Cara o Cruz

El brutalismo de Evo Morales

Raúl Peñaranda U.
Me uno al debate iniciado por Carlos Mesa sobre el “engendro” que Evo Morales ha ordenado construir a las espaldas del Palacio de Gobierno, un mamotreto de 28 pisos y 250 millones de bolivianos de costo. A las pocas cuadras, el Legislativo también tendrá una nueva sede, otro armatroste de pésimo gusto y extraordinario precio, en ese caso de 500 millones de bolivianos.

En enero de 2014 escribí la columna “El nuevo Pa­la­cio de Evo”, en la que me sumé al pedido de Agustín Echalar de salvar la casona colonial que estaba en el lugar y evitar la construcción del adefesio de marras. Otras notas de prensa, y otras columnas de Echalar fueron publicadas posteriormente al respecto, algunas de ellas tomando como base los análisis del arquitecto Juan Carlos Calderón, quien advertía sobre el daño urbanístico que estaba a punto de cometerse.

Finalmente, la columna de Mesa sí logró por lo menos una reacción de las autoridades, que se habían negado antes a darla, mediante el vicepresidente Álvaro García Linera, que hizo una declaración llena de su habitual fraseología. Mesa, con precisión de cirujano, demostró la falta de conocimiento e información de García Linera sobre el tema. Es lamentable que este debate se dé recién ahora cuando ya no hay nada que hacer al respecto.

A todo lo dicho por Mesa en su respuesta al Vicepresidente queda algo que agregar: el diseño de los dos edificios, en realidad, responde al estilo “brutalista”, que estuvo vigente entre los años 50 y 70 y que dio origen a feas y enormes construcciones basadas en “cemento bruto”, de donde viene el nombre de esta tendencia arquitectónica. En varias ciudades de EEUU y Europa los edificios más antiestéticos suelen ser de ese estilo, tanto que motivó a que vecinos y especialistas hicieran campañas para demolerlos.

Existen varias razones por la que esta construcción no tenía chance de ser estética: primero, la errada idea general, que se basaba en hacer un edificio muy alto, que simbólicamente dejara al Palacio actual empequeñecido. Ello también obligaba a las autoridades a hacer un gran edificio en una zona de casas por lo general bajas y calles angostas, lo que agrava el contraste y enfatiza la desproporción. Segundo, porque al buscar un estilo que no tuviera nada que ver con el pasado boliviano republicano o colonial, se terminó haciendo un bloque sin estética ninguna. Obviamente, el edificio de marras no hace honor a ninguna raíz indígena boliviana. Tercero, por la rapidez con la que se aceptó el diseño ganador. Para el Gobierno era crucial empezar la obra a como diera lugar, obsesionado con “dejar su huella” como ha dicho el Vicepresidente. Y al hacer las cosas sin reflexionar, terminaron aprobando esa cosa. Finalmente, en el Gobierno nacional (y en general en nuestras autoridades municipales) no existe un sentido de estética ni de sensibilidad artística. Lo demuestra el horrible edificio que alberga el mercado Lanza al lado de la hermosa iglesia de San Francisco y que fue aprobado durante la gestión del exalcalde Juan del Granado. Entre paréntesis, ese mercado también es de estilo brutalista.

 

Es verdad que en el pasado, sectores que detentaban el poder deseaban imponer una nueva simbología mediante la destrucción de edificaciones anteriores. Claramente lo hicieron los españoles, encima de templos mayas, aztecas o incas, o los liberales en Bolivia a principios del Siglo XX, que decidieron derribar por ejemplo la modesta pero bella iglesia jesuita del Loreto para construir el actual Palacio Legislativo. Fueron errores y horrores cometidos contra la herencia cultural anterior. Y cuando pensábamos que ello nunca más sucedería, porque suponíamos que los políticos evolucionan hacia ideas de tolerancia, de respeto, de reconocimiento del pasado, etc., llega la megalomanía de un régimen incapaz de reflexionar con sensatez y escoge el brutalismo para dañar para siempre el espíritu de una ciudad.

Raúl Peñaranda U. es periodista. / Twitter: RaulPenaranda1
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Cusi, Eduardo Rodríguez y la elección de jueces

Raúl Peñaranda U.
Uno de los temas que la carta, recientemente firmada por líderes políticos opositores, planteó se refiere a que una comisión pluralista e idónea haga una preselección de los candidatos a los diferentes tribunales judiciales del país. El Vicepresidente, que cometió el error de desafiarlos a debatir luego de eso para después recular, rechazó ese planteamiento, con su grandilocuencia acostumbrada, y dijo que los opositores demuestran "hipocresía” porque cuando eran parte de la justicia "se cuoteaban” los cargos y se generaba una "dictadura” por la designación de éstos.
Pero la propuesta de los líderes opositores es valiosa. Es así como se logró en Bolivia tener a los “notables” a cargo de anteriores cortes electorales, lo que eliminó el fraude, y un método similar sirvió para que personalidades como Eduardo Rodríguez fuera elegido como presidente de la Corte Suprema y Ana María Romero como Defensora del Pueblo. El método permitía que se generen consensos entre grupos antagónicos para tener a las mejores personas en cargos claves. Una vez que esos candidatos tenían una cuasi certeza de que serían electos, aceptaban competir. Los mejores candidatos no van a ir, ellos solos, con su prestigio y su reconocimiento, a hacer una cola de tres horas para presentar sus papeles a soñolientos secretarios de no sé qué comisión del Legislativo. Para luego ser “calificados” por parlamentarios mediocres y rechazadas sus postulaciones por el plenario por no tener respaldo masista.
Ahora García Linera dice que en el pasado los cargos eran “cuoteados”, pero reconoce en su fuero interno que los “notables” de la Corte Electoral, así como Rodríguez o Romero, hicieron un gran aporte al país. Pero ese aporte ya no conviene a sus actuales intereses. Ahora los aportes tienen que ser hechos al MAS, a él mismo y al deseo indisimulado del presidente Evo Morales de ser reelegido indefinidamente. Ese deseo surge de dos cosas: el miedo a lo que vendrá cuando su Gobierno termine y el placer de seguir disfrutando de las mieles del poder.
La propuesta opositora era adecuada porque, así, una comisión razonable de personalidades de diversas tendencias y provenientes de las universidades, fuerzas políticas y otras entidades podría haber elevado una lista con los mejores candidatos. Esos candidatos tendrían que haber cumplido con algunos requisitos, entre los más obvios ser demostradamente competentes y, por otra parte, tener una independencia reconocida. Son los mejores. Cuando el lector lee estas líneas tiene en su mente varios de esos nombres.
Como el régimen lo que menos quiere es tener gente competente e independiente como altos magistrados, entonces rechaza la idea. El Vicepresidente sabe que esos mejores candidatos, como ya hemos dicho, no postularán.
Con todo, el Gobierno tiene un control, en dos etapas, del proceso de elección de jueces. Primero, el filtro del oficialismo a los precandidatos en la Asamblea. Segundo, la manipulación del voto en áreas rurales (el voto nulo y blanco volverá a ganar, ¿pero a quién le importa?) hará que ciertos candidatos ganen. En este proceso, sin embargo, es posible que surjan algunos “Cusis”, es decir abogados que habiendo pasado los controles del oficialismo muestren luego autonomía. En ese caso, el Gobierno hará uso de su segunda posibilidad: aplicar la mayoría congresal para destituirlos, como lo ha hecho con Cusi y dos de sus colegas, defenestrados los tres por el Legislativo. Para ello se necesita tener más magistrados de recambio, incluidos los suplentes, y ello explica también por qué el MAS autorizó aumentar de siete a nueve los integrantes del Tribunal Constitucional.
Como decimos, tener a la justicia controlada sirve para un objetivo central, que es autorizar la futura candidatura de Morales. Para eso es necesario tener al Tribunal Constitucional agarrado del cuello. Pero también es importante que el resto de los jueces sigan siendo dominados por el oficialismo, y de allí la importancia de someter al Consejo de la Judicatura. Esos jueces son los que podrían, al estilo de Brasil, encarcelar a los verdaderos responsables de los hechos de corrupción, no a los choferes y a las secretarias. Finalmente, los fiscales están también en el bolsillo al ser el Fiscal General un alfil (podría haber dicho peón) del Gobierno.
Con todo esto, ya no se pueden tener dudas de que Morales será candidato otra vez. / Raúl Peñaranda U. es periodista / Twitter: RaulPenaranda1
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Si yo pudiera debatir con el Vicepresidente

Raúl Peñaranda U.
El Vicepresidente Álvaro García Linera se ha metido en honduras por haber reaccionado como lo hizo ante el documento firmado por expresidentes y otros líderes políticos bolivianos que salieron en defensa de valores democráticos. Los desafió a debatir, quizás como producto de un lapsus, siendo que era obvio que varios de ellos aceptarían de inmediato, con evidentes indicios de que lo vencerían si ese debate se produjera. Para salir del paso, tuvo que mostrarse aún más arrogante que lo usual, y dijo que debatiría con los seis dirigentes opositores juntos para “que no se quejen (luego) que los he abusado uno por uno”. Yaaaaa.
Haber pedido esto como condición fue una manera de evitar el debate, porque él sabe que con esas condiciones ese encuentro no se realizará. Se corrió, como se dice vulgarmente. Escapó. Y hasta un hashtag en las redes sociales estuvo dando vueltas por varios días: #AceptáBachiller.
Ante todo eso, me puse a fantasear con la idea de qué pasaría si yo pudiera debatir con él. Obviamente que no sería fácil para mí hacerlo, considerando que García Linera es una persona cultivada, un intelectual reconocido en los círculos izquierdistas de Bolivia y la región y un importante polemista. Pero tiene falencias, que yo trataría de aprovechar: su ideologismo, que lo hace repetir mecánicamente algunas ideas; su ego, que le hace perder de vista el valor de sus rivales; las contradicciones e impostura de su comportamiento; y las serias falencias de su Gobierno.
Así enfrentaría yo ese imaginario debate. Al empezar, y como para tranquilizarme un poco, le lanzaría uno o dos chistes. Algo así como “lo veo con corbata, Vicepresidente, para mí es bueno debatir con ‘corbatudos’”. Para no dejar la presión, me presentaría como “licenciado en Comunicación”, como una forma de referirme a que el él le mintió al país al señalar que obtuvo un grado académico en México. Llevaría impresas todas las declaraciones contradictorias y falsas realizadas por García Linera al respecto, por si él quisiera negar que mintió.
Luego procuraría demostrar sus contradicciones personales: ¿cómo es posible, por ejemplo, autocalificarse como un “marxista clásico” y “un revolucionario” y, al mismo tiempo, casarse por la Iglesia e invitar a modelos y reinas de belleza a un ostentoso evento? No descarto que pudiera dar alguna explicación valedera.
En el curso del debate seguro que él atacaría a “la derecha” con su conocida letanía de calificativos, entre los que le gusta hacer hincapié en que “es mentirosa”. Y allí yo preguntaría directamente por qué dijo que Evo Morales le informó que había conocido a su supuesto hijo. O mintió Morales al contarle eso, o mintió García Linera para ayudar a su Jefe. Pero, como ahora resulta que el niño nunca existió, alguno de los dos faltó a la verdad.
Los temas importantes, obviamente, serían otros, agrupados en tres: las violaciones a las libertades democráticas, el modelo de desarrollo que ha generado una “década perdida” en el país y la corrupción.
Sobre el primer punto, cuyas características todos conocen, solo mencionaré aquí el hecho de que Morales y él se beneficiaron en el pasado en rasgos de la democracia que ahora niegan a otros: la alternancia en el poder, por ejemplo, le permitió a Morales alcanzar el Gobierno. Y un Estado de Derecho, aunque hubiera sido débil, le aseguró a García Linera haber sido liberado de la cárcel, donde llegó acusado de terrorismo, porque al quinto año de detención un juez no había emitido sentencia. Antes, en el sistema que él adora criticar, la ley se cumplía, aunque sea parcialmente, y beneficiaba incluso a quienes optaron por métodos violentos, como colocar bombas en torres de alta tensión o robar remesas de universidades.
Sobre la “década perdida”, me muniría de toda la información contenida en el Informe de Desarrollo Humano del PNUD y reportes de otros organismos internacionales, como UNICEF y FAO, que establecen que si bien Bolivia ha mejorado sus indicadores sociales, todos los países de la región lo han hecho también, varios de ellos a mayor velocidad. Estaban más adelante que Bolivia hace diez años y hoy lo están aún más. Esto se debe a que el modelo de desarrollo utilizado por el MAS se basa en procurar darle utilidades al Estado, para permitir al Gobierno tener recursos para inaugurar obras, en vez de intentar efectivamente diversificar la economía y generar empleo sostenible.
Y sobre la corrupción, campo en el que hay tanto que decir, yo me limitaría a dos puntos cruciales: primero, que más del 90% de todas las contrataciones estatales son por invitación directa, cuando en los gobiernos anteriores ese porcentaje era mínimo. Esas invitaciones directas hacen que existan sospechas de sobreprecios en la construcción del teleférico y en la mayoría de las grandes obras que emprende el Gobierno. Si hubiera competencia de propuestas, en vez de invitaciones directas, tal vez esos precios serían menores. Segundo, el Fondo Indígena, en el que el régimen autorizó que 686 millones de bolivianos se depositaran en las cuentas bancarias particulares de 1.040 dirigentes sociales afines al oficialismo. Fue un mecanismo para cooptar y corromper al movimiento indígena boliviano. 
Llego hasta aquí. Con certeza, los hábiles dirigentes que se ofrecieron a debatir con él tendrían mejores y más atildadas ideas para enfrentarlo. Por eso el Vice se corrió. / Raul Peñaranda U. es periodista. Twitter: RaulPenaranda1
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Reunión en Palacio: “Todo está bien, Jefe”

Raúl Peñaranda U.
Diversas encuestas recientes ratifican que Evo Morales perdería una eventual segunda vuelta electoral en 2019, en lo que yo he llamado “el inicio del fin de ciclo” del régimen. Esas encuestas, algunas de ellas contratadas  por el propio Gobierno, generan un creciente nerviosismo en el Presidente y su entorno más cercano, que los hace a su vez cometer más y más errores. El régimen es como una persona que sigue cavando para salir del hueco en el que se encuentra.
La más reciente seguidilla de errores comenzó cuando Gobierno hizo que la Asamblea de La Paz aprobara una ley para que le cediera un terreno que la Gobernación tiene en la Ceja de El Alto. La “coincidencia” es que en ese sitio está la radio Líder, en la que los periodistas Amalia Pando y Gonzalo Rivera mantienen valiosos espacios informativos y de opinión críticos con el oficialismo. Con la sutileza de un elefante en una cristalería (como dice Gonzalo Chávez) el régimen no encontró una manera mejor de afectar a esa radio que… ¡usurpándole el terreno que ocupa! Los ciudadanos salieron en masa a defender a Amalia y su equipo.
Y luego el rector de la UMSS, que la página web de la Federación de Estudiantes califica como “servil frente al Gobierno del MAS”, pidió que el CEDIB, una ONG que ha criticado las acciones del oficialismo, devuelva la casa que ocupa, que le pertenece a la universidad. El problema es que allí existen 60 mil títulos, 70 mil carpetas y casi  ocho millones de noticias acumuladas en la hemeroteca desde los años 70. El CEDIB, una muy prestigiosa entidad académica que dirige firmemente Marco Gandarillas, es una de las cuatro fundaciones que Álvaro García Linera amenazó con “expulsar” del país en 2015. Nuevamente la “casualidad” es que la UMSS desea, justo ahora, ese terreno, cuando el problema data de años atrás.
Pero los nervios (y la mala asesoría) han hecho que incluso uno de los más razonables ministros del gabinete, como es Carlos Romero, perdiera el sentido común y decidiera enjuiciar a jóvenes masistas que habían distribuido memes en los que se lo hacía ver como encabezando un grupo de autoridades con fines irregulares. Como señalaba otro meme, que salió casi de inmediato: “Metes a la cárcel a personas para evitar memes. ¿Resultado? Salen más memes”. Todos los que no se enteraron de lo que estos jóvenes masistas distribuyeron originalmente (seguro que pertenecen a otra facción del oficialismo, tal vez la que conduce el Vicepresidente), ahora sí lo hicieron. El organigrama circula ahora con el sello: “esto es lo que el ministro de Gobierno quería evitar que se supiera”. Cuando un sistema logra meter a la cárcel a personas por distribuir opiniones (aunque éstas no tengan fundamento), es que está cerca de convertirse en dictatorial.
Y luego estuvieron los atroces abusos cometidos por un órgano judicial que está de hinojos ante el poder y que ha confirmado u ordenado la detención de dos exprefectos opositores del oriente boliviano, Leopoldo Fernández y Ernesto Suárez.
Para llegar al proceso contra el magistrado Gualberto Cusi, que tiene una enfermedad incurable, y dos otras exmagistradas del Tribunal Constitucional, que osaron fallar contra los deseos del Vicepresidente en un caso de referido al traspaso de las notarías a la administración central. Cusi sigue intentando demostrar (vanamente) su inocencia. Es muy posible que termine preso o exiliado.  
Y finalmente se registraron los dos papelones internacionales más recientes (creo que en ninguno de los casos es culpable el canciller Fernando Huanacuni, sino sus jefes): primero quedar en “off side internacional” en el caso de Venezuela (defendiendo un golpe constitucional que luego ni Nicolás Maduro respaldó) y después haciendo doble ridículo pretendiendo ir contra el deseo de 20 países de la OEA. El Gobierno cree que usando los mismos métodos de su política interna logrará resultados en el campo externo. Pero los gritos, las amenazas y los chantajes no sirven en los organismos internacionales.
Me puedo imaginar la reunión de coordinación del círculo íntimo en Palacio: “estamos bien, Jefe. Todo está bien. Vamos a sacar a Amalia de radio Líder, vamos a sacar al CEDIB de Cochabamba, vamos a seguir metiendo presos a usuarios de redes sociales y vamos a seguir mostrando firmeza internacional. Con eso tenemos su reelección asegurada”. Yo creo que cada una de esas acciones acrecienta la ya pronunciada línea de pérdida de popularidad y credibilidad del Gobierno. Chao reelección, nomás.
Raúl Peñaranda U. es periodista / Twitter: RaulPenaranda1
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Lo que el caso de la niña Eva le puede enseñar a Evo

Raúl Peñaranda U.

Según datos de organismos internacionales, unos 20.000 niños y niñas mueren en Bolivia anualmente, por causas prevenibles, antes de cumplir los cinco años de edad. Se estima que casi todos ellos tienen algún tipo de desnutrición, que los debilita frente a enfermedades y que les provoca, directa o indirectamente, la muerte. Por lo tanto, unas 20.000 niñas y niños en Bolivia enfrentan cada año una situación similar a la que sufrió Eva Quino, la muchacha de 12 años que murió de inanición la semana pasada en El Alto.

El caso de Eva nos lanza de bruces contra la realidad. Nos golpea con fuerza porque demuestra nuestra miseria, humana y material. Y porque establece cuán equivocadas están las autoridades, obsesionadas con agradar al Jefe con museos, autos blindados e inauguraciones de canchas, en vez de concentrarse en lo importante, el combate sostenible e integral contra la pobreza.

El reciente Informe de Desarrollo Humano presentado por NNUU muestra esa cruda realidad. Establece en primer lugar que Bolivia no ha mejorado su posición en el índice entre 2010 y 2015, por lo que sigue en el puesto 118, de 188 naciones. Segundo, que en casi todos los indicadores el país está a la cola del continente.

En Bolivia, la mortalidad infantil antes de cumplir los cinco años es de 38 niños por cada mil nacidos vivos, el índice más alto del continente excepto Haití. Como comparación, esa cifra es de 20 en Honduras, 29 en Guatemala, 22 en Nicaragua y 16 en El Salvador, para mencionar a los países más pobres de la región. En Costa Rica, Chile, Uruguay y Argentina (los mejor ubicados), el índice es de 10 o menos por cada mil nacidos vivos, mientras en Europa y Canadá, es de cinco o menos.

La mortalidad infantil se explica en varios aspectos, uno de ellos, obviamente, la desnutrición. Esta, en menores de cinco años, alcanza al 18,1% en Bolivia, cuando en El Salvador es del 14% y en Paraguay, del 10,9%. Los datos de malnutrición en nuestro país son tan altos (uno de cada cinco niños es desnutrido) que pueden ser comparados con los de algunos países africanos, como Ghana y Gabón. Chile, en contraste, tiene 1,8% de desnutrición infantil. En algunas áreas rurales bolivianas la desnutrición infantil alcanza a más del 30%, lo que significa que uno de cada tres niños se va a la cama sin comer. Y todos nosotros, muy tranquilos.

La muerte prevenible de los niños está relacionada también a la muerte de las madres. Lamentablemente Bolivia también “lidera” este ranking.  En el país mueren 206 madres por cada 100 mil nacidos vivos, cuando en Europa mueren 10 y el promedio de América Latina es de 67 muertes. Como comparación, 25 madres o menos mueren en Chile, Uruguay y Costa Rica por cada 100 mil hijos nacidos vivos. En el continente africano, Cabo Verde, Namibia y Zambia, dice el reciente reporte del IDH, tienen datos similares a los que registra el país. 

Otra razón que explica la mortalidad infantil es el bajo gasto estatal en salud. El Gobierno logró que fuera expulsado de Bolivia el padre Mateo, un cura español que luchaba porque el Estado invirtiera el 10% del PIB en ese sector, pero no consiguió mejorar la salud en el país. El 4,6% de gasto en salud con respecto al PIB según el último informe IDH sigue siendo insuficiente para enfrentar nuestros colosales problemas. Y es menos de la mitad de lo que el Gobierno, al insultar al padre Mateo, dijo que gastaba. El BM, en otro reporte, informó que el gasto en salud per cápita en Bolivia es de sólo 174 dólares por año, mientras que en Uruguay, Argentina, Chile y Costa Rica esa cifra supera los 1.000 dólares anuales per cápita. Ese reporte establece también que 10 países africanos gastan más en salud que Bolivia en términos per cápita.

La falta de inversión en salud genera otro problema, también mencionado en el informe del IDH: en Bolivia solo existen 4,7 médicos por cada 10 mil habitantes. Nuevamente veamos otros países pobres de la región: en El Salvador existen 16 médicos, en Nicaragua y Guatemala, nueve y en Ecuador, 17. Uruguay y Argentina tienen 38 médicos por cada 10 mil habitantes. Cuba, con 67, ocupa el primer lugar del mundo.

El Estado boliviano ha aumentado sus ingresos por 20 con respecto a los regímenes anteriores. Pero los índices sociales mejoran al mismo ritmo que lo hacían antes de la abundancia de la pasada década. Qué pena que gran parte de esa plata se hubiera ido a construir estadios sin jugadores, aeropuertos sin pasajeros, satélites sin uso, palacios sin sentido.

La ironía de esta historia es que es posible que cuando nació, en 2005, los padres de Eva le hubieran puesto ese nombre en honor a Evo, que ganó las elecciones ese año por primera vez. Quizás pensaron que ese nombre les daría suerte. En honor a ella, el Presidente y sus ministros deberían leer el reporte del IDH. Y actuar en consecuencia.

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10 SIMILITUDES ENTRE EVO Y TRUMP

Raúl Peñaranda U.

Son numerosos los paralelos que se pueden realizar entre los presidentes Donald Trump, de EEUU, y Evo Morales, de Bolivia. Cuanto más pasa el tiempo, más similitudes se confirman y toman forma. Al principio, Morales y sus aliados de la región disimularon escasamente su entusiasmo por Trump, pero luego se dieron cuenta que ello no era algo provechoso y empezaron a criticarlo. Con todo, las similitudes son varias y consistentes.

Veamos esas similitudes:

1) Explotación de parques nacionales.- Ambos mandatarios han señalado que deben realizarse actividades petroleras en sus respectivos parques nacionales y áreas protegidas. Trump ha aceptado que se realice el Keystone XL, que es un extenso oleoducto entre EEUU y Canadá, que el expresidente Barack Obama frenó por razones medioambientales. Morales, en Bolivia, ha firmado decretos supremos para permitir la exploración y explotación petroleras en áreas protegidas.

2) Los indígenas como freno al desarrollo.- En varias oportunidades el presidente Morales ha señalado que líderes indígenas de tierras bajas “perjudican” el desarrollo al tratar de impedir la actividad de empresas petroleras y que usan el derecho a la consulta previa como un pretexto en ese sentido. Por ello ha criticado a mosetens, t’simanes y otras etnias por oponerse a las represas Chepete y Bala. Trump, por su parte, ha rechazado los pedidos del pueblo Sioux y autorizado la construcción del oleoducto Dakota Access, que está en territorio de ese grupo indígena. La obra había sido bloqueada por Obama.

3) Descreer en el cambio climático.- Ambos gobiernos no creen en el cambio climático o minimizan sus efectos. El vicepresidente Álvaro García Linera ha señalado en varias ocasiones que grupos de ONG y movimientos de izquierda “deslactosada” amplifican el asunto y que, en el fondo, éste “no es para tanto”. Trump y su régimen han señalado las mismas ideas y expresado que defender a la naturaleza no debe “paralizar” las actividades económicas.

4) El periodismo es la oposición.- Ambos presidentes se han lanzado contra los medios independientes y han usado casi las mismas palabras para atacarlos. En ambos casos han señalado que el periodismo “es la oposición” y que los medios son “partidos opositores”. Entre otros asuntos, Morales y Trump han dicho que los medios son parte de una confabulación en la que participan partidos opositores de sus respectivos países.

5) Mundo militar.- Tanto Trump como Morales defienden el mundo militar. En su reciente discurso ante el Congreso estadounidense, Trump expresó que el Ejército de su país debe aumentar su ya enorme presupuesto. En el caso de Morales, su admiración a la tarea de los militares y su interés en que aumenten su relevancia es conocida.

6) Misoginia y machismo.- Tanto el presidente estadounidense como su colega boliviano han realizado en los años recientes numerosas declaraciones misóginas y machistas, con amplias repercusiones en los dos países. Morales, por ejemplo, dijo que en las panzas de las mujeres embarazadas dice “Evo cumple”, mientras Trump expresó, entre muchas declaraciones, que puede hacer con ellas lo que quiere porque “es famoso”.

7) Proteccionismo, rechazo a acuerdos comerciales.- Ambos jefes de Estado son proteccionistas, creen que los acuerdos comerciales son negativos para sus respectivas industrias. Morales y García Linera, al igual que Trump y Mike Pence han señalado en muchas oportunidades que los acuerdos de libre comercio internacionales empobrecen a las naciones.  

8) Apoyo popular de las áreas rurales.- Un rasgo de ambos regímenes es que logran su mayor apoyo de las zonas rurales y de los sectores menos favorecidos de sus sociedades. En EEUU, Trump ganó en las áreas rurales y perdió en todas las ciudades, de la misma manera que Morales.

Caudillistas, pese a origen distinto.- Trump nació en cuna de oro y Morales en la pobreza, pero ambos son vistos como líderes que pueden oponerse “al sistema” y que no temen decir las cosas “como son”. Los dos tienen carácter fuerte y creen en gobiernos personalistas, estructurados de una manera “caudillista”.

9) Rechazo a la justicia.- Tanto Morales como Trump han hecho declaraciones contra el equilibrio de poderes y la independencia de la justicia. Morales señaló por ejemplo que “si nos sometemos a la ley, no hacemos nada” y “cuando la derecha pide permanentemente independencia a los poderes, hasta pienso que quieren descuartizar toda estructura del Estado”. Trump también ha arremetido contra los jueces.

10) Amigos en común.- Es increíble la coincidencia de que tanto Trump como Morales vean favorablemente a líder ruso Vladimir Putin. Las ideas de Putin (capitalismo desregulado, rechazo a los derechos de las minorías, represión a la sociedad civil, etc.) supuestamente no tienen nada que ver con las de Morales, pero Evo lo ve como un aliado. Igual que Trump…

Seguramente difieren en otros puntos, pero en general estas similitudes nos hacen ver que Morales, en los hechos, podría ser calificado como un populista de derecha.

Raul Peñaranda U. es periodista / Twitter: RaulPenaranda1

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“CADA PASANAKU ES UNA CÈLULA OPOSITORA”

Raúl Peñaranda U.

“Cada pasanaku es una célula opositora” me dijo hace unos días un exministro de la era democrática. Es verdad. Cada reunión social que se realiza en los segmentos de clases medias, desde pasanakus hasta parrilladas, se convierten en un espacio de conversación política. Es allí donde la gente se organizó y animó mutuamente para asistir a las históricas marchas opositoras del 21F en todo el país. La frase mencionada explica la “repolitización” que experimentan las clases medias en el país, su pérdida de miedo, su mayor audacia y su creciente compromiso. Antes solo votaban. Ahora están dispuestas a salir a marchar.

Pero el éxito de las marchas opositoras no se explica solamente allí, obviamente. El trabajo obstinado, dificultoso, casi heroico de decenas de movimientos ciudadanos, desde ecologistas hasta universitarios, pasando por los de derechos de las mujeres, también ha dado sus frutos. Esos conforman otras “células” opositoras, comprometidas no solamente con valores democráticos genéricos y amplios, sino específicos: no a la planta nuclear, no a la represa del Bala, no a la sujeción de las mujeres, no a la precariedad laboral, no a la corrupción, no a la militarización de la sociedad, no al abuso a los jóvenes, no al narcotráfico, no a la mentira desde el Estado.

Obviamente también juegan un rol los comités cívicos y las juntas vecinales, que están empezando a desperezarse y sacudirse de las presiones del oficialismo. A ellos se añaden, tímidamente, sectores de movimientos sociales que antes apoyaban al régimen y que ahora se animan a enfrentar a sus abusivas dirigencias y salen a gritar “Bolivia dijo No”. Por otra parte, también se han “repolitizado” los jóvenes, gracias a las redes sociales. Así como comentan el nuevo tema musical de sus artistas favoritos, también difunden el más reciente hecho de corrupción del Gobierno.

Las marchas opositoras del 21F fueron históricas por varias razones, entre otras porque fue la primera vez que la oposición mostró su fuerza en la calle en 11 años de manera simultánea, en decenas de ciudades capitales e intermedias. Segundo, porque fueron “autoconvocadas”, es decir espontáneas, usando las redes sociales para organizarlas. Tercero, porque, con relación a lo anterior, fueron genuinas, con el 95% de sus asistentes llegando a ellas libremente. Cuarto, porque fueron “democráticas”, en el sentido de que lo que buscan es que se respete la ley, que en Bolivia estén garantizados los derechos de disenso, participación, alternancia en el poder, separación de poderes, etc. Y, quinto, porque fueron valientes, planificadas contra todo el poder estatal, que incluye amedrentamientos, presiones, amenazas, medios paraestatales que “entrevistan” a Zapata, jueces y fiscales vendidos, etc. En ese escenario da gusto participar.

Existen todavía personas que no creen que “ha cambiado la marea” y que por ello consideran que el ciclo de Evo Morales todavía durará unos años más, hasta 2025. Quienes creen ello no ven los datos objetivos de la realidad: que Morales ya perdió el referéndum en 2016 y que perdería los siguientes; que las encuestas señalan que solo tiene una intención de voto que bordea el 30%; que por ello sería derrotado en una eventual segunda vuelta electoral (si logra habilitarse para ello), etc. Ese “fin de ciclo” es multifacético: es político, por lo que acabo de mencionar, pero es también económico, debido a la baja de los precios de los productos que exporta Bolivia; es de “discurso”, porque el oficialismo ya no tiene nada más que ofrecer al votante; y es internacional, como demuestra la situación del vecindario. Hasta el correísmo está en serio peligro de perder en la segunda vuelta de ese país. Quizás solo el tenebroso ejemplo de Venezuela le quede al masismo como referente cuando lleguen los próximos comicios.

El problema estructural del Gobierno boliviano es cómo explicarle a los bolivianos por qué Morales debe gobernar una vez más entre 2020 y 2025. Cualquier argumentación parece forzada ante la razón “real” de ese propósito, que es obviamente satisfacer su angurria de poder. Los estrategas electorales oficialistas estarán en figurillas para explicar por qué deberíamos aceptar aquello. ¿Para que sigan enriqueciéndose? ¿Para que construyan otros museos, esta vez para exhibir los calzoncillos del jefe? ¿Para que edifiquen más palacios, con más alfombras persas? ¿Para que compran más canales sin televidentes? ¿Para que sigan construyendo aeropuertos sin pasajeros, estadios sin público, satélites sin uso?

Si un Gobierno no puede conseguir en 14 años los avances que prometió a su pueblo, no los conseguirá en los cinco años siguientes. Como se leía en un ingenioso cartel en la marcha de La Paz: “Andáte nomás che”.

Raúl Peñaranda U. es periodista / Twitter: RaulPenaranda1

Muchas gracias.

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DICTADURA DE JUECES Y FISCALES

Raúl Peñaranda U.

La presunción de inocencia no existe en el país. En vez de que se cumpla el principio de que todas las personas son inocentes hasta que se pruebe lo contrario, un nefasto grupo de autoridades, fiscales y jueces ha hecho que esté vigente la situación contraria: si un ciudadano tiene la mala suerte de estar inmerso en un caso judicial de repercusión mediática, muy probablemente vaya preso. Si su situación tiene que ver con algún interés gubernamental, con mayor razón: en muchos de los casos los sindicados no podrán defenderse en libertad e ingresarán a ese tenebroso sistema judicial que han construido en los últimos años operadores de justicia y funcionarios públicos.

La justicia en Bolivia nunca fue buena. Pero hoy ha pasado todos los límites de negligencia, deshumanización y perversidad. Y mientras siga el MAS en el poder, será muy difícil luchar contra sus falencias.

Las máximas autoridades de Gobierno, empezando por el presidente Evo Morales, tienen una visión autoritaria y verticalista de la sociedad. Dividen el mundo entre amigos y enemigos, donde los matices, los grises, las gradaciones, son inaceptables. Y ello ha permeado buena parte de la sociedad, en estos 11 años de régimen masista, y sobre todo ha contagiado al Ministerio Público y la justicia, que controla de manera directa y usa como mecanismo de castigo a los opositores y, más notoriamente, como una forma de eludir las propias responsabilidades.

Por eso, decenas de acusados no tienen chance de acceder a la justicia. Cuando murió el bebé Alexander, por ejemplo, un médico de turno fue acusado sin pruebas y, pese a todos los indicios que señalan que el bebé murió “de pobreza” (una infección intestinal mal cuidada que se agravó), y que no hay prueba ninguna de posible agresión de tipo sexual, los jueces y fiscales, para contentar a una opinión pública sedienta de castigo, metieron preso al médico. Los inhumanos jueces no lo dejarán libre. Un caso que he tocado ya antes es el de William Kushner, acusado de asesinato cuando, a lo máximo, debería ser sindicado de homicidio culposo. No solo los indicios señalan aquello, sino el sentido común. Pero no hay vuelta.

En otro tema, el padre de la pobre niña Abigail, muerta debido a los golpes que recibió de su madrastra, fue enviado a la cárcel de San Pedro por fiscales y jueces aviesos, pese a que el acusado no estaba en el lugar cuando se produjeron los hechos. Este chofer de profesión salió de su casa a trabajar y, mientras ello ocurría, su conviviente le dio una paliza atroz a Abigail, que le causó, después, la muerte. Cuando el padre llegó a su casa, la niña estaba en un centro médico. No quiere decir que en meses anteriores él no hubiera tolerado, o cometido, violencia contra sus hijos, pero del homicidio en sí no fue parte. En cualquier país “normal”, el juez hubiera entendido esa situación. No en Bolivia, donde todos quieren ver sangre, castigar, escarmentar, disciplinar. Por eso, el hombre fue enviado a San Pedro y, como era previsible, los otros internos le propinaron una golpiza inclemente, que le quitó la vida. Ante ello, muchos usuarios de las redes se alegraron. Nos alegra la muerte. Queremos mortificar al prójimo. Los linchamientos, por esa razón, ya no causan interés de nadie.

Para seguir con este triste caso, la madre biológica de Abigaíl no vivía con ella, porque asegura que estaba amenazada por su marido. Se fue a residir a Perú. Cuando se enteró de la situación de Abigail volvió al país y fue a visitarla al hospital. ¿Y qué creen que hicieron policías, fiscales y jueces? Detenerla y meterla presa. Es de no creer.

Y el abuso es más claro aun cuando se trata de usar la justicia para castigar a ciudadanos con el fin de exculpar a las máximas autoridades. Un chofer de Gestión Social sigue preso, acusado de haber ¡transportado a Gabriela Zapata, la exnovia del Presidente! Todo el entorno de Zapata fue detenido también, incluido su abogado, y parece que fuera mentira, de “tráfico de menores”, cuando lo que hicieron fue cambiarle la identidad a un niño para hacer creer que era hijo de Morales. Nuevamente, en un país en el que jueces y fiscales son independientes, esas personas podrían defenderse en libertad. Pero aquí acatan, no órdenes, sino carajazos del poder. Sigamos: después de que un grupo de adherentes masistas saqueó e incendió la Alcaldía de El Alto, los acusados por la Policía y los fiscales fueron… los funcionarios ediles que estaban dentro del recinto, intentando escapar del fuego y del humo. ¿Puede haber algo más insensato?  

Para no mencionar el caso Hotel Las Américas o El Porvenir o el de Samuel Doria Medina (cuando se escriben estas líneas no se conoce el resultado de su audiencia, pero obviamente ordenar su detención sería una injusticia enorme).

Lo que pasa es que el Gobierno usa a la justicia para afectar a los adversarios del oficialismo. Pero luego los operadores se ensañan contra todos los demás. Los mencionados en esta columna son, por lo menos, casos mediáticos, de alta resonancia pública. Los pobres y anónimos ciudadanos sufren más. El 80% de los presos no tienen sentencia ni pueden defenderse en libertad. En los centros penitenciarios deben aceptar las reglas impuestas por otros reos, más poderosos y violentos, que les cobran por una celda, por seguridad y por un plato de sopa. Mal vamos.

Raul Peñaranda U. es periodista / Twitter RaulPenaranda1

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EVO, EL "SUPERMAN" DE LOS PRESIDENTES

Raúl Peñaranda U.

Cuando ya creíamos haber escuchado todo, viene el Presidente y nos sorprende una vez más. Señala que él ha hecho más en 11 años que los 64 mandatarios anteriores, en 180 años, desde la fundación de la república.

Obviamente que tamaño dislate no aguanta el menor análisis, es hasta ocioso intentar hacer un desmentido, pero no me queda otra que abordar el asunto aunque sea tangencialmente: Santa Cruz sentó las bases institucionales del país, que luego Ballivián reforzó nada menos que venciendo una batalla crucial de nuestra historia, la de Ingavi, que consolidó la nacionalidad boliviana. Sin ellos, y sin los guerrilleros independentistas, para no hablar de Bolívar y Sucre, Evo no hubiera sido más que un dirigente cocalero de una lejana provincia con capital Buenos Aires o Lima. Y no daría soporíferos discursos en el Congreso. Ya que estamos, me animo a dar más ejemplos, advirtiendo que son tan obvios que hasta no merecen la pena mencionarse: cuando el “Superman” de los presidentes llegó al poder, sus tres o cuatro antecesores habían realizado el trabajo que le sirvió para cosechar sus éxitos económicos y políticos: alentaron la exploración de gas, construyeron el gasoducto a Brasil, establecieron con ese país los volúmenes a ser exportados y, finalmente, establecieron una fórmula muy conveniente para fijar los precios de ese gas que se vende.

Un ejemplo más trascendente que puede ser añadido es que Bolivia ha presentado la argumentación de su demanda marítima ante La Haya sobre la base de lo que hicieron presidentes anteriores, que ahora Morales desmerece olímpicamente. O sea que para argumentar ante la Corte Internacional de Justicia, los gobiernos del pasado actuaron bien, pero para mostrarse como un superhombre ante la ciudadanía, éstos no lo hicieron.

Es posible que Morales y su equipo, al presentar tan audaz hipótesis, realmente crean que este Gobierno es mejor a la suma de los 83 anteriores. Ello sería grave porque demostraría que están totalmente desconectados con la realidad y que su endiosamiento les impide ver las cosas con claridad. También podríamos pensar que ni el Presidente ni nadie de su entorno cree tamaña cosa, pero que es presentada de todas maneras para afianzar el liderazgo del Mandatario. Ello también es grave porque parte de la idea, errada, de que se le puede decir cualquier cosa a los bolivianos y éstos, mansos según la mente de las autoridades, la creerán a pie juntillas. Esta segunda opción también demostraría la distancia entre la realidad y lo que las autoridades imaginan de ella.

Ha sido sorprendentemente escasa la polémica ante la inaudita proposición presidencial. Si Cristina Kirchner, por poner un ejemplo, al salir del poder, hubiera dicho algo así, los medios, los analistas, los políticos opositores y sus propios aliados la hubieran trucidado. En Bolivia no ocurrió ello, lo que podría demostrar que el discurso, que duró cuatro horas y 20 minutos, tuvo un efecto muy menor (seguramente su audiencia fue del 0,1%) o que la gente, habiendo conocido de segunda o tercera mano esas ideas, simplemente las recibieran como quien oye llover.

Como dije en otra columna, los bolivianos actúan de varias maneras en su vida política, siendo la más importante de ellas esperar el día de la siguiente votación. Intuyo que gran parte de las personas está contando los días hasta que llegue ese día y, mediante el sufragio, forzar a Morales a abandonar el poder (no me queda duda de que, como ya lo dije y él mismo lo hizo antes, torcerá la ley y será candidato otra vez).

Presentar a Morales como un “Superman” de la historia política busca, obviamente, su eternización en el poder. Pero las encuestas demuestran que ello está en duda. Incluso las de uso interno del Gobierno señalan que Morales perderá la próxima elección (entre otras cosas, por eso es que evita llamar a otro referéndum). El régimen apuesta a las elecciones y vencer gracias a la dispersión opositora. Yo veo esta posibilidad cada vez más lejana, porque creo que se dará una polarización “natural” entre Morales y el candidato opositor más fuerte (Carlos Mesa aparece con una fortaleza que parece indisputable) y ello significaría el fin del régimen masista. Igual habrá durado 14 años, un récord para la historia boliviana.

Cuando cambia la marea, simplemente cambia. Maratónicos discursos no pueden evitar los desenlaces que marca la historia. La cantata Carmina Burana, que usa antiguos poemas latinos, se presenta la idea de la rueda de la fortuna. Cuando alguien está en la parte de arriba de esa rueda, todo le sale bien. Pero el círculo baja y entonces no hay nada que hacer. Dice el verso, traducido al español: Oh Fortuna, como la luna variable, siempre creces o decreces. Ahora oprimes, después alivias como en un juego. A la pobreza y al poder los derrites como al hielo”.

 Raúl Peñaranda U. es periodista. / Twitter: RaulPenaranda1

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EL DAKAR Y LA LUZ AL FINAL DEL TÚNEL

Raúl Peñaranda U.

El Gobierno se ufana de que hayan fracasado las protestas contra el Dakar en La Paz. Yo añado que eso es verdad y, también, que tal vez no importe, porque los activistas deben estar dispuestos a enfrentar batallas que, casi con seguridad, perderán. El quijotismo aporta un grado de compromiso que otros valoran. ¿Se imaginan que las personas solo lucharan por lo que están seguras de ganar?

Además, contra la llegada de cientos de autos, camiones, motos y cuadriciclos, en un show espectacular, transmitido en directo por cadenas internacionales y por el canal estatal, era difícil actuar. Los vecinos, obviamente, ante la curiosidad de ver cómo resultaría la fiesta, salieron a las calles. Pero debemos añadir que no por ir a alentar a los competidores esos paceños respaldan a Evo. No.

Es evidente que las movilizaciones populares de los sectores contrarios al régimen son por lo general débiles, aunque algunas, como las protestas por la falta de agua, fueron un poco más numerosas. Saben los activistas opositores lo difícil que es que la ciudadanía salga a la calle a protestar contra el Gobierno. Mientras tanto, el oficialismo impacta con sus movilizaciones de simpatizantes, que ocupan por miles las plazas.

El activismo callejero, para esos opositores, se ha trasladado al activismo de las redes sociales, más fácil de desarrollar, y tal vez, más eficiente. Son cientos de miles los bolivianos que comparten ideas, memes, fotos y denuncias contra el Gobierno. Y por ello el régimen, que sí llena las calles, está perdiendo en el combate de las ideas y en las encuestas.

Junto con ese activismo opositor está el voto popular. Evo Morales no ha ganado en La Paz ni en la mayoría de las ciudades capitales ninguna elección popular, ya sea de tipo presidencial o local, desde que llegó al poder. Esos sectores contrarios al Gobierno, que no son solamente de clase media, sino también de sectores populares, finalmente lograron vencer una elección nacional el 21 de febrero pasado, implicando ello un hito en el camino del régimen. Desde entonces, las encuestas señalan que Morales volvería a perder otro referéndum o en eventuales comicios electorales si se enfrentara a Carlos Mesa. Aún más, una encuesta de ATB de noviembre pasado estableció que no solo Mesa podría obtener un resultado importante contra Morales sino cualquier candidato opositor. Si solo fuera Mesa la amenaza, ya sería suficientemente grave. Pero ATB nos revela que cualquier otro está en posibilidad de vencer. De ahora en adelante, ya no hay vuelta. Con o sin Dakar, Morales y su Gobierno pierden algo de respaldo cada mes en los sondeos. Su discurso, sus propuestas y su estilo están en retirada, y las ideas opositoras, en crecimiento. Así nomás es.

Eso es lo que he llamado “el fin del ciclo” del MAS en el poder. Ese fin de época es también económico, por la baja de los precios de las materias primas que exportamos, e internacional, porque Morales casi ya no tiene aliados en la región (por eso tuvo que viajar hasta Centroamérica para congratular a uno de sus últimos cuates sobrevivientes, Daniel Ortega, que inició su cuarto mandato consecutivo. Ortega nunca ha venido a Bolivia a abrazar a Evo). Cuando se produzcan las elecciones de 2019, el vecindario lucirá para Evo muy distinto a cómo aparecía años atrás: no verá entre los presidentes a Correa, Lula o Dilma ni Néstor o Cristina, sino a líderes de derecha, adversos a su retórica nacionalista, estatista y antiestadounidense que tanto le gusta propalar. Tal vez para entonces haya caído también Nicolás Maduro en Venezuela. Y enfrentará unos comicios, por primera vez en su vida, sin ser favorito.

Por eso los activistas opositores, sin dejar de luchar y de convocar a los ciudadanos a protestar, no deben obsesionarse con supuestas movilizaciones fracasadas, como la del Dakar. Ahora, a diferencia del pasado, tienen que saber que hay una luz al final del túnel. / Raúl Peñaranda U. es periodista. Twitter: RaulPenaranda1

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