, encabezada por Manfred Reyes Villa; la derecha moderada, apuntalada por Samuel Doria Medina; la centroizquierda, comandada por Juan del Granado; y la izquierdista, nacida del interior del mismo proceso, dirigida por personas que lograron el cambio, pero se fueron decepcionados.

Que se unan estas corrientes es imposible y suicida. Su unidad significaría su derrota, sería lo peor que les puede pasar; sin embargo, hay algo más trágico: ir separados a las elecciones porque atomizarán el voto en beneficio de MAS. ¡Vaya dilema! Si se unen pierden, si van divididos también, entonces ¿qué les queda?
La respuesta depende del objetivo. Si sueñan con más del 50% de votos y dejar sin dos tercios al MAS, pueden ir a los comicios divididos, finalmente sumarán sus votos en la Asamblea, pero quedarán fuera del poder otros cinco años.

Si deciden pasar a la segunda vuelta, tendrán que jubilar a algunos y quedarse con uno, sin firmar alianzas, simplemente renunciando a sus ambiciones personales para dejar el camino libre al que tenga más posibilidades frente al MAS, cuyo candidato se conocerá con certeza cuando el Tribunal Constitucional resuelva la constitucionalidad o no de la re-re-reeleción de Morales.

Si la oposición determina ganar las elecciones, todos tendrán que renunciar en silencio a sus deseos y dejar que surja un candidato o una candidata cero kilómetros, con una rica historia personal y sin ataduras a gremios o grupos corporativos. Otro Evo, pero con título, más formación, más valores y espíritu antidespótico y anticesarista. 

Y… ¿el proyecto de país? Tendrán que activar sus neuronas, la política siempre es imperfecta e incompleta y hay mucho por hacer en Bolivia.

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AMA LLULLA, AMA A TU PRÓJIMO

Andrés Gómez Vela

En un “proceso de cambio” como el que vivimos se supone que mueren las viejas mañas y nacen las conductas en el marco de los valores éticos y principios constitucionales, entre ellos el Ama Llulla (no mentirás en quechua) y el vivir bien, entendido como el tránsito del ama sua y el ama kella, al ama a tu prójimo y a la naturaleza como a ti mismo para vivir en armonía. Por ello hacer trampas no condice con  estos principios constitutivos del Estado Plurinacional. Decir una cosa un día y luego negarse sin ruborizarse denota la calidad de persona que eres. Es una señal de decadencia moral que entierra los mejores perfiles políticos. Obviamente, los efectos no son inmediatos, pero son graduales y letales, sino pregúntenles a los denominados “neoliberales” ¿cuándo se jodieron?

Una descomposición ética parecida experimenta hoy el MAS, que en Octubre de 2008 aseguró que el presidente Evo Morales no iba a presentarse a una segunda reelección en cumplimiento de la Constitución, que regula una sola reelección para evitar la monarquización de la democracia y el cesarismo político.

Sin embargo, estos días, los mismos masistas echaron al basurero su palabra de honor, cristalizada en un pacto de caballeros (que no necesita firmas) para respetar las reglas de la democracia. A fin de contextualizar la violación del ama llulla revisemos las pruebas que dejaron aquella vez, cuando negociaron con la oposición los últimos artículos que viabilizaron la aprobación de la nueva Constitución.

Primera prueba.- La agencia gubernamental ABI publicó, el 20 de octubre de 2008, que “el mandatario Evo Morales Ayma y el Movimiento Al Socialismo (MAS) renunciaron este lunes a la reelección presidencial para que la oposición deje de chantajear la aprobación de la Ley de Referendo Dirimidor y de Aprobación de la nueva Constitución Política del Estado (CPE)”. "Algunos partidos políticos han considerado que eso (reelección) era excesivo (…) el MAS, el Presidente de la República han renunciado a la posibilidad de reproducir el control de la administración pública por la vía electoral en un segundo periodo constitucional, después del adelanto de elecciones que se está proponiendo", manifestó a el ministro de Desarrollo Rural, Carlos Romero.

Segunda prueba.-  El ex senador del MAS y ex ministro de Trabajo, Félix Rojas, que también participó en las negociaciones, anunció en ese entonces que el Presidente contabilizaría su gestión inconclusa como su primer mandato. “El mandatario estaría candidateando el 2009 por cinco años de gobierno, luego de ello ya no tendría derecho de ser candidato”, señaló (según un artículo escrito por Fabián Yasick).

Tercera prueba.- El exsenador de Podemos, Carlos Börth, reveló a Erbol como se selló el acuerdo entre la oposición y el MAS en octubre de 2008. “Una noche el Vicepresidente, don Álvaro García, me llama y me dice: ‘Carlos, traigo un mensaje del Presidente Evo Morales’ y dice: ‘El Presidente por mi intermedio les hace conocer que no va a buscar la reelección sino una sola vez y está de acuerdo que se compute este periodo como su primera vez’. Fue oferta de Evo Morales a través de Álvaro García que me la plantearon a mí como correa de transmisión al conjunto de Podemos y seguramente a las otras fuerzas de oposición”. Börth precisó que “fue una charla personal en la presidencia de diputados con el Vicepresidente cuando ni siquiera el tema de la reelección de Evo estaba siendo tratado de manera candente”.

Queda demostrado que los masistas mintieron. Es más, reconocieron que hicieron “trampa” a través de una “estrategia envolvente” para “mamar” a la oposición aquella vez. Lo peor es que engañaron al país y violaron los principios constitucionales del Ama Llulla y el vivir bien. ¿Vale la pena tener gobernantes mentirosos?

Personalmente apoyo la re-re-elección de Morales, pero no sobre la mentira y violando la Constitución, concebida como el límite al poder.

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PALABRAS GOLPEADORAS

Andrés Gómez Vela

Si la ley fuera tan efectiva, los países que contemplan la pena de muerte ya hubieran erradicado los delitos sancionados con ese sentencia; si fuera la medicina a las enfermedades sociales, ya no hubiera homicidios, violaciones o delitos de otra naturaleza. La ley es un marco hipotético en la que encuadran conductas humanas diferentes para sancionar a la persona que cometió un hecho parecido (no igual porque las causas, los actores, las consecuencias y las circunstancias casi nunca son iguales) al descrito en un artículo. Creer que toda la solución está en la Ley genera una inflación legal y no garantiza la convivencia social.

Parte de la solución está en construir un modelo de persona con escala axiológica. Para ello es necesario revisar el valor de las palabras, que primero nacen en la mente, desde donde luego saltan a la realidad. En ese ámbito urge expulsar del lenguaje cotidiano términos que descalifican a la mujer o construyen la culpabilidad o inferioridad de ella. Por ejemplo:

Hijo de puta.- Es el descalificativo más común de un hombre a través de la mujer que le dio vida. Humillación indirecta, enfocando el misil verbal en la madre. Este denominativo, que describe a la mujer que cobra por sus servicios sexuales o vive de ellos, es el más usado por maridos, parejas, novios para reducir la autoestima del sexo femenino y justificar la golpiza. Es un ataque bajo contra la dignidad femenina en la medida de que no existe el insulto “Hijo de Puto”, porque al menos en el mundo machista es un honor ser puto y “bien visto” por los círculos patriarcales en los que militan muchas mujeres.

Mujer pecadora.- Recuerdo que en los cursos de primera comunión el catequista mostraba a la mujer como la culpable del pecado original. Eva, que salió de la costilla del hombre, cometió la osadía de probar el fruto prohibido del Paraíso e inducir al bueno de Adán, pese a la advertencia de Dios, a darle una mordida. Gracias a esa pecadora hoy tiene que trabajar y ganarse la vida con el sudor de su frente, mientras que ella paga su culpa pariendo sus hijos con dolor. La religión nos presentaba a nuestra propia madre como culpable de nuestra desgracia, justificando la violencia contra ellas, representadas por la despreciable víbora. Aunque luego quiso reivindicarse con la Vírgen María.

Mujeres procreadoras.- Cuando un día leí en un restaurante que “la mujer es un ser de cabellos largos e ideas cortas” y vi en las leyes que el fin de la mujer es procrear daba la impresión de que ella tiene una solo función en la sociedad: parir, ergo vivir bajo el dominio del macho, quien la redujo a las labores domésticas y diplomáticamente la llamó Ama de Casa. Para que se distraiga, le dio una misión: criar a los hijos, mientras él podía hacer lo que le daba la gana con su vida. Hoy mismo circula la hipótesis de que hay crisis en el hogar por culpa de ella, que ya no cría a los hijos y cambio la casa por el trabajo. 

Dios es hombre.- La Cultura Machista erigió a un Dios hombre como origen de la vida, como el ordenador de las cosas en el mundo, entre esas cosas figura la mujer, a quien le entrega al hombre, entonces, algunas señoras aún se predisponen a rebautizarse cuando se casan agregando la preposición “de” para comenzar una nueva vida: Verónica Mamani de Sánchez. Ese monosílabo la convierte en propiedad de un hombre y el propietario tiene el derecho de uso y goce de esa cosa.

Estas palabras (seguramente usted conoces otras y puede ir agregando a esta lista) parecen inocentes, pero no lo son, construyen el orden mental y mundano (desde los juegos, las niñas cocinan y los niños tienen pistolas) en torno al hombre y siembran la semilla de la violencia que termina con la vida de miles de mujeres, quienes, precisamente, por estos golpes lingüísticos llegan a considerar como natural el maltrato. Y muchos hombres las martillan con estas palabras porque saben que es la base de su dominio.  

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ODIOS NACIONALES

Andrés Gómez Vela

Catorce combatientes chilenos participaron en la Guerrilla de Teoponte (1970) con un sueño: la liberación de Bolivia y desde aquí irradiar la tea al resto de Latinoamérica. Probablemente se equivocaron en la estrategia, pero no en su ideal. Algunos de ellos murieron, seguros de sus convicciones, en esta tierra, considerada desde hace tiempo como enemiga por las Fuerzas Armadas y élite chilenas. Gustavo Rodríguez Ostria, en su libro “Teoponte, la Otra Guerrilla Guevarista en Bolivia”, menciona a José Miguel Celiz, Julio Olivares, Guillermo Veliz, Tirso Montiel, Carlos Brain, Julio Zambrano, Hilario Ampuero, Calixto Pacheco, Arnoldo Camú, Carlos Gómez, Francisco Gómez, Rigoberto Zamora, José Elmo Catalán y Beatriz Allende (segunda hija del malogrado presidente chileno, Salvador Allende). 

Esos valientes guerrilleros compartieron su sueño con argentinos, peruanos, brasileños, cubanos y, por supuesto, bolivianos. Eran tiempos de gestación de la Patria Grande a través de las armas, de la unidad latinoamericana, de luchas conjuntas para acabar con el sometimiento de la región. Eran tiempos de ideales comunes ante enemigos también comunes: el imperialismo estadounidense, las oligarquías, las élites, los grupos de interés económicos, que se habían trazado como objetivo dividir sus pueblos para preservarse.

Estos grupos mezquinos adoctrinaron casi desde la cuna el odio a los hermanos y hermanas que viven al otro lado de la frontera. Usaron la escuela para contar historias sesgadas y de revancha e incubar resentimiento entre chilenos, bolivianos y peruanos con la intención de soplar los vientos en una sola dirección: la guerra verbal y luego la contienda militar. A no olvidar que primero se disparan palabras de desprecio y descalificación, éstas luego se convierten en balas.

En ese sentido aún hoy en alguna fiesta patria o acto cívico, al final de la ceremonia, no falta alguien que lanza un grito: ¡Viva Bolivia, muera Chile! La dramática historia contada por los profesores, en la escuela, deja huellas de resentimiento y la imagen del enemigo invasor está intacta en el imaginario popular.

Algo peor sucede todavía en las instituciones militares y cuarteles, donde aún se interpretan canciones y lanzan consignas antichilenas, muy parecidas a las letras difundidas recientemente en un video, a través de las redes sociales, en el que se puede ver trotar a soldados chilenos y oír canciones exenófobas: “Bolivianos fusilaré, argentinos degollaré y peruanos mataré”. 

Diferentes gobiernos usaron el tema marítimo y problemas limítrofes de sus países para exaltar ánimos nacionalistas y lograr apoyos populares. Algunas autoridades bolivianas se metieron en la vida privada de las personas para descalificarlas como prochilenas por el solo hecho de tener familiares del país vecino. ¿Qué dirían aquellos guerrilleros del 70 que ofrendaron sus vidas por Bolivia? Seguro se avergonzarían de los izquierdistas de hoy que fomentan lo que los dictadores del 70 hacían: odio al chileno, boliviano o peruano.

El tiempo de globalización obliga a entender la nacionalidad de otra manera sin perder la identidad, pero a la vez sin anclarse en el patrioterismo fanático. En este marco, vale la pena sostener la aspiración legítima de una salida soberana al Océano Pacífico, pero no puede ser usada como marketing político para sepultar temas incómodos de agenda o de soporte popular del gobierno de turno.

Antes de lanzar cualquier insulto vale la pena recordar a los 14 guerrilleros chilenos que lucharon por la liberación nacional. Entonces veremos a los habitantes del país vecino como complementos y no como límites donde se choca el odio y el desprecio como olas que golpean en un acantilado. De este modo, encontraremos salidas imaginativas a un problema que data desde 1879 y llegaremos a las costas soberanas del Pacífico.      

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DE GARCÍA A FERNANDEZ

Andrés Gómez Vela

Leopoldo Fernández no es santo de mi devoción, por mí que lo condenen a 30 años de cárcel sin derecho a indulto, pero que prueben las acusaciones. Hasta ahora, para sus detractores es un presunto culpable, para la ley es un presunto inocente, para la justicia es un presunto ser humano, pues, está detenido desde hace cinco años sin sentencia ejecutoriada. En realidad es un condenado con inocencia presumida como lo fueron en su momento Felipe Quispe y Álvaro García, ambos combatientes del Ejército Guerrillero Túpac Katari (EGTK). 

Tanto en el caso de Quispe y García, al margen de los hechos, el grupo gobernante de entonces condenó de principio la ideología de ambos. Hoy se invirtieron las cosas, si el Estado Republicano excluía de la justicia a los guerrilleros o “asistémicos” que exigían mejores condiciones de vida y a los indígenas por su sólo condición de tales. El Estado Plurinacional condena hoy a los que no son guerrilleros y a los que no son indígenas por las mismas razones que lo hacía el Estado Republicano. ¿Pruebas? A ver...

Debido proceso y cero dilaciones.- La Constitución, que establece la aplicación directa de los derechos, obliga al Estado a garantizar el debido proceso, además de una justicia transparente y sin dilaciones (Art 115). ¿Hubo? El Código de Procedimiento Penal señala como tiempo máximo de duración de un proceso: 18 meses, salvo excepción fundada. Al igual que en el caso de García y Quispe no hay ni hubo. Es probable que las chicanas las haya interpuesto el propio Fernández para retrasar la sentencia; si fuere así, ¿dónde está la capacidad del Estado para hacer cumplir la ley? ¿Por qué en algunos casos hay celeridad y no en otros?

Presunción de inocencia.- La Ley Fundamental garantiza la presunción de inocencia (Art. 116). Inútil en varios casos. De qué sirve esta garantía, si hay decenas de presos que permanecen detenidos sin sentencia ejecutoriada. Están tras rejas como culpables con su rótulo de inocentes. Y cuando recobran su libertad, caminan por las calles como inocentes en pena. 

Autoridad judicial competente.- La Constitución dice que nadie sufrirá sanción penal que no haya sido impuesta por autoridad judicial competente en sentencia ejecutoriada (Art. 117). ¿Quién condenó a las personas que permanecen tras rejas sin sentencia ejecutoriada? ¿La ineficiencia del Estado Plurinacional? ¿El odio de una autoridad sin competencia, pero con poder? Las sospechas apuntan a que hay una sentencia arbitraria dictada por un juez de rostro invisible llamado gobierno.

Muerte civil.- La Ley de Leyes prohíbe la muerte civil (Art.118), que en buenos términos se produce cuando una persona sufre legalmente la pérdida de sus derechos civiles, sin embargo también se produce cuando pierde esos derecho de facto. También se entiende cuando es víctima de una condena pública que afecta su honor, esa sombra social que sirve hasta para conseguir trabajo y recibir el saludo de la gente. 

Autoridad independiente.- La Ley Fundamental señala que toda persona tiene derecho a ser oída por una autoridad jurisdiccional competente, independiente e imparcial (Art.120). Si el caso hubiera sido conocido por un juez independiente el proceso ya se hubiera resuelto con sentencia ejecutoriada.

El caso de Leopoldo Fernández, a quien recientemente detectaron cáncer en uno de sus órganos, es una muestra del calvario que sufren centenares de personas a causa del déficit de justicia en el país.

Si se mantiene este estado de cosas, significará que Fernández permanece encarcelado por su ideología y no por sus hechos en franca violación de la Constitución, que establece las garantías señaladas para todos los bolivianos, no dice excepto “neoliberales”. La historia de Quispe y García se repite, pero en sentido inverso. Y una democracia que acepta la condena del pluralismo, de la diversidad de pensamiento, no puede preciarse de democracia. Y un gobierno que acepta esta situación convierte la justicia en venganza.

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AUTONOMÍA DE CUERPO

Andrés Gómez Vela

Hasta antes de la Primera Guerra Mundial las mujeres en el mundo no votaban, es decir, no eran parte de la vida democrática de un Estado porque no elegían a las personas que iban a administrar su futuro y menos podían ser elegidas. No sólo eso, en gran parte del planeta, muchas de ellas tampoco podían elegir al hombre de su vida, estaban condenadas a ser elegidas por los hombres que precisamente no eran el amor de su vida. 

Mientras esto sucedía en el mundo, en Bolivia se aprobó el voto universal recién con la Revolución Nacional de 1952; desde esa fecha las mujeres pueden elegir, pero aún no eran elegidas al menos aquella vez, no porque estaba prohibido legalmente, las estructuras mentales y patrones sociales lo impedían. Al igual que en el mundo, en el ámbito de las relaciones de pareja, gran parte de las mujeres que vivía en el país no tenía autonomía económica ni política ni social, por tanto no gozaba de autonomía de cuerpo, lo que significa que no podía elegir a la persona con quien quería compartir su vida y su intimidad. En otras palabras, no ejercía sus derechos sexuales y en muchos casos era objeto de placer, pero no sujeto de placer; podía ser exigida y tomada, pero no exigir ni tomar.

Como el derecho es el reflejo de una sociedad, no se castigaba la violación en los términos que hoy se conoce. Hasta casi finales del siglo XX, como forma de solución podían transar el violador y la víctima en un descomunal desconocimiento de la autonomía de cuerpo de una mujer y en una especie de vergonzosa práctica de legitimación de la violencia sexual. 

Mientras todo esto sucedía en las ciudades, ¿qué pasaba en el área rural? Cuando a finales del siglo pasado balbuceaba la igualdad de género en las urbes, en el campo el chacha-warmi (hombre-mujer) no era ni discurso, por ello las mujeres no podían ir ni a la escuela, ni eran elegidas autoridades. Como reflejo de esta vida sociopolítica, la mayoría de las mujeres del campo eran casi objeto y no sujeto de derechos, ergo no tenían autonomía de ninguna naturaleza, menos de cuerpo, estaban sometidas sexualmente al hombre que no se ocupaba del placer de ella sino sólo de él. En otros términos, para una parte de las mujeres del campo, incluso de la ciudad, el sexo era simplemente reproductivo, no era nada placentero; era un acto de sometimiento y no un acto liberador.

En este marco, recuerdo que en las fiestas grandes de algunos pueblos del área rural de Potosí y Chuquisaca, además de farras descomunales, se producían violaciones que quedaban impunes o eran “resueltos” casando al abusivo con la abusada. Es más, el rapto de una mujer era casi normal debido a que los códigos del flirteo no siempre eran reconocidos por los padres o las parejas. También era muy común embriagar a las mujeres para poseerlas, incluso con la complicidad de las propias mujeres. Probablemente eran casos aislados, pero también muy comunes y aceptados.

Toda esta explicación tiene el propósito de contextualizar lo que sucedió en la Asamblea Legislativa de Chuquisaca, mas no de justificar. Fue un delito cometido por una persona con prácticas arrastradas de hace años, pero con un componente desconocido para su grupo social hasta hace tiempo: el abuso del poder político. Es probable que si el hecho hubiera sido cometido por Domingo Alcibia en otro tiempo, hubiera pasado desapercibido, pero no ahora, cuando la mujer puede ser elegida como autoridad y elegir a su pareja como mujer, además de tener autonomía de cuerpo, al menos legalmente.

Sin embargo, ¿habrá cambiado en algo la realidad de la mujer en el campo? ¿Será cierto eso del chacha-warmi o es un mero discurso que sirve para camuflar los peores abusos contra la mujer? 

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