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Disculpen que en el momento
me traslade hasta el pasado
y venga de allá cargado
de una historia ocurrida;
cosas que tiene la vida,
que contaré al momento,
si mi frágil sentimiento
me sostiene sin lagrimear;
conocerán por mi cuento,
como un hombre
se llegó a suicidar.
Sesenta o setenta años pasan,
cuando rodeados de mucha gente
una pareja sonriente
compartía su destino,
sin pensar que en el camino
una tormenta fatal
los habría de separar
total y definitivamente
porque el Señor Presidente
ordenó, por la patria ir a luchar.
Pidiendo a Dios lo proteja
marchó el recluta valiente,
besó a su esposa en la frente
con ternura de marido,
entonces pensó en su hijo
que muy pronto iba a nacer,
decidido y sin querer,
con esfuerzo sobrehumano
levantó a todos la mano
y al Chaco se dirigió.
Ya en la contienda el soldado,
por algo que no sabía,
luchó de noche y de día,
sin esperar recompensa
más que el de volver
al lado de su mujer
a quien siempre le escribía
hasta aquel ingrato día
en que con gran valentía
cayó el hombre prisionero.
Paso el tiempo y aquellos
que a la guerra sobrevivieron
a sus hogares volvieron,
en tanto allá el prisionero
casi con juicio certero,
imaginaba a su esposa
pensando las peores cosas
que pudieron haberle ocurrido.
Como el no regresaba
imaginaron su muerte,
la esposa probó su suerte
casándose nuevamente,
sin pensar que de repente
el señor excombatiente
con mil traumas en la mente
a su lado volvería.
Y por culpa de la guerra
cuando el volvió a su tierra
a su mujer la encontró
casada ya nuevamente;
el hombre desesperado
sintiéndose desgraciado
un arma tomó en la mano
y… se suicidó.
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