Punto de Re-flexión

"AMÉRICA LATINA, PATIO TRASERO"

Omar Qamasa Guzman Boutier

El pasado 18 de abril, en un informe presentado al Congreso norteamericano, el Secretario de Estado de los EEUU, John Kerry, dijo que su país considera a América Latina como “su patio trasero”. La declaración se produjo en medio del incremento del malestar en las relaciones norteamericanas, al menos con uno de los países latinoamericanos (para el caso, Venezuela, debido a la entonces reciente celebración de las elecciones en ese país, con la consiguiente derrota electoral del candidato preferido por EEUU, Henrique Capriles). Con esa declaración, el funcionario norteamericano puso nuevamente en mesa de discusión y tema bastante viejo para nuestro continente: las relaciones entre norteamérica y los países latinoamericanos.

Más allá de esta evidencia, importa ahora volver a la reflexión en torno a las razones que subyacen en la declaración de aquél alto funcionario norteamericano. Diríamos que este tema puede observarse desde la perspectiva ideológica, desde la política y desde la perpspectiva económica. Se trata, pues, de una temática, que abarca la “totalidad” de los campos en los que se desarrolla la vida entre nuestros países.

El señor Kerry, en el fondo, no hizo sino expresar lo que se mueve en la ideología profunda norteamericana. Se trata de una creencia que se encuentra, por igual, tanto en el partido demócrata como en el republicano, de aquél país. Es, para los norteamericanos, una verdad que no merece ponerse en duda, ésta, la de considerar a nuestro continente como su “patio trasero”. Esta creencia arranca desde la lejanía de la historia; es decir, incluso desde el momento mismo de la independencia norteamericana, de los vínculos que les mantenían sujertos a Inglaterra, allá por 1776.

Desde el punto de vista cultural, la contienda no tuvo mayor diferencia, toda vez que los colonizadores europeos, previamente, habían virtualmente extinguido a los pueblos indígenas de aquél territorio. En este sentido, pues, puede decirse que el ganador de aquél enfrentamiento, resultaba tan anti-indígena como al vencido.

Ello viene al casos, para señalar que en la creencia profunda norteamericana, en la declaración de Kerry, se encuentra una igualmente profunda razón racista: la de considerarse como un pueblo superior y además, la de constatar aquella supuesta superioridad, en la eliminación de las naciones indígenas de aquél territorio. El predominio indígena, en las poblaciones del sur, sin embargo, ha llevado a extender aquella certeza de superioridad también, por tanto, hacia nuestro continente, desde aquellos años de fines del siglo XVIII. Por tanto, en base a aquella consideración en torno a los países latinoamericanos, la creencia que nosotros formásemos parte natural de su zona de influencia, no era sino el paso siguiente.

Por supuesto existieron razones políticas para sustentar aquél pensamiento. Entonces, la principal razón  era la que ya denunciara Simón Bolñivar: la de impedir el surgimiento de una sola nación, al sur, por cuanto ello podría haber constituido efectivamente un peligro, aún mayor que la de la propia oposicíón interna (que estallara, muchos años después, con la guerra civil norteamericana, entre el norte y el sur). Una segunda razón política, entre las que se encuentran en el razonamiento político, debe mencionarse, por supuesto la referida a la cuestión de la soberanía nacional, de los países latinoamericanos.

Debe recordarse que las relaciones internacionales siempre son relaciones interdependientes. En consecuencia, la cuestión referida a la soberanía nacional, es también una cuestión que debe observarse desde la perspectiva de la interrelación entre Estados. En tal sentido, sin embargo, no basta decir que en el fondo todas las naciones son inter-dependientes; no basta porque, aunque esa interdependencia sí es un hecho fáctico, lo que importa señalar es la potencia, con la que concurre cada Estado a la interrelación y por tanto a la dependencia mútua. Está claro, que la depencia mayor, en tal concurrencia, la tienen los países pequeños, poco desarrollados y políticamente vulnerables.

En tal sentido, por ejemplo, no puede pensarse que EEUU dependa de la misma manera que Paraguay, en su relación en la relación entre ambos países. Por supuesto será Paraguay quien manifieste mayores grados de dependencia en aquella relación.

Con ello entramos, entonces, a la cuestión de la soberanía nacional. Bajo el criterio de que siempre existirán interrelaciones y por tanto interdependencias, en las relaciones entre Estados, digamos que la soberanía nacional nos remite a la disminución de los grados de dependencia, de los pequeños países con respecto a los países centrales, en las relaciones internacionales. La soberanía nacional, por tanto, no anula la dependencia, pero sí, se espera, que la disminuya a grados tales que le sean funcionales al desarrollo interno, de cada uno de los  (pequeños) países.

En este juego, entonces, entre mayor o menor dependencia, es decir, menor o mayor soberanía, lo que se encuentra en disputa, es básicamente el potencial de recursos naturales con los que cuentan los pequeños países o para el caso, nuestro continente. No es novedad, por cieto, señalar que las relaciones internacionales giran, hoy por hoy, fuertemente en torno al control de los recursos naturales. En segundo término, pero, también giran aquellas relaciones, en torno al mercado, es decir, en torno a la disputa de los mercado del continente. Control de los recursos naturales y control del mercado, por tanto, constituyen dos elementos centrales de esta disputa.

Dicho todo esto, veamos ahora los efectos de la declaración de funcionario norteamericano. Lo inicial, ha sido, claro, la puesta en estado de incomodidad de los “insiders”, de los agentes políticos canalizadores en lo interno, de las pretensiones norteamericanas. Es lo que comúnmente se llama la “derecha latinoamericana”. La total falta de respecto al continente ha puesto pues a la gran mayoría en contra de aquella declaración. En nuestro país, incluso personajes tan abiertamente pro-norteamericanos como Jorge Quiroga o Samuel Doria Medina, se han visto en la necesidad de asumir posturas anti-norteamericanas. Desde otra perspectiva, puede decirse, en consecuencia, que aquella declaración ha beneficiada a la “izquierda” latinoamericana, en el gobierno en la mayoría de nuestros países.

Incluso es válido decir que ha radicalizado, por un momento, de manera inecesaria este sentimiento, por cuanto, lo que en nuestro continente se llama por estos tiempos, revolución, socialismo, no es sino una versión más de la lógica del capital, que puede circular tanto en el norte, como en el sur. ¿Será por eso que suena tan vacío de contenido, el socialismo de Chávez en Venezuela, tan falso la defensa de la naturaleza en boca del gobierno boliviano o tan sin sentido, el anti-imperialismo del gobierno ecuatoriano?

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VENEZUELA Y BOLIVIA

Omar Qamasa Guzman Boutier

Las elecciones presidenciales celebradas el pasado domingo 14, en Venezuela, nos han mostrado algunas orientaciones que tanto los centros internacionales de poder como los autodenominados gobiernos de “izquierda” en nuestro continente, podrán seguir en las venideras elecciones, en nuestros países. Al margen de los resultados, conviene también detenerse a pensar en relación al comportamiento post-electoral de los dos actores políticos señalados. Antes, pero, digamos que el hecho mismo de vernos obligados a concentrarnos en estos actores y no en la sociedad, propiamente, nos dice del carácter superestructural que la controversia política, hoy por hoy sigue en el continente.

En relación a Venezuela es necesario retratar de manera resumida, los hechos. Desde ya, los resultados electorales han dado la sorpresa de un estrecho margen, entre el candidato chavista y el opositor de la derecha. Sorpresivo, si se considera que en el breve período de las campañas electorales, el chavismo ha extremado los recursos sentimentales, para presentar al ex-presidente, poco menos como un santo que estaría al lado de Dios (¿!) y gracias a esa cercanía, incluso, se habría gestionado la elección del primer papa latinoamericano. Amén de uso de la institucionalidad estatal, para fines de la campaña, así como la alta cobertura internacional que la candidatura del oficialismo, Maduro, supuso.

Por otra parte, también supone un hecho sorpresivo el ascenso en la votación, del candidato Henrique Capriles, de la extrema derecha. Más aún, si se considera que este personaje tuvo una alta participación en hechos de desestabilización política e institucional en ese país, en el pasado inmediato. Incluso, de acuerdo a los resultados de la votación, es válido señalar de la transferencia de votos, del chavismo hacia Capriles. Finalmente, este hecho también refleja la ausencia de espacio político e institucional, en ese país, de opciones “centristas”, que actúen como puente entre uno y otro candidato.

Sin embargo, luego de conocerse los resultados electorales, la acción de Capriles y de los centros de poder internacional, ha sido llamativa. En principio destaca la actuación del gobierno español -que para los efectos actuó como peón 1 de tales centros- al arremeter el lunes 16, es decir al día siguiente de las elecciones, contra el Consejo Nacional Electoral (CNE) venezolano. En esa misma línea y actuando como el peón 2, salió el Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), el chileno Insulza, pidiendo el recuento total de votos. Tal requerimiento había levantado el candidato Henrique Capriles, al momento de convocar a sus seguidores, a la realización de acciones violentas contra el CNE.  En el plano de las comunicaciones, este primer día después de las elecciones, la cadena norteamericana CNN en español, sirvió como plataforma para aquellas actuaciones.

Para el martes 17, es decir al día siguiente del primer movimiento de la derecha interna venezolana y de la derecha internacional , las cosas tuvieron un cambio de timón. Claro que para ello contribuyó la muerte de ocho ciudadanos venezolanas, simpatizantes de chavismo, provocados por el llamamiento de Capriles. Esta acción, abiertamente criminal y sin la posibilidad de ocultarlo ante los ojos de la comunidad internacional, probablemente incidió para que ambos peones (el gobierno español y el primer hombre de la OEA) dieron pasos atrás y desmarcarse de Capriles y su llamamiento a acciones violentas. Así, se anunció desde la cancillería española el reconocimiento al gobierno de Maduro e Insulza optó por convocar a Asamblea General de la OEA. Por su parte, el propio Capriles se desentendió de las consecuencias que su convocatoria había ocasionado y condenó los hechos violentos provocados por los seguidores de su candidatura (¡?). Fiel a la tradición de camaleón, por parte, la cadena televisiva CNN retrocede este día, permitiendo también a personeros del nuevo gobierno venezolano, algún espacio en sus informaciones. Lo que este caminar a tumbos muestra, es que por hoy no existe espacio para la resolución violenta de la controversia política, en el continente. 

En el caso de Bolivia, a la luz de la experiencia venezolana, pueden pensarse algunos elementos, que orientarán el evento electoral próximo. En primer término, está claro que la configuración social y política entre uno y otro país son distintas. Mientras que en Venezuela la oposición se encuentra dirigida por la extrema derecha (lo que imposibilita tender puentes entre oficialismo y oposición), en el caso boliviano las cosas son ligeramente distintas. Grosso modo podemos en Bolivia trazar tres referencias política-ideológicas: el oficialismo, la extrema derecha y una opción al centro de ambos, representado por el MSM de Juan del Granado. Aquí, entonces, los puentes post-electorales son pues posibles.

Lo son, no únicamente por esta configuración, sino también porque al interior del propio gobernante Movimiento al Socialismo (MAS) se han constituido esas posibilidades. La temprana presencia en este partido de grupos de choque de la ultra derecha cruceña, como la ex-dirigencia de la Unión Juvenil Cruceñista llevadas al MAS de la mano del senador Ávalos o la presencia en niveles ejecutivos de ex-capitalizadores con la anuencia de Evo Morales, nos permiten señalar que el MAS cuenta ya con suficientes elementos que le emparentan con la “derecha”.
Es en tal sentido que hemos señalado en alguna ocasión, que el espacio político, ideológico y social de las próximas elecciones en el país, no permitirán un espacio para el debate en torno a propuestas y proyectos distintos, alternativos. Al contrario, el espacio  a presentarse estará caracterizado por la disputa de temas secundarios, para la sociedad, como podría ser la menuda competencia de quién es más corrupto y quién ha despilfarrado con mayor intensidad los recursos públicos. Ello, porque el MAS ha agotado su programa, su propuesta para el país y ahora pretende elevar a la calidad de programa, nada menos que la inauguración de canchitas de fútbol a lo largo del país y desentenderse de las demandas sociales y regionales.

Al final de cuentas, en el caso boliviano, las cosas se reducen y se muestran en la vulgaridad que supone la disputa por “pegas” en el aparato estatal, para los activistas de uno y otro partido. Todo se restringe, pues, como se lamentara el Cnl. Aureliano Buendía en Cien años de soledad, “a la simple disputa por el poder”.

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DIFERENCIAS SECUNDARIAS

Omar Qamasa Guzman Boutier

A un año de las elecciones nacionales, es posible afirmar que el debate entre los partidos políticos será un debate de las diferencias secundarias entre los contendientes. Si nos atenemos a la contraversia de los últimos años, entre el gobernante Movimiento al Socialismo (MAS) y los partidos de oposición, efectivamente la discusión girará alrededor de temas de segunda importancia, desde el punto de vista de proyectos estatal y social.

La razón de ello radica en que en la propuesta de todos los partidos políticos, el mercado ocupa un sitial de primera importancia, en la formulación de políticas económicas y sociales. Algunos, como el MAS, tratan si bien es cierto no de ignorar el tema, al menos de hacerse de la vista gorda, mientras que los otros señalan abiertamente la importancia del mercado. Ello, pues, nos ubica, grosso modo, nuevamente en el escenario teórico de las opciones políticas y económicas ensayadas desde mediados de la década de 1980 y conocidas comúnmente como “neoliberalismo”. Por otra parte, pero, también nos obliga a repasar las características del proyecto ensayado por el MAS durante los últimos años, bajo la pomposa denominación de “socialismo del siglo XXI”, a decir de Alvaro Garcia Linera.

Desde ya, recordemos que el MAS, al asumir el gobierno el 2006, ha tenido la misión de abortar la perspectiva del advenimiento de lo nacional-popular y de alternativas situadas más allá del liberalismo. La funciòn del MAS, desde el punto de vista de los requerimientos del capital, ha sido la de desviar las pulsiones comunitarias de la sociedad civil boliviana, en estado de rebelión. Han contribuido razones más de orden simbólicas que programáticas e ideológicas, las que han llevado a los consecutivos triunfor de este partido, en las elecciones de 2005 y 2009. Se trataba del costo que una sociedad tan abiertamente racista como la boliviana, al fin de cuentas tenía que pagar, para -repitiendo a Marcelo Quiroga Santa Cruz- cambiar a fin de que nada cambie. El falso supuesto que Evo Morales representaba la llegada del primer presidente indígena más ha servido para que los organismos internacionales tuvieran mayor cobertura, en su afán de consolidar un proyecto liberal, porque en lo interno (al margen del injustificado nerviosismo de los grupos sociales más racistas) aquella falsedad ha tenido poca utilidad. Lo tuvo, precisamente gracias a la oposición de los indígenas de tierras bajas (agrupadas en torno a la CIDOB) y de tierras altas, organizados en torno al CONAMAQ, con lo que la careta de supuesto indígena y además, presidente popular del binomio Evo Morales – Garcia Linera terminó de derrumbarse.

En lo económico y en lo político, el programa del MAS terminó de agotarse con la simple conversión de la economía hacia el capitalismo de Estado y la cooptación del movimiento indígena, a la lógica liberal, en lo político. Tengamos presente que, cuando hablamos de cooptación, hablamos pues de la incorporación subordinada de este sector, al ámbito estatal; es decir, a la des-etnización en definitiva. El “programa” que el masismo ahora comienza a levantar como exitoso, se reduce pues a estas simples medidas. La construcción de carreteras, del teleférico, la adquisición del satélite, la expansión de la cobertura energética y la inauguración de innumerables canchas de futbol con pasto sintético (que, por lo demás, es muy anti-ecológico) son, en esta lectura, simplemente elementos secundarios. Lo son, porque lo que en el malestar de la sociedad y el Estado bolivianos, hace una década, se ha demostrado, es precisamente la inaplicabilidad histórica, de un proyecto liberal y capitalista de Estado.

Por su parte, los partidos de la denominada “derecha” boliviana han mostrado no tener una alternativa, con respecto al proyecto del MAS. Puede decirse que en gran medida, el MAS ha vaciado las posibilidades de aquella “derecha” al cumplir obligaciones que ésta, en su momento (que fueron los más, en la historia boliviana) no las ha asumido. Tareas tales como la vinculaciòn caminera, el desarrollo de las comuniaciones, la ampliación de los servicios de electricidad, simplemente no fueron tomadas en cuenta, históricamente, por estos sectores. Claro que ninguna de estas obligaciones cuestionan a la lógica del mercado y del capital. En ese orden, la opción de la “derecha”, en lo político, se reduce a un retorno imposible, al estado de cosas anterior a la crisis estatal y en lo económico, a la “mejor” administración del excedente (algo también dudoso, a la luz de la experiencia histórica).

El centrista Movimiento Sin Miedo (MSM), al igual que las dos anteriores opciones, se enmarca en los principios fijados por el mercado. Aunque en este caso no se puede decir que este partido pretenda un retorno imposible, al menos sí es pensable asumir que su contenido programático se reduce a la “flexibilización” política, de la rigidez demostrada por el MAS. Este partido, se asume como una mejor opción, porque en definitiva se distancia de las perspectivas derechistas y a la vez del autoritarismo del MAS, pero, por supuesto, no de la lógica del mercado en lo económico y de la lógica liberal, en lo político.

Vistas así las cosas, queda claro que por ahora, nos continuamos moviendo en la ola larga que las políticas de libre mercado (el neoliberalismo) trazaron, así como en la lógica de la colonización interna, en lo político, implementada desde la fundaciòn de nuestra república. En esta lectura, llamémosla estructural, Evo Morales ha sido, para el movimiento indígena, efectivamente un mal necesario. Aunque, desde el punto de vista del sistema, Morales y los supuestos socialistas de su gobierno, no fueron sino los aliados de emergencia, gracias a los que lograron temporalmente reproducirse. Con todo, pero, las olas largas en lo económico y en lo político, ocupan más de una década de nuestra historia. Por ello, es posible afirmar que, al menos para las elecciones del próximo año, no habrá el espacio político, social ni ideológico para que en la sociedad boliviana puedan discutirse proyectos alternativos. Ni siquiera habrán espacios para que la discusión pueda retormar las demandas nacionales de los tiempos de la convulsión social y política, es decir de principios del presente siglo. Así, las cosas, pues, resulta claro que comenzaremos a asistir a fingidos debates, sobre temas de segunda importancia, en los que, muy probablemente, los contentiendes no tengan mejor opción que el demostrar el público el cúmulo de ignorancia que cargan consigo.

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MAS VERSUS TIPNIS

Omar Qamasa Guzman Boutier

Con el informe presentado por el Ministerio de Obras Públicas, sobre el proceso de consulta en el TIPNIS se abre una nueva etapa en la pugna entre el gobierno y los indígenas del Territorio Indígena del Parque Nacional Isiboru Sécure (TIPNIS). Este primer paso dado por el gobierno, será seguido ahora con el “debate” en la Asamblea Legislativa, en torno a dicho informe y principalmente, en torno a la Ley 180, aprobada el año 2011 respecto al TIPNIS. De acuerdo a las estimaciones del gobierno, se espera que la Asamblea, apoyada en el informe, modifique aquella Ley. Al contrario, según adelantaron autoridades indígenas del TIPNIS, ellos esperan que se reanuden las movilizaciones sociales en defensa de aquél territorio indígena.

Conviene recordar que el conflicto del TIPNIS ha estallado gracias a la intención del gobierno de construir una carretera, nada menos que por medio del corazón de dicho territorio, con los incalculables daños ecológicos. A raíz de ello, se ha protagonizado el año 2011 la denominada octava marcha de los indígenas de tierras bajas, particularmente de quienes se encuentran asentados en el TIPNIS. Recordemos también que la protesta ha recibido de inmediato el apoyo de los indígenas de tierras altas, agrupados en el Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyu (CONAMAQ), así  como de varios sectores de las principales ciudades del país.

Menos valorada al inicio por el gobierno, aquella marcha se incrementaba a tal punto que el gobierno tuvo que idear iniciativas orientadas a su desmovilización. Entre estas iniciativas estaba nada menos la puesta en escena de un supuesto secuestro que habría sufrido el canciller, en manos de los indígenas movilizados. Como quiera que tamañazo ardid gubernamental no lograba persuadir a la opinión pública nacional, cada vez más de acuerdo con el rechazo de los indígenas, entonces el gobierno de Evo Morales optó simplemente por arremeter contra los marchistas.

Al mejor estilo de las dictaduras, el ministerio de Gobierno,  entonces bajo la responsabilidad de Sacha Lorenti, ordenó la arremetida. El resultado de tal represión fue peor para el gobierno, porque volcó definitivamente a la opinión pública nacional en su contra. A la vez, pero, desnudó el carácter anti-indígena de Evo Morales y su gobierno, así como la falacia de presentarse como un gobierno democrático, respetuoso de la opinión soberana, de los distintos sectores. Por último, pero, también echó por tierra el disfraz que Evo Morales se había puesto ante la comunidad internacional, de defensor de la madre tierra.

Así las cosas, la marcha fue reanudada y logró llegar a La Paz. Ante ello y temeroso de que el apoyo ciudadano creciera cada día, al gobierno no se le ocurrió otra cosa que aprobar una Ley, de acuerdo al pedido de los marchistas. Lo que, entonces, todavía no sospechaban los indígenas movilizados, era que Morales y el MAS no estaban dispuestos a cumplir con la Ley que habían aprobado y poco tiempo después, adelantaron la realización de una consulta a los “verdaderos indígenas del TIPNIS” (¿?), para la construcción de la carretera.  Aquí, nuevamente perdió el MAS y lo hizo, porque se mostró ante la opinión pública como un gobierno dispuesto a faltar a la verdad (es decir, a mentir) y a no cumplir con los acuerdos que puedan lograrse con los sectores sociales demandantes.

Claro que este último hecho es algo que tiene sin cuidado a Morales y los suyos, porque la presión en pro de la construcción de tal carretera es mayor. Proviene, como todo el país sabe, de los productores de coca del Chapare y su afán por expandir la frontera de los cultivos ilegales de coca, también hacia el territorio del TIPNIS. Morales, desde ya, en tanto principal dirigente de las Seis Federaciones de productores de coca del Chapare, no hace sino llevar un interés sectorial al plano de política nacional. Lo hace, no por el problema de la carretera en sí, sino porque se pretende su construcción en los términos planteados por los intereses cocaleros del Chapare. No olvidemos que en el debate y con el fin de salvaguardar el centro del TIPNIS, ambientalistas, ecologistas y los propios indígenas de aquél territorio han presentado varias alternativas. Todas ellas han sido rechazado por el gobierno, por la sencilla razón de que se aparte de los intereses de los productores de coca del Chapare.

Así las cosas, entonces, el país se prepara para una nueva ronda conflictiva, a propósito del TIPNIS. Desde el gobierno y apoyados en los resultados de las elecciones para Gobernador en el departamento del Beni, se piensa que ahora sí los vientos soplan a su favor. Piensan ello, apoyados en la peregrina idea de la minoría electoral logrado por el ex-diputado indígena, Pedro Nuni, uno de los principales opositores en la Asamblea Legislativa a la intentona gubernamental de destruir el corazón del TIPNIS. En el razonamiento abiertamente infantil del MAS, se dice que el 3% de la votación lograda por Nuni, frente al 43% logrado por el partido de gobierno, en aquellas elecciones, muestran que es una reducida minoría, sin mayor importancia, la que se opone al proyecto de la carretera. Olvidan los hombres del MAS que aún siendo una minoría, su demanda tuvo y tiene la capacidad de impactar en el Estado y de suscitar gran apoyo ciudadano, a nivel nacional. Hablamos, aquí, de una minoría de efecto estatal y su importancia debería ser algo que el gobierno no lo ignore, si no quiere perder aún más popularidad a un año de las elecciones nacionales.

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POLÍTICA MARÍTIMA

Omar Qamasa Guzman Boutier

Bolivia casi nunca ha contado con políticas de Estado y menos con una referida a la cuestión del mar. Sin embargo, puede observarse que en esta oportunidad, efectivamente se está diseñando algo que puede llamarse “política de Estado” en este tema. Conviene reflexionar respecto a las causas que imposibilitaron que contáramos con políticas de Estado y que ahora, al menos en relación a la problemática marítima, podamos decir que sí se está construyendo ella.

Cuando hablamos de política de Estado, entre otras, hacemos referencia a la fluidez entre la sociedad y el Estado, en un área o temática específica. Se trata de una correspondencia entre ambas. Visto desde la óptica estatal, es decir de las instituciones, esta correspondencia nos remite a instituciones de mediación estatal eficaces. Si algo caracteriza a los Estados maduros, es precisamente el contar con instituciones estatales de mediaciones desarrolladas. Por otra parte, debe recordarse que hablamos de una correspondencia referida a una temática y no de la correspondencia en todos los órdenes de la vida social, política, económica o cultural. Volviendo, pero, a la correspondencia anotada, digamos que ella es posible porque en la sociedad, previamente, existe una demanda general, universal, nacionalmente hablando. Las pulsiones de esta demanda previa  son las que impactan en el Estado y obligan a éste a elaborar políticas, estrategias, en función a la satisfacción de dicha demanda. En el caso de la problemática marítima, claro está, ello es algo que nadie puede poner en duda.

Sin embargo de ello, es válido también señalar en que el país, incluso esta demanda y la correspondencia entre Estado y sociedad, responde a momentos de (auto)determinación nacional. Esto quiere decir que no en todo momento de nuestra historia, el Estado se ha visto obligado a asumir aquella demanda. En períodos de alta dependencia nacional respecto a los centros políticos y económicos de poder mundial, efectivamente el divorcio entre Estado y sociedad nos muestra un poco atención a la problemática del mar. Estos períodos han sido los mayoritarios en la historia boliviana y corresponden a la lógica más radical del liberalismo, orientado a la subordinación de los intereses nacionales al capital y los centros de poder internacional. Por tanto, cuando una sociedad, como la actual, es capaz de asumir una demanda general al punto tal de obligar a su Estado de diseñar políticas en torno a ella, hablamos de un momento de determinación de lo nacional-popular. La identificación correcta de este momento, sea que lo que, probablemente, explique en gran medida que la abrumadora mayoría de los partidos de oposición se hubieran sumado a la iniciativa gubernamental, en el tema. Únicamente el partido del empresario Samuel Doria Medida, la Unidad Nacional (UN) ha remado en contra-corriente.

Está claro que no siempre, pues, el país ha mostrado su carácter de autodeterminación nacional. En los períodos en los que no lo hizo (que, recordemos siempre, fueron los mayoritarios), efectivamente las tendencias anti-nacionales y para el caso, chilenófilas, tendieron a sepultar toda posibilidad de formulación de una estrategia nacional de recuperación marítima. En realidad siempre existieron chilenófilos en el país. Desde el momento mismo de la conclusión de la guerra del Pacífico, a decir de René Zavaleta Mercado, hubieron dirigentes políticos que ansiaban pertenecer al vencedor de la contienda. El que en la actual, dos parlamentarias del UN no votaran, en la Sesión de Honor del parlamento, a favor de la resolución marítima, sólo nos dice que los pro-chilenos de hoy han encontrado un buen refugio en ese partido.

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ORURO, DESGASTE

Omar Qamasa Guzman Boutier

El innecesariamente prolongado conflicto orureño, a raíz de la imposición, por parte de la asamblea departamental, del nombre al aeropuerto internacional de esa ciudad, ha revelado la estrategia del gobernante MAS, no solamente en relación a este conflicto, sino respecto a todo conflicto de carácter popular. En resumidas cuentas, esta estrategia se asienta en la nada novedosa idea del desgaste. Se pretende, con la dilación, provocar el cansancio de los sectores sociales movilizados, para que, así, el conflicto agonice, su dirigencia se desgaste y el gobierno resulte potenciado. En la mente de los estrategas masista, todo se reduciría entonces al tiempo.

Solamente de esa manera puede entenderse la inclinación de parlamentarios masista de atribuir, primero, el conflicto a un capricho personal de los dirigentes cívicos de Oruro; después a la provocación de los partidos de oposición (por lo demás, inútiles para impulsar protestas sociales de envergadura) y finalmente a la proposición de llevar el debate al ámbito jurídico. Se trata de torpezas que, si no fueran formuladas por parlamentarios en medio de un conflicto social, no merecerían ningún comentario.

Resulta claro que atribuir un conflicto social al capricho de los dirigentes, es suponer que la sociedad está compuesta por menores de edad o por minusválidos mentales. Tal pretensión ya la propuso, en su momento Banzer y la narco-dictadura de la década de 1980. Más allá de las coincidencias en este campo, lo triste para quienes aún piensan que el MAS es un partido progresista, debe ser observar que aquellas mismas consideraciones de los otrora dictadores, ahora sea levantada por representantes de este partido. En la misma línea de razonamiento, se encuentra aquella idea que atribuye a los partidos de oposición la fortaleza suficiente como para haber impulsado el conflicto. Está claro que un conflicto de estas dimensiones, es decir que de un conflicto que involucra a diversos sectores sociales, rebasa la capacidad de convocatoria, hoy en día, de cualquiera de los partidos de oposición. Esto nos trae al debate la capacidad de los partidos, para expresar a las sociedades. Incluso en este caso, esa presunta capacidad es puesta en duda, porque han sido las organizaciones cívicas y sindicales, las que impulsan el conflicto. Queda por último, la pretensión de llevar el conflicto al ámbito judicial, a fin de que sea el Tribunal Constitucional quien se pronuncie respecto al impase.

Aquellos parlamentarios masistas que han propuesta esa “solución”, al parecer parecen no entender nada de nada. No es algo que debiera sorprendernos, ya que en ese partido y a pedido expreso de su segundo hombre (AlvaroGarcia Linera) no hay espacio para libre pensadores. El conflicto social, entre otras cosas es tal, porque no se encuentra enmarcado en las prescripciones legales, es decir un conflicto social no se orienta por la normativa. No es el debate entre tinterillos, como proponen varios asambleístas del MAS, lo que puede solucionar un conflicto social, debido a que, lo que se encuentra en discusión, es una decisión político, asumida de manera inconsulta y abusiva, por parte de la mayoría masista en la Asamblea  departamental de Oruro.  Aquí, lo que se observa, es la división entre esa instancia representativa y la sociedad orureña, a la que se supone que se representa. Es decir, el órgano departamental no expresa a su sociedad; la mayoría masista orureña se encuentra, para decirlo con mayor claridad, opuesta en este tema, a la sociedad orureña. En tal sentido, la “salida “ jurídica propuesta al conflicto, no es sino un saludo a la bandera, con afanes distraccionistas.

Finalmente, importa señalar que este conflicto también la reflejado la minúscula estatura del líder masista, es decir de Evo Morales Ayma. No basta escudarse en el argumento de que “yo no he pedido que se ponga mi nombre al aeropuerto”, para pretender mostrar una supuesto grandeza, consistente en el cumplimiento de las obligaciones que se espera de un servidor público, de manera desinteresada. No basta, porque si efectivamente no ha sido el señor Morales quien impuso su nombre al aeropuerto orureño, al menos podría pedir, en aras de la paz social en el departamento del cual él es oriundo, que ese aeropuerto no lleve su nombre. Claro que un comportamiento de esa grandeza podría esperarse de un hombre también grande, que parece no ser el caso.

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ORURO

Omar Qamasa Guzman Boutier

El conflicto de Oruro, a propósito del nombre del aeropuerto, además de revelar el servilismo de la mayoría masista en la Asamblea de aquél departamento, nos puede permitir advertir las iniciales tendencias del electoral, que podrían marcar la pauta para las elecciones del próximo año. En efecto, el comportamiento colectivo, en este caso, marca líneas generales que ya se manifestaron incluso en las elecciones para gobernador del departamento del Beni. Todo ello, debido a que de manera absurda la “dirección política” (es un decir) del MAS en Oruro lleva innecesariamente ese conflicto.

El primer dato que destaca es un rechazo de la mayoría de la población orureña al nombramiento del aeropuerto internacional de aquella ciudad, con el nombre del actual presidente. No son, claro, algunos ciudadanos los que se oponen y ni siquiera los sectores sociales reaccionarios, sino organizaciones de los trabajadores, como la Central Obrera Departamental, de mineros, de universitarios y de trabajadores independientes. Este hecho nos habla, pues, de un consenso en el rechazo, en la población de aquella ciudad. A tal punto puede hablarse de consenso general, que el movimiento que se configura tiene características efectivamente populares.

Por otro lado, en la vereda del servilismo y del llunkerìo, la convocatoria parece asentarse grandemente en el área rural. Inicialmente ello puede llevar al equívoco de pensar que se trata de una contraposición entre campo y ciudad, pero una observación con mayor detalle nos muestra sorprendentes datos. En principio debe anotarse que la convocatoria no abarca a toda el área rural. Incluso es válido decir que ella se asienta grandemente sólo en la Federación campesina. No abarca, por ello, a los pueblos indígenas andinos de ese departamento. Desde ya, uno de ellos (los Urus de los alrededores del lago Poopó), se encuentra en marcha hacia La Paz, tras sus propias demandas. A la vez, pero, dentro del resto de la población rural orureña, la oposición de Jach´a Carangas a mantener el nombre de Evo Morales al aeropuerto, nos muestra que también existen sectores en el área rural que se suman a la protesta de la COD , de los mineros y de los universitarios orureños.

¿Qué tenemos entonces? En principios el aislamiento político y social de la Federación de campesinos. No se trata de un dato menor, si se considera que el movimiento campesino, junto al movimiento minero ha tenido tradicionalmente en ese departamento una gran importancia en la política local. Por ello, a similitud del Beni, podemos decir que la correlación social de fuerzas es adversa al MAS. Es en ese sentido que hablamos de un absurdo de la “dirección política” del MASde llevar el conflicto a estos extremos. Porque con ello, no hacen sino mostrar la cada vez más evidente horfandad, incluso en el departamento del que es oriundo el presidente. Es como si un jugador mostrará antes de un partido sus cartas, ya que los consensos o los disensos sociales y políticos son resultado de procesos sociales. En este caso, a no dudar, en Oruro se marca un proceso social que delimita las áreas de convocatoria efectiva que el MAS tiene en ese departamento.

Se supone que la política es, principalmente, la construcción de un escenario favorable de la correlación de fuerzas sociales para una determinada opción. En este caso, ni se construye tal escenario y ni se tienden los puentes para, en el futuro inmediato (es decir en las elecciones del próximo año) el MAS y la Federación campesina puedan romper su aislamiento. Claro que para hilar tan fino (las estrategias de alianzas de los futuros candidatos)  estamos un poco lejos en el tiempo, pero lo cierto es que el comportamiento que podría observarse en ese evento electoral, en el departamento de Oruro, ya muestra sus características generales.

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DERRUMBE DEL MAS

Omar Qamasa Guzman Boutier

Excepto para uno que otro recalcitrante militante del MAS, para los empleados públicos que lograron un empleo gracias al partido y para los dirigentes masistas, está claro que este partido ha visto, en los últimos días, desangrar su base y potencial electoral. En realidad se trata de las consecuencias que principiaron en los últimos años, de mal gobierno. Pero, en el fondo, esas no son sino razones secundarias, frente a las razones más profundas, que explican esta sangría.

Se trata del ejercicio de un gobierno que en lo principal, no ha modificado las matrices de las políticas anteriores, es decir de las que los gobiernos de Paz Zamora, Banzer y Sánchez de Lozada, a su turno, ejecutaron. En lo que al manejo económico se refiere, las diferencias entre aquellas administraciones y la actual, no son de fondo. Se trata de diferencias, que a lo sumo, ubican al actual gobierno, en una perspectiva nacionalista, bajo los moldes del capitalismo de Estado. En lo político, las cosas tampoco son muy diferentes. Incluso en este campo es posible hablar de una mayor afinidad, porque cuanto el actual gobierno no hace sino continuar los principios liberales de la organización institucional del Estado y del ejercicio de la práctica política. Lo hace, llevando estos principios al seno del movimiento indígena boliviano que, de suyo propio ni se orienta por la lógica capitalista, ni por la lógica liberal.

En otros términos, lo que a su turno no pudieron cumplir Paz Zamora, Banzer y Sánchez de Lozada, lo intentó con entusiasmo Evo Morales y su partido: vaciar de contenido étnico la vida de los pueblos indígena. Claro está que también el actual gobierno fracaso en ello y por ello el temprano y lúcido distanciamiento de los indígenas de tierras altas (organizados en torno al CONAMAQ) y de tierras bajas (aglutinados alrededor de la CIDOB). Ahí comenzó la sangría que hoy se percibe con cada vez más claridad.

En relación a la clase obrera, particularmente minera, debe recordarse el apoyo que este gobierno presta al sistema minero cooperativista, en contra de la minería nacionalizada. Ello, a no dudar, devela el impulso de Morales, al capitalismo salvaje, en este sector de la producción. Ello, por cierto, es extensivo a otros campos, en los que podría ser valiosa la discusión respecto al cooperativismo. La creación de un partido de los trabajadores, alrededor principalmente de la Central Obrera Boliviana y los trabajadores mineros de Huanuni, nos habla, pues, de una segunda muestra de la sangría anotada.

En tercer lugar debe anotarse la relación del gobierno, con las clases medias de las ciudades, abiertamente represiva y autoritaria. El potenciamiento, en este sector, de opciones electorales tales como el MSM del ex-alcalde paceño, es en gran medida comprensible debido a aquél comportamiento. Los múltiples intentos por eliminar la libertad de expresión, la arremetida en contra de los trabajadores de salud, junto a la tradicional arremetida en contra de los trabajadores de la educación, son las manifestaciones concretas de tal comportamiento y explican la sangría electoral en las ciudades.

En síntesis, puede decirse que con Evo Morales y AlvaroGarcia a la cabeza, el  MAS ha despilfarrado una oportunidad histórica para el país, en nuestra tarea de construir una institucionalidad estatal en correspondencia con nuestra formación social heterogénea. El proyecto que, a voz en cuello anunciaban el presidente, el vice-presidente y sus ministros duraría al menos cinco décadas, ha naufragado, visto desde el punto de vista estatal, en menos de cinco años. Es una buena noticia para el país, ciertamente, aunque una muy mala noticia para el MAS y sus aspiraciones dictatoriales.  A las razones estructurales, entonces, debe sumarse la presencia de pequeñeces, como el llunkerío de la gran mayoría de los militantes de este partido, para con su jefe. Tal es así que, una de estas muestras ha llevado a que incluso en el departamento de Oruro, de donde es oriundo Morales, en las últimas semanas la población exprese su rechazo al culto a la personalidad, a raíz de la torpe modificación del nombre del aeropuerto internacional de la ciudad de Oruro. En el colmo de los malespara Evo Morales y su partido, en Venezuela se les acaba de morir el padrino. Así las cosas y aunque el apoyo del ex-presidente venezolana no haya sido sino más que simbólico durante los últimos meses, lo cierto que es pierden un referente, que de tanto en tanto y ante la cada vez mayor horfandad, les consolaba, aún sea sólo de manera simbólica.

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REELECCIÓN

Omar Qamasa Guzmán

El ya adelantado debate electoral, en torno a la posibilidad de la habilitación para la reelección del actual presidente y vice-presidente en las elecciones del próximo año, nos muestra la tónica que el período electoral próximo tendrá: la discusión en torno a temáticas de segunda importancia. Esto quiere decir que la controversia girará alrededor de temas no vinculados, en lo esencial, a proyectos políticos. En consecuencia, efectivamente, la disputa estará concentrada en lo principal, en la ocupación de la administración pública.

Partimos del supuesto de la indiferenciación entre la derecha opositora (expresada en partidos tales como Unidad Nacional, Convergencia Nacional y otros) y el partido gobernante, es decir el MAS, en lo que a proyectos de desarrollo económico y consolidación institucional de la democracia se trata. Respecto a lo económico, digamos que la disputa entre defensores del libre mercado (comúnmente llamados “neoliberales” ) y defensores del capitalismo de Estado (hoy llamados, por extrañas razones “socialistas”) no pone en cuestionamiento la rotación del capital y los requerimientos de éste. Desde ya, el capital no únicamente alcanza su realización bajo la lógica del libre mercado, sino también bajo la lógica del capitalismo de Estado. La inclinación que el capital muestra hacia una u otra propuesta tiene ciertamente en la acumulación de capital su mayor fundamento, pero razones extra-económicas también contribuyen a inclinar la balanza hacia uno u otro lado. Entre estas razones, hablamos básicamente de la estabilidad política, la legitimidad institucional de las estructuras estatales dadas y de la presencia de la infraestructura necesaria al desarrollo productivo, tales como red caminera, cobertura de red eléctrica, principalmente.

No es ninguna novedad señalar que estos requerimientos han sido, históricamente en nuestro país, asumidos no por el esfuerzo privado, sino por el esfuerzo estatal. En ese orden, es válido decir que, al igual que en la mayoría de los países latinoamericanos, hoy por hoy, el capital apuesta a modelos de capitalismo de estado y no al modelo de libre mercado, para su rotación y acumulación. Desde el punto de vista del capital, entonces, no es exagerado decir que el capital opta por los modelos estatistas, ya que éstos le garantizan la presencia de los requerimientos extra-económicos señalados. 

Por otro lado, desde la reflexión política, las cosas también se inclinan por estos modelos, en contra posición del paradigma de libre mercado, expresado básicamente en propuestas políticas tales como la “elección racional”. Ello es así, porque el modelo estatista presupone un ordenamiento político constituido por un sujeto colectivo (la nación soberana, para el caso nuestro) y no por sujetos individuales. Si se observa con cuidado esta temática, entonces diremos que, desde la vertiente de la teoría republicana, la conformación del sujeto colectivo se expresaría precisamente en el ordenamiento estatista señalado. En este orden, efectivamente la propuesta política del supuesto actual Estado plurinacional, no se aleja mucho de los diseños republicanos más recalcitrantemente occidentales. 

Dicho esto, volvamos entonces a nuestra afirmación inicial: el debate de la re-elección de Morales-Garcia Linera, no adelanta que la disputa no afectará a los cimientos de la lógica del capital. Esto quiere decir, pues, que el tiempo político e ideológico boliviano, se presenta en ciernes, como un tiempo en el que no existe el espacio para propuestas alternativas. Esto, por supuesto, no quiere decir que no se planteen dichas propuestas; estas incluso pueden surgir como un adelanto de lo que vivirá el país, luego que el falto debate político (que debe concluir con las elecciones del próximo año) haya pasado. En tal sentido, es posible adelantar que el verdadero debate nacional, se retomará luego del agotamiento de la ficción actual de “cambio” y su correspondiente “oposición”.

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LLUNKERIO

Omar Qamasa Guzman Boutier

El cambio del nombre al aeropuerto de la ciudad de Oruro, impulsado por la mayoría de asambleístas del departamento, pertenecientes al gobernante partido MAS, ha traído interesantes sorpresas que, a no dudar, tendrán efectos políticos y electorales, en ese departamento. Recordemos que el aeropuerto de la ciudad de Oruro llevaba el nombre de "Juan Mendoza" ..., hasta el día en que se reinauguró el pasado 8 de febrero, con el nombre de Juan Evo Morales, gracias a la decisión de la Asamblea departamental. Poco importa indagar si ello fue un instructivo del Poder Ejecutivo, para alimentar un poco más el ego del señor Evo Morales o si fue iniciativa del masismo orureño, para congraciarse con el jefe, porque el hecho mismo, revela algunos elementos que nos invitan a reflexionar en torno al MAS y su forma de gobierno. Veamos.
 
Durante todos los momentos de crisis interna en el MAS, en estos seis años de gobierno, destaca la nota que los disidentes expresaran: el llunkerío, de quienes se mantenían bajo la sombra del jefe del partido, autocastrándose, en lo que a pensar por cuenta propia se refiere (desde ya, fue Alvaro García Linera quien dijo que en su partido no se aceptan librepensadores; es decir personas que piensen por cuenta propia). El último de los ejemplos fue precisamente el de la ex-presidente de la Cámara baja, quien se lamentaba que en la Constitución Política del Estado no figurara también el principio de "Ama Lluku" (no seas servil). Así las cosas, entones, una primera conclusión general que se puede sacar del ejemplo del aeropuerto de Oruro, es que una forma de "gobernar" de Evo Morales y el MAS, radica precisamente en el fomento del servilismo, como práctica para permanecer en el partido, en algún puesto de la administración pública o en definitiva, para mantener la confianza del jefe.
 
En segundo término, el caso del aeropuerto orureño, pero, también refleja el hábito del MAS, en borrar de un plumazo todo recuerdo histórico, particularmente en lo referido a la guerra del Chaco y los héroes bolivianos surgidos en aquella contienda. Recordemos que este claro signo anti-nacional del gobierno del MAS, ya había sepultado al propio LAB, con loa creación de una empresa de aeronavegación como BOA. Sólo la ignorancia y el accionar anti-boliviano de los actuales gobernantes, en este tema, podía desconocer el gran aporte del LAB durante la guerra del Chaco. En este orden, pues, tampoco debería extrañar la intención del gobierno de Evo Morales de borrar la memoria de Juan Mendoza; primer aviador del país, quien tuvo un gran aporte al país, precisamente durante la guerra del Chaco. Podríamos preguntarnos de los motivos que llevan a Morales y su partido en borrar instituciones y personajes gloriosos surgidos en aquella guerra. La razón radica en que de las trincheras del Chaco, posteriormente, surgirán los combatientes de la revolución nacional de 1952. En la memoria del país está tanto aquella guerra como aquella revolución nacional y ello permite que particularmente en los sectores populares se compare esos eventos con el actual proceso. En este orden, las cosas son claras. Mientras que en el primer caso hablamos de una verdadera revolución (aunque traicionada de inmediato; pero ese es otro teme del debate), en el actual proceso hablamos, grosso modo, de la continuación de las matrices políticas y económicas de los anteriores gobiernos. En efecto, en lo substancial se presentan muy pocas diferencias entre el gobierno de Morales y el de Sánchez de Lozada o el de Tuto Quiroga, por ejemplo. Por tanto y cobijado bajo la falacia de primer presidente indígena, Morales y compañía de la mano de todas las fuerzas anti-nacionales, arremeten contra la historia y la memoria de uno de los más gloriosos periodos del país.
 
Desde ya, pero, el hecho del aeropuerto de Oruro, ha reflejado también el desgaste político del gobierno. El acatamiento al paro cívico departamental, tanto por las Central Obrera departamental como por los mineros de Huanuni (además del resto de los sectores populares orureños) demuestra que, nada menos en el departamento donde naciera Morales, las cosas comienzan a oponérsele. Por la cercanía de las elecciones nacionales el próximo año, a no dudar, este hecho tendrán efectos políticos que incluso, podrían alcanzar efectos electorales. Por supuesto que para el acto electoral en sí, todavía dista tiempo, pero el desgaste político del MAS en uno de los departamentos considerados como plaza fuerte de este partido, es un elemento que ya se puede adelantar.
 
Finalmente el hecho del aeropuerto orureño, también nos muestro una manera de gobernar. En resumidas cuentas diríamos que esta forma de gobierno se basa en el caudillismo, entendida esta práctica como un manifestación esencialmente anti-democrática. Así, los casos en los que el actual parlamento, al igual que en el pasado con los gobierno de Banzer, Paz Zamora, Sánchez de Lozada, no ha sido sino una correo de transmisión de los dictados políticos del Poder Ejecutivo, no hacen sino barnizar de constitucionalidad un accionar autoritario. A la vez, pero, esta muestra de supuesta fortaleza, en el fondo esconde una gran debilidad. Debilidad que abarca tanto al partido gobernante como al sistema político en su conjunto. En efecto, en el primer caso, es llamativo la imposibilidad de recambio. ¿Cómo también podrían surgir nuevas alternativas dentro del MAS, si a todo aquél que tuvo la ocurrencia, en un momento dado, de pensar por cuenta propia, simplemente se le ha relegado a ostracismo? Está claro que, en tanto elemento aglutinador, el MAS no cuenta sino con un solo hombre, hoy en día; lo cual habla del fracaso de este partido, por estructurarse como partido histórico y no devenir -como finalmente ocurrió- en un simple conglomerado de llunkus, en espera de alguna palmadita del jefe, cuando éste se encuentra de buen humor. Refleja también la pobreza del sistema, decíamos, porque más allá del MAS y Morales, el sistema no parece tener alternativas de recambio, como para contener al movimiento nacional popular en Bolivia. Recordemos, en este orden, que gracias a Morales y el MAS, se ha evitado coyunturalmente un verdadera proceso de cambio, de signo nacional-popular en el país. Así, las cosas, entonces, es posible ya vislumbrar que las aguas nuevamente volverán a su cauce, es decir, el sistema político y económico boliviano, nuevamente serán, a mediano plazo, sacudido desde sus cimientos.

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