“Pedagogía de la Autonomía” es el penúltimo de 38 libros que Paulo Reglus Neves Freire*, publicó en 1996, un año antes de su muerte.
Como él mismo lo apunta, en “Pedagogía de la Autonomía”, Freire aborda la cuestión de la formación docente; enumera una serie de saberes que los educadores y educadoras deben aprender y practicar si es que quieren ser profesoras y profesores de la esperanza, del optimismo, de la transformación permanente y NO profesoras y profesores fatalistas, que clase tras clase, intentan convencer a sus alumnos y alumnas que nada pueden hacer en contra de la realidad social política y económica y que no queda otra opción que adaptarse a esa realidad que no puede ser alterada.
En ese sentido, “Pedagogía de la Autonomía” es un NO rotundo a esa ideología que nos humilla como gente, ideología que desde la educación, quiere convencernos que todos los males que aquejan al mundo son naturales y como tales: supremos, invencibles e inmodificables.
En respuesta a esa ideología; Freire nos muestra y nos demuestra que enseñar no es un proceso de transferir conocimiento de la cabeza del maestro que lo sabe todo a la cabeza del alumno que no sabe nada y que más bien ENSEÑAR es un proceso de creación de las posibilidades para la producción y construcción de conocimientos, partiendo de los conocimientos que ya tienen los educandos; “todos nosotros sabemos algo, todos nosotros ignoramos algo, por eso aprendemos siempre” asegura Freire para demostrar que quien enseña aprende y quien aprende enseñaa la vez.
En estos tiempos en que nuestro país vive un “proceso de cambio” y a 17 años de la muerte de uno de los más brillantes educadores latinoamericanos; sus ideas cobran actualidad y se convierten en necesarias fuentes de consulta, especialmente para los profesores que a iniciativa del Ministerio de Educación cursan el Programa de Formación Complementaria (PROFOCOM) y para los que en las Escuelas Superiores de Formación de Profesores forman a los futuros profesores y profesoras; por lo que a continuación me permito (con el permiso del Profesor Paulo) enumerar algunas de sus recomendaciones:
Enseñar exige rigor metódico
“Solo quien piensa acertadamente puede enseñar a pensar del mismo modo” dice Freire y para “Pensar acertadamente” el profesor (según Freire) requiere hacerlo a través de métodos y técnicas que le permitan de manera más acertada acercarse a los objetos en estudio; ese rigor metódico del que habla Freire es el que llevará a los educadores y educandos a una permanente investigación para producir y construir los nuevos conocimientos que reforzarán los ya existentes.
Enseñar exige investigación
Sencillamente dice Freire “No hay enseñanza sin investigación ni investigación sin enseñanza”; investigo para buscar nuevos conocimientos y para comprobar los conocimientos ya existentes; investigo para conocer lo que aún no conozco; investigo para enseñar.
Enseñar exige respeto a los saberes de los educandos
El profesor no debe olvidar que los estudiantes llegan a la escuela con conocimientos y saberes adquiridos en la práctica diaria; no debe olvidar también que tiene la obligación de respetar esos conocimientos y a partir de ellos ejercer su práctica docente; no debe olvidar también que sus alumnos al provenir de un determinado barrio o comunidad están afectados por ciertas problemáticas como la falta de agua potable y alcantarillado, el desempleo, la desnutrición y otros, problemáticas que necesariamente deberán ser debatidas y discutidas en la clase.
Enseñar exige Crítica
El tránsito de la ingenuidad a la crítica, no se da de manera automática y aquí juega un papel importantísimo el maestro, quien de manera organizada deberá promover en sus alumnos la curiosidad crítica para que puedan defenderse de irracionalismos como es el caso de la tecnología para no divinizarla o satanizarla; sino, escudriñarla de forma crítica, siempre poniendo como objetivo el bienestar del ser humano.
Enseñar exige estética y ética
Al ser la educación un ejercicio fundamentalmente humano, tiene que ser en sí, un testimonio de decencia de pureza y belleza; esa condición humana de la educación la convierte en una acción eminente y permanentemente transformadora; “solo somos porque estamos siendo” dice Freire para refutar la ideología que quiere hacernos creer que no es posible el cambio y que no queda otra que hacer de la educación un proceso de puro adiestramiento técnico para adaptar a los educandos a la dictadura del mercado.
Enseñar exige la corporificación de las palabras en el ejemplo
“No existe el pensar acertado fuera de una práctica testimonial que lo refuerza en lugar de desdecirlo” sentencia Freire cuando habla de una de las cualidades que debe tener el profesor que tiene que hacer en la práctica lo que en la teoría enseña. “Pensar acertadamente es hacer acertadamente” y no como los fariseos que ordenaban “haga lo que mando y no que hago”.
Enseñar exige reflexión crítica sobre la práctica
Para que la Educación cumpla su rol de formadora de una conciencia crítica, debe en la práctica desempeñar un papel decisivo en la formación de la “Rabia Justa”, el maestro o la maestra consciente de este rol, debe actuar como Cristo contra los fariseos en el templo, reflexionando críticamente y formando explícitamente es “Rabia Justa” que protesta contra las injusticias, contra la deslealtad, contra el desamor, contra la explotación y contra la violencia sin caer (pero) en la tentación de convertir a esa “Rabia Justa” en odio, apunta Paulo Freire.
Enseñar exige el reconocimiento y la asunción de la identidad cultural
Uno ni se imagina, como un solo gesto del profesor para con sus alumnos tiene tanta influencia en la formación de ellos y esos gestos no siempre se dan en la clase sino en otros espacios como el recreo en el campo de juego, en el paseo, en la plaza y esos gestos cuya fuerza formadora o deformadora no solo pueden venir de parte del profesor, sino también de parte de las autoridades de la ciudad o del país; “como exigir de los niños un mínimo de respeto a los pupitres de la escuela, si el poder público demuestra absoluta desconsideración con la cosa pública” grafica Freire al afirmar que en esos gestos también hay una pedagogía de la cual también se aprende.
Enseñar exige conciencia del inacabamiento
Con esto Freire quiere decirnos que nada es permanente, excepto el cambio, que nada está definitivamente acabado, terminado, concluido; sino todo lo contrario, “donde hay vida, hay inacabamiento, pero solo entre los hombres y las mujeres ese inacabamiento se volvió consciente” explica el profesor Freire; entonces si los educandos no son conscientes de este inacabamiento, toca al profesor o a la profesora hacerles alcanzar dicha consciencia; ya que conscientes de ese inacabamiento de las cosas, decidirán intervenir para superarlas.
Enseñar exige el reconocimiento de ser condicionado
Los seres humanos somos seres inacabados y condicionados; inacabados porque si no lo fuéramos no seríamos educables, no aprenderíamos cada día algo y condicionados, porque cada uno de nosotros nacemos condicionados por las condiciones materiales, políticas, sociales, económicas, culturales e ideológicas en la que nos encontramos; conscientes de esas condicionantes las entendemos solo como obstáculos que no son eternos, que no son inmutables y que como tales son superables. Ese saberse condicionado es muy distinto a saberse determinado; el profesor o la profesora que enseña a sus alumnos a tener conciencia de su condicionamiento y le ayuda a superarlo, es un profesor o profesora muy distinto o distinta de aquella que enseña a sus alumnos que las cosas son como son y que nada puede hacer para cambiarlas.
Enseñar exige respeto a la autonomía del ser del educando
Todos nacemos autónomos por lo que el respeto a la autonomía y a la dignidad de cada uno, es un imperativo ético y no un favor que podemos concedernos unos a otros, de manera que quien actúa como machista, racista o clasista, debe considerarse como transgresor de la naturaleza humana. Al respecto Paulo Freire dice que “nadie es, si se prohíbe que otros sean”
Enseñar exige buen juicio
El buen juicio tiene que ayudarme a rechazar por ejemplo los formalismos en la entrega de los trabajos prácticos, rechazando los que están fuera de plazo o los que no están hechos a computadora, con carátula y colores; mi buen juicio también tiene que ayudarme a desechar por hipócrita mi postura de imponer mi voluntad arrogante al educando y luego hablarles de democracia y libertad; de la misma forma mi buen juicio debe orientarme para que al hablar de la pobreza les haga saber que esta señora no es una fatalidad del destino, contra la que no podemos hacer nada sino esperar pacientemente a que cambie esa realidad.
Enseñar exige alegría y esperanza
La alegría y la esperanza forman parte de la naturaleza humana y entre ellas y la actividad educativa hay estrecha relación; si no hubiera esperanza no habría historia, sería puro determinismo; son las contradicciones las que mueven la rueda de la historia y si un profesor o una profesora enseña a sus alumnos que el futuro es inexorable y que no hay porque problematizarse, está negando la historia y a sus alumnos les está matando la esperanza y borrando de sus labios la alegría por un mañana mejor.
Enseñar exige la convicción de que el cambio es posible
“El mundo no es, el mundo está siendo” escribe Freire para demostrarnos que cada segundo que pasa el mundo no es el mismo y que por tanto nosotros los seres humanos conscientes de ese permanente cambio debemos intervenir para dirigirlo. Sin embargo como seres dotados de razón, no estamos en condiciones de intervenir en ese proceso de manera neutral; es esta la razón (dice Freire) por lo que la educación no es neutral y es más bien una acción eminentemente política y es eminentemente política porque ayuda a los educandos a tomar decisiones, decisiones que pueden ser para provocar cambios favorables a las mayorías o para mantener el statuo quo de ellas.
Enseñar exige compromiso
No puedo ser maestro para enseñar a mis alumnos que la educación es neutra, que yo solo enseño contenidos y que no me meto en los problemas del mundo. Si soy maestro tengo que mostrarme a mis alumnos como soy, como pienso, cuáles son mis preocupaciones y cual mi opción política; debo además revelar a mis alumnos mi capacidad de analizar, de comparar, de evaluar, de decidir, de hacer justicia; mostrando coherencia entre lo que digo y entre lo que hago; por lo tanto no puedo ser profesor “en favor de quienquiera y en contra de no importa quién”.
Enseñar exige una toma consciente de decisiones
Para tomar decisiones uno requiere previamente estar informado y esa toma de decisiones supone para el que la toma optar entre varias posibilidades. Ese hecho le quita a la educación la neutralidad que algunos quieren asignarle y la convierte en un acto político, entendiendo lo político como el arte de tomar decisiones. En este punto Freire demuestra porque la educación no puede ser neutra; “para que la educación fuera neutral todos tendríamos que estar de acuerdo por ejemplo en que el hambre y la miseria aquí y fuera de aquí es una fatalidad de fin de siglo y tendríamos que estar de acuerdo por unanimidad en la forma de superarlos; para que la educación no fuera una forma política de intervención en el mundo sería indispensable que el mundo en que ella se diera no fuera humano” dice Freire en clara alusión a que eso es imposible, pues desde el momento en que los seres humanos tenemos una cabeza para pensar pensamos diferente a otros y eso es bueno.
Enseñar exige saber escuchar
La naturaleza es sabia, nos ha dado dos oídos y solo una boca, posiblemente para que hablemos menos y escuchemos más o simplemente para que antes de hablar escuchemos; en este sentido y aplicado al proceso educativo, Freire nos dice que “quien tiene algo que decir tiene igualmente el derecho y el deber de decirlo; sin embargo es preciso que, quien tiene algo que decir, sepa que no es el único que tiene algo que decir y que sin escuchar lo que otros tienen que decir se agota su capacidad de decir por mucho haber dicho sin nada o casi nada haber escuchado”. Con esto el profesor Freire nos quiere decir que en el proceso enseñanza-aprendizaje el profesor debe necesariamente escuchar si es que quiere retroalimentarse y mejorar sus conocimientos para enseñar mejor.
Enseñar exige reconocer que la educación es ideológica
Al ser la Ideología un sistema de criterios e ideas políticos, jurídicos, morales, estéticos, religiosos y filosóficos, expresan los intereses vitales de una clase; en ese sentido la educación diseñada y administrada por la clase dominante supone la reproducción a través de ella de sus intereses en contra de los intereses de la clase dominada; Paulo Freire al decir que el profesor para enseñar debe primeramente reconocer esta calidad ideológica de la educación nos está diciendo que si no la reconocemos estaríamos siendo peones gratuitos a favor de la ideología dominante que lo único que le interesa es que nos volvamos insensibles a los problemas cotidianos de la gente como el desempleo, la miseria, el analfabetismo etc,; no hagamos nada para enfrentarlos y superarlos y que más bien nos convirtamos en consumidores del mercado, máxima expresión de la maldad neoliberal.
*Educador y filósofo brasileño, nacido el 19 de septiembre de 1921 en Recife y fallecido en Sao Paulo el 2 de mayo de 1997 a los 75 años