Opinion

CONAMAQ EN LA MIRA DEL MAS
Punto de Re-flexión
Omar Qamasa Guzman Boutier
Jueves, 19 Diciembre, 2013 - 12:55

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Podría considerarse el asalto a las oficinas del Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyu (CONAMAQ) en la ciudad de La Paz, por parte de adherentes al gobernante Movimiento al Socialismo (MAS), como una más de las muestras de autoritarismo masista, pero el hecho esconde todavía algunas consideraciones que vale la pena recordar. Se entiende que una de las razones para tal asalto, fue la oposición de CONAMAQ a la farsa que la impostura de Evo Morales representa, ante los ojos del mundo indígena boliviano. Sin embargo, al margen de esa evidencia, el asalto revela también las ansias, por parte del gobierno, de cobrarse lo que ellos seguramente consideran, viejas deudas.

En efecto, la crítica del CONAMAQ al MAS y en particular a Evo Morales, viene de lejos. Incluso puede decirse que viene desde la fundación misma del Pacto de Unidad, allá por el 2004. La propia fundación del Pacto supuso, entonces, un esfuerzo para superar las distancias entre la lógica sindical campesinista de Morales y su partido y la lógica comunitaria de los pueblos indígenas. Con todo, estaba claro, cuando fundamos el Pacto de Unidad, que aquél hecho expresaba en ciernes, la posibilidad de la hegemonía de un discurso indígena, en el ámbito rural, en menos cabo del sindicalismo campesino. Lo estaba para nosotros, pero también para los enemigos del movimiento indígena, es decir para Morales y su partido. El motivo radicaba en que, a diferencia de lo que tantísimos investigadores sostienen, movimiento campesino y el movimiento indígena no son sinónimos; al contrario, expresan conformaciones sociales distintas y aún contradictorias.

El problema de fondo para el asalto a la sede de CONAMAQ, entonces, expresa esa vieja certeza y temor masistas. Recordemos que aún antes de las elecciones nacionales de diciembre del 2005, cuando los jerarcas del MAS borraron de un plumazo la lista para parlamentarios que las genuinas organizaciones sociales habían propuesto y las reemplazaron por personas sumisas, sin personalidad y con sólo la virtud de levantar la mano en el parlamento, ante cada orden del Poder Ejecutivo. Así, la oposición del CONAMAQ se hizo más evidente y derivó, en un primer momento, a fines del 2005, en la quema de las banderas del MAS, en la plaza Murillo. Por supuesto que esta oposición continúo y se expresó en las deliberaciones de la Asamblea Constituyente. En esa oportunidad y a pesar del gran despliegue del gobierno, en cuanto a asesores, informantes, ONG’s articuladas en su entorno y  dirigentes sindicales y una que otra autoridad originaria asimiladas por medio de prebendas al MAS, la oposición de los indígenas de tierras altas fue tal que derivó nuevamente en actos públicos. Una segunda queda de las banderas del partido de Morales y la actuación independiente en las principales comisiones de trabajado, dejaron una profunda huella de desprecio en Morales y sus muchachos, porque estaba claro que, efectivamente, no podía corromper a los indígenas de las tierras altas.

La cadena de acciones del CONAMAQ que indispusieron al gobierno, por supuesto, se mantuvo y fue uno de los primeros sectores (concretamente los ayllus de la provincia Bustillos, en el norte de Potosí) en manifestar en las calles su desacuerdo por el denominado “gazonalinazo” decretado por el gobierno de Morales, en diciembre del 2010. Posteriormente se sumó el apoyo a los indígenas de tierras bajas, agrupados en torno a la CIDOB y el enjuiciamiento a Evo Morales y su ministro de Gobierno, Sacha Llorenti, por la represión a la marcha indígena, en Chaparina, en septiembre del 2011. Como se observa, la lista de motivos que tiene el gobierno del MAS, para acallar al CONAMAQ, es larga y se asienta en el propio momento crucial de la presente coyuntura.

Por ello es válido decir que la debilidad del gobierno radica en que ha perdido, desde los momentos fundacionales, el apoyo de los indígenas; sector supuestamente representado por este gobierno. Es una debilidad grande, si recordamos que el primer momento donde decae una hegemonía, es en el momento ideológico. La crítica de CONAMAQ, desde entonces, al gobierno de Morales, supone pues una crítica ideológica principalmente y desnuda la debilidad del MAS: tratar de organizar una estructura estatal, a espaldas del pensamiento indígena, al igual que todos los representantes del colonialismo interno lo hicieron siempre. En este orden, nuevamente queda claro que en lo profundo del anti-indigenismo, Evo Morales es indiferenciable de Sánchez de Lozada, de Banzer o de Manfred Reyes Villa, digamos.

A la vez, pero, la crítica del CONAMAQ al gobierno, ha tenido la virtud de desnudar el carácter falsamente indígena de Evo Morales y su gobierno. La impostura masista, únicamente ha servido para utilizar al movimiento indígena y al propio movimiento campesino, como escalera, en el acceso al poder político. El ensayo liberal del MAS, es tan abierto, que desde muy temprano el movimiento indígena boliviana ha logrado identificarlo y denunciarlo. Con ello, claro,  la postura “indígena” de Morales solamente sirve a uno que otro turista, a uno que otro periodista desinformado y a uno que otro diplomático. Es poco probable que la mentira masista, tenga todavía alguna utilidad en la política interna del país. Es todavía menos probable, que en torno a esa farsa, el actual gobierno pudiera desarrollar una exitosa convocatoria al electorado.

En tal sentido, el asalto a las oficinas del CONAMAQ, por adherentes masistas, huele más a manotazos de ahogado. Efectivamente, es la  desesperación extrema, la que conduce a los “estrategas políticos” del MAS (por llamar de alguna manera a lo que parece un club de oligofrénicos) a pretender revertir el curso de las inclinaciones políticas, en la base misma de la sociedad, particularmente indígena. En el mejor de los casos, puede pensarse que son motivaciones electorales las que han llevado a estos “estrategas” a  ese traspié, pero incluso en este campo, las cosas son algo más complejas. En primer lugar, dado la acumulación histórica en el movimiento indígena, el efecto a corto plazo, es decir el efecto electoral, no podrá expresarse en la votación misma (que es algo de segunda importancia, para el propio MAS). Los plazos, para borrar de un plumazo toda la orientación anti-indígena de Morales y su gobierno, son simplemente muy cortos. Por ello es válido decir que, con esa intervención a la sede del CONAMAQ, a lo sumo le puede interesar al partido de gobierno, a mostrar una careta indígena que -se espera- le podrían proporcionar los masistas asaltantes de la sede. Desde este punto de vista, importaría el símbolo, antes que la efectividad del voto.

Claro que puede también sacarse conclusiones referidas al largo plazo, de este asalto y de la “estrategia” del MAS. Lo que queda incuestionablemente demostrado, es el fracaso del intento liberal, en base a un supuesto indígena en el gobierno. Si algo bueno ha salido de todo este periodo de traición e impostura, es precisamente la demostración histórica del fracaso de tal intento, a pesar del esfuerzo que mestizos y campesinos cocaleros han puesto para desestructurar el pensamiento indígena, desde el gobierno mismo y con el apoyo de los centros económicos de poder mundial.