Cara o Cruz

ARTICULISTA PARAESTATAL

Raúl Peñaranda U.

El comunicador José Luis Exeni publicó un largo comentario en el diario paraestatal La Razón sobre el libro de mi autoría Control remoto (que ya está en su sexta edición, en sólo cinco semanas desde su presentación). Exeni intenta demostrar que son equivocadas las conclusiones del texto respecto a que cinco medios de comunicación bolivianos están bajo control de la Vicepresidencia.

En primer lugar, descalifica el uso de fuentes anónimas en el libro y, curiosamente, descalifica también las que no lo son, por corresponder a lo que él llama periodistas “opositores”. O sea que haga lo que haga yo, use o no fuentes con nombre y apellido, el trabajo estará mal hecho. Le parece irrelevante que el periodista Gustavo Guzmán testimonie que el vicepresidente Álvaro García Linera le ofreció en persona el cargo de director de La Razón, en salones de la Vicepresidencia, y que Róger Cortez y Rafael Archondo ratifiquen esa versión. 

También le parece poco que el periodista Edwin Herrera denuncie en el libro que la gerencia de La Razón le pidiera que realizara un periodismo proclive al Gobierno. Y soslaya que el periodista Gonzalo Rivera, de PAT, diga que después de producida la venta de esa red, sus jefes ordenaron que no se contrasten las fuentes oficialistas y que se omitan las voces opositoras. Además, Exeni se contradice: por un lado defiende apasionadamente el derecho de La Razón de tener fuentes anónimas en el bullado caso del proceso penal contra ese diario, y por otro critica que mi libro las utilice.

Lo otro que le llama la atención a Exeni sobre el tema de las fuentes es que los afectados no hubieran querido responder mis cuestionarios. Y que esa es una falta mía, dice, no de los involucrados de los medios paraestatales. Es el mundo al revés. Si esos involucrados no han cometido las faltas que yo les atribuyo en el libro, hubieran respondido prontamente, aprovechando el espacio que les ofrecí. No lo hicieron porque, supongo, no deseaban mentir por escrito. ¿Y Exeni quería que yo forzara a esos involucrados a responder? Por favor.

Para muestra basta un botón…

El segundo aspecto en el que basa su crítica son los estudios de contenido y morfológicos que presento en el texto. Dice que las muestras que tomé son demasiado breves, por ejemplo de una semana (aunque hay estudios de un mes completo, que él omite). Critica, entre otros, el estudio de los niveles de publicidad gubernamental de la televisión nacional, en la que analicé tres días de transmisión completa, que representan 225 horas de emisión de cinco canales elegidos. Exeni, que debería saber de estas cosas, no entiende la diferencia entre la muestra elegida con respecto al universo del estudio. El da a entender –espero que no lo crea realmente– que si yo hubiera grabado 30 días en vez de tres de transmisión televisiva, habría obtenido resultados diferentes. Esta es la mala noticia para Exeni: sí, ya tengo hecho el análisis del mes completo de transmisión de TV y el resultado, como era previsible, de publicidad gubernamental emitida es casi el mismo. Espero darlo a conocer en una edición ampliada del libro.

Repite también los mismos argumentos de otras dos personas que han criticado el libro (Sergio de la Zerda y Katu Arconada) en sentido de que si hubiera elegido muestras mayores para los estudios de casos, los resultados de mi investigación habrían sido distintos. Pero están equivocados. Pregunta: ¿si hubiera analizado seis meses de contenido habría encontrado editoriales en los que La Razón critica al Gobierno? Respuesta: no. ¿Si hubiera estudiado un año de La Razón habría hallado titulares de portada críticos con García Linera? Respuesta: no. ¿Si hubiera estudiado tres años de transmisión de ATB y PAT habría descubierto equilibrio entre las fuentes opositoras y gubernamentales en los noticiarios? Respuesta: no. ¡Si hasta el adagio dice que “para muestra basta un botón”! ¡No es necesaria toda la caja de botones!

Por eso los investigadores definen un universo y, de allí, una muestra.  El estudio más importante sobre el contenido de los diarios de América Latina, realizado por el francés Jacques Kayser (Ciespal, 1967) y que tuvo una influencia enorme en futuras investigaciones, solo tomó dos semanas de muestra. Dice Ciespal sobre esa obra: “Esta investigación de prensa comparada fue la más extensa y completa realizada a la época en el mundo y la primera de esta índole en América Latina”. Con un estudio de dos semanas… A propósito, yo utilizo las técnicas de Kayser en mis estudios.

“El dinero no importa”

El tercer argumento de Exeni contra mi libro es que el hecho de que La Razón obtenga una obscena cantidad de publicidad gubernamental comparada con la de todos los otros diarios del país no demuestra nada (lo mismo que la de ATB y PAT con relación a otras redes). Eso dice. En serio. Que La Razón tenga un 400% más de publicidad gubernamental que El Deber y un 1.200% más que Los Tiempos para él es normal, no debe causar sospecha, se basa, seguramente, en el hecho de que La Razón tiene un 400% y un 1.200% más de circulación y credibilidad que los dos diarios mencionados.

Y no le llama la atención tampoco que La Razón, antes de cambiar de dueños, en 2008, lo acusaba a él de ser un peón masista en la presidencia de la CNE (opinión que yo critiqué) y que hoy ese diario le da grandes espacios para que se explaye y elucubre. ¿Ese cambio de trato con respecto a Exeni se explica por obra y gracia del espíritu santo? ¿Del accionar de la diosa de las coincidencias? No, amigo Exeni, se explica en que La Razón es un periódico paraestatal que se llenó de colaboradores afines al MAS. Al respecto, tampoco cree que sea criticable que así como La Razón se enriquece con la publicidad del Gobierno, existan medios de mayor llegada que ese diario, que no tienen nada de avisaje estatal, como Erbol o Fides. El uso de la publicidad estatal como “premio o castigo” que tanto le preocupaba a Exeni en gobiernos anteriores ha dejado de inquietarlo desde que llegó el MAS al poder.

Finalmente asegura que “pasa por sus pelotas” mi afirmación de que Página Siete, el diario que fundé, es independiente y añade que quiere hacerlo también por las mías (cosa que impediré con firmeza). Hay fuentes confiables que señalan que en vez de pensar tanto en sus pelotas Exeni debería intentar mostrar un poco de honestidad intelectual. No lo hará porque él no es más que un articulista paraestatal.

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JUICIO A LA RAZÓN, ¿GENUINO O TRAMOYA?

Raúl Peñaranda U.

Es difícil   descifrar la intencionalidad detrás de la decisión del Gobierno de acusar al diario paraestatal La Razón de "espionaje” y de "revelar secretos”. La primera reacción obvia es que esa denuncia genera dudas justamente si se considera que, como demuestro en mi libro Control Remoto, ese diario es controlado periodísticamente por el oficialismo.

La otra fuente de dudas es que el artículo por el que se acusa a La Razón de esos graves delitos, titulado "De cómo en la demanda marítima triunfó la idea de los actos unilaterales”, y publicado el 13 de abril por el periodista Ricardo Aguilar, no hace ninguna revelación que sea digna de mencionar. Todo lo dicho ahí era conocido con anterioridad por todos los lectores de diarios, bolivianos y de otros países. El centro de la demanda boliviana, es decir, no buscar la anulación del Tratado de 1904 sino intentar forzar a Chile a que cumpla sus promesas de resolver el tema del mar, había sido dado a conocer un año antes (24 de abril de 2013) al presentarse la demanda ante La Haya y que fue publicado en el sitio web de ese tribunal internacional. Así que la nota de La Razón, al no develar nada especialmente nuevo sobre la estrategia boliviana que no se hubiera explicitado antes, no es pasible de ninguna sanción. Pero hay más: tampoco se puede acusar a alguien de "revelar secretos” cuando los supuestos secretos estaban a punto de ser entregados en forma de memoria dos días después (15 de abril de 2014) a los jueces de La Haya y que éstos se la iban a pasar poco después, siguiendo el protocolo establecido, a las autoridades chilenas. O sea que el Gobierno de Chile no tuvo tiempo, después de supuestamente leer ese artículo de La Razón, de desplegar ninguna estrategia conveniente a sus intereses porque el documento boliviano fue entregado a los jueces 48 horas después. Así que esta acusación del procurador Héctor Arce y del Gobierno no tiene ni pies ni cabeza. Por lo tanto no se puede descartar que esto no sea más que una tramoya, justamente para evitar que persista el descrédito de La Razón debido a que es un diario que pertenece a la órbita del oficialismo.

La primera acusación contra La Razón sobre este tema la hizo el presidente Evo Morales, el 16 de abril, desde La Haya, seis días después de la presentación de mi libro. Dijo: "estoy entendiendo que no solamente hay un periódico pro chileno (se supone que Página Siete), creo que hay dos periódicos pro chilenos (en referencia a La Razón)”.

Pero aún ante tan grave acusación la publicidad gubernamental ha seguido llegando a raudales a La Razón, pese a que, según los criterios de la ministra de Comunicación, Amanda Dávila, debería haberse suspendido. Dávila dijo, en una entrevista a radio ERBOL en enero pasado, que un medio no puede recibir publicidad estatal si no trabaja "de acuerdo a los intereses nacionales”. Si La Razón, nada menos, comete "espionaje” y "revela secretos” a un tercer país, entonces está en una situación aún más delicada de la que supuestamente está Página Siete (que tiene prohibida la publicidad gubernamental) y, por tanto, debería suspendérsele toda la publicidad estatal también a ese diario. Ello no ha sucedido.  Desde la denuncia del Presidente han salido en La Razón 48,25 páginas de publicidad estatal, entregadas por siete ministerios además de ANH, BCB, Vicepresidencia, Aduanas y otras entidades. A un promedio de 700 dólares por página, sólo desde la denuncia del Presidente, La Razón ha obtenido de las arcas estatales (dinero de todos los bolivianos) un monto de 33.775 dólares. En ese mismo período, medios como Fides, ERBOL o Página Siete no recibieron ni un solo dólar. Por eso, la estrategia oficialista de iniciar un proceso legal tan serio contra un periódico que pertenece a su órbita, es también muy riesgosa: o le quitan la publicidad y el juicio sigue o se demuestra que la acusación es parte de una tramoya.

Es posible también imaginar que en el oficialismo considerarían viable un cambio en los cargos directivos de La Razón para, de esa manera, intentar recuperar parte del prestigio (y las ventas) perdidas como consecuencia de ser un diario ligado al Gobierno. Pero la alianza entre el oficialismo y ese diario no está en duda.

Raúl Peñaranda U. es periodista.

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DISTANCIA ENTRE LO QUE SE DICE Y HACE

Raúl Peñaranda U.

Los políticos bolivianos del pasado no eran un dechado de virtudes, ni mucho menos, y cometieron una serie de contradicciones entre lo que decían y hacían. Uno ofreció una "revolución moral” y se vio envuelto en numerosos escándalos; otro prometió 500 mil empleos y cumplió sólo el 10% de ello; otro dijo que aumentaría el Bonosol, pero, llegado al poder, lo redujo.

Esa no es, por supuesto, una situación exclusivamente boliviana, las críticas a los que detentan el poder se escuchan a través del globo. Ni tampoco es algo sólo propio de los políticos, todos los humanos somos, de una u otra manera, contradictorios.

Pero en el Gobierno actual esa disonancia entre lo que se pregona y se cumple parece ser más grande. Quizás porque su discurso es más estridente y más machacón, esa distancia luce ya como un abismo. Veamos:

El Gobierno, que se presentaba como "humilde” y "austero”, es, en realidad, todo lo contrario. Primero compró un avión de 39 millones de dólares, luego anunció otras compras de aeronaves para altos jerarcas y siguió, finalmente, con carísimos autos blindados Toyota. Así que el gobierno "del pueblo” tiene rasgos de opulencia mayores a cualquiera de sus antecesores.

Desde el Presidente para abajo parecen estar enamorados de la parafernalia del poder. ¿Dónde quedó el Evo que vivía en un modesto departamento de Miraflores y viajaba solo a todas partes del mundo?

La supuesta defensa del Estado es una tramoya. Se pueden poner varios ejemplos, pero uno es suficiente: el trato que le da el Gobierno a los mineros cooperativistas, que representan el sector "más privado” de la minería que se puede encontrar. Hoy están transitoriamente distanciados, pero la alianza entre ellos y el MAS trasciende todo. El Gobierno ha multiplicado por diez los yacimientos entregados a los cooperativistas, les ha otorgado las concesiones de por vida, les ha permitido que se queden con las minas que obtienen mediante tomas, etcétera. Al mismo tiempo, ha hundido a la (pequeña) minería estatal hacia lugares casi marginales.

La defensa de la Pachamama quedó en el olvido. El Presidente y el Vicepresidente tienen una mentalidad desarrollista, basada en la idea de que solamente la extracción de recursos naturales permite el desarrollo. Para ellos y muchos otros en su Gobierno (el canciller David Choquehuanca es una sana excepción) la economía debe basarse en "perforar, perforar, perforar” (igual que los republicanos gustan gritarle a Barack Obama en sus manifestaciones: "drill, drill, drill”) y eso, obviamente, tiene a la naturaleza como su primera víctima.

La defensa del indigenismo y de los movimientos sociales no es genuina. El Gobierno ha cooptado, dividido, presionado y acosado a todos los sectores que se le han opuesto. Para no hablar de la Conamaq opositora, cuyos dirigentes fueron chicoteados; de los del TIPNIS, que han sido perseguidos, y de todos aquellos que no comulgan con el MAS. El dicho del Presidente no debería ser "masismo o fascismo” sino "masismo o les pego”.

Xenofobia galopante. Todos los altos integrantes del Ejecutivo se llenan la boca con el supuesto "latinoamericanismo”, que sólo es más una frase hueca, vacía. Éste es el Gobierno que peores relaciones tiene con el vecindario. Con la excepción de Ecuador, Venezuela y Argentina, con todo el resto el régimen "latinoamericanista” tiene dificultades: con  Perú y Colombia la cosa está distante, con Paraguay las relaciones van mal, con Brasil ni qué se diga, con Uruguay no hay casi contactos (para no hablar de Chile, con el que tenemos una distancia histórica).

¡Y dentro de ese "latinoamericanismo” no debería entrar la xenofobia, pero cómo lo hace! Cuando hubo un problema con cocaleros en Apolo, hace poco, el Presidente dijo que se trataba de "peruanos”, cosa que después se comprobó falsa; cuando se trata de hallar responsables de hechos de narcotráfico, los ministros hablan de "brasileños” o "colombianos”; para defenderse de las críticas ante la inoperancia por la inseguridad ciudadana, las autoridades se quejan de "los peruanos”. Cuando un periodista hace un libro crítico, como es mi caso, se blande un pasaporte como si fuera prueba de delito.

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EL PATIO TRASERO DE PUTIN

Raúl Peñaranda U.

Me agarro de una idea de Gonzalo Mendieta, que yo adapto a la siguiente proposición: EEUU no tiene legitimidad para criticar la reciente decisión de Rusia de invadir y anexarse la península de Crimea, que antes pertenecía a Ucrania.

La actitud de Vladimir Putin ha sido apoyada por la mayoría de la opinión pública de su país y es incluso aceptada por la (declinante) prensa independiente y crítica, que hace notar que el 60% de la población de Crimea es de etnia rusa, que un porcentaje aún mayor habla ese idioma y que la península fue parte de la Unión Soviética hasta que el ex premier Nikita Kruschev la “entregó” a Ucrania en 1954.

No podemos, obviamente, aceptar que una potencia, como lo es Rusia, invada a un país de infinitamente menor poderío, como Ucrania, violando numerosas normas y acuerdos internacionales. Pero las potencias suelen hacer eso, mal que nos pese: violar las leyes internacionales.

Y es allí donde EEUU no tiene credibilidad cuando critica a su contraparte rusa. Mendieta recordaba que EEUU invadió Grenada en 1983, una minúscula isla caribeña, para sacar del poder a Bernard Coard, que había abrazado ideas socialistas. Años después EEUU tomó Panamá para deponer a Manuel Noriega. Lo que me hace reflexionar, entre paréntesis, sobre cómo ha cambiado la correlación de fuerzas en las Américas. El breve régimen de Coard propuso ideas menos radicales que las que hoy presentan presidentes como Nicolás Maduro o Rafael Correa, pero, claro, ahora es imposible sacarlos del poder por la fuerza. Ni EEUU tiene el poder para hacerlo ni esos pueblos lo permitirían.
Pero invadir Granada y Panamá fueron sólo dos de tantos ejemplos. El Ejército norteamericano, durante el siglo XX, ocupó, a veces por largas temporadas, Puerto Rico, México, Haití, República Dominicana y Nicaragua, cambiando gobiernos contrarios o sustentando a regímenes amigos. Estaban en su patio trasero. Y, a diferencia de Crimea, ninguno de esos países tenía lazos culturales o lingüísticos con EEUU.

EEUU, puertas adentro, es una democracia que, peses a sus limitaciones y defectos, se muestra vibrante. Pero puertas afuera es tan poco respetuoso de los derechos de otros pueblos como lo es Rusia. Invadió Vietnam y Corea, por ejemplo, para “combatir al comunismo” como décadas después ocupó Irak y Afganistán para “combatir el terrorismo”. Moscú, por su parte, también invadió Afganistán para “defender la estabilidad regional”, como envió tanques a Checoslovaquia en 1968, anexó las repúblicas bálticas en 1939 y tomó Polonia ese año. En tiempos más recientes mandó ocupar Abjasia y Osetia del Sur. Es el patio trasero ruso.

No puedo dejar de mencionar, sin embargo, que si bien la democracia norteamericana tiene limitaciones, sobre todo por la forma como el dinero ejerce una influencia enorme en la política, son respetados los derechos de las personas: no han existido, por ejemplo, cantantes detenidas en cárceles por desnudarse en iglesias, como ocurrió con el caso de las integrantes del grupo musical Pussy Riot, una de las cuales incluso fue enviada a una cárcel de Siberia. Tampoco se aprueban leyes contra los derechos de los homosexuales ni se clausuran revistas críticas ni sus presidentes se cambian a primeros ministros cuando terminan sus mandatos (Putin, que es un dictador, está en el poder desde el año 2000).

En la lista de países que han violado los derechos de otros pueblos militarmente más débiles en años recientes (para no retrotraernos a los griegos, los incas o la Guerra del Pacífico) podemos incluir a muchos más que sólo EEUU y Rusia. Cómo enfrentar esa situación es un desafío para las personas que creen en que es posible una convivencia pacífica entre naciones y que deben ser reforzados los mecanismos que hagan operativas las leyes internacionales. Ojalá todos los países fueran como Costa Rica, que se deshizo de sus FFAA creyendo, adecuadamente, que un pueblo es más seguro cuando más se desarrolla y es más democrático. A propósito, Costa Rica sale consistentemente en el grupo de los países con población más feliz del mundo… / Raúl Peñaranda es periodista

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"DELINCUENTES", EL SONSONETE DEL "VICE"

Raúl Peñaranda U.

El vicepresidente Álvaro García Linera ha señalado que las afirmaciones realizadas por el exfiscal Marcelo Soza y el exjefe policial anticorrupción mayor Fabricio Ormachea no tienen validez debido a que ambos son "delincuentes”.
Es equivocada y manipuladora la argumentación de García Linera. Cuando Soza fue grabado, sin su conocimiento, y admitió innumerables irregularidades del caso terrorismo, no era un "delincuente”, sino un mimado fiscal a cargo del caso judicial que logró darle una estocada casi fatal a la dirigencia opositora cruceña.

Cuando el mayor Ormachea fue filmado, en varias sesiones, en la casa del exempresario Humberto Roca, no era un "delincuente”, era un jefe policial, de alta confianza de las autoridades, tanto que aparecía en fotos junto al presidente Evo Morales y el ministro de entonces Alfredo Rada. Y, además, de no haber sido por la justicia norteamericana, seguiría en su cargo. Es gracias a un juez estadounidense que García Linera puede llamarlo "delincuente”, no a una investigación de su gobierno.

Por lo tanto, las declaraciones de ambos personajes deben ser tomadas en consideración. Es probable que no todo lo que dicen sea cierto, pero algo de veracidad tienen.

Por ejemplo, Ormachea afirmó que una hermana del ministro de Defensa, Rubén Saavedra, vive en España y que hizo un depósito de 300 mil dólares o euros en un banco de ese país. García Linera respondió que el ministro no tiene hermanas. Pero el afectado señaló que sí tiene una: "Que yo sepa, no tengo ninguna familiar que viva o haya vivido en España”. ¿"Que él sepa”? ¿Sabe o no sabe el ministro si su hermana vive en España? ¿Si no está seguro no la puede llamar y preguntar? Haber señalado "que él sepa” abre interrogantes. O sea que la afirmación de Ormachea no tiene que ser descartada de inmediato; de paso, hizo entrar en contradicciones al Vicepresidente y su ministro.

Más allá de eso y de muchos otros detalles de ambas grabaciones, el tema de fondo, que es ya incontrastable, es que la manipulación que han realizado las autoridades del denominado "caso terrorismo” es evidente, manchando tanto el proceso que éste ya no tiene credibilidad: las extorsiones sí existieron, como lo demuestra el video en el que un alto jefe policial hace exactamente eso; las presiones y el uso político del caso son innegables; y los miembros de una red de extorsionadores ligados a éste y otros casos están presos.

Pero existen otros elementos: en un video, una policía, Marilin Vargas Villca, alias Karen, planta pruebas después del operativo en el hotel Las Américas. En otra filmación, el exfuncionario gubernamental Carlos Núñez del Prado le paga un soborno al entonces "testigo clave” del caso, Ignacio Villa Vargas, para que huya del país.

No ha sido tomada en cuenta la declaración del propietario del hotel Las Américas, que señala que cuando se produjo el atentado contra la casa del cardenal ninguno de ellos salió del hotel.

No ha sido tomado en cuenta el testimonio del cuidador de la casa del cardenal, que señala que quienes cometieron ese atentado se trasladaban en un automóvil que coincide, en sus características, con el que poseía entonces el padre del minis   tro Juan Ramón Quintana.

La justicia no ha iniciado un proceso sobre la base de las autopsias realizadas en Europa, que señalan que los tres fallecidos en el operativo fueron ejecutados; finalmente, nadie explica por qué la Policía habló de "balacera” y "enfrentamiento” entre los supuestos terroristas y los agentes si es que no había marcas de disparos en las paredes.

Es insuficiente para el Gobierno defenderse de estos indicios graves señalando solamente, como sonsonete, la palabra "delincuente”. El caso terrorismo hace aguas por todos lados. No puede negarse que algún tipo de grupo irregular se conformó alrededor de la figura de Eduardo Rózsa, porque de ello hay pruebas, pero de ahí a haber enlodado a mitad de la dirigencia cruceña, haber afirmado que se preparaba un magnicidio y haber ejecutado a tres sospechosos, hay una distancia muy grande.
 
Raúl Peñaranda U. es periodista.

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SOZA TOMA CAIPIRIÑAS EN RÍO

Raúl Peñaranda U.

El escándalo no es que Marcelo Soza, el ex fiscal que actuaba como paramilitar de los años 80, se haya fugado. No, el escándalo es que no haya sido aprehendido antes por la Policía, junto a su cómplice y abogado Moisés Ponce de León, para obligarlos a asistir a las audiencias judiciales a las que se negaban ir. El caso demuestra muchas cosas, entre otras la mañosa capacidad histriónica que tienen jueces y fiscales. Pero la actuación les salía mal. Hacían el teatro de que daban órdenes de aprehensión contra Soza y que no lo hallaban. Hasta colaban, con aspaviento, cedulones en la puerta de su vivienda y él, jugando al gato y al ratón, salía después a decir que se había trasladado de casa. El fiscal general Ramiro Guerrero es uno de los actores principales de esta tramoya.

Pero el director de esta obra teatral no es nadie que provenga del sistema judicial, es el propio gobierno. La huida de Soza era fundamental para los intereses del Ejecutivo porque un eventual juicio contra él hubiera demostrado que gran parte de la acusación del caso terrorismo no era más que una maquinación. O, por lo menos, eso se deduce de los audios en los que se escucha a Soza decir que muchas de las acusaciones de ese asunto fueron manipuladas, inventadas e impuestas por el gobierno, especialmente a través del ministro Juan Ramón Quintana. Que Soza haya señalado que “una computadora” imitó su voz demuestra que le gustan las películas de ciencia ficción pero no que es inocente. Guerrero, apropiadamente, jamás ordenó el peritaje necesario para confirmar la veracidad del audio.

Es verdad que un grupo de extranjeros, dirigidos por Eduardo Rózsa, llegó al país a realizar algún tipo de acción irregular. Los miembros de la banda se sacaron fotos armados y participaron de trabajos de entrenamiento militar.

Pero de ahí a que decenas de personas hayan participado en el supuesto “terrorismo” y que se hubiera intentando incluso terminar con la vida del Presidente, hay mucho trecho. Nunca se supo quiénes los trajeron al país (hay versiones que señalan que fue el propio oficialismo, para tenderles una trampa) y, más importante, no se aclararon las circunstancias de su muerte. Las autopsias realizadas en el exterior señalan que fueron ejecutados.  A la misma conclusión llega un reportaje de la (bastante neutral) cadena de TV árabe Al Jazeera.

El asalto al Hotel Las Américas le rompió el espinazo a la oposición, que se centraban entonces en Santa Cruz. El “caso terrorismo” ayudó a que las autoridades, en coordinación con el Ministerio Público, amedrentaran a decenas de líderes provocando verdadero pánico y desbande entre la dirigencia cruceña. Como Rosza se había entrevistado con tantas personas, para asuntos legales y otros no tan santos, el gobierno, a través de Soza, inició una verdadera cacería de brujas. Y Soza organizó también una linda campaña de recolección de fondos. Se ha denunciado que acumuló una fortuna de cinco millones de dólares como producto de extorsiones que pagaban afectados con tal de no ser incluidos en las listas de acusados.

Soza, además, estaba en el centro de la red de extorsión cuyos miembros salían de las entrañas de los ministerios de Transparencia, Presidencia y Gobierno y que trabajaban en coordinación con jueces y fiscales. Su caso fue destapado por el embajador de Evo, Sean Penn, porque uno de los afectados era el norteamericano Jacob Ostreicher. La red empezó a operar para amedrentar a opositores. Como tuvo la venia del gobierno para realizar ese trabajo, luego se “independizó” y empezó a despojar también a acusados de otros casos, como Ostreicher. El ministro de Gobierno le puso coto al asunto. Afortunadamente muchos de ellos están presos.

Al haberse confirmado que Soza ha pedido refugio en Brasil, lo que las autoridades de ese país deberían hacer es expulsarlo, impidiéndole así que tome caipiriñas en las playas de Copacabana. No es un perseguido político (como es el caso de Roger Pinto). Según los audios conocidos, es un delincuente. / Raúl Peñaranda U. es periodista

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