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El conflicto de Oruro, a propósito del nombre del aeropuerto, además de revelar el servilismo de la mayoría masista en la Asamblea de aquél departamento, nos puede permitir advertir las iniciales tendencias del electoral, que podrían marcar la pauta para las elecciones del próximo año. En efecto, el comportamiento colectivo, en este caso, marca líneas generales que ya se manifestaron incluso en las elecciones para gobernador del departamento del Beni. Todo ello, debido a que de manera absurda la “dirección política” (es un decir) del MAS en Oruro lleva innecesariamente ese conflicto.
El primer dato que destaca es un rechazo de la mayoría de la población orureña al nombramiento del aeropuerto internacional de aquella ciudad, con el nombre del actual presidente. No son, claro, algunos ciudadanos los que se oponen y ni siquiera los sectores sociales reaccionarios, sino organizaciones de los trabajadores, como la Central Obrera Departamental, de mineros, de universitarios y de trabajadores independientes. Este hecho nos habla, pues, de un consenso en el rechazo, en la población de aquella ciudad. A tal punto puede hablarse de consenso general, que el movimiento que se configura tiene características efectivamente populares.
Por otro lado, en la vereda del servilismo y del llunkerìo, la convocatoria parece asentarse grandemente en el área rural. Inicialmente ello puede llevar al equívoco de pensar que se trata de una contraposición entre campo y ciudad, pero una observación con mayor detalle nos muestra sorprendentes datos. En principio debe anotarse que la convocatoria no abarca a toda el área rural. Incluso es válido decir que ella se asienta grandemente sólo en la Federación campesina. No abarca, por ello, a los pueblos indígenas andinos de ese departamento. Desde ya, uno de ellos (los Urus de los alrededores del lago Poopó), se encuentra en marcha hacia La Paz, tras sus propias demandas. A la vez, pero, dentro del resto de la población rural orureña, la oposición de Jach´a Carangas a mantener el nombre de Evo Morales al aeropuerto, nos muestra que también existen sectores en el área rural que se suman a la protesta de la COD , de los mineros y de los universitarios orureños.
¿Qué tenemos entonces? En principios el aislamiento político y social de la Federación de campesinos. No se trata de un dato menor, si se considera que el movimiento campesino, junto al movimiento minero ha tenido tradicionalmente en ese departamento una gran importancia en la política local. Por ello, a similitud del Beni, podemos decir que la correlación social de fuerzas es adversa al MAS. Es en ese sentido que hablamos de un absurdo de la “dirección política” del MASde llevar el conflicto a estos extremos. Porque con ello, no hacen sino mostrar la cada vez más evidente horfandad, incluso en el departamento del que es oriundo el presidente. Es como si un jugador mostrará antes de un partido sus cartas, ya que los consensos o los disensos sociales y políticos son resultado de procesos sociales. En este caso, a no dudar, en Oruro se marca un proceso social que delimita las áreas de convocatoria efectiva que el MAS tiene en ese departamento.
Se supone que la política es, principalmente, la construcción de un escenario favorable de la correlación de fuerzas sociales para una determinada opción. En este caso, ni se construye tal escenario y ni se tienden los puentes para, en el futuro inmediato (es decir en las elecciones del próximo año) el MAS y la Federación campesina puedan romper su aislamiento. Claro que para hilar tan fino (las estrategias de alianzas de los futuros candidatos) estamos un poco lejos en el tiempo, pero lo cierto es que el comportamiento que podría observarse en ese evento electoral, en el departamento de Oruro, ya muestra sus características generales.
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