Opinion

PARO ALTEÑO CONTRA EL ENGAÑO MASISTA
Punto de Re-flexión
Omar Qamasa Guzman Boutier
Jueves, 17 Octubre, 2013 - 10:52

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El paro cívico de la ciudad de El Alto, el pasado martes 15, es significativo por múltiples razones. La más notoria se refiere al hecho que desenmascaró la demagogia del MAS, referente a la “guerra del gas” de octubre del 2003 protagonizada principalmente por la ciudad de El Alto. Una segunda razón, aunque algo más abstracta, nos lleva a pensar por los motivos por los cuales momentos de autodeterminación nacional-popular, devienen en gobiernos autoritarios y anti-democráticos. Finalmente, en lo que nos importa, nos muestra algunas de las actuales características socio-políticas del país.

Está claro que la parafernalia demagógica del gobierno de Evo Morales, llenándose la boca con el sacrificio que hizo la sociedad civil boliviana en octubre del 2003, ha sido desnudada y puesta en evidencia en lo que es: como simples imposturas, de un gobierno impostor, con referencia a los postulados de la “guerra del gas”. Por ello, los reconocimientos del gobierno a esa gesta popular, suenan tan falsos como lo son los recordatorios de tantos periodistas, que hace diez años, satanizaban las protestas populares y minimizaban la cifra de los muertos en aquél acontecimiento.

Albert Camus (al igual que muchos intelectuales críticos) llamó la atención, mediante su ensayo “El hombre rebelde”, respecto a la conformación de procesos anti-populares, precisamente luego de exitosos movimientos rebeldes de la sociedad civil, en distintos países. Así ocurrió en la Rusia de principios del siglo XX, en el proceso de la revolución china, en la Cuba de la década de 1960 y así ocurre en nuestro continente en la actualidad. Es un tema complejo y de suma importancia, pero que no lo abordaremos en esta oportunidad; simplemente nos interesa recordar la conversión de procesos populares exitosos en sistemas de gobiernos anti-democráticos y anti-populares. Nuestro interés, dijimos, gira en torno a las implicaciones socio-políticas del paro alteño.

El primer dato de ese paro nos dice que, al final, la demagogia masista no ha logrado engatusar a la población de El Alto. Los intentos del gobierno, de adormecer el sentido crítico de aquella población mediante prebendas (es decir construcción de campos deportivos, principalmente), sencillamente no ha tenido éxito. El valor simbólico de paro que comentamos destaca precisamente en este campo; una medida de protesta exactamente a diez años de las protestas populares que obligaron al gobierno de entonces a huir del país. Poco importan las demandas planteadas en el paro cívico de El Alto, porque su riqueza simbólica rebasa la menuda disputa por migajas políticas, a la que la traición del MAS pretende llevar a la sociedad boliviana. El dato de fondo, es que hubo una protesta cuando la impostura, desde el Palacio de gobierno, se aprestaba a llenarse la boca recordando los diez años de la “guerra del gas”.

En segundo lugar y ligado a lo anterior, está claro que la simbología de este paro se acrecienta debido al valor moral que supone que la ciudad, cuya población fue la que mostrara mayor sacrificio en octubre del 2003, protagonice una medida de protesta cuando se recuerda precisamente la gesta de hace diez años. Poco importa que la muy modesta capacidad intelectual, de la que se ufanan los personeros del gobierno, no les permita entender a cabalidad el valor moral del paro alteño, porque, en definitiva, se ratifica aquello de que la historia antes que los gobiernos, la hacen los pueblos.

Así las cosas, tenemos que la sociedad civil boliviana se está recomponiendo. El bloque inicial entre clases subalternas y gobierno del MAS se ha quebrado, con lo que el propio perfil socio-político del país está cambiando.

Mientras en octubre del 2003 estábamos en la antesala de un gobierno de traidores e impostores, ahora nos encontramos en la fase del desengaño. En tal sentido, la Bolivia actual ciertamente no es la Bolivia de hace una década. En esta sociedad hubo una experiencia histórica que, finalmente, está develando el carácter engañoso del gobierno de Evo Morales. Las limitaciones de los alcances que tienen la prebenda y la demagogia gubernamental, así como la recomposición de la sociedad civil boliviana son elementos que se nos presentan, por tanto, gracias al paro cívico que comentamos.

Todo ello nos lleva a la conclusión de que el proyecto masista (es decir, el proyecto de la impostura, el engaño y el autoritarismo) ha abortado. Por supuesto, estamos en la fase inicial de tal hecho, pero gracias a la acumulación subjetiva, o sea a la experiencia asimilada del significado del actual gobierno, puede decirse que se trata de un proceso irreversible. En otras palabras, el MAS, ni mediante la prebenda, el matonaje, el engaño y la corrupción de algunas instancias sindicales, podrá ya encubrir su carácter anti-popular, de franca traición a los postulados de la guerra del gas.

En segundo término, el hecho también nos habla de la vacancia que se abre en la sociedad, para el diseño de un proyecto nacional-popular. Es que la sociedad se ha movido, desde el 2003 hasta el presente y los consensos que antes fueron posibles, ahora, precisamente gracias a esa mediación que llamamos “acumulación histórica”, ya no lo son en los términos que el gobierno masista pretende. Esta situación nos señala que el contenido -más simbólico que substancial- del actual procese comienza a ser rebasado por la sociedad civil, que nuevamente se pone en movimiento. Abre, este fenómeno sociológico, entonces las puertas para que una vez más, esta sociedad civil discuta y se esfuerza en procura de diseñar un proyecto en términos nacionales y populares.