Opinion

2013, AÑO SÓLO DE ESCARAMUZAS
Punto de Re-flexión
Omar Qamasa Guzman Boutier
Jueves, 26 Diciembre, 2013 - 13:01

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La moda en el ámbito de las ciencias sociales, desde fines del siglo pasado, ha relegado la importancia del análisis estructural en comparación a los relatos cortos, al análisis focalizado en la especificidad de los hechos sociales. Sin entrar a la discusión entre los grandes relatos estructurales y los pequeños relatos, vamos a iniciar esta columna, sin embargo, privilegiando la importancia de los primeros, a fin de entender, en parte, el significado de los segundos. En tal sentido, diremos que un punto de referencia para vislumbrar las estructuras subyacentes en lo que hoy por hoy vivimos, se encuentra en el año 2006; sintetizando anotemos que aquél entonces la crisis societal boliviana ha tendido, en base al gobierno del MAS, una resolución reaccionaria, enmarcada en los principios de la organización política liberal y de la economía orientada por el capital. Lo que posteriormente hemos vivido, no fueron sino los caminos por los cuales Evo Morales y los suyos han llevado este proyecto reaccionario a la práctica.

Por supuesto que cada uno de los siete años ha tenido su particularidad y en ese orden, en el 2013 pueden destacarse algunas particularidades. Insistamos, sin embargo, en el hecho que en todo este tiempo ha primado la tendencia central impuesta el 2006. Lo que hemos llamado “traición” a las demandas populares surgidas durante la crisis societal, por parte del gobierno de Evo Morales, fueron las manifestaciones concretas que develaron el carácter falsamente popular e indígena de este gobierno. La función positiva de estas inevitables (teniendo en cuenta el contenido programático liberal del MAS) “traiciones”, ha sido el develar la impostura y la farsa de Morales y sus muchachos, ante los sectores populares en particular. Así, entonces, podemos sacar ahora una primera conclusión general, estructural -si se quiere- de este período: 2013 ha remarcado el contenido reaccionario de la reforma liberal ensayada en Bolivia desde el 2006, desgastando rápidamente la convocatoria social nacional masista.

Sorprendente, si recordamos que hace solamente cuatro años la convocatoria electoral del MAS había posibilitado una mayoría parlamentaria por algo más que dos tercios. Felizmente para el país, tanto las “traiciones” masistas, como sus propias torpezas en el ejercicio gubernamental, han resquebrajado aquella fortaleza. Entre las torpezas, podemos citar todas aquellas que llevaron a Evo Morales, cual Mariano Melgarejo, a desdeñar la opinión de todos los sectores sociales, ejerciendo un manejo autoritario del poder. Amén de los varios llamados de Morales a delinquir o de la cobardía de escudarse en sus propias mentiras, como en el caso de la represión a los indígenas de Chaparina, el 2011. Con todo, si bien estos tropiezos han llevado a mermar la fortaleza de la convocatoria social del MAS, no han supuesto su derrumbe; alcanzaron a lo sumo a formar parte de escaramuzas.

Ni siquiera las propias torpezas de los partidos de oposición han servido para frenar aquella merma. Entre las principales torpezas de estos partidos debe citarse la referida a Juan del Granado, candidato presidencial en las elecciones próximas, por el Movimiento sin Miedo (MSM). Aquella declaración suya de reabrir el debate en torno a la capitalía y su desmentido a los pocos días, ha mostrado a Juan del Granado y su partido en cuerpo entero comoolañetistas, doctorcitos dos caras, de la actualidad. Se entiende que semejante torpeza ha supuesto, en verdad, un error electoral estratégico para el MSM y puede decirse, más allá de los resultados electorales de fines del 2014, que ese error ha mermado su capacidad de convocatoria electoral en un margen entre el 5 al 10%.

Junto a las escaramuzas y torpezas, pero, también vale la pena recordar algunos golpes de suerte para el gobierno. El principal de ellos fue la detención injustificada del avión presidencial, en Europa, por el lapso de algunas horas. El hecho sirvió para que García Linera y todos los ministros, aparecieran ante los medios de comunicación para, en el colmo del delirio y el extravío, afirmar a voz en cuello que en Europa se ha secuestrado a un presidente indígena (¿!).

La parafernalia incluso pretendía de pronto colocar a Morales en el sitial de “líder” mundial (la ausencia de este supuesto “líder” en los sepelios de Nelson Mandela, a principios de diciembre,ha mostrado cuan poco serio se toma en el exterior a la comparsa que gobierna Bolivia). De tal manera, pues, que incluso este golpe de suerte no ha servido para reavivar el barniz de popularidad del gobierno.

Por ello, hechos que pudieran considerarse positivos, por parte del gobierno, han pasado a segundo orden, ante la percepción de la ciudadanía. Entre ellos la planta de YPFB en Campo Grande, de gran impacto en la industria hidrocarburífera nacional y -con mucha menor importancia económica, claro- la puesta en órbita de un satélite de comunicaciones del país. Fueron hechos positivos que, sin embargo, no han tenido el impacto en la apreciación del electorado nacional que esperaban los dirigentes masistas, lo que quiere decir que no tuvieron impacto en la coyuntura política inmediata.

Lo mismo puede decirse de los partidos de oposición. Lo que en el pasado podría haberse considerado como algo políticamente muy positivo (la organización de un Frente Amplio), ha tenido poco impacto, incluso en los sectores sociales descontentos con el gobierno. Sin entrar al esfuerzo para descifrar lo que un Frente semejante quiere significar realmente de cara a las elecciones próximas, lo cierto es que, al margen de una que otra entrevista a sus impulsores en los Medios, el hecho no ha dejado de ser un evento superestructural, sin asidero en el comportamiento político de la sociedad. Dicho de otra manera, la iniciativa es, en alguna medida, una acción de espaldas a la realidad.

Por todo ello pueden extraerse algunas proyecciones para el año 2014. Una de ellas será la dispersión del voto, entre los diversos candidatos. Puede adelantarse que el país no vivirá una polarización electoral y tampoco una concentración del voto, como en las elecciones del 2009. En consecuencia (esta es la segunda proyección) y sin importar los resultados electorales, estaremos ante liderazgos políticos débiles. Ampliando este razonamiento, digamos que en torno a esta debilidad, no únicamente estaremos ante liderazgos políticos debilitados, sino también ante partidos políticos débiles, ante un Sistema de Partidos débil y en definitiva, ante los primeros inequívocos signos de la (reiterada) debilidad del propio Sistema político boliviano.