Punto de Re-flexión

¿EXTRAVÍOS DE UN MINISTRO?

Omar Qamasa Guzman Boutier

Con la alegría desbordándole por todo el cuerpo, en la posesión del actual gabinete ministerial, en el palacio de gobierno, el nuevo ministro de Gobierno no podía dar crédito a la suerte que le había sonreído. Tanta alegría sólo era comparable con la obtención del premio mayor en algún juego de lotería; y en verdad (metafóricamente hablando) lo era. Probablemente fue  culpe de tanta alegría, pero la primera declaración suya, en el cargo, constituyó una toma de posición un tanto alejada de la actual realidad boliviana, en la materia.

El ministro en cuestión dijo entonces, que el gobierno seguirá la lucha en contra del narcotráfico. Días más tarde, en el acto oficial de presentación a la tropa policial, el ministro señaló que para los cambios que la policía nacional debe afrontar, se tomará en cuenta la opinión de los policías, que serán emitidas en discusiones democráticas. Posteriormente, otro par de días después, la autoridad en cuestión añadió que se producirá una revolución moral, al interior de la institución policial. Luego (el tiempo pasa, aún en este país en el que el tiempo parece, de vez en cuando, detenerse), en otro contacto con los Medios, señaló que al interior de la policía ya no habrá favoritismo, influencias o “muñecas” en la designación de los nuevos destinos, para el personal de esa institución.

¿Cómo entender que el primer día la prioridad sea la lucha contra el narcotráfico, luego sea el cambio tomando en cuenta las opiniones democráticas que pudieran surgir al interior de esa institución, después sea (la prioridad) una revolución moral y finalmente, las cosas comiencen a desvanecerse con una “prioridad” que no rebasa el mero trámite administrativo?
Desde nuestra manera de entender las cosas, se trata de la falta de propuesta del Movimiento al Socialismo (MAS), de una nueva doctrina policial, para no solamente realizar los cambios necesarios al interior de la institución policial, sino para administrar la seguridad interna. Está claro que la doctrina orientadora de la policía durante el tiempo de las dictaduras, fue la lucha contra el denominado “enemigo interno”. En el llamado período “neo-liberal” esa doctrina, en lo substancial, no se ha modificado y el control al “enemigo interno” fue ya cuestión de sectores y grupos sociales, antes que de activistas políticos. Y en los años de gobierno de Evo Morales, de hecho, la policía ha actuado bajo esos supuestos. La utilización de la policía para disolver la marcha indígena del TIPNIS, en el 2011, la infiltración a dicha marcha con agentes provocadores y la toma de la sede del Consejo Nacional de Markas y Ayllus del Qullasuyu (CONAMAQ), marcan pues la pírrica utilidad que el gobierno obtiene, de doctrinas policiales represoras. El que la policía boliviana sea una de las instituciones en las que con mayor frecuencia se violen los derechos humanos, es ya indicativo de ello.

Está claro que la lucha en contra del narcotráfico es una actividad permanente pero hoy por hoy, ya no representa la prioridad en las políticas del ministerio de Gobierno. Otras temáticas, lamentablemente, han desplazado al narcotráfico, de la atención de la seguridad interna. Se trata de la inseguridad ciudadana. La pregunta, por tanto, gira en cómo orientar, bajo qué doctrina policial, el proceso de “cambio” que se espera de la policía. Una doctrina policial, democrática, que facilite a esa institución la lucha contra el crimen en sus distintas dimensiones respetando, empero, precisamente los derechos humanos.

Como se observa, el cuadro es un tanto más complejo que esa simple y lamentable muestra dada por el ministro de gobierno: en él, las cosas pasaron de la lucha contra el narcotráfico, a la revolución moral, para terminar en una tímida advertencia de que no se tolerará más favoritismos en la orden de destinos. Una nueva doctrina policial que, no únicamente se inscriba en el respeto a los derechos humanos, sino que incluso corresponda a un modelo de Estado que, injustificadamente se pretende “nuevo”.

Nada de eso, sin embargo, puede esperarse de un gobierno que en innumerables muestras ha dado ejemplo del atropello a los derechos de la población, a la mentira, al desconocimiento de la ley y a la prepotencia. ¿Cómo podría una policía luchar, aún sea contra una parte de la inseguridad ciudadana, si entre los que provocan ese sentimiento de inseguridad, figuran muchísimos miembros del gobierno, comenzando por las más altas esferas. En todo caso, esta suerte de extravío del ministro de Gobierno, parece ir de la mano de un gobierno que ha perdido hace mucho la capacidad propositiva y ha llegado al techo de su programa de gobierno.

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RITUALIDAD ANDINA Y BURLA MASISTA

Omar Qamasa Guzman Boutier

No es de extrañar que la ritualidad andina, en manos del gobernante Movimiento al Socialismo (MAS) hubiera degenerado hasta representar la puesta en escena de burlas teatralizadas, a cargo de supuestos yatiris y amautas. Al igual que la utilización instrumental de los pueblos indígenas (facilitada por la complacencia de dirigentes corruptos de este sector), también la ritualidad andina no sirve sino para mantener el engaño. Pero esta impostura tiene su costo para el MAS, en torno al cual queremos reflexionar en esta columna.

En principio digamos que la ritualidad andina, por sí misma, no constituye una religión; para el caso una hipotética religión andina. Aunque esa ritualidad forma parte de la vida espiritual andina, ofrece en su sentido profundo, antes que un dogma una filosofía de vida. Pero, a la vez y como un elemento de esa filosofía, presenta un importante componente, referido a la comunicación con lo intangible, es decir con la energía (la Pa´cha, aquí asumido como un concepto compuesto por dos conceptos; “Pa” como la abreviación de paya, es decir de la dualidad y “cha” como abreviación de ch´ama, o sea la energía en su momento de eclosión). Por lo tanto, tenemos que se trata de una ritualidad que asume la comunicación entre la energía tangible con la energía intangible.

Esta misma idea puede plantearse si decimos que, consiguientemente, la ritualidad andina, en la parte referida a la comunicación con la energía, supone pues la comunicación con y del oráculo. Puede asumirse este criterio si recordamos que, para nosotros, mediante la ritualidad andina se nos permite comunicarnos con y comprender lo que la Pacha nos transmite. Esta comunicación es posible por intermedio de los signos que la energía, o sea la Pacha en sus múltiples manifestaciones, nos presenta.

Se supone que el yatiri es una persona que “sabe”; literalmente la traducción sería “el que sabe”. ¿Pero, qué es lo que sabe el yatiri? Sabe, pues, leer esos signos de la Pacha y sabe también interpretarlos. El amauta, es decir el sabio, además de ese saber no puede sino poseer valores éticos, como resultado de la comunicación constante con la Pacha. Claro que estos supuestos, en manos del MAS no tienen valor alguno. Al contrario, lo que hemos visto aquí es un puñado de charlatanes y embusteros que, disfrazados deyatiris, salen a la caza de incautos, gracias a la cobertura mediática que el gobierno de Evo Morales les permite. Así, el gobierno se beneficia con el engaño y los falsos yatiris, con una que otra prebenda. Como si ello no fuera suficiente, a casi la totalidad de estos embusteros, ahora se les ha ocurrido autodenominarse “amautas”. Entre ellos, embusteros, timadores, comerciantes de las prácticas espirituales andinas, sobre sale el narco-amauta.

Dijimos que esta impostura tiene su costo y el costo al que nos referimos es el haber develado muy tempranamente (el 2006) el carácter corrupto y casi delincuencial del actual gobierno. Si admitimos que la Pacha nos comunica algo, por medio de todos los elementos de un ritual, entonces no podemos menos que concordar precisamente con la develación de que se trata de un gobierno altamente corrupto. ¿Qué significa que, en el primer ritual el año 2006 en Tihuanacu, el “amauta” encargado de llevar el ritual a Evo Morales haya sido un narcotraficante?

Más claro no podía ser este signo y no se necesita ser “yatiri” para entender el mensaje, que esa señal comunica. Poco importa, a partir de entonces, que una afila interminable de supuestos yatiris y amautas masistas se dieran a la tarea para, rituales mediante en favor del gobierno, tratar de ignorar y sustituir aquél primer y claro mensaje. Importa poco, porque en materia de signos a ser leídos se debe destacar siempre los primeros signos, los primeros mensajes. En este caso, insistimos, el mensaje de la Pacha respecto al gobierno de Evo Morales, en el primer ritual del 2006, define el carácter de este gobierno que -lo señalamos en alguna oportunidad- no se podrán quitar los hombres del gobierno ni lavándose con poq´e.

Una señal, un mensaje si se quiere, casi similar puede extraerse de la inauguración de la última feria de Alasitas, en La Paz. Como se recordará en esa oportunidad, además, se celebraba la repatriación de una estauilla precolombina, referida a la abundancia (de cuya significación se extrae precisamente la feria de las Alasitas). En el colmo de la burla, los embusteros y charlatanes vestidos de “yatiris” y “amautas”, hicieron recorrer la estauillacual trofeo por las céntricas avenidas de la ciudad. La burla terminó frente al palco central de la feria de las Alasitas y culminó en un ritual. ¿Cómo terminó este ritual? Pues con un accidente que mandó al menos a cuatro personas (entre ellas a la señorita de la feria, sumada al burlote) al hospital con diversos grados de quemadura. Esta señal, en el marco de la teoría de la comunicación entre lo tangible y lo intangible mediante la ritualidad andina, nos muestra que la payasada representada por los embusteros y charlatanes fue insultante, precisamente para la Pacha.

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ATENTADOS EN PARIS Y PRENSA MUNDIAL

Omar Qamasa Guzman Boutier

El atentado al semanario satírico Charlie Hebdo, en Paris, a principios de año ha desatado consecuencias que merecen observarse. Desde ya, el evento explícito se refiere al atentado contra la libertad de expresión, toda vez que el mencionado semanario publicara una caricatura de Mahoma, considerada, a su vez, por sectores radicalizados del Islam, como ofensiva. El evento implícito, sin embargo, muestra el enfrentamiento, desde la perspectiva islamista, contra los infieles. Esta distinción no es un dato menor, ya que, según el punto de vista que se adopte, el acento será puesto en la libertad de expresión o en la disputa entre credos religiosos.

Precisamente basado en el primer caso, luego de los atentados, Francia ha reflotado un viejo prestigio, referido a la cuna de los principios emergidos luego de la revolución de 1789 (y pretendidos luego como universales, con la expansión de la modernidad), de libertad, fraternidad y solidaridad. En tal sentido, por unos días, Francia se convirtió en el centro político del llamado mundo occidental. Cerca de cincuenta jefes de Estado acompañaron, así, la marcha de repudio al terrorismo en Paris, el pasado domingo 11 de enero, incrementado aún más el simbolismo de Francia como centro político. No cabe duda que estos hechos significaron un impulso político mundial para la Unión Europea, de la que Francia es una de sus piezas clave.

Sin embargo, las cosas volvieron rápidamente a su cauce y las contradicciones entre la Unión Europea y Rusia, por ejemplo, marcaron pronto las distancias. Lo que, durante los primeros días fue un claro rechazo al terrorismo (léase, al islamismo radical) devino en un silencio ruso tolerante para con expresiones no radicales del islam. Por supuesto que también al interior de los países islámicos que condenaron el atentado en contra del semanario satírico, las cosas comenzaron a moverse en otra dirección y pronto surgieron en estos países protestas en contra del manoseo de la imagen, considerada por ellos, sagrada del Profeta. Bajo esta presión, algunos de estos países se vieron en la obligación de censurar las burlas de las que es objeto su principal referente religioso.

Incluso al interior de los propios países europeos, luego de la abrumadora crítica por la falta de tolerancia islamista a la libertad de expresión, comenzaron a surgir voces disonantes. En efecto, emergió al debate la libertad de expresión a la europea, es decir, en todo lo que no lastime la sensibilidad del público europeo. Está claro que así las cosas, alguien podría pensar que estamos ante la confrontación de civilizaciones, de religiones. Pero el panorama es un tanto más complejo, toda vez que en esta confrontación no participan internos contra externos (para graficarlo de alguna manera), sino a la vez, internos contra internos. Lo que, en los círculos de inteligencia estatal en los países occidentales se denomina como “terroristas internos” habla de ciudadanos de esos mismos países que, sin embargo, confrontan a sus mismos países. Parece estar en cuestionamiento, en este caso,pues, un estilo de vida, con el que algunos sectores juveniles se siente disconformes, razón por la cual prefieren afiliarse a posturas radicales que también cuestionan, desde el discurso religioso, ese modo de vida.

Casi al unísono, luego del atentado en Paris, la prensa europea ha problematizado respecto a la necesidad de la integración de los migrantes musulmanes, a la vida institucional y política. Sin embargo, quienes han atentado contra Charlie Hebdo no fueron outsiders, sino personas integradas a sus sociedades. La discusión, entonces, demanda otras áreas temáticas para que, en un extremo, reflexionen en torno a la convivencia multicultural en las sociedades actuales. Bajo esta perspectiva, ¿qué debe entenderse por “integración”? Los modelos democrático-representativos, basados en los principios liberales (y aún en los más audaces, como el liberalismo multicultural) parecen ser insuficientes como para afrontar el problema. Por ahora, sin embargo, los países de la Unión Europeo han preferido poner en máxima tensión sus servicios de inteligencia policial-militar, desplegando pesquisas en contra de terroristas domésticos.

Todos estos eventos desencadenados por el atentado a Charlie Hebdo, empero, no han sino acelerado un proceso que, como placas tectónicas, se mueve por el mundo. Primero, el agotamiento de los brillos, con el que el modo de vida occidental seducía a la gran mayoría de las sociedades. Segundo, el debilitamiento de los países occidentales como para comandar el curso del (nuevo) ordenamiento del mundo y tercero, consiguientemente, la configuración de un escenario mundial sin un polo hegemónico, sino al contrario, con diversos polos, es decir un mundo multipolar. Por supuesto, a la luz de la experiencia de Paris, aún esa configuración, por sí sola parece no garantizar la convivencia democrática entre las diversas culturas.

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DEL SUMA QAMAÑA ANDINO AL MAMARRACHO CONSUMISTA DEL MAS

Omar Qamasa Guzman Boutier

Si tuviera que privilegiar dos de los varios principios de la filosofía andina elegiría los siguientes: “en medio de todos los elementos de la vida y el cosmos, el hombre es uno más entre ellos” y segundo, “lo más importante en la vida no es tanto el hablar, como el actuar”. Aunque en apariencia desconexos, ambos principios ayudan a establecer los marcos generales para la comprensión andina del buen vivir o suma qamaña. El primero es notoriamente distinto a lo que llamamos filosofía occidental, porque nos presenta una propuesta no antropocéntrica del hombre en el cosmos, a la vez de una visión descentrada del ordenamiento del mismo. El segundo es coincidente con principios de muchas culturales en el mundo. La conexión de ambos principios da lugar a uno otro, referido a la vida en armonía entre el hombre y los demás elementos del cosmos. Con este principio derivado se proyecta el comportamiento del hombre en medio de los demás elementos. Esta proyección refleja un comportamiento en base al equilibrio, en la vida de todos los elementos del cosmos. Con el equilibrio tenemos, entonces, un segundo principio derivado.

El suma qamaña tiene por tanto en estos principios sus máximas, bajo las cuales se orienta. Sírvanos esta introducción general para contraponer el buen vivir andino, a la visión consumista occidental. Una primera consecuencia, todavía en el plano filosófico, se refiere a la virtud del ser humano, es decir a su autenticidad. Cuando asumimos que el hombre se encuentra entre todos los elementos del cosmos como uno más, se plantea dos consideraciones. Primera, que en consecuencia de la visión no antropocéntrica, todos los elementos del cosmos poseen dignidad, es decir son sujetos y no objetos y segundo, que por tanto la relación entre ellos será una relación entre sujetos y no entre un sujeto y varios objetos.

En este sentido, se entiende la necesidad del hombre de relacionarse de manera armónica con su contexto y de mantener un equilibrio con todos ellos. Para la continuidad de su propia vida, el hombre establecerá estrategias que le ayudan a un triple propósito: adaptación, equilibrio y reproducción. Se entiende así la razón por las que en el pensamiento andino destacan las estrategias a largo plazo, a diferencia de las estrategias a corto plazo. Por otro lado, es claro que también en este relacionamiento el hombre se apoya en la tecnología (aquí no importa el grado de desarrollo de ésta). La técnica, en consecuencia de las estrategias a largo plazo, está orientada a la obtención del triple propósito y no exclusivamente a la maximización de la utilidad que el hombre pueda extraer de su contexto. Este es uno de los puntos de diferenciación del suma qamaña con respecto al vulgar proyecto consumista masista. En el pensamiento occidental que orienta al MAS, el sobre dimensionamiento de la tecnología marca la subordinación del hombre a ésta.

Impulsado desde el mercantilismo previo a la revolución industrial, el consumismo será el horizonte ordenador de las sociedades modernas. No es el requerimiento del hombre, sino el de la mercancía lo que marcará a las sociedades, permitiendo el despunte del consumo de las mercancías. La tecnología estará al servicio del incremento de las mercancías y su consumo. La utilización intensiva de la tecnología y la explotación extrema de la naturaleza (hasta alterar el equilibrio ecológico), son los resultados. Esta política se representa metafóricamente, en el hombre corriendo tras la zanahoria.

La propuesta del MAS se enmarca en ese absurdo. Para los hombres de Evo Morales la población importa en tanto consumidores. Para estos tardíos remedadores de la lógica consumista (que está llevando al mundo a peligrosas encrucijadas), los dudosos indicadores de consumo marcan las metas a lograr. Todo esto bastaría para despejar los últimos vestigios de esa impostura que insiste en que se trataría de un gobierno encabezado por un “indígena”; pero conviene reiterar algunos rasgos anti-indígenas de Morales y su partido.

Desde el primer día de su gestión el gobierno ha utilizado las características culturales que sin mucho fundamento le atribuían la prensa internacional, organizaciones no gubernamentales  y alguno que otro “investigador” social boliviano totalmente ignorante de la distinción entre cholaje, campesinado e indígena. El MAS ha visto el beneficio que de la simbología andina podía sacar, dada la ignorancia de una sociedad mayoritariamente auto-asumida como blancoide. Así, engaño y teatralización mediante, el manipuleo fue juego de niños para el MAS.

Para que ello tenga visos convincentes aprovecharon además el concurso de muchísimos pajpakus (charlatanes, embusteros; trad. libre). En medio de supuestos amautas y reales narco-amautas sobresalió en el equipo de charlatanes Fernando Huanacuni. La complacencia de los Medios manejados a “control remoto” por el MAS no tuvo inconveniente de presentarlo incluso como guía espiritual de los pajpakus. Su trabajo, en la cancillería, consistió en tratar de estrechar la mano a los ilustres visitantes que llegaban al país (aunque varios de los cuales simplemente lo ignoraban) a título de “protocolo andino” (¿!) y en lo posible aparecer sonriendo en la fotografía de la ocasión.

Por ello, el “buen vivir” masista es apenas un burdo programa consumista. Su contenido está tan alejado del suma qamaña, como Evo Morales de lo indígena. Una de sus principales utilidades es la posibilidad de mantener la llama del engaño. Por medio de actos teatralizados, destinadas a la propaganda, el gobierno renueva periódicamente la mentira. Por ahora estamos incluso ante las proximidades de una nueva de estas representaciones, nada menos que en Tihuanacu y con feriado nacional incluido.

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MASISTAS, CANALLADAS Y DELITOS

Omar Qamasa Guzman Boutier

Un equipo gobernante no se encuentra compuesto por personas sueltas, que en su accionar responderían a criterios personales, sino principalmente por un conjunto de personas que comparten inquietudes, proyectos y hasta visiones de la política. En tal sentido, un equipo de esta naturaleza no es sino la cabeza de algún sector de la sociedad que, con más o menos fidelidad comparte las mismas inquietudes. Aunque esta afirmación es cierta en el análisis de las instituciones políticas, es también cierto que no podemos abstraernos de las características específicas que los miembros de aquél equipo de gobiernos manifiestan. Esto quiere decir, en contrapartida, que las características del equipo de gobierno están dadas por las características que sus miembros aportan. Por ello para el sentido común es válida la afirmación que un cuerpo es como es su cabeza y “si la cabeza anda mal, todo ese cuerpo andará mal”.

En el caso nuestro, esta forma de “hacer política” ha estado fundada en la mentira (la más grande se refiere a la Constitución Política del Estado -CPE- aprobada entre cuatro paredes, como resultado de simples negociaciones entre partidos políticos), el engaño (el autosecuestro teatralizado por el “canciller” David Choquehuanca, para justificar la represión policial a los indígenas del TIPNIS, en Chaparina, hace un par de años es uno de ellos) y la prepotencia expresada en el asalto a instituciones indígenas, oficinas de Derechos Humanos, encarcelamiento de opositores políticos y otros. Es cierto también que en medio de este oscuro cuadro que muestra el gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS), hubieron algunas dignas excepciones que simplemente se alejaron de tal situación, como la ex–ministra de Defensa, que renunció al cargo como protesta por la intervención policial a los indígenas del TIPNIS.

Así las cosas, la última canallada del gobierno ha sido representada por el ministro de Salud, Juan Carlos Calvimontes, en la mezquina disputa que el MAS sostiene, entre otros, con el ex–magistrado de Justicia, Gualberto Cusi. Como se recuerda, el gobierno ensaya un juicio a tres miembros del Poder Judicial (entre ellos Cusi) y a Calvimontes no se le ocurrió otra cosa que develar, en conferencia de prensa, la grave enfermedad de Cusi, aquejado por el Sida. Este ministro masista, no únicamente ha mostrado con ello la calidad de gente que conforma su  gobierno, sino además ha cometido un delito (aunque, seguramente, este último aspecto es que el menos preocupa al MAS, ya que el mismo Evo Morales, en el pasado, ha llamado públicamente al menos en tres oportunidades a sus seguidores, a delinquir).

Para el presidente del Senado, el también masista Eusebio Rojas, se trataría en realidad de la voluntad de Calvimontes de informar a la población respecto al estado de salud del ex-magistrado Cusi. La desubicación de tal “honorable” salida en realidad no debe extrañar, ya que en una ocasión este senador del MAS se ha mostrado de acuerdo con que en la policía se aplique la tortura, como método para obtener información de los delincuentes detenidos y más antes aún, había participado activamente en el degollamiento de perros, como forma de “luchar” contra los vende-patrias del oriente boliviano, de los que ahora el MAS es una de sus expresiones políticas (!?).

Por ello, la declaración de Gualberto Cusi, en sentido de que Calvimontes no ha hecho sino cumplir un instructivo de AlvaroGarcia Linera (un matemático no únicamente aficionado a la lectura de temas sociales, sino además, que en el colmo de la ridiculez, contabiliza los libros que dice que “lee”) es altamente creíble. Es también cierta la afirmación de Cusi, con respecto a las declaraciones de Evo Morales que, al día siguiente de la actuación de su ministro de Salud, saliera ante la prensa para expresar la “preocupación” del gobierno por la salud del ex-magistrado. Gualberto Cusi calificó esas declaraciones simplemente como hipócritas.

Otras perlas de la manera en que el MAS hace política acentúan las características que hemos esbozado, de este equipo de gobierno. Entre estas perlas, por ejemplo, está la referida a la farra del gobernador de Chuquisaca (obviamente también masista), Esteban Urquizo, con músicos peruanos, en las mismas oficinas del gobernador. Como no podía ser de otra manera, Morales salió en defensa de su gobernador, aduciendo que las autoridades están en la obligación de atender a sus visitantes.

Así las cosas, uno se pregunta si Bolivia se encuentra en verdad desarrollando o involucionando. Walter Benjamín (un filósofo alemán, muerto por el nazismo en la Segunda Guerra Mundial) ponía en duda el desarrollo de las sociedades, si es que el enfoque únicamente se basa en consideraciones técnicas. ¿De qué sirven el Teleférico, las carreteras de doble vía y demás, si desde el gobierno se da ejemplo de un comportamiento abiertamente delictivo y canallesco? ¿De qué sirve el desarrollo tecnológico si a la sociedad, los gobernantes, le muestran que es mejor desprenderse de toda consideración mínimamente ética o del simple respeto a la ley? Como se entiende y apoyándonos en Benjamín, en la consideración del desarrollo de una sociedad son estos últimos aspectos los que más importan y secundariamente el desarrollo tecnológico. Pero sobre ello reflexionaremos en otra columna.

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CUBA, EEUU Y EL CAPITAL

Omar Qamasa Guzman Boutier

En la histórica decisión del presidente norteamericano, de normalizar las relaciones diplomáticas con Cuba, se encuentran múltiples razones, que van desde motivaciones políticas, geopolíticas, económicas y otras. Esta multiplicidad de justificaciones, por otra parte, ha dado lugar a también muchísimas declaraciones sin sentido; una de estas tonterías, a decir de la red internacional de TV (Telesur), correspondió a Evo Morales, para quien la reanudación de relaciones diplomáticas entre ambos países sería prueba de que Cuba habría doblegado a EEUU. Desde nuestro punto de vista, al contrario, la principal de las motivaciones debe buscársela en el ámbito de la economía.

Si algo nos ha dejado el siglo XX, en teoría económica, es la caída de las propuestas anti-capitalistas, como posibilidad concreta de encauzar la economía bajo cánones post-capitalistas. El ensayo de sustitución del capitalismo que vivió la humanidad, fue conocido como el del “socialismo real”; expresado en los países autodenominados socialistas, con la ex-Unión Soviética a la cabeza. En términos generales, la economía de estos países se ha orientado bajo los mismos moldes  del industrialismo, ensayados en los países capitalistas. A tal punto resultaba notorio ello, que un teórico marxista (aunque de la versión maoísta), Charles Bettelheim, acuñó el término de “burguesía burocrática”, para referirse a los jerarcas del partico comunista de la Unión Soviética.

Así, tanto el modelo de  la industrialización imitada, como la formación de la burguesía burocrática, reprodujeron las mismas contradicciones sociales que las existentes en los países capitalistas. El agravante estaba dado por el clima político interno en esos países, en los que la falta de libertades democráticas, debía correr una cortina de humo para la ahogar las demandas sociales en la represión policial. Sin embargo de ello, las protestas sociales continuaron y junto al franco estancamiento económico-productivo, los Estados del socialismo real terminaron por derrumbarse.

Por otra parte, desde el menos las tres últimas décadas del siglo pasado, el capital alcanzó niveles de desarrollo que rebasaron la clasificación que Lenin hiciera del imperialismo como fase superior del capitalismo. Puede decirse que el capital global representa no únicamente el capital a escala planetaria, sino fundamentalmente estructuras de organización no contempladas en la fase imperialista del capitalismo. Los requerimientos de este capital, por tanto, involucrarán ámbitos no considerados en primera línea, en la fase imperialista. Se trata de los mercados, en el sentido amplio del término y de la “desideologización” de las operaciones económicas (lo que explica, dicho sea de paso, el solapado apoyo que empresas transnacionales prestan al gobierno de Evo Morales).

Estas transformaciones quedaron claras para todos, incluso para el puñado de vividores que, con discursos ideológicos descontextualizados, se hicieron de los gobiernos en los diferentes países de América Latina. Bajo el engaño de estar sembrando el “socialismo” del siglo XXI, países como Venezuela, Ecuador y Bolivia, buscan las mejores plataformas como para atraer al capital global. Esta orientación, en Ecuador y Bolivia, además tiene la particularidad de realizarse a condición de que sus pueblos indígenas sean despojados de su ideología, de sus prácticas económica-productivas y de sus formas de organización socio-política. La importancia de la orientación anti-indígena que representan los gobiernos de ambos países radica en impedir el surgimiento de propuestas no capitalistas que pudieran visualizarse de las prácticas económicas no mercantiles, vigentes en las comunidades indígenas.

Los requerimientos del capital que motivaron el acercamiento entre Cuba y EEUU deben buscarse, pues, en un ámbito en el que el debate económico gira alrededor de los supuestos de la economía capitalista. En el caso de Cuba, entre estos supuestos se encuentran algunos que no tienen carácter económico y que, a lo sumo, pueden ser considerados como “condiciones favorables” para la circulación del capital. Se trata principalmente de condiciones políticas e ideológicas.

Para el capital, el mercado que ofrece Cuba no representa gran cosa. Sin embargo, desde el punto de vista de las condiciones generales, la pequeña isla no dejaba de representar una mancha. Estamos hablando de las condiciones políticas que al menos dificultaban en ese país  grandemente la circulación del capital. Pero, lo más importante, ejemplificaban la manera en que la política “contamina” la economía, es decir ofrece un terreno resbaladizo para el capital global. Si alguna utopía tiene el capital global, es que el juego económico no sea obstaculizado por elemento no económico alguno.

Pretender separar el mundo de la economía, del mundo de la política y del mundo de las ideologías no deja de ser una quimera. Sin embargo, en nuestro continente esta quimera, gracias a gobiernos demagógicos y populistas, está teniendo resultados momentáneos. Mucho más aún, cuando las pocas opciones para formular una alternativa económica no capitalista, son acosadas furiosamente, para intentar desorganizarlas. En nombre del realismo de la política y de los negocios, pues, los Correa, Morales y otros, no hacen sino ofrecer todas las facilidades para el capital global (no importa, claro, que luego de estos ensayos nosotros nos quedemos solamente con territorios contaminados).

Vistas así las cosas, la reanudación de las relaciones diplomáticas entre Cuba y los EEUU responde en primera instancia al capital global. Es cierto también que ante los acercamientos entre varios países europeos y Cuba, EEUU corría el riesgo de tener, a mediano plazo, un vecino conflictivo, pero aliado de los aliados políticos de EEUU. Aquí puede decirse, entonces, que también pesaron razones geopolíticas en la decisión norteamericana. Al contrario, desde la perspectiva cubana, ciertamente pesaron más razones económicas internas. En ambos casos, pero, hablamosde motivaciones que fácilmente se han complementado a los requerimientos del capital global.

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VIOLENCIA INTRAFAMILIAR

Omar Qamasa Guzman Boutier

El fin del poder es reproducirse a sí mismo y ello también es válido para el poder político. Veamos este principio a la luz de la violencia intrafamiliar, en particular en contra de mujeres y niños. En principio digamos que el tema de la violencia intrafamiliar puede presentarse desde diversos ángulos. Es posible enfocarlo desde lo cultural, desde la consideración económica o desde el de la política. En este último caso nos referimos tanto a la función política de los “esfuerzos” estatales por enfrentar esa violencia, como al entrecruzamiento de intereses políticos particulares, partidarios, en ese “esfuerzo”.

La función del Estado en este campo es, claro, la de controlar y revertir los índices de la disfunción social llamada violencia intrafamiliar. En el cumplimiento de ello no únicamente debe considerarse el diseño de políticas públicas, sino los efectos políticos que la lucha contra ese tipo de violencia ocasiona. Esto implica, entonces, considerar también el momento específico de la aplicación de sanciones en contra de la violencia intrafamiliar. Este tiempo específico no únicamente se encuentra determinado por la demanda de la sociedad, sino principalmente por las decisiones del gobierno. A estas últimas consideraciones las llamaremos la administración política de la “lucha” en contra de la violencia intrafamiliar.

Todo lo que pasa por el ámbito del Estado es materia política, escribió en alguna oportunidad Zavaleta Mercado. En este caso, el efectopolítico se refiere a la legitimación social que el Estado adquiere, cuando políticas públicas en contra de la violencia intrafamiliar son eficazmente implementadas; lo contrario, es decir, la ausencia real de estas políticas (anotemos marginalmente, que la simple aprobación de leyes no hacen políticas públicas), puede ocasionar deslegitimación social.

Con todo, la legitimación servirá, ya sea para repuntar (cuando se enfrenta un cuadro de deslegitimación), para desviar la atención pública ante dificultades momentáneas en la administración estatal o para relanzar la presencia de los administradores estatales, es decir de los partidos en función de gobierno.

La legitimación social queda realimentada y este efecto es algo que a los momentáneos administradores del Estado no se les puede pasar desapercibido. En realidad el cálculo político,  partidario, en la administración del control de las disfunciones sociales, ha sido algo que siempre ha estado presente en las prácticas estatales. Diríamos que le es inherente a todo Estado. Por ello no importa que los hombres del poder tengan actuaciones individuales  simplemente grotescas, cuando son descubiertos en el ejercicio de la violencia intrafamiliar. En nuestro país, por ejemplo, hemos visto casos similares, tanto en el pasado como en el presente (y seguramente continuaremos viéndolos en el futuro).  En su momento, Walter Guiteras (hombre fuerte del gobierno del ex–dictador Hugo Banzer), acusado de haber agredido a su esposa, apareció ante los Medios, acompañado por la esposa, dándose besitos a fin de “desmentir” la denuncia. Hoy por hoy, el diputado Calani del gobernante Movimiento al Socialismo (MAS), acusado de la misma forma, no tuvo mejor idea que la de imitar al ex-diputado banzerista, apareciendo también ante los Medios, junto a su esposa, para desmentir la acusación de violencia en contra de la mujer.

No se crea, pero, que sólo los hombres del poder representan aquellas payasadas, ante denuncias de agresión a las mujeres. Las propias mujeres del poder no tienen empacho alguno en formar parte de comparsas semejantes. Como se recuerda, en Santa Cruz, el alcalde PercyFernandez (aliado político del MAS, en esa ciudad), en un acto público tuvo la genial idea de manosear las nalgas de una concejal, sin que la “afectada” hiciera algo para impedirlo. La noticia recorrió el mundo y levantó comentarios, en la prensa japonesa por ejemplo, en sentido de que, seguramente un comportamiento enfermizo como el del alcalde cruceño sería algo cultural en Bolivia.

Más tarde, organizaciones feministas salieron en repudio del comportamiento de Fernandez, ante lo cual la “afectada” no tuvo inconveniente alguno en salir en defensa de su agresor. Fingiéndose ofendida, no por el público manoseo de sus nalgas por parte del alcalde cruceño, sino por las denuncias de las organizaciones feministas, la concejala “afectada” amenazó a dichas organizaciones con iniciarles un juicio, porque con aquellas denuncias estarían afectando su honorabilidad y la de sus hijos (¿!).

Un comportamiento similar, a su turno, tuvieron las mujeres del MAS. A ninguna de ellas (concejalas, parlamentarias y/o ministras) se les ocurrió, al menos protestar ante las constantes faltas de respeto a las mujeres de Evo Morales o de los aliados políticos del MAS. Lo que en las mujeres del poder predomina no es, pues, ni la identificación de género y menos, apego alguno a principios de defensa de las mujeres. Lo que importa, en ellas, es el triste negocio de preservación de sus espacios particulares en las esferas del poder. Un poder cuya lógica se basa en una concepción machista que, como vemos, es defendida por las propias mujeres del poder.

Podríamos pensar que, más allá de los(as) administradores(as) del Estado, la sociedad tendría la posibilidad de al menos influir positivamente sobre ellos para rectificar, aunque sea de manera parcial, este estado de cosas. Sin embargo, gracias a la desinstitucionalización que el MAS impulsa desde el gobierno, las instituciones encargadas de sancionar la violencia en contra de las mujeres, devienen poco menos que en juez y parte en el asunto. Veamos: el ex-comandante de la Policía departamental de Cochabamba, Alberto Suarez, es acusado de golpear a su ex-esposa y ante la consulta de la prensa arguye que se trata de un asunto particular. En un primer momento, este personaje es además defendido por el ministro de gobierno; ocho policías de la UTOP, también en Cochabamba, son denunciados de haber violado a una joven en dependencias de la policía y llevados ante el juez para audiencia pública. A estos ochos uniformados, en la audiencia no se les ocurrió nada mejor que sonreír ante las acusaciones. La lista de casos similares es larga, pero nada de ello le preocupa al gobierno, más interesado ahora en llevar a cabo la mezquindad de, juicio mediante, descabezar las máximas instancias de la administración de justicia, en las que todavía pueda existir uno que otro funcionario no sumiso al MAS.

¿Y cómo se encuentra en todo esto la Defensoría del Pueblo? Bien, gracias. Los ocasionales balbuceos que esta institución atina a lanzarlleva a preguntarse respecto a la utilidad de esta oficina. ¿Qué es la Defensoría del Pueblo? ¿Una ONG encubierta, una oficina burocrática, una repartición en la que, la mayor preocupación de sus funcionarios es la de cumplir con lo mínimo necesario para justificar el sueldo? La señora adjunta del Defensor del Pueblo, “encargada” de temas de la mujer y de la niñez, tiene la iniciativa que apenas alcanza a ofrecer, ocasionalmente, algunas declaraciones vagas a la prensa.

Así las cosas, pues, fie a la tradición altoperuana de los doctorcitos dos caras, la “lucha” contra la violencia intrafamiliar no hace sino reflejar la doble moral del Estado.

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MÉXICO Y LA CRISIS ESTATAL

Omar Qamasa Guzman Boutier

La desaparición de 43 estudiantes normalistas, en el estado de Iguala, en México, refleja un alto grado de crisis que vive el Estado de ese país. Puede decirse que esa desaparición ha puesto al descubierto la responsabilidad estatal en el hecho, así como el agotamiento de un modelo político incubado desde los primeros años del triunfo de la revolución mexicana. Desde la distancia, a nosotros nos interesa pensar en torno a la crisis estatal y eventualmente, intentar alguna comparación con nuestro país.

Comparando dos crisis estatales -la boliviana del 2003 y la mexicana hoy- puede extraerse las diferencias pero también las similitudes. El dato más llamativo, es el surgimiento o disparador (valga la metáfora) para la revelación de la crisis de Estado. En el caso boliviano del 2003, es claro que el asiento para tal hecho fue la sociedad civil, es decir, el ámbito de la externalidad del Estado. En el caso de México, el asiento de la crisis es, sorprendentemente, el propio ámbito estatal. Esta es una diferencia que nos puede remitir a las especificidades de las historias de los Estados; pero también nos puede permitir pensar el surgimiento de la crisis estatal, en marcos distintos, como son los ámbitos de la sociedad civil y el de la sociedad política.

Desde ya, no puede ignorarse la responsabilidad del Estado mexicano en la desaparición de los 43 normalistas. Esta responsabilidad se encuentra en el nivel municipal, en el nivel intermedio (el estado de Iguala) y en el nivel nacional, por medio de la acción (y en algunos casos de inacción cómplice) de funcionarios estatales, encargados de la seguridad interna de su población. A ello se suma la actuación de la Procuraduría General, que se ha caracterizado por  la administración de los resultados de las investigaciones, en función de la conveniencia política del gobierno de turno.

En entrecruzamiento de intereses, entre el crimen organizado y los distintos niveles estatales en México, explica la responsabilidad del Estado en la desaparición de los estudiantes normalistas. Dicho de otra manera; el crimen organizado ha penetrado el ámbito estatal en los diversos niveles, gracias a la lógica pre-existente de un manejo autoritario, corrupto y prebendal, por parte de los diferentes gobiernos en ese país.

La corrupción en el manejo de la administración estatal, pues, es el elemento funcional a las perspectivas del crimen organizado. Una práctica que adquirió dimensiones muy grandes en este caso, debido a la conformación de una clase burocrática general, encargada de la administración pública. La corrupción en realidad ha germinado con el propio cercenamiento de la democracia. El monopartidismo en ese país, con algo más de ocho décadas en el gobierno, ha permitido el surgimiento de todas las condiciones que la lógica de la corrupción requiere, así como la consolidación de una visión del manejo de los asuntos del Estado, como si en realidad fueran asuntos privados.

Así, a la vez, se ha desinstitucionalizado primero la democracia y luego, los diferentes niveles del Estado; el estallido de la crisis actual no es sino, en gran medida consecuencia de este devenir. En tal sentido, por otra parte, también se han reducido ya no digamos los contrapesos institucionales de la democracia, sino simplemente las condiciones de transparencia e información que se espera en la vida de una sociedad democrática. Lo que era llamado democracia (basado en el tonto ritual de la votación de la ciudadanía, cada tanto tiempo), no fue sino la renovación permanente de liderazgos, al interior de un mismo partido, respetando la formalidad mínima. Paralelamente, sin embargo, se fue perdiendo a lo largo de los años, la condición democrática básica, como es la del establecimiento de mediaciones entre Estado y sociedad. Con ello, la distancia entre ambas se incrementó a niveles llamativos, entre otras razones, por el hecho de que la sociedad mexicana no fue capaz de dotarse de otros mecanismos de expresión democrática.

Si el modelo político mexicano se ha agotado, fue porque el respeto a la formalidad, como si éste sólo fuera un barniz, ha debilitado los lazos entre sociedad y Estado, debilitando a su vez a este último, ante la presencia cada vez más creciente del crimen organizado. Se dice, desde cierta teoría política, que la democracia es en lo principal un procedimiento formal y que, sin importar ni el contenido ni la forma del ejercicio democrático, lo que importa es el cuidado de la formalidad democrático. Sin embargo, el caso mexicano nos muestra las consecuencias del camino que únicamente privilegia la formalidad democrática. Ningún procedimiento democrático tiene sentido, si su formalidad no sirve para motivar la participación ciudadana, en los temas de importancia nacional. Sea cual fueran los procedimientos democráticos y los contenidos programáticos que por medio de esos procedimientos se deslizan, lo mínimo necesario como para hablar de democracia es que la sociedad se encuentre informada, a fin de que su participación sea activa. Nada de eso ocurre en un modelo político grandemente monopartidista a lo largo de su historia, corrupto en el manejo de la cosa pública y con  mediaciones estatales democráticas atrofiadas.

La Bolivia de hoy no está muy lejos de las condiciones que posibilitaron que en México germine este cuadro. El gobierno de Evo Morales ha hecho todo lo posible por desinstitucionalizar al país, por medio de la sujeción y el sometimiento político de las principales instituciones del país. Amén de las múltiples denuncias de corrupción y de atropello a los derechos democráticos que llueven sobre los miembros de este gobierno. Los grados de corrupción son tan altos que incluso, en las elecciones anteriores, varios candidatos a parlamentarios del MAS han sido denunciados por sus propios electores, como corruptos, pero ni a los dirigentes masistas y menos a instituciones como el órgano electoral o el Poder Judicial, les ha importado tales denuncias documentadas.

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MAS ALLÁ DE LA VOTACIÓN

Omar Qamasa Guzman Boutier

En nuestra anterior columna señalamos que, pese a la sorprendentemente alta victoria electoral del gobernante Movimiento al Socialismo (MAS) gracias al fraude orquestado por el órgano electoral, podían sacarse algunas conclusiones de las elecciones pasadas. Se trata de conclusiones generales que nos ayudarán en algo, a comprender el panorama político boliviano. En particular, nos facilitará descubrir los lineamientos gruesos que intentan desarrollar los diversos partidos políticos, en el futuro inmediato.

Antes de ello, sin embargo, es conveniente contextualizar el escenario político-social, en el que actuarán los partidos. En ese sentido, veamos lo que subyace en los resultados electorales. En el caso del MAS es llamativo el descenso de su votación en los departamentos de La Paz, Oruro y Potosí, junto al incremento de la votación en el departamento de Santa Cruz, particularmente. Llamativo el descenso en esos tres departamentos, porque se suponía que los mismos constituían algo así como plazas aseguradas por el MAS, de las que  el gobierno esperada un apoyo incondicional. El incremento de la votación en Santa Cruz, en realidad es consecuencia de la cada vez más notoria alianza entre Evo Morales y los sectores reaccionarios de ese departamento, considerados por el gobierno hasta poco menos que la víspera, como la expresión de la anti-patria.

Con todo, este fenómeno cruzado (descenso – incremento de la votación), merece valoraciones diferenciadas. Para el caso de la pérdida de la votación en aquellos tres departamentos podemos hablar de una pérdida política cualitativa. No son únicamente datos estadísticos los que se reflejan en la votación, sino principalmente datos políticos. Al tratarse de departamentos en los que la convocatoria del MAS era incuestionable, el descenso de la misma nos habla pues de la pérdida de la capacidad de convocatoria entre quienes constituían su base política y electoral de confianza. Detrás de esta pérdida, a no dudar, entonces, puede encontrarse la desilusión de estos sectores, para con el gobierno de Morales y la dirección política que toma.

Aunque esta pérdida cualitativa de convocatoria ha sido en partes disimulada, en el contexto general de los resultados, por el incremento de la votación en Santa Cruz, se trata de un incremento que no puede compararse, cualitativamente, con la pérdida sufrida. El incremento, por tanto, debe verse en términos electorales, cuantitativos, antes que en términos políticos y cualitativos. Ha contribuido para este incremento, la masiva prebenda gubernamental en ese departamento que tuvo, derroche de dinero público mediante, su punto alto en una reunión internacional de muy poco beneficio para el país, realizada en Santa Cruz.

La distinción entre una pérdida cualitativa de la votación en una zona y el incremento cuantitativo en otra, permite plantear ya algunos problemas en la convocatoria masista. Luego de la desilusión, principalmente a raíz de la traición a los postulados populares, al partido de Evo Morales le será difícil revertir el estado de desilusión electoral, ya que -insistimos- se trataba de plazas políticamente leales, hasta casi la incondicionalidad con el gobierno. Pero también le será difícil mantener la votación en Santa Cruz ya que, al tratarse de un incremento fuertemente influenciado por la prebenda masiva que el gobierno desplegó en ese departamento, las lealtades político-electorales para con el gobierno son menores. En tal sentido, la posibilidad que esa votación migre hacia otras opciones regionales, es algo que debería estar en el cálculo masista.

Bajo este razonamiento es posible, entonces, entender las primeras declaraciones, luego de las elecciones, de los principales partidos. En este orden, la primera declaración de Evo Morales fue la de invitar a la oposición a sumarse al esfuerzo en “beneficio del país”. Minutos más tarde de esa declaración y a manera de respuesta, desde Santa Cruz, el gobernador Rubén Costas (y uno de los supuestamente más duros opositores al gobierno) declara que ellos serán una oposición responsable. Para cerrar este cuadro, al día siguiente y de manera comedida, Carlos Mesa sugiere que los partidos de oposición (léase UD y PDC) deberían unirse. ¿Cómo entender estas declaraciones?

Para el caso del MAS, la estrategia develaba la predisposición a encontrar puentes de acuerdo con los partidos de oposición, a fin de convertir a éstos en funcionales al gobierno. Que Rubén Costas se hubiera apresurado a aceptar esa posibilidad a título de oposición responsable, nos dice que al menos para esa “oposición”, el sitial de oposición funcional es algo que no se descarta. Frente al silencio del PDC en el tema, la comedida “sugerencia” de Carlos Mesa es, pues, un esfuerzo en condicionar a la oposición no muy de acuerdo con el rol funcional que se le quiere asignar, a la aceptación del mismo. Si al gobierno le interesa una oposición funcional es tanto por el cuadro político nacional que brevemente hemos sintetizado, como por el contexto internacional de crisis que se nos avecina. Sostener, como lo hace el ministro Luis Arce Catacora, que ese contexto internacional no afectará a la economía boliviana, porque ésta se encontraría lo suficientemente blindada para resistir ese impacto, es sencillamente un engaño. Es probable que el impacto sea menor a otros países del área, pero es poco realista sostener que Bolivia no será afectada por la crisis internacional.

Por supuesto que los acuerdos con una oposición “responsable” (o sea funcional al MAS) se moverán dentro de ciertos límites. El límite mayor podría ser el de la reforma constitucional, a fin de posibilitar la re-elección indefinida de Morales (imitando a lo que se discute en Ecuador, con Correa). Pero también marcarán límites, los conflictos específicos, derivados de la lógica política regional en unos casos o en otros, de las iniciativas del gobierno, tendientes a incrementar el sometimiento de la institucionalidad estatal, al Poder Ejecutivo.

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EL MAS Y LA DESINSTITUCIONALIZACIÓN

Omar Qamasa Guzman Boutier

Los últimos ocho años de gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS), han significado una notorio retroceso, en el desarrollo institucional, para el país. La razón de ello se encuentra en la toma de importantes instituciones nacionales, por parte del MAS; destacan entre ellas, la Contraloría General, el Ministerio Público, el Poder Judicial, el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) y el Tribunal Supremo Electoral (TSE). Al haber sido puestas al servicio de mezquinos cálculos políticos del gobierno, estas instituciones se han transformado, a los ojos de la opinión pública, en instituciones de poca confianza.

¿Qué función cumple la Contraloría, por ejemplo, si no es la de hacerse de la vista gorda ante tantísimas denuncias de corrupción, que llueven sobre los principales dirigentes del partido de gobierno? En relación al Ministerio Público y al Poder Judicial en su conjunto, los comentarios sobran; bastaría decir que la actuación deestas instituciones ha puesto al país, en materia judicial, a la cabeza de los países en los que la administración de justicia brilla por su ausencia. A pesar de la gravedad del caso, la incidencia de la desinstitucionalización en estos órganos, tiene efectos distintos a los que se observa en el caso del INE o el TSE.

En efecto; en las primeras tres instituciones, la consecuencia dañina que provoca su sometimiento a los caprichos del Palacio de gobierno, se remiten al funcionamiento cotidiano del poder político central. Digamos que se trata, por ello mismo, de efectos de carácter operativo. Mientras que los efectos que provoca el servicio funcional del INE o el TSE en beneficio del gobierno, tienen un signo (llamémosle) estructural. En teoría al menos, las estadísticas que ofrece el INE, deberían servir, entre otras, para la planificación en todos los niveles territoriales y para el pacto fiscal, en lo principal. Pero, ante los datos cuestionados del censo del 2010 (chacota que más parecía el resultado de algún trabajo práctico de universitarios durante los primeros años de estudio) está claro que aquellas estadísticas no han servido de nada a nadie, porque no han sido datos confiables.

Casi lo mismo sucede en relación a los resultados electorales que presentara el TSE. Si para algo han servido estos datos, ha sido para forzar la conformación de una mayoría de dos tercios en el futuro Poder Legislativo, por parte del MAS. Al final, los resultados del TSE, que otorgan (aquí la sugerencia de conceder algo en beneficio de alguien es del todo válida) al MAS los dos tercios devienen en resultados no creíbles. Qué tan escandaloso ha sido este fraude que incluso a los observadores internacionales no les ha quedado otra que emitir “sugerencias” para que no vuelvan a repetirse los mismos. Claro que estos observadores, en un principio de su labor, hicieron oídos sordos, ante ese burlote dirigido por el TSE llamado “etapa pre-electoral”. A estos observadores no les pareció anormal, por ejemplo, que el órgano electoral asumiera funciones policiales con respecto a la propaganda de los partidos de oposición.

Tampoco emitieron opinión alguna, respecto a un proceso democrático pre-electoral en el que los dos principales candidatos del oficialismo, se negaron a debatir con el resto de los candidatos. Elemento muy importante, porque se supone que aquellos debates sirven grandemente para mejorar la información a la población, por medio de la confrontación de programas, ideas y proyectos.

Pero, lo que seguramente les ha llevado a distanciarse del burlote de “elecciones democráticas” orquestado por el TSE, fue el recuento de votos. Un conteo escandaloso por donde se lo mire, en el que lo menos era la aparición de un mayor número de votantes que los inscritos para el sufragio, en varias de las mesas electorales. Así, a fuerza de irregularidades, aquellanueva representación parlamentaria del oficialismo muestra todos los signos de no reflejar fielmente las preferencias electorales, en el país.

Tanto el proceso pre-electoral como el conteo de votos, en consecuencia, nos presentan un cuadro, en el que el Estado se ve limitado, para ensayar una lectura sobre su sociedad. El punto central no gira en torno al partido ganador de las elecciones, sino a los márgenes (los dos tercios) en los que éste “ganara” las mismas. En la mezquindad del “proyecto” político del cambio, lo importante no es, claro, el fortalecimiento institucional del país o el desarrollo democrático del Estado, sino la administración del capital, como mecanismo para la conformación de una nueva élite depredadora y rapaz, que tiene a los cocaleros del Chapare y a los cooperativistas mineros, como a sus principales exponentes.

En tal sentido, pues, tiene poca importancia el debate, en torno al número de representantes de los partidos políticos, en el futuro parlamento. Tiene poca importancia, debido a que, fraude mediante, se ha distorsionado las preferencias electorales y su conversión en representación parlamentaria. No importa si esta distorsión fue mínima, ya que sirvió para fabricar engañosamente una mayoría de dos tercios del MAS.

Pese a esa grosería, sin embargo, es posible encontrar, aún con los distorsionados resultados electorales proporcionados por el TSE, algunas pistas que nos permiten vislumbrar el comportamiento de los partidos políticos con representación parlamentaria. Ése, sin embargo, será el motivo de otra columna.

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