Punto de Re-flexión

2013, AÑO SÓLO DE ESCARAMUZAS

Omar Qamasa Guzman Boutier

La moda en el ámbito de las ciencias sociales, desde fines del siglo pasado, ha relegado la importancia del análisis estructural en comparación a los relatos cortos, al análisis focalizado en la especificidad de los hechos sociales. Sin entrar a la discusión entre los grandes relatos estructurales y los pequeños relatos, vamos a iniciar esta columna, sin embargo, privilegiando la importancia de los primeros, a fin de entender, en parte, el significado de los segundos. En tal sentido, diremos que un punto de referencia para vislumbrar las estructuras subyacentes en lo que hoy por hoy vivimos, se encuentra en el año 2006; sintetizando anotemos que aquél entonces la crisis societal boliviana ha tendido, en base al gobierno del MAS, una resolución reaccionaria, enmarcada en los principios de la organización política liberal y de la economía orientada por el capital. Lo que posteriormente hemos vivido, no fueron sino los caminos por los cuales Evo Morales y los suyos han llevado este proyecto reaccionario a la práctica.

Por supuesto que cada uno de los siete años ha tenido su particularidad y en ese orden, en el 2013 pueden destacarse algunas particularidades. Insistamos, sin embargo, en el hecho que en todo este tiempo ha primado la tendencia central impuesta el 2006. Lo que hemos llamado “traición” a las demandas populares surgidas durante la crisis societal, por parte del gobierno de Evo Morales, fueron las manifestaciones concretas que develaron el carácter falsamente popular e indígena de este gobierno. La función positiva de estas inevitables (teniendo en cuenta el contenido programático liberal del MAS) “traiciones”, ha sido el develar la impostura y la farsa de Morales y sus muchachos, ante los sectores populares en particular. Así, entonces, podemos sacar ahora una primera conclusión general, estructural -si se quiere- de este período: 2013 ha remarcado el contenido reaccionario de la reforma liberal ensayada en Bolivia desde el 2006, desgastando rápidamente la convocatoria social nacional masista.

Sorprendente, si recordamos que hace solamente cuatro años la convocatoria electoral del MAS había posibilitado una mayoría parlamentaria por algo más que dos tercios. Felizmente para el país, tanto las “traiciones” masistas, como sus propias torpezas en el ejercicio gubernamental, han resquebrajado aquella fortaleza. Entre las torpezas, podemos citar todas aquellas que llevaron a Evo Morales, cual Mariano Melgarejo, a desdeñar la opinión de todos los sectores sociales, ejerciendo un manejo autoritario del poder. Amén de los varios llamados de Morales a delinquir o de la cobardía de escudarse en sus propias mentiras, como en el caso de la represión a los indígenas de Chaparina, el 2011. Con todo, si bien estos tropiezos han llevado a mermar la fortaleza de la convocatoria social del MAS, no han supuesto su derrumbe; alcanzaron a lo sumo a formar parte de escaramuzas.

Ni siquiera las propias torpezas de los partidos de oposición han servido para frenar aquella merma. Entre las principales torpezas de estos partidos debe citarse la referida a Juan del Granado, candidato presidencial en las elecciones próximas, por el Movimiento sin Miedo (MSM). Aquella declaración suya de reabrir el debate en torno a la capitalía y su desmentido a los pocos días, ha mostrado a Juan del Granado y su partido en cuerpo entero comoolañetistas, doctorcitos dos caras, de la actualidad. Se entiende que semejante torpeza ha supuesto, en verdad, un error electoral estratégico para el MSM y puede decirse, más allá de los resultados electorales de fines del 2014, que ese error ha mermado su capacidad de convocatoria electoral en un margen entre el 5 al 10%.

Junto a las escaramuzas y torpezas, pero, también vale la pena recordar algunos golpes de suerte para el gobierno. El principal de ellos fue la detención injustificada del avión presidencial, en Europa, por el lapso de algunas horas. El hecho sirvió para que García Linera y todos los ministros, aparecieran ante los medios de comunicación para, en el colmo del delirio y el extravío, afirmar a voz en cuello que en Europa se ha secuestrado a un presidente indígena (¿!).

La parafernalia incluso pretendía de pronto colocar a Morales en el sitial de “líder” mundial (la ausencia de este supuesto “líder” en los sepelios de Nelson Mandela, a principios de diciembre,ha mostrado cuan poco serio se toma en el exterior a la comparsa que gobierna Bolivia). De tal manera, pues, que incluso este golpe de suerte no ha servido para reavivar el barniz de popularidad del gobierno.

Por ello, hechos que pudieran considerarse positivos, por parte del gobierno, han pasado a segundo orden, ante la percepción de la ciudadanía. Entre ellos la planta de YPFB en Campo Grande, de gran impacto en la industria hidrocarburífera nacional y -con mucha menor importancia económica, claro- la puesta en órbita de un satélite de comunicaciones del país. Fueron hechos positivos que, sin embargo, no han tenido el impacto en la apreciación del electorado nacional que esperaban los dirigentes masistas, lo que quiere decir que no tuvieron impacto en la coyuntura política inmediata.

Lo mismo puede decirse de los partidos de oposición. Lo que en el pasado podría haberse considerado como algo políticamente muy positivo (la organización de un Frente Amplio), ha tenido poco impacto, incluso en los sectores sociales descontentos con el gobierno. Sin entrar al esfuerzo para descifrar lo que un Frente semejante quiere significar realmente de cara a las elecciones próximas, lo cierto es que, al margen de una que otra entrevista a sus impulsores en los Medios, el hecho no ha dejado de ser un evento superestructural, sin asidero en el comportamiento político de la sociedad. Dicho de otra manera, la iniciativa es, en alguna medida, una acción de espaldas a la realidad.

Por todo ello pueden extraerse algunas proyecciones para el año 2014. Una de ellas será la dispersión del voto, entre los diversos candidatos. Puede adelantarse que el país no vivirá una polarización electoral y tampoco una concentración del voto, como en las elecciones del 2009. En consecuencia (esta es la segunda proyección) y sin importar los resultados electorales, estaremos ante liderazgos políticos débiles. Ampliando este razonamiento, digamos que en torno a esta debilidad, no únicamente estaremos ante liderazgos políticos debilitados, sino también ante partidos políticos débiles, ante un Sistema de Partidos débil y en definitiva, ante los primeros inequívocos signos de la (reiterada) debilidad del propio Sistema político boliviano. 

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CONAMAQ EN LA MIRA DEL MAS

Omar Qamasa Guzman Boutier

Podría considerarse el asalto a las oficinas del Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyu (CONAMAQ) en la ciudad de La Paz, por parte de adherentes al gobernante Movimiento al Socialismo (MAS), como una más de las muestras de autoritarismo masista, pero el hecho esconde todavía algunas consideraciones que vale la pena recordar. Se entiende que una de las razones para tal asalto, fue la oposición de CONAMAQ a la farsa que la impostura de Evo Morales representa, ante los ojos del mundo indígena boliviano. Sin embargo, al margen de esa evidencia, el asalto revela también las ansias, por parte del gobierno, de cobrarse lo que ellos seguramente consideran, viejas deudas.

En efecto, la crítica del CONAMAQ al MAS y en particular a Evo Morales, viene de lejos. Incluso puede decirse que viene desde la fundación misma del Pacto de Unidad, allá por el 2004. La propia fundación del Pacto supuso, entonces, un esfuerzo para superar las distancias entre la lógica sindical campesinista de Morales y su partido y la lógica comunitaria de los pueblos indígenas. Con todo, estaba claro, cuando fundamos el Pacto de Unidad, que aquél hecho expresaba en ciernes, la posibilidad de la hegemonía de un discurso indígena, en el ámbito rural, en menos cabo del sindicalismo campesino. Lo estaba para nosotros, pero también para los enemigos del movimiento indígena, es decir para Morales y su partido. El motivo radicaba en que, a diferencia de lo que tantísimos investigadores sostienen, movimiento campesino y el movimiento indígena no son sinónimos; al contrario, expresan conformaciones sociales distintas y aún contradictorias.

El problema de fondo para el asalto a la sede de CONAMAQ, entonces, expresa esa vieja certeza y temor masistas. Recordemos que aún antes de las elecciones nacionales de diciembre del 2005, cuando los jerarcas del MAS borraron de un plumazo la lista para parlamentarios que las genuinas organizaciones sociales habían propuesto y las reemplazaron por personas sumisas, sin personalidad y con sólo la virtud de levantar la mano en el parlamento, ante cada orden del Poder Ejecutivo. Así, la oposición del CONAMAQ se hizo más evidente y derivó, en un primer momento, a fines del 2005, en la quema de las banderas del MAS, en la plaza Murillo. Por supuesto que esta oposición continúo y se expresó en las deliberaciones de la Asamblea Constituyente. En esa oportunidad y a pesar del gran despliegue del gobierno, en cuanto a asesores, informantes, ONG’s articuladas en su entorno y  dirigentes sindicales y una que otra autoridad originaria asimiladas por medio de prebendas al MAS, la oposición de los indígenas de tierras altas fue tal que derivó nuevamente en actos públicos. Una segunda queda de las banderas del partido de Morales y la actuación independiente en las principales comisiones de trabajado, dejaron una profunda huella de desprecio en Morales y sus muchachos, porque estaba claro que, efectivamente, no podía corromper a los indígenas de las tierras altas.

La cadena de acciones del CONAMAQ que indispusieron al gobierno, por supuesto, se mantuvo y fue uno de los primeros sectores (concretamente los ayllus de la provincia Bustillos, en el norte de Potosí) en manifestar en las calles su desacuerdo por el denominado “gazonalinazo” decretado por el gobierno de Morales, en diciembre del 2010. Posteriormente se sumó el apoyo a los indígenas de tierras bajas, agrupados en torno a la CIDOB y el enjuiciamiento a Evo Morales y su ministro de Gobierno, Sacha Llorenti, por la represión a la marcha indígena, en Chaparina, en septiembre del 2011. Como se observa, la lista de motivos que tiene el gobierno del MAS, para acallar al CONAMAQ, es larga y se asienta en el propio momento crucial de la presente coyuntura.

Por ello es válido decir que la debilidad del gobierno radica en que ha perdido, desde los momentos fundacionales, el apoyo de los indígenas; sector supuestamente representado por este gobierno. Es una debilidad grande, si recordamos que el primer momento donde decae una hegemonía, es en el momento ideológico. La crítica de CONAMAQ, desde entonces, al gobierno de Morales, supone pues una crítica ideológica principalmente y desnuda la debilidad del MAS: tratar de organizar una estructura estatal, a espaldas del pensamiento indígena, al igual que todos los representantes del colonialismo interno lo hicieron siempre. En este orden, nuevamente queda claro que en lo profundo del anti-indigenismo, Evo Morales es indiferenciable de Sánchez de Lozada, de Banzer o de Manfred Reyes Villa, digamos.

A la vez, pero, la crítica del CONAMAQ al gobierno, ha tenido la virtud de desnudar el carácter falsamente indígena de Evo Morales y su gobierno. La impostura masista, únicamente ha servido para utilizar al movimiento indígena y al propio movimiento campesino, como escalera, en el acceso al poder político. El ensayo liberal del MAS, es tan abierto, que desde muy temprano el movimiento indígena boliviana ha logrado identificarlo y denunciarlo. Con ello, claro,  la postura “indígena” de Morales solamente sirve a uno que otro turista, a uno que otro periodista desinformado y a uno que otro diplomático. Es poco probable que la mentira masista, tenga todavía alguna utilidad en la política interna del país. Es todavía menos probable, que en torno a esa farsa, el actual gobierno pudiera desarrollar una exitosa convocatoria al electorado.

En tal sentido, el asalto a las oficinas del CONAMAQ, por adherentes masistas, huele más a manotazos de ahogado. Efectivamente, es la  desesperación extrema, la que conduce a los “estrategas políticos” del MAS (por llamar de alguna manera a lo que parece un club de oligofrénicos) a pretender revertir el curso de las inclinaciones políticas, en la base misma de la sociedad, particularmente indígena. En el mejor de los casos, puede pensarse que son motivaciones electorales las que han llevado a estos “estrategas” a  ese traspié, pero incluso en este campo, las cosas son algo más complejas. En primer lugar, dado la acumulación histórica en el movimiento indígena, el efecto a corto plazo, es decir el efecto electoral, no podrá expresarse en la votación misma (que es algo de segunda importancia, para el propio MAS). Los plazos, para borrar de un plumazo toda la orientación anti-indígena de Morales y su gobierno, son simplemente muy cortos. Por ello es válido decir que, con esa intervención a la sede del CONAMAQ, a lo sumo le puede interesar al partido de gobierno, a mostrar una careta indígena que -se espera- le podrían proporcionar los masistas asaltantes de la sede. Desde este punto de vista, importaría el símbolo, antes que la efectividad del voto.

Claro que puede también sacarse conclusiones referidas al largo plazo, de este asalto y de la “estrategia” del MAS. Lo que queda incuestionablemente demostrado, es el fracaso del intento liberal, en base a un supuesto indígena en el gobierno. Si algo bueno ha salido de todo este periodo de traición e impostura, es precisamente la demostración histórica del fracaso de tal intento, a pesar del esfuerzo que mestizos y campesinos cocaleros han puesto para desestructurar el pensamiento indígena, desde el gobierno mismo y con el apoyo de los centros económicos de poder mundial.

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PREBENDA Y CINISMO MASISTA

Omar Qamasa Guzman Boutier

Claro que no es una novedad; ya otros gobiernos, habituados al engaño y la represión han combinado hasta el cansancio el cinismo y la prebenda como mecanismos de ejercicio del poder. En cada una de esas ocasiones inconfundible tufos de mal-gobierno han salido del Palacio Quemado y por ello, en esta oportunidad, las cosas no podían ser de otra manera. Las declaraciones del ex-ministro de Gobierno, Sacha Llorenti, a fines de la primera semana de este mes, sin embargo, rayan con la estupidez. Recordemos que Sacha Llorenti dijo que la política había contaminado las investigaciones en relación a la represión a los indígenas del TIPNIS, durante la 8ª marcha, en septiembre del 2011 y acto seguido, añadió que esperaba que la justicia encuentra a los responsables de aquella represión.

Esta muestra de tonto cinismo no es ajena, a la vez, a la repartija de prebendas que ensaya de tanto en tanto, el señor Evo Morales, a título de entrega de obras y otros. En esta línea debe entenderse, por ejemplo, la decisión de otorgar un segundo aguinaldo, a los trabajadores sujetos a una relación laboral formal e incluso, la presión para que la ciudad de Cochabamba sea declarada sede de los próximos juegos Suramericanos (ODESUR). En todos los casos, Morales y sus muchachos dan muestras de manotazos desesperados, a fin de no sucumbir en la aguas del desprecio de la ciudadanía, en vista de las elecciones del año próximo.

También es cierto que en cada una de estas iniciativas gubernamentales subyace el desprecio que el gobierno del MAS tiene para con la población. Acostumbrados a contar con militantes serviles y parlamentarios levantamos, además de funcionarios a los que les cae muy bien la prohibición de pensar libremente, los dirigentes masistas consideran seguramente que es fácil corromper a la sociedad, repartiendo algunas baratijas o que se puede desviar la atención ciudadana, con declaraciones cínicas, como las de Llorenti. A más de dos años de la represión a los indígenas del TIPNIS, los órganos judiciales (considerados de manera justa como sucursal del MAS, por la opinión pública crítica) han hecho todo lo posible para sacar de entre la listade responsables por esa represión a Sacha Llorenti y al apropio Evo Morales. Fue precisamente este último, quien lanzó la mentira en una entrevista en la cadena televisiva CNN, de que se habría roto la cadena de mando en ocasión de la represión a los indígenas y no tuvo el menor rubor en escudarse de manera cobarde, luego, en esa mentira. Fue también el gobierno, quien de manera apresurada sacó a Llorenti del país, para esconderlo de las críticas de la opinión pública boliviana, nada menos en un cargo diplomático ante las Naciones Unidas.

Por supuesto que “la política ha contaminado” la investigación del caso TIPNIS; pero fue precisamente la injerencia masista, la que ha posibilitado ese hecho. Operadores judiciales con una pobre personalidad, han posibilitado que esa investigación se dilate, con la esperanza de que la opinión pública se olvide no tanto del hecho, sino de los directos responsables, como son Llorenti y Morales. En ese orden, la declaración de Sacha Llorenti es similar a la que en alguna oportunidad formuló el ex-ministro de gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada, Carlos Sánchez Berzaín, en sentido de que se investigue de manera justa, los hechos sangrientos producidos en la denominado guerra del gas, en octubre del 2003. Es decir, los directos responsables de la represión, en uno y otro caso, no tienen la menor vergüenza de exigir que sean investigados los actos represivos, para dar con los responsables de los mismos (¿!).

Hemos anotado que el cinismo se complementa en la “estrategia” política (para llamar de alguna manera esta chambonada) del gobierno, con la prebenda, porque ambos elementos apuntan a alivianar los efectos negativos que se ha causado en la población. En este orden, doble aguinaldo, juegos ODESUR e inauguración de obras deben asumir, a juicio del MAS, el rol del dulce, para corromper a una opinión pública crítica. Se trata, claro está, del nerviosismo del gobierno, ante la real perspectiva de obtener una votación en las elecciones próximas, muy por debajo de las propias expectativas. Nadie, en su sano juicio, puede sostener que las tendencias del electorado boliviano, por ejemplo, marcan la posibilidad de que el MAS repita la votación alcanzada en las elecciones últimas y por supuesto, mucho menos que pueda incrementar la misma. Incluso puede ser puesta en duda la posibilidad de que el actual partido de gobierno logre una votación que le otorgue la simple mayoría.

En el fondo, por tanto, está actuando en el ánimo del gobierno el nerviosismo. Es hasta probable, que en el fondo y en algún fugaz instante de lucidez, a uno que otro masista se le hubiera ocurrido pensar que la caída en la preferencia electoral, tiene algo que ver con la impostura y la traición de Evo Morales y sus hombres. Incluso, tal vez, hasta a alguien del gobierno se le ha ocurrido pensar, que el descrédito en el electorado, también tiene relación con el ejercicio autoritario del poder, con un manejo megalómano y enfermizo que raya en la ridiculez, en cuanto al culto a la personalidad que demandan los jerarcas del MAS, no solamente a sus militantes sino a la ciudadanía toda.

Con todo, desde nuestro punto de vista, el cinismo, la corrupción y la prebenda no bastan para frenar el declive electoral del MAS. Sin importar incluso, que este partido pueda ganar las elecciones, está claro que lo haría en condiciones muy alejadas de una holgada mayoría electoral. Con ello, pues, el proyecto masista habrá ingresado también a su fase de disolución.

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DOBLE AGUINALDO, DEMAGOGIA PRESIDENCIAL

Omar Qamasa Guzman Boutier

La medida gubernamental del doble aguinaldo ha sido percibida por la mayoría de la población como una medida pre-electoral, por parte de Evo Morales y sus muchachos. Con ello, a la vez, ha perdido efecto el inicial y burdo propósito del gobierno, cual era crear al menos un mínimo de simpatía ciudadana en torno suyo. Pese a esta evidencia, conviene pensar acerca de la medida y las consecuencias, tanto para la sociedad como para el propio gobierno.

En primer término, está claro quela medida del gobierno abarca a un universo reducido de trabajadores; específicamente a los trabajadores sujetos a una relación laboral formal. Aquellos trabajadores pertenecientes al denominado ámbito informal y aún, aquellos pertenecientes al universo de los trabajadores por cuenta propia no se encuentran incluidos en la medida del gobierno. En segundo término, de acuerdo a los compromisos logrados entre el empresariado nacional y el gobierno, los trabajadores del ámbito privado recibirán el “doble aguinaldo” el próximo año, poco menos que en cuotas. Quienes resulten beneficiados de manera directa son, pues, los trabajadores del ámbito público, con lo que el universo de los principales beneficiados se reduce a esta mínima porción de la población. Con ello, claro está, emerge el rostro realmente discriminatorio de la medida del gobierno.

Por lo demás, el carácter discriminatorio del gobierno, al igual que en otras oportunidades, queda también en este caso ejemplificado y se basa en la atención preferencial a los empleados y trabajadores públicos. ¿Quién puede negar, entonces, que el mensaje del gobierno no está sino dirigido en principio a este universo laboral? Se trata de un mensaje orientado específicamente a lo que, desde el gobierno, se considera una sólida base electoral (apreciación, por lo demás equivocada, teniendo en cuenta que tantísimos adenistas, movimientistas y miristas entre otros, hoy se han convertido en masistas, todo con tal de mantener el puesto de trabajo en la administración pública) a fin de, por lo menos, garantizar la votación de este sector en la elecciones próximas.

Quienes han percibido el carácter discriminatorio de la medida fueron los jubilados. Las protestas callejeras de los rentistas, en procura de eliminar aquella discriminación con la finalidad de ser incluidos en el beneficio del doble aguinaldo, han inquietado el gobierno hasta extremos llamativos. Varios ministros, dados de bomberos a última hora, se han apresurado a intentar desmovilizar las protestas y con ayuda vergonzosa de uno que otro dirigente de los rentistas, incluso han tenido un éxito pasajero en tal propósito. Pero la eficacia de apagadores de conflictos de aquellos ministros y ministras desde luego no alcanza para reposicionar el demagógico y burdo propósito del gobierno. La medida gubernamental ha quedado desnudada y expuesta en su pobreza y lo más importante, ha impulsado una onda social desfavorable a Evo Morales y su gobierno.

En efecto, la protesta de los rentistas tiene efectos sociológicas (que más tarde se traducirán en efectos electorales, a no dudar) importantes, por la simple razón de la pertenencia de los rentistas, a distintas redes sociales. Todos tenemos, en nuestras unidades familiares, rentistas y personas de la tercera edad marginadas del beneficio gubernamental, por lo que el radio de influencia de tales protestas, suscita un ámbito más extenso de solidaridad con la protesta. Pero, claro, no son solamente las unidades familiares las que conforman aquellas redes sociales que amplifican la protesta, sino también redes sociales simples, tales como las de la vecindad, las de las amistades y otros. En consecuencia, puede decirse que de manera subterránea, la disconformidad para con el gobierno se extiende a lo largo de la sociedad civil boliviana.

Lo hace, finalmente, porque la irresponsable medida gubernamental también ocasiona efectos perversos en la economía familiar. Desde ya, varios sectores (como los transportistas, por ejemplo) han anunciado el incremento del precio de la prestación de sus servicios, a manera de “doble aguinaldo”: otros, particularmente el comercio, simplemente han incrementado los precios, principalmente de los productos de la canasta familiar. Ante este comportamiento de la micro-economía, motivada por la pre-electoral medida del gobierno de Evo Morales, de nada sirven las bravuconadas de uno que otro ministro. El efecto concreto es, pues, el alza del costo de vida, así sea de manera pasajera por las fiestas del fin de año. Dado el carácter discriminatorio de la medida del gobierno, también puede hablarse de un efecto social, consistente en la ampliación de la brecha, entre aquellos sectores beneficiados por la medida y aquellos marginados de la misma. Finalmente, también puede pensarse en unefecto político, de cara a las elecciones que se avecinan.

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ALIANZAS ELECTORALES FICTICIAS

Omar Qamasa Guzman Boutier

El ampliado nacional de la Central Obrera Boliviana (COB), realizado en pasados días, ha resuelto una alianza electoral, con el partido de gobierno, el MAS. En alguna manera, esta decisión se encuentra en la misma línea que, en la vereda opuesta, ensayan los partidos políticos de oposición. En ambos casos, puede adelantarse, se trata de acercamientos partidarios de espaldas a la realidad. En alguna oportunidad nos referidos a ello, a propósito de un Frente Amplio o del Congreso del Movimiento sin Miedo (MSM) y ahora conviene pensar el asunto, a propósito de la COB.

En principio, los acuerdos políticos entre organismos sindicales y partidos políticos, son hechos sociológicos y políticos excepcionales, cuando efectivamente responden a una correlación social, nacional de fuerzas, favorable a los trabajadores. Caso contrario, los acuerdos políticos entre la dirigencia sindical y cualquier partido, no son sino negocios entre cuatro paredes de llunkus y sus jefes, es decir los jerarcas del partido. Para cualquier observador social, está claro que en Bolivia vivimos un proceso social en el que la acumulación popular está experimentando una desacumulación, o sea es una coyuntura desfavorable para los trabajadores.

En realidad, Bolivia no está sino viviendo las consecuencias de un proceso liberador abortado, gracias al actual gobierno. Como se sabe, los procesos sociales son hechos complejos, que marcan diversas aristas de un cuadro: genéricamente, el de la correlación social de fuerzas; con mayor especificidad, la ascendencia social de una propuesta política y finalmente la resolución, al interior del campo popular, de uno de los proyectos alternativos en circulación. Nada de estas condiciones se encuentran presentes, hoy en día, en el país. Al contrario, puede decirse que la correlación social de fuerzas, a nivel nacional, es desfavorable al campo popular; ni en éste ni en el país se tiene el espacio político necesario como para la formulación la circulación de una propuesta alternativa. En otros términos, tenemos todas las condiciones sociales, para que la menuda disputa de los partidos políticos, para hacerse del botín electoral que es la administración pública.

Junto a estos elementos, contribuyen también otros elementos para acentuar el carácter frágil, postizo y poco realista de la COB, para arrimarse de furgón de cola a la candidatura del MAS, el próximo año. Entre estos elementos importan los de orden subjetivo, y en un extremo, individual. La costumbre de corromper a toda dirigencia sindical, de prebendalizar las demandas sociales y finalmente de repartir baratijas a cambio de la promesa de votos, es algo que el gobierno del señor Evo Morales ha practicado desde el Palacio Quemado apenas llegó a instalarse en él. Que con ello se debiliten las organizaciones sindicales, es algo que tiene sin cuidado al gobierno. No podría ser de otra manera, para un partido como el MAS, en el que se requiere organizaciones sindicales, sin independencia política y organismos laborales independientes. Total, si únicamente se requiere de estos organismos sindicales que convoquen a sus afiliados ante cualquier llamado de los jerarcas del gobierno y a cambio de tal servicio las dirigencias sindicales corruptas son beneficiadas con viajes al exterior, con movilidades y otras prebendas.

Por otra parte, con la corrupción de tantas direcciones sindicales es el propio sistema político boliviano el que se debilita. En alguna oportunidad anotamos que este sistema se ha encontrado, tradicionalmente atrofiado en Bolivia y que incluso el último evento socio-político de magnitud (octubre del 2003 y la “guerra del gas”) no logró modificar aquella constante. No lo hizo porque, como se surecordará, la impostura  y la traición del MAS únicamente ha reproducido al viejo sistema político. Con todo y al igual que en el pasado, es la institucionalidad sindical la que suple en alguna medida, la función de mediación incumplida por el sistema de partidos. Es algo simple de comprender, en consecuencia, el hecho que con la corrupción de las organizaciones sindicales también estos organismos pierden poco a poco su utilidad, como mecanismos de mediación. Puede discutirse si el organismo sindical en realidad media entre la sociedad y el Estado, pero aquella dilucidación teórica no le hace al hecho central de nuestra columna, cual es la de comprender la alianza de la dirigencia de la COB con el MAS, como la consecuencia de la relación prebendal entre dirigentes y gobierno.

Claro que las políticas del MAS de destruir la independencia de las organizaciones sindicales no es algo novedoso en nuestra historia política. Desde ya, el MNR hizo lo mismo disponiendo de las organizaciones sindicales a tal punto de que en su fase de declinación, en 1964, las supuestas bases de apoyo al gobierno de entonces, se alistaban en el bando contrario. Esto nos dice que la prebendalización de las direcciones sindicales, lleva el precio del descrédito de tales direcciones, así como de  su deslegitimación. No es necesario que surjan direcciones paralelas u organismos sindicales paralelos para constatar aquella deslegitimación, porque lo verdaderamente importante es el comportamiento de las bases sociales. En un contexto de atrofiamiento general del sistema de partidos y de la pérdida de independencia de muchísimas direcciones sindicales, nadie puede aventurarse señalando que la decisión cupular de la dirigencia exprese la opinión de todos los trabajadores del país. Es, a lo sumo, una decisión que ayuda a pasar una leve barniz de popularidad a un gobierno que se esfuerza fielmente en cumplir las ejes de las políticas de mercado que los Jorge Quiroga, los Sánchez de Lozada ya impulsaran desde mediados de la década de los ochenta del siglo pasado.

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PARTIDOS DE ESPALDAS AL PAÍS

Omar Qamasa Guzman Boutier

La entusiasta disputa pre-electoral en la que se enfrascan los partidos políticos del oficialismo y de la oposición, las inauguraciones de cualquier tipo de obra, por parte del gobierno, en cualquier punto del país y el intercambio de opiniones sobre temas de importancia secundaria, por parte de observadores políticos a través de los Medios de comunicación, configuran un cuadro de divorcio, entre el sistema de partidos y la sociedad boliviana. Tal es así que el fugaz motín policial, en una de las unidades de élite de esa institución, en La Paz, ha tomado por sorpresa a todos ellos y desde el gobierno se ha minimizado el hecho, atribuyéndolo únicamente a los malos tratos de alguna oficialidad, hacia la tropa de la unidad policial en cuestión.

Lo cierto, sin embargo, es que el país está observando las primeras manifestaciones del prematuro desgaste de la farsa estatal del MAS, denominada “Estado plurinacional”. Es por ello que las primeras muestras de la disputa pre-electoral entre los partidos, se limita al intercambio de insultos, acerca de quién es más corrupto o quién se burla con mayor cinismo de la opinión pública nacional. Y es que, ya con estas primeras manifestaciones de la disputa electoral, puede adelantarse que la superestructura política, en el país, se encuentra en un carril, que es de poco interés para las preocupaciones centrales de la sociedad. Dicho de otra manera, al igual que en el pasado, el actual sistema político boliviano se encamina rápidamente hacia su desgaste, vía precisamente tal divorcio.

Este desgaste es tal, porque el divorcio anotado no solamente supone que los partidos políticos se enfrascan en la disputa de temas de poca importancia para la sociedad, sino porque a través de tal comportamiento, las señales de la sociedad (“el ruido de la sociedad civil”, parafraseando a Gramsci) no podrán ser tomadas en cuenta por el sistema político boliviano. En consecuencia, es poco probable que aquellas señales, es decir aquellas demandas y su proyección, pudieran ser absorbidas y procesadas por el sistema político-hoy como ayer- situado a espaldas del país.

Con ello, claro, se atrofia el sistema político y el sistema de partidos, en la función principal que de ellos se espera, como es el de mediar entre el Estado y la sociedad. Atrofiada la función mediadora del sistema político (y de su sub-sistema, como es el sistema de partidos), está claro que las aguas correrán por conductos distintos, con lo que el sistema estatal en su conjunto revela su talón de Aquiles.

Así las cosas, seguramente viviremos varios hechos sociales e institucionales que sorprendan, como el motín policial fugaz en La Paz, a los operadores políticos. Al atrofiarse la función mediadora, cualquier demanda, cualquier manifestación social y cualquier iniciativa de la sociedad, se mostrará ante los ojos del sistema político, como un hecho “sorprendente”. No debería nadie extrañarse que las cosas sean de esa manera, porque ante un sistema de mediación estatal atrofiado, la sociedad encuentra canales propios, extra-estatales si se quiere, para manifestarse. Ante la evidencia de tales hechos, la actuación del gobierno y de los partidos de oposición se encuentra condicionada de facto, por lo que únicamente suponen respuestas ante las iniciativas sociales.

En tal sentido hablamos de la crisis que se cierne en la base de la actual farsa estatal, denominada “Estado plurinacional”. Nos referimos, pues, a uno de los elementos centrales de aquello que suele entenderse por falla estructural del Estado boliviano. Desde nuestro punto de vista este es un dato positivo, aunque para los operadores del sistema político y del sistema de partidos (sin importar si son de oposición o del oficialismo) se trate de un hecho negativo. Positivo, porque en perspectiva, pues, se presenta el escenario político apropiado como para re-plantear la discusión sobre los temas centrales de la construcción estatal y el espacio, consiguientemente, para la circulación de proyectos alternativos en ese sentido.

Claro que, junto a estas razones estructurales del desgaste de la actual farsa estatal, se encuentran también aquellos menudos motivos, de pequeños hombres, como es la que ofrecen los operadores políticos. Un senador del MAS por Cochabamba es denunciado por su ex-pareja como agresor y las mujeres correligionarias de ese partido se solidarizan no la mujer que denuncia la agresión, sino con el senador agresor. El jefe de uno de los partidos de oposición propone reabrir el debate nacional en torno a la capitalía y al día siguiente se presenta como víctima de una campaña en su contra, ignorando que fue precisamente él, quien lanzó aquella disparatada propuesta. Está claro, entonces, que la farsa del rechazo a la violencia contra la mujer, del debate sobre temas centrales del país, no se la creen ni esos mismos operadores políticos. Es tan postizo este supuesto proceso de cambio y aquella crítica de la oposición al mismo, que muestra la raquítica consistencia del sistema de partidos y la lógica prebendal y anti-democrática que le caracteriza.

En estas condiciones no tiene ninguna importancia la payasada que supuso la visita del Secretario General de la OEA, para hacerse al desentendido en relación a las críticas respecto a la vulneración constitucional por parte de Evo Morales y su partido, con miras a las elecciones nacionales próximas. Las declaraciones de Insulza, por ello, no tienen la menor importancia para el proceso socio-político boliviano. A lo sumo, han servido para entusiasmar a los miembros del órgano electoral, encargados en la preparación del carnaval electoral que se nos avecina.

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AUTOGOL DEL MSM BENEFICIA AL MAS

Omar Qamasa Guzman Boutier

La propuesta del principal dirigente del opositor partido Movimiento sin Miedo (MSM), Juan del Granado, en sentido de reabrir el debate en torno a la capitalía, ha sorprendido a la opinión pública nacional y ha empujado en picada hacia el fondo, la preferencia electoral, particularmente en el departamento de La Paz, del MSM. El pretexto de Juan del Granado, para encubrir semejante propuesta, fue el de reabrir el debate de la constituyente. Aquí tenemos al menos dos elementos sobre los que importa reflexionar; la reapertura del debate constituyente y el efecto que aquel descabellado pedido del MSM tendrá en el electorado, a casi un año de las elecciones nacionales.

El que una sociedad discuta sobre temas relacionados a la constitución de sus poderes, nos habla de un momento sociológico y político excepcional, caracterizado por una alta politización. Esto quiere decir que las sociedades no discuten en todo tiempo temas referidos a la constitución de sus poderes y la forma de su institucionalización.

Además de la alta politización, para que una sociedad discuta tales temas, debe, a la vez encontrarse el contexto institucional del país (o sea el ordenamiento estatal) en situación de fragilidad, de crisis estatal. Puede debatirse si es la crisis del Estado la que incentiva la alta politización de su sociedad o si ésta provoca la crisis estatal, pero lo cierto es que no puede pensarse la discusión nacional general sobre la conformación de nuestro ordenamiento estatal, sin estas dos condiciones. Se entiende, en consecuencia, que la presencia simultánea de ambas condiciones conforman un proceso socio-político apto para la discusión de temas referidos a la constitución del Estado.

Está claro que en la actualidad no asistimos ni a una crisis estatal y menos a una crisis nacional general, que puedan crear el ambiente necesario para motivar la discusión de temas referidos a nuestra constitución en tanto sociedad y Estado multiculturales. Pretender forzar, de manera voluntaria la conformación de un proceso tal, como al parecer se imagina Juan del Granado, es realmente una muestra del infantilismo político de este dirigente y su partido. Lo es por doble partida; primero, en relación a los procesos político-sociales que acabamos de explicar y segundo, por el planteamiento en sí (el referido a la capitalía). El planteamiento del MSM resulta a todas luces realmente demagógico, irresponsable y refleja una falta de visión nacional-estatal. La definición del centro de gravitación política (la ciudad capital o sede de gobierno) de toda sociedad, nos habla de la manera en que aquella sociedad se ha articulado en lo económico, en lo social y en lo político. Ello supone, entonces, también la manera en que esa sociedad ha conformado su mercado interno. En el caso boliviano, a pesar de la débil articulación del mercado interno, nadie en su sano juicio puede negar que ese proceso se ha dado en torno a la minería y a la ciudad de La Paz, durante ya casi un siglo y medio.

Fue la solución “olañetista” de los “doctorcitos dos caras”, la que, luego de la revolución federal de 1899-1900, sembró aquella solución aparentemente salomónica de reconocer a Sucre como capital del país y a La Paz como ciudad sede de gobierno. “Solución” que en definitiva dejó a Sucre el recuerdo de un símbolo. Lo lamentable es que tantísimos demagogos, “doctorcitos olañetista”, han reavivado aquél recuerdo como plataforma política, en ausencia de propuestas estructurales que realmente interesen al país, como por ejemplo los referidos al mercado interno, al modelo de desarrollo, al ordenamiento institucional. Juan del Granado, al parecer fiel exponente de aquellos deleznables doctorcitos olañetistas, ignora olímpicamente estos temas (que motivarán, a no dudar, la reapertura del debate nacional y por tanto un nuevo proceso constituyente en el futuro) y opta por una temática que no tiene incidencia estructural en las temáticas de fondo.

Por supuesto que debe reabrirse el proceso de la discusión constituyente (abortado gracias a la traición de Evo Morales y su partido), pero en torno a tales temáticas y como consecuencia de un proceso de declive de la actual farsa estatal. Entonces, se volverá a discutir temáticas como, por ejemplo, la representación directa, sin intermediación de partidos políticos, de los pueblos indígenas, o el modelo de desarrollo diferente al modelo que el MAS impulsa, basado en una lógica extractivista y depredador del medio ambiente.

Con todo, puede decirse que el pedido del MSM tendrá indudables efectos negativos, electoralmente hablando, para este partido el año próximo. Es posible aventurar tal afirmación a la luz de las siguientes consideraciones. Primero, porque el sentimiento verdaderamente nacional de rechazo a la confrontación por la disputa de un recuerdo, se mantiene latente y no se ha disuelto. Esto a la vez supone la presencia de un sentimiento de pertenencia común, de una identidad general, en cuyos marcos las contradicciones son abordadas sin cuestionar, empero, tal pertenencia y sus ejes de gravitación política. Segundo, porque la base social que en su momento respaldó la discusión en torno a la capitalía, es decir la oligarquía boliviana, lo hizo precisamente para oponerse a lo nacional-popular y al actual gobierno, al que injustificadamente creía representante de lo nacional-popular. Ahora, esta oligarquía no está interesada en respaldar tal demagógico pedido, porque sencillamente ya forma parte del esquema del  gobierno de Evo Morales y de su supuesto proceso de cambio.

Así las cosas, el pedido de Juan del Granado no únicamente cae el saco roto, sino incluso beneficia al MAS, debido a que en los sectores populares políticamente más retrasados, se reaviva la creencia que el partido de Evo Morales representa a lo nacional-popular. Junto a ello, a la vez, la base social popular, potencialmente electoral del MSM, se encuentra en medio de la presión de tales sectores populares atrasados y el desengaño que supone la demagogia olañetistadel principal dirigente del MSM.

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CAMUS Y LA CRÍTICA AL TOTALITARISMO

Omar Qamasa Guzman Boutier

Albert Camus (1913 – 1960), aunque nacido  en el norte de África, fue reconocido, junto a Sartre, como una de las revelaciones intelectuales más importantes en la Francia de la posguerra. Novelista, ensayista y autor de varias obras para el teatro, Camus fue parte de la resistencia francesa durante la ocupación nazi, en la segunda guerra mundial y colaboró, posteriormente, como articulista en la publicación periódica denominada “Combate”. Entre los varios ensayos escritos por este autor, nos interesa apoyarnos, para nuestra reflexión en esta columna, en dos: “El mito de Sísifo” y “El hombre rebelde”. Aclaremos que la lectura de Camus ofrece, como en todo pensador fructífero, varias posibilidades; en esta oportunidad intentaremos concentrarnos en la crítica implícita -desde nuestro punto de vista- en ambos ensayos, a los sistemas políticos totalitarios.

“El mito de Sísifo” aborda, ciertamente, la absurdidad. Sísifo, castigado por los dioses por haber desafiado a éstos, deviene en el héroe absurdo, tanto por su posición, como por la naturaleza del castigo que los dioses le imponen. Como mortal, Sísifo se encuentra en una posición inferior a los dioses, quienes le imponen como castigo el llevar una roca a la cima de la montaña, aunque la roca, cada vez que esté a punto de alcanzar la cima, siempre vuelva a rodar, obligando a Sísifo a emprender el inútil trabajo. Para Camus, Sísifo, además es un héroe trágico, porque es consciente de la inutilidad de su esfuerzo, por llevar la roca hacia la cima. Si no tuviera conciencia de ello, al menos tendría la esperanza que en algún momento su trabajo rindiera frutos. En un primer movimiento en el razonamiento de Camus, es la conciencia que posee el personaje donde se encuentra el tormento.

Sin embargo, debido a la vez a esa conciencia, Sísifo deviene en superior a los dioses. Es este segundo movimiento, nuestro personaje sabe de la inutilidad de todos sus esfuerzos, por lo que ya no hay lugar para falsas esperanzas y por tanto, el castigo que los dioses pretendían imponerle pierde uno de sus principales sustentos. Sísifo, el hombre, es consciente de su posición y del trabajo que le impusieron y lo emprende con el esfuerzo y la atención que supone empujar una roca hacia la cima del cerro. En el acto consciente del personaje, el castigo absurdo (entendido como algo a cumplir, aunque no se lo entienda) pierde su efecto, por lo que Sísifo deviene en superior a los dioses, debido a que será el esfuerzo demostrado, lo que llena el corazón del hombre. Por eso, nos dice Camus, cada vez que Sísifo baja de la montaña en busca de su roca, debemos imaginárnoslo dichoso.

Este relato no refleja, en consecuencia, ni desolación, ni pesimismo. Al contrario, podemos decir que gracias a la consciencia, no únicamente el sentido duro del castigo se desvanece en Sísifo, sino que éste recupera la pertenencia de su destino. Debido a la oscuridad del absurdo trabajo que debe cumplir, entonces, este héroe ha llegado a la claridad de la consciencia. Así, para Camus, el hombre ha recuperado la capacidad (la responsabilidad, diríamos nosotros) de dirigir su destino y en efecto, ha vuelto sobre su vida, “como Sísifo vuelve hacia su roca”.

Por su parte, en “El hombre rebelde”, Camus volverá a esta temática. La contraposición, en este caso, entre revolucionario y rebelde, le sirve al autor para presentarnos las complejidades de los sistemas socio-políticos, en procura de la constitución de un orden social humano. La motivación para el razonamiento que seguimos, se encuentra en los fracasos que enfrentaron tantísimas rebeliones populares, en procura de tal orden. Camus tendrá en mente la derrota de la Comuna de Paris, a mediados del siglo XIX y la revolución rusa, de 1917. Lenin, según Camus, sacando las lecciones de tal derrota, preferirá un sistema basado no en la democracia obrera, sino uno asentado en la dictadura burocrática y militar, anulando a la vez el espíritu rebelde, que vimos ya presente en Sísifo. Stalin, a su turno, llevará a los extremos aquella opción de Lenin y bajo su dirección los esfuerzos estarán dirigidos a la conformación de una sociedad organizada en torno a la unicidad.

La pretensión de instaurar un orden basado en el pensamiento único, así, devendrá en un sistema de asesinatos organizados. Se trata de las consecuencias de un sistema dictatorial de gobierno, que pretende abarcar y expresar a su sociedad en tanto totalidad. Así, la revolución deviene en un orden basado en la razón del Estado (es decir, en la razón del poder) y no en un orden humano o sea, en la razón humana. Aquí, puede decirse, que incluso ciertos escritos de Marx se distancian de aquél socialismo de Estado de la ex-Unión Soviética; aunque, para Camus, las derivaciones de tal socialismo ya se encuentran en la propia filosofía marxista.

En efecto, en este autor, marxismo y cristianismo compartirían un supuesto filosófico común, como lo es una matriz sobre la cual cada una construye su concepción de la historia. Se trata de la concepción lineal de la historia, contrapuesta a la concepción circular de la misma, presente en la Grecia clásica (y todavía hoy, en el pensamiento vivo de los pueblos indígenas del continente). Esta separación de concepciones de la historia (lineal o circular) tiende a la homogeneización de las sociedades, a fin de que ellas, en tanto totalidades, se dirijan hacia su destino común, es decir hacia la historia de la humanidad. Sin embargo, el que esta posibilidad alcance su éxito, depende de la supresión de las diversidades, de las particularidades. En la perspectiva totalitaria las diversidades, los distintos pensamientos, quedan subsumidos al pensamiento único, al orden total único.

Al contrario, para Camus, en la rebelión, la unidad de las sociedades se alimenta precisamente por la expresión democrática de aquellas diversidades. Es un orden, en efecto, comunal, vale decir, asambleístico, si se nos permite el término. En él, las contradicciones que conllevan las diferencias no se las supera mediante la simple anulación de las mismas, sino por medio de la convivencia democrática. Se entiende que estos razonamientos generales de nuestro autor, no problematizan implicaciones tales como la concretización sistémica de tal convivencia de los diversos, pero nos invitan a reconocer los supuestos filosóficos que cimientan estructuras estatales totalitarias que fracasaron en el mundo y que hoy por hoy, en nuestro continente no pocos “revolucionarios” pretenden imponer. La recordación a los cien años de nacimiento de Albert Camus, al menos nos sirve para repensar críticamente nuestros días.

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PARO ALTEÑO CONTRA EL ENGAÑO MASISTA

Omar Qamasa Guzman Boutier

El paro cívico de la ciudad de El Alto, el pasado martes 15, es significativo por múltiples razones. La más notoria se refiere al hecho que desenmascaró la demagogia del MAS, referente a la “guerra del gas” de octubre del 2003 protagonizada principalmente por la ciudad de El Alto. Una segunda razón, aunque algo más abstracta, nos lleva a pensar por los motivos por los cuales momentos de autodeterminación nacional-popular, devienen en gobiernos autoritarios y anti-democráticos. Finalmente, en lo que nos importa, nos muestra algunas de las actuales características socio-políticas del país.

Está claro que la parafernalia demagógica del gobierno de Evo Morales, llenándose la boca con el sacrificio que hizo la sociedad civil boliviana en octubre del 2003, ha sido desnudada y puesta en evidencia en lo que es: como simples imposturas, de un gobierno impostor, con referencia a los postulados de la “guerra del gas”. Por ello, los reconocimientos del gobierno a esa gesta popular, suenan tan falsos como lo son los recordatorios de tantos periodistas, que hace diez años, satanizaban las protestas populares y minimizaban la cifra de los muertos en aquél acontecimiento.

Albert Camus (al igual que muchos intelectuales críticos) llamó la atención, mediante su ensayo “El hombre rebelde”, respecto a la conformación de procesos anti-populares, precisamente luego de exitosos movimientos rebeldes de la sociedad civil, en distintos países. Así ocurrió en la Rusia de principios del siglo XX, en el proceso de la revolución china, en la Cuba de la década de 1960 y así ocurre en nuestro continente en la actualidad. Es un tema complejo y de suma importancia, pero que no lo abordaremos en esta oportunidad; simplemente nos interesa recordar la conversión de procesos populares exitosos en sistemas de gobiernos anti-democráticos y anti-populares. Nuestro interés, dijimos, gira en torno a las implicaciones socio-políticas del paro alteño.

El primer dato de ese paro nos dice que, al final, la demagogia masista no ha logrado engatusar a la población de El Alto. Los intentos del gobierno, de adormecer el sentido crítico de aquella población mediante prebendas (es decir construcción de campos deportivos, principalmente), sencillamente no ha tenido éxito. El valor simbólico de paro que comentamos destaca precisamente en este campo; una medida de protesta exactamente a diez años de las protestas populares que obligaron al gobierno de entonces a huir del país. Poco importan las demandas planteadas en el paro cívico de El Alto, porque su riqueza simbólica rebasa la menuda disputa por migajas políticas, a la que la traición del MAS pretende llevar a la sociedad boliviana. El dato de fondo, es que hubo una protesta cuando la impostura, desde el Palacio de gobierno, se aprestaba a llenarse la boca recordando los diez años de la “guerra del gas”.

En segundo lugar y ligado a lo anterior, está claro que la simbología de este paro se acrecienta debido al valor moral que supone que la ciudad, cuya población fue la que mostrara mayor sacrificio en octubre del 2003, protagonice una medida de protesta cuando se recuerda precisamente la gesta de hace diez años. Poco importa que la muy modesta capacidad intelectual, de la que se ufanan los personeros del gobierno, no les permita entender a cabalidad el valor moral del paro alteño, porque, en definitiva, se ratifica aquello de que la historia antes que los gobiernos, la hacen los pueblos.

Así las cosas, tenemos que la sociedad civil boliviana se está recomponiendo. El bloque inicial entre clases subalternas y gobierno del MAS se ha quebrado, con lo que el propio perfil socio-político del país está cambiando.

Mientras en octubre del 2003 estábamos en la antesala de un gobierno de traidores e impostores, ahora nos encontramos en la fase del desengaño. En tal sentido, la Bolivia actual ciertamente no es la Bolivia de hace una década. En esta sociedad hubo una experiencia histórica que, finalmente, está develando el carácter engañoso del gobierno de Evo Morales. Las limitaciones de los alcances que tienen la prebenda y la demagogia gubernamental, así como la recomposición de la sociedad civil boliviana son elementos que se nos presentan, por tanto, gracias al paro cívico que comentamos.

Todo ello nos lleva a la conclusión de que el proyecto masista (es decir, el proyecto de la impostura, el engaño y el autoritarismo) ha abortado. Por supuesto, estamos en la fase inicial de tal hecho, pero gracias a la acumulación subjetiva, o sea a la experiencia asimilada del significado del actual gobierno, puede decirse que se trata de un proceso irreversible. En otras palabras, el MAS, ni mediante la prebenda, el matonaje, el engaño y la corrupción de algunas instancias sindicales, podrá ya encubrir su carácter anti-popular, de franca traición a los postulados de la guerra del gas.

En segundo término, el hecho también nos habla de la vacancia que se abre en la sociedad, para el diseño de un proyecto nacional-popular. Es que la sociedad se ha movido, desde el 2003 hasta el presente y los consensos que antes fueron posibles, ahora, precisamente gracias a esa mediación que llamamos “acumulación histórica”, ya no lo son en los términos que el gobierno masista pretende. Esta situación nos señala que el contenido -más simbólico que substancial- del actual procese comienza a ser rebasado por la sociedad civil, que nuevamente se pone en movimiento. Abre, este fenómeno sociológico, entonces las puertas para que una vez más, esta sociedad civil discuta y se esfuerza en procura de diseñar un proyecto en términos nacionales y populares.

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A DIEZ AÑOS DE LA GESTA POPULAR TRAICIONADA

Omar Qamasa Guzman Boutier

La denominada guerra del gas, protagonizada por la sociedad civil boliviana en octubre del 2003, fue la gesta popular más importante de nuestra historia contemporánea. La dimensión de ese acontecimiento puede apreciárselo en el hecho del derrumbe (aunque momentáneo) del sistema político hasta entonces vigente, así como en la convocatoria nacional de un discurso indígena, auto determinativo. A esta grandiosa manifestación debió corresponder, en contrapartida, también un hecho deleznable y vil, como es la traición a los propósitos de la guerra del gas. El partido encargado de llevar esta deshonrosa acción no es otro que el actual gobernante Movimiento al Socialismo (MAS), cuyos dirigentes, comenzando por los señores Evo Morales y ÁlvaroGarcía Linera, no escatimaron esfuerzos para torcer, desde el gobierno, lo que podría considerarse como una suerte de “programa mínimo de octubre”.

Puede sintetizarse esta hipótesis en base a tres elementos: los antecedentes, la postura del MAS con respecto al orden constitucional y las prácticas políticas autoritarias de este partido. En realidad -adelantándonos a una de las conclusiones de nuestro razonamiento- lo que hoy por hoy se vive en el país, por ejemplo en la menuda disputa pre-electoral, no es sino la consecuencia del devenir de un gobierno, cuyas características anti-populares ya estaban presentes en los momentos iniciales de este nuevo ciclo estatal. Veamos.

A manera de antecedentes, basta recordar la Ley de convocatoria a la Asamblea Constituyente (AC)el 2007, la “nacionalización” de los Hidrocarburos y la confección de la actual Constitución Política del Estado (CPE). Estos tres hitos marcan una línea que dibuja muy bien el propósito del MAS, así como su carácter anti-popular y anti-indígena.

Si de alguna continuidad puede hablarse, en este caso, es la del sistema liberal, tan ajeno a la sociedad boliviana y reciclado gracias a y por medio de la traición que anotamos. Se entiende que, desde el punto de vista del programa de gobierno, el MAS nunca ha expresado los propósitos de la “guerra del gas” (y en consecuencia no podría hablarse de traición); sin embargo, desde el punto de vista de la pertenencia al movimiento popular (aunque en su flanco reaccionario) no se puede negar que Evo Morales y tantos ex-dirigentes sindicales hoy devenidos en autoridades de gobierno, formaban parte, en octubre del 2003, del gran torrente nacional-popular que recordamos. Precisamente por ello se dice, que “sólo traiciona, el que pertenece”.

Por ello, la Ley de convocatoria a la AC el 2007 tuvo el propósito de sobrevaluar la representación de la minúscula clase dominante, hasta entonces, por medio de la sub-representación de los sectores nacional-populares.

Técnicamente, aquella convocatoria estaba orientada a imposibilitar la expresión institucional del país y fue ideada en la vice-presidencia, precisamente con el propósito de tender puentes con los representantes del viejo sistema político. Por supuesto que las cosas desbordaron los cálculos conservadores del MAS y aún en condiciones adversas los sectores populares, particularmente indígenas, lograron diseñar una propuesta de reforma estatal alejada de la partidocracia que tanto el antiguo sistema político como el MAS defendían. Estos avances, contenidos en los informes por mayoría de varias comisiones de la AC fueron, por ello mismo, simplemente archivados por la mayoría masista.

El resultado fue que la CPE aprobada posteriormente no tuvo casi nada que ver con lo que se ha discutido y aprobado en la AC. Recordemos que la Constitución actual fue resultado de negociaciones tras cuatro paredes, entre los partidos del oficialismo y de la oposición, en la ciudad de La Paz. Este acuerdo cupular entre partidos fue, pues, una segunda muestra de la traición a los propósitos de octubre del 2003.

Algo similar ocurrió con la denominada “nacionalización de los hidrocarburos”. Para simplificar las cosas, digamos que aquella supuesta “nacionalización” no fue sino la simple migración de contratos inconstitucionales, suscritos por el gonismo, con la empresas transnacionales. El retorcido “patriotismo” del gobierno de Morales y el MAS consistió en constitucionalizar aquellos inconstitucionales petrocontratos. Entiéndase que, desde este punto de vista, no está en discusión los porcentajes de retención estatal de los excedentes producidos en la explotación de los hidrocarburos.

Si el MAS no ha respetado la voluntad popular expresada en la gesta de octubre del 2003, no debería extrañar a nadie que tampoco respete el ordenamiento jurídico del país. Como se recuerda, fue el propio Evo Morales quien, muy suelto de cuerpo, dijo que cuando toma una decisión que no se encuentra apegada a la Ley, llama a sus abogados para que “lo arreglen”. Ese llamamiento a delinquir se condice, por tanto, con el último llamamiento en esa misma dirección (es decir en la dirección hacia la ilegalidad), como fue aquél pedido a los empleados públicos para que dediquen la mitad de su tiempo a la campaña electoral y no a las obligaciones que, de acuerdo a la normativa del empleado público, debe corresponderles. Hay, por tanto, también en este campo una continuidad en la lógica de la ilegalidad, en la que se mueve el MAS.

Finalmente, refirámonos a lo político. En este campo queda claro que todo el viejo sistema político se ha reciclado, luego de su derrumbe momentáneo en el 2003, gracias al gobierno de Morales – García Linera. El anti-indigenismo más radical, así como la partidocracia más oscura, se han beneficiados por la presencia del actual gobierno. Tanto el acoso y la persecución a los indígenas del TIPNIS, como el rechazo  a la representación directa de los pueblos indígenas, en el Poder Legislativo, son expresivos del profundo odio que siente el gobierno para con este sector. Así, el MAS se ubica, en esta temática, a la derecha de muchos de los últimos gobiernos y seguramente sería motivo de envidia para melgarejistas, barrientistas, banzeristas y gonistas.

No contentos con ello, sin embargo, los masistas van aún más lejos y gracias a un poder electoral totalmente funcional a sus mezquinos intereses, pretenden hacer retroceder el desarrollo democrático que la sociedad boliviana ha alcanzado, reduciendo el número de futuros diputados uninominales, en beneficio de los diputados plurinominales. Es decir, de diputados sin representación social y con el sólo mérito de prenderse a la solapa de los jerarcas del partido, gracias a un alma de esclavo o en términos bolivianos, de llunk’u.

Concluir, por tanto, señalando que el MAS no es sino el intento de aborto de la gesta nacional-popular de octubre del 2003, es apenas anotar un pasaje oscuro de nuestra historia política. Como se sabe, pero, estos pasajes no tienen futuro en nuestra vida político. No lo tuvo Melgarejo, no lo tuvo Barrientos, Banzer y Gonzalo Sánchez de Lozada, ¿por qué razón tendría que tenerlo Evo Morales?

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