Cara o Cruz

4 cosas que Evo tomó de la democracia y que ahora no quiere soltar

Raúl Peñaranda U

Ya es común ver como el presidente Evo Morales, y sus principales asistentes, critican las bases de la “democracia neoliberal”. Morales llegó a decir, por ejemplo, que la separación de poderes es un “invento del imperialismo”, para “favorecer a la derecha”.

Pero ese “sistema neoliberal” y ese “invento del imperialismo” le dio por lo menos cuatro importantes derechos al Presidente y al MAS, que ahora no le quiere devolver a los bolivianos. Veamos:

1.- Libertad de prensa: durante años, antes de su Gobierno, Evo Morales gozaba de una gran presencia en los medios privados. Sus protestas, bloqueos y otras formas de acción política eran difundidas por los periodistas sin mayores inconvenientes. No había marcha, huelga de hambre o discurso parlamentario de Morales que los medios no difundieran. El caso de Álvaro García Linera es igual de claro: participaba dos veces por semana en el programa El Pentágono, en un canal dirigido por los hoy “neoliberales” Carlos Mesa y Mario Espinoza. García Linera, además, era invitado frecuente de muchos otros canales y radios.

Esa libertad de prensa, de la que se aprovecharon Morales, García Linera, y muchos de sus más cercanos servidores, hoy está en riesgo. La han puesto contra la pared mediante acoso verbal y judicial, asfixia económica y la creación de un poderoso entramado de medios paraestatales.

2.- Separación de poderes: Mal que mal, la justicia funcionaba. Con todas sus fallas, la separación de poderes era una realidad. El hecho de que Eduardo Rodríguez hubiera sido presidente de la Suprema demuestra que el sistema de partidos tenía una mejor intención que los masistas para conducir a la justicia. En ese marco, el Parlamento elegía también a los miembros del Consejo de la Judicatura y al Tribunal Constitucional. Este último, mostrando su independencia y no su sumisión, como la ostenta ahora, emitió un fallo en el que le devolvió sus sueldos devengados a Morales como parlamentario (después de su errada expulsión) y lo repuso en el cargo.

Esa separación de poderes, de la que se aprovechó el Presidente, es ahora negada al resto de los bolivianos. El Gobierno controla en realidad tres órganos del Estado: el propio Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial. Solo el poder electoral mantiene todavía su autonomía (lo que no es poco).

3.- La alternancia en el poder: Calificada como una “creación de la derecha”, la alternancia en el poder les permitió a Morales y García Linera, precisamente, llegar al poder. Sin “alternancia en el poder” estos dos personajes hubieran seguido uno como líder sindical y el otro como académico (hasta que se hubiera descubierto que mintió sobre su título académico). O sea que esa “creación de la derecha” en realidad les sirvió como escalera para llegar al poder.

Actualmente esa característica democrática está en riesgo. El fallo del TCP que autoriza la reelección indefinida, más el control de casi todas las entidades estatales, el acceso a recursos públicos ilimitados para uso político propio, el control de los medios y la coacción política, están poniendo en riesgo la alternancia en el poder. Eso, además del rasgo antidemocrático intrínseco de Morales. Muy poca gente cree que, por las buenas, entregue la banda presidencial.

4.- El voto popular: Gracias a importantes victorias electorales, Morales y sus asalariados se encaramaron en el poder. Tenía que ser así. El voto popular es sagrado, debe respetarse cuando se da en igualdad de condiciones y bajo el estado de derecho (no al estilo de los Castro, los Obiang o los Mugabe). Las victorias de Morales fueron incuestionables. Tenía que llegar a la presidencia.

Pero el voto popular que encumbró a Morales y su entorno ya no vale. El MAS, nada menos, anuló todo un evento electoral, el del referéndum del 21 de febrero, en el que votaron cinco millones de personas. ¿Cómo se puede simplemente eliminar una votación? ¿Se imaginan que Rodríguez Veltzé hubiera anulado los comicios de 2005 para evitar la llegada de Morales al poder? El voto del 21F decidió que Morales y sus subalternos debían dejar el poder en 2020, que ya no podría candidatear para un cuarto mandato. Pero, sin chistar, eliminaron esos cinco millones de votos. Como ya dije en otra ocasión, es lo mismo que el “Mamertazo” de 1951, cuando Mamerto Urriolagoitia anuló las elecciones de ese año. Y ya se sabe que ese evento aceleró la revolución de 1952.

Nos equivocamos todos quienes creíamos que el MAS jugaría siempre con las reglas de la democracia, como se equivocaron los que creyeron que Hugo Chávez y Nicolás Maduro aceptaría esas normas. Existen nomás ideologías que se sirven de las libertades democráticas para luego violarlas para eternizar en el poder a sus agentes.

Todavía es pronto para saber si la fortaleza cívica de los bolivianos les permitirán a Morales y sus adjuntos salirse con la suya. Para volver al ejemplo de Urriolagoitia, se debe recordar que, tras anular el voto de 1951, pasó de inmediato al exilio. Se fue en tren hasta Puno y, de ahí, a Europa. En ese tiempo no había helicópteros en Bolivia…

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Si Evo anuló el 21F, puede anular la próxima elección

Raúl Peñaranda U.

Se conoció finalmente el fallo del TCP que habilita a Evo Morales a reelegirse indefinidamente. Si bien se sabía que los magistrados harían lo que el Ejecutivo les ordenaba (son personas pusilánimes e indignas), conocer la noticia dejó de todas maneras al país en shock.

La razón por la cual el Gobierno decidió no convocar a un nuevo referéndum para modificar la Constitución y habilitar a Evo Morales como candidato es que las autoridades estaban seguras de que volverían a perder, por un margen mayor que el resultado del 21F. Por eso acudieron al Tribunal Constitucional en vez de aceptar lo que dice la propia Carta Magna como mecanismo de reforma.

Y si el régimen prefirió evitar un nuevo referéndum es porque tiene menos del 50% de respaldo (como lo demostró el 21F). Las encuestas ratifican el mal momento del MAS: alrededor del 70% no apoya una nueva candidatura de Morales y éste perdería en una eventual segunda vuelta contra Carlos Mesa (y, según una encuesta de ATB, podría perder también contra otro candidato opositor). Otros escenarios establecen que no se debe descartar que Morales sea derrotado incluso en primera vuelta.

Por eso parece un sinsentido de Morales y sus asistentes más cercanos insistir con la candidatura de 2019. Es una candidatura perdidosa. De hecho, diferentes encuestas señalan que Morales, hoy por hoy, tiene solo alrededor del 30% de apoyo electoral para la primera vuelta. El mayoritario voto nulo de las elecciones de este domingo ratificará que su respaldo es decreciente.

Como ya he señalado en ocasiones anteriores, yo sostengo la opinión de que en Bolivia no existe el fraude electoral (en el sentido de contar los votos incorrectamente) y que si existe es sólo marginal. Por lo tanto, Morales no podrá ganar tampoco por esa vía las elecciones de 2019. También es un hecho objetivo que Morales no acepta los mandatos de la democracia y decidió anular un acto electoral completo, es decir las elecciones del 21F. Los bolivianos votamos, pero ese voto fue “anulado” por el Presidente, en un hecho inédito desde la recuperación de la democracia y con un antecedente en el “Mamertazo” de 1951, cuando Mamerto Urriolagoitia anuló las elecciones que había ganado Víctor Paz. Ello dio paso a la Revolución Nacional un año después.

Si Morales anuló una vez el resultado de unas elecciones nacionales, podrá hacerlo nuevamente en el futuro. Y ello coloca al país en una encrucijada de graves consecuencias. ¿Qué ocurrirá en 2019, unos meses antes de las elecciones, cuando las encuestes demuestren, como ahora, que Morales podría perder en la segunda vuelta (o incluso en la primera)? Debido a que el Presidente y su círculo más inmediato no creen en la democracia y en las Constitución (lo que se demuestra en la anulación del voto del 21F y el pedido del fallo al TCP), ante la eventualidad del perder los comicios de 2019 es muy posible que éstos sean suspendidos.

Morales no entregará la banda presidencial si pierde. No está en su ADN aceptar que sus rivales pueden ganarle para “marcharse a su chaco con una quinceañera”, como él mismo dijo una vez. Eso sólo fue de boca para afuera. No lo hará tampoco por otra causa: el temor que él y sus asistentes sienten por las investigaciones que una futura administración desarrollará por los numerosos hechos de corrupción registrados en los últimos años, además de otras violaciones a la ley, como las ejecuciones extrajudiciales del Hotel Las Américas y otras.

O sea que él no dejará el poder de manera pacífica. Por eso la posibilidad de que los comicios sean suspendidos y que se dé un desenlace violento no puede descartarse. La otra opción es que, participando en las elecciones y no logrando vencer, Morales desconozca los resultados y se convierta en un Presidente de facto.

Existen otras opciones menos dramáticas para anular o posponer las elecciones de 2019, como que la Asamblea Legislativa se autodeclare como un Poder Constituyente que esté por encima de los otros órganos del Estado (a lo venezolano) y que desde esa posición cambie el cronograma electoral usando cualquier excusa.

Nada de eso afianzará a Morales en el poder. Por el contrario, lo debilitarán al punto de que, posiblemente, se vea forzado a salir de la historia por la puerta trasera. / Raúl Peñaranda U. es periodista. Twitter: RaulPenaranda1

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Y ahora… centros turísticos sin turistas

Raúl Peñaranda U.

Ya he escrito sobre la capacidad del Gobierno de crear aeropuertos sin pasajeros, plantas de azúcar sin caña, estadios sin espectadores, fábricas de urea sin viabilidad, etc. Ahora toca hablar de centros turísticos sin turistas.

El Gobierno, con su necedad, ha logrado quebrar Rurrenabaque, hasta hace poco una de las poblaciones turísticas más importantes del país. Rurre, en el departamento del Beni, es la puerta de ingreso al Madidi, uno de los parques nacionales más biodiversos del mundo. Con ello se hizo una fama interesante y, en años anteriores, miles de turistas solían llegar a la zona. Se crearon restaurantes, se abrieron oficinas de turismo, se inauguraron hoteles, se formaron eco albergues, se habilitaron balsas y botes y empezó un interesante rubro de turismo indígena y comunitario.

Hasta que el Gobierno se interpuso en ese camino. Y dio fin con todo ello. Hoy, la actividad turística en esa región languidece debido a algunas malas decisiones de las autoridades y a un modelo de desarrollo que alienta el extractivismo y descree de la diversificación económica.  

En vez de apostar por el ecoturismo como una actividad que da recursos a la gente y a la vez protege el medioambiente, el presidente Evo Morales, con su archiconocida terquedad, decidió que era una buena idea crear la fábrica de azúcar de San Buenaventura, justo al frente de Rurrenabaque, cruzando el río Beni. Pese a que decenas de estudios, desde hace décadas, señalaban que era una idea inviable, Morales siguió adelante en su plan y decidió malgastar allí 265 millones de dólares en crear un elefante blanco que casi no tiene actividad. Lo que pasa es que no hay caña suficiente en la zona. Y esa caña no ofrece suficiente sacarosa. Hoy la planta está casi paralizada.  

¿Se imagina el lector que se hubiera usado la mitad de ese dinero en fomentar el turismo en Rurrenabaque y en el Madidi? Hoy la situación sería muy diferente y se generarían recursos para miles de familias. Eso es precisamente lo que el Gobierno rechaza. El oficialismo, en vez de alentar a que el ciudadano aumente sus ingresos, prefiere hacer enormes obras con la ilusión de que eventuales utilidades, que casi nunca llegan, alimenten las arcas estatales.

No sólo eso. Hay más. El Gobierno, presionado por el exministro Juan Ramón Quintana, forzó el proyecto de realizar un puente sobre el río Beni para que atravesara por el centro del pueblo. La otrora hermosa localidad será en breve un mero paso de camiones de alto tonelaje. Ese puente pudo hacerse unos cuantos kilómetros más al sur. Pero cuando la irracionalidad se impone, no hay nada que hacer.

Lo peor vino, sin embargo, cuando el Gobierno decidió exigirles visas de ingreso a ciudadanos estadounidenses y, sobre todo, a israelíes. Ese fue el tiro de gracia para el turismo del norte de La Paz y Beni. En ambos casos, se tomó la decisión por la imprudencia del Gobierno y su inflexibilidad ideológica. No estoy en contra de que se critiquen las decisiones (muchas veces atroces) del Estado de Israel, pero tratar de penalizar a sus ciudadanos impidiéndoles visitar Bolivia es una estupidez.

Y luego siguió el ensañamiento contra esa zona: justo allí, para inundar parte de ese hermoso rincón del país, el Gobierno quiere construir las represas Chepete y Bala.

Todo esto puede explicar por qué una reciente película, nada menos que protagonizada por el afamado actor británico Daniel Radcliffe, y que retrata a esa zona del país, está causando tanta incomodidad en el Gobierno. Justo está centrada en la zona que el Gobierno ha logrado que el turismo fracase. Y que quiere, más encima, inundar. La película, increíblemente, no está en la cartelera local.

Como dije en un texto anterior, el filme, Jungle, que ya ha tenido una premier mundial y que ha sido destacado por los principales medios de comunicación del mundo narra la historia de Yossi Ghinsberg, un israelí que se perdió en el Madidi en 1981 durante 21 días. Cuando nadie creía que seguía vivo, fue hallado por dos de sus amigos. Es, como se dice, una historia de película. Ghinsberg escribió luego el libro “De regreso del Tuichi”, que se hizo muy famoso sobre todo entre los jóvenes israelíes, quienes, gracias al texto, empezaron a llegar por miles a Rurrenabaque y al Madidi. Deseaban recorrer los lugares en los que su compatriota había desafiado a la muerte. También llegaron, en menos escala, estadounidenses. Gracias a Ghinsberg y su libro, un perdido lugar de la Amazonía encontró auge en el ecoturismo. La película Jungle podría ser usada, también, en ese sentido. Pero el Gobierno no lo aceptará. Antes de que se construyan hoteles prefiere alentar fábricas de azúcar sin azúcar. / Raúl Peñaranda U. es periodista / Twitter: RaulPenaranda1

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Banco Unión: ¿Quién se quedó con Bs 27 millones?

Raúl Peñaranda U.

En una columna que publiqué en El Deber el lunes pasado describí algunas hipótesis que podrían explicar el todavía extraño caso del desfalco del Banco Unión. Dos de las ideas expuestas fueron que, para realizar tamaño robo, era obvio que el acusado Juan Franz Pari tuvo cómplices dentro del banco. Esos cómplices, aseguré, tuvieron que ser ejecutivos de la institución, ya que se requería de un alto nivel de influencia para dejar pasar todos los controles y permitir la sustracción de 37,6 millones de bolivianos. La segunda idea fue que éste no es un "robo común", o un "atraco" como dijo el vicepresidente Álvaro García Linera, sino un hecho de corrupción que requirió para su ejecución una red delictiva.

Tanto la exgerenta del Banco Unión como el presidente Evo Morales han tenido la gentileza, después del lunes, de confirmar esas dos ideas. Marcia Villarroel señaló que "hubo complicidad" de altos ejecutivos del banco y Morales aseguró que se trata de evento de corrupción, desautorizando así al Vicepresidente.

El Gobierno suele actuar así. Cuando surge un escándalo de corrupción, su primera reacción es negarlo todo, minimizar los hechos y no hacer nada. Sucedió con el tema de las barcazas. Sucedió con el caso Zapata. Sucedió con el asunto de los taladros. Sucedió con el Fondo Indígena. Pero luego, espoleado por los medios independientes y los usuarios de redes sociales, las autoridades, de repente, dan un giro de 180 grados y, de la pasividad anterior, pasan a hacer un alboroto fenomenal. El Presidente en persona destituyó a Villarroel, le "sugirió" al nuevo gerente qué ejecutivos debería despedir y, luego, surgió la versión que 35 funcionarios del banco deberían ser investigados en total. De la actitud de García Linera y Luis Arce de que "esto es insignificante" y "no pasa nada", la percepción trocó a "nadie va a robarle al pueblo" y a acusar a gil y mil. La cosa parece ser tan seria que dos personas han sido detenidas en las últimas horas en Santa Cruz. Así que la red de implicados aparenta ser aún más grave de lo que ya parecía.

De todas maneras, dos elementos siguen siendo camuflados por las autoridades de Gobierno y la Fiscalía. El banco asegura que fueron sustraídos 37,6 millones de bolivianos, pero solo se logró requisar bienes y dinero en efectivo por 10 millones. ¿Qué pasa entonces con los 27 millones de bolivianos restantes? ¿Quién se quedó con el cambio? ¿Al ser éste un banco estatal, bajo directa supervisión del presidente Morales (lo que se demuestra en el hecho de que fue él quien destituyó a Villarroel y nombró al nuevo gerente), es posible que existan cómplices dentro del MAS o del Gobierno?

El otro asunto que no se ha aclarado es cómo es que, en un período de diez meses, una lejana y pequeña agencia rural del banco pudo mover 37,6 millones de bolivianos. El banco, o la ASFI, la otra entidad gubernamental que pone a los ratones a cuidar el queso, podrían informar oficialmente cuánto movió esa sucursal del Banco Unión en el mismo período del año anterior. No lo han hecho todavía. Ese dato sería crucial para poder comprobar, o no, que esas cifras se mueven en una agencia tan pequeña como la de Batallas, en el altiplano paceño.

Mientras el Gobierno no pueda demostrar que en Batallas se movían tantos recursos, entonces tenemos que aguzar el ingenio y explorar algunas hipótesis.

La primera es que el banco generó un esquema de corrupción en el que están involucradas autoridades de Gobierno. En ese caso, el desvío de otros fondos del banco a los bolsillos de ciertas autoridades explicaría la elevada suma (que supuestamente excede el movimiento usual de la agencia de Batallas).

La segunda hipótesis es la presentada por Franceso Zaratti en su columna de la semana pasada. Él señaló que, como no puede haber habido tanto dinero en las oficinas de Batallas, el dinero sustraído tenía otro origen y el banco solamente se había prestado a guardarlo. Si se llegara a confirmar esa opción y se conociera la procedencia de esos recursos, serían hechos que llenarían las primeras planas de los periódicos.

La tercera, ofrecida por el periodista Carlos Valverde, también debe ser estudiada: él dijo que, por lo menos en Santa Cruz, algunos ejecutivos entregaban créditos de manera irregular, contra el pago de una coima, a algunos clientes. Como esos créditos no estaban apropiadamente garantizados, algunos no pudieron ser pagados y se hizo el "hueco" de 37,6 millones. Al ser descubierto el escándalo, el banco usó como coartada, dice este análisis, a Pari, y le achacó todo el problema. En esta posibilidad, el monto defraudado sería varias veces superior a los 5,4 millones de dólares establecidos hasta ahora. Que hubieran sido acusados dos ejecutivos de Santa Cruz (localidad bastante alejada de Batallas), podría demostrar aquello.

La experiencia nos enseña, sin embargo, que después del bullicio de los primeros días, y cuando el polvo se ha decantado, unos cuantos siguen detenidos, los verdaderos responsables siguen libres y los casos no se esclarecen del todo. Es posible que con el actual suceda lo mismo. Raúl Peñaranda U. es periodista. / Twitter: RaulPenaranda1

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Aeropuertos sin pasajeros, fábricas de azúcar sin azúcar

Raúl Peñaranda U.

En la masiva manifestación que le dijo “No” al intento reeleccionista de Evo Morales, realizada el martes en numerosas ciudades de Bolivia, hubo una gran cantidad de ideas expresadas, eslóganes reiterados y demandas recalcadas. Uno de los pedidos, sin embargo, parecía ser más fuerte: no al derroche y a la mala administración. Por eso es buena la alternancia en el poder: porque permite “corregir el rumbo”.

Pero el Gobierno está lejos de la idea de mirar sus actos con autocrítica. Lejos. La obcecación del Presidente es fenomenal y está llevando al país, como si fuera un poderoso flautista de Hamelín, al despeñadero. Veamos algunas de sus decisiones:

-Planta de urea sin viabilidad. Sólo en la construcción de la planta se gastó 957 millones de dólares, cifra a la que hay que sumar el gasto para la construcción del tramo ferrocarrilero Bulo Bulo-Montero (que no se ha terminado debido a las irregularidades de la empresa china CAMC). Se podría haber instalado la fábrica más cerca de los supuestos mercados para el producto, Brasil o Argentina, pero por la demagógica idea de contentar a su base cocalera, Morales la sitúo en el Chapare. Con la caída estrepitosa del precio de este producto, la viabilidad de la planta hoy es nula (su precio cayó de 825 dólares por tonelada en 2008, cuando se inició el proyecto, a 185 dólares en 2017). Para que la planta sea rentable, el Estado deberá proveerle el gas que necesita a un precio de regalo, en vez de exportarlo a mayor precio. Sólo por la terquedad del Presidente. Total: 1.000 millones de dólares malgastados.

-Planta de azúcar sin caña. Desde los años 50 que el departamento de La Paz sueña con la posibilidad de instalar una planta de azúcar en San Buenaventura. Pero distintos análisis señalaban que esta sería inviable puesto que no podría obtener (pequeño detalle) la caña necesaria para su operación debido a que la tierra de la zona no tiene vocación agrícola y el permanente clima nublado impide que tenga suficiente sacarosa. Hoy la planta funciona a un mínimo de su capacidad, tal como se había advertido desde los años 50. Total: 265 millones de dólares malgastados.

-Aeropuertos sin pasajeros. El Presidente se empecinó en construir dos aeropuertos: en Oruro y Chimoré. Por su escasa población y su cercanía a dos ciudades importantes (Cochabamba y La Paz), esa idea era ilógica, sin sustento racional. Quienes se oponían terminaron teniendo razón. Hoy ambos aeropuertos son instalaciones fantasmas, casi exclusivamente visitadas por aviones contratados por el Gobierno o las FFAA. Total: 60 millones de dólares malgastados.

-Palacios y museos: En el nuevo palacio presidencial de 29 plantas se calcula que todo el personal del Ministerio de la Presidencia ocuparía cuatro pisos. A Morales, entonces, le quedarán, para él solito, 25. Pasará a ser unos de los jefes de Estado con dependencias más grandes de la región. Y ojo que preside uno de los países más pobres. Luego está el palacio para el exministro Luis Arce, que no logró ocupar, debido a su enfermedad, el de su exesposa (la gerenta del Banco Unión, que también tiene nueva sede), otro edificio enorme para el Legislativo, varios palacios menores para YPFB, más el jocoso museo de Evo, ubicado en un lugar casi inaccesible, que no tiene cuartos de hotel ni restaurantes permanentes. Pero allí, orondas, se exhiben sus camisetas y cachos de fútbol: Total: 152,5 millones de dólares de malgasto.

-Estadio sin espectadores. Al Presidente le gustan sobre todo dos cosas: uno, discursear, dos, jugar fútbol. Por lo tanto, inaugurar canchas y coliseos para él es algo especial. El problema es que esas obras tienen enormes capacidades para las localidades que las albergan. En Pucara, Santa Cruz, para menos de 1.500 habitantes de la capital de ese municipio, se hizo un estadio para… 1.500 personas. Para que se llene deberían asistir todos los vecinos, desde el bebé que acaba de nacer hasta la persona más anciana. Por eso, ese coliseo siempre está vacío. Esta es una constante a nivel nacional. El caso más conocido, y cuya inauguración dio vuelta al mundo, es el de Chimoré, en medio de la selva. Tiene capacidad para 15.000 espectadores y la población de la localidad de ese nombre es de… 15.000 personas, por lo que sus graderías están virtualmente vacías desde su inauguración. Obvio. Sería como construir un estadio para 800.000 espectadores en El Alto. Comparemos: monto usado mediante el programa Evo Cumple en postas de salud: sólo 104 millones; usado en canchas sin espectadores: 484 millones de dólares de malgasto.

¿Se imagina el lector que al Presidente le gustara más bien inaugurar postas sanitarias y escuelas y conversar con médicos y profesores en vez de jugar fútbol? Soñar no cuesta nada. Sólo en los ejemplos mencionados en esta columna, el desperdicio es de 1.961,5 millones de dólares. Y hay muchas obras más: satélite sordo y ciego, planta separadora de líquidos sobredimensionada, cumbres de movimientos sociales, etc.

El total general dilapidado puede llegar a tres, cuatro o cinco billones de dólares. Esta cifra no se refiere a la corrupción (casos taladros, escáneres de SEGIP, Fondo Indígena, Banco Unión, Ministerio de Defensa, Catler, tarjetas de Entel, Barcazas, etc.).
Por eso la democracia inventó la alternancia en el poder. Para que los países se salven de sus líderes más iluminados.
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La reelección y los corifeos del poder

Raúl Peñaranda U.

Todos los gobiernos tienen un coro de personas que los respaldan. Son los amanuenses, los asistentes, los colaboradores. Algunos de ellos son muy poderosos, y generalmente asisten a reuniones con el Jefe, y otros son sólo relleno, los que aceptan órdenes y hacen el trabajo de repetir lo que les mandan. En el teatro griego había también esos coros, y de allí salió la palabra “corifeo”, es decir, más o menos, el que “representa” a alguien. En este caso son los “corifeos” del poder.

Yo les tengo lástima a estas personas, que hoy dicen una cosa para amplificar la voz del Jefe, y mañana dicen otra. Son las Gabrielas Montaños, los Hugos Moldiz, los Héctores Arces, los Reymis Ferreiras, los Gringos Gonzales. Hay cientos o miles más, pero los mencionados son los más conocidos.

Cuando Evo Morales dijo en 2009 que había aceptado el pedido opositor de no incluir la reelección indefinida en la Constitución y que sólo postularía a dos mandatos, todos ellos lo aplaudieron, dijeron que eso era lo que el país necesitaba. Sólo dos mandatos. Pero unos años después Morales cambió de opinión y dijo que “había hecho trampa a la oposición”, y entonces los corifeos también cambiaron de humor: se rieron con el Jefe por haber engañado a los opositores y coincidieron con que el Tribunal Constitucional debía aceptar el tercer mandato del Presidente. La forma de lograr un período presidencial adicional (pese a que la CPE fija sólo dos) era ése, decían, siguiendo al Jefe: que el Tribunal interprete que, bajo un nuevo Estado, o sea el Plurinacional, el primer mandato de Morales no era válido. No era necesario hacer una reforma constitucional. Y el Jefe entonces señaló que sería el último período, y los corifeos, que en Bolivia llamamos “llunkus”, aplaudieron, afirmaron que eso era lo que el país necesitaba. Sólo tres mandatos.

Sin embargo, el Jefe quiso más: un cuarto mandato. Y los corifeos nuevamente celebraron, nuevamente danzaron alrededor suyo en el Palacio, nuevamente sacaron sus pelotitas y sus monociclos para rodearlo. Sí, es verdad, es mejor un cuarto mandato. Y el Jefe tenía razón, ahora sí había que reformar la CPE. Luego, cuando el referéndum dijo que “No” a los deseos de eternización en el poder, los corifeos esperaron ansiosos qué iba a decir el Jefe. Y el Jefe expresó que aceptaría la decisión del pueblo y que se iría con una quinceañera a su chaco. Y los corifeos aplaudieron, aseguraron que ello era lo correcto, que jubilarse junto a una quinceañera era lo mejor. Pero después el Jefe otra vez cambió de idea. Expresó que había perdido por una mentira –la mentira de su exnovia Gabriela Zapata–, que sería candidato de todas maneras y que un nuevo referéndum podría ser organizado. Y los llunkus pensaron que eso era lo adecuado.

Pero el Jefe reflexionó y llegó a la conclusión de que perdería un nuevo referéndum y que era mejor usar una triquiñuela legal. La más ridícula de todas, la que señala que la CPE viola sus derechos humanos a elegirse para siempre. Y los corifeos-llunkus nuevamente dieron vivas y dijeron que esa era la manera procedente y legal de lograr un cuarto mandato, no el referéndum que habían defendido antes.

Los corifeos se desviven por el Jefe. Cuando el Jefe tiene dolor de cabeza, corren a arroparlo y mimarlo. Cuando el Jefe hace un chiste, se ríen forzadamente, para hacerle notar que es el mejor bromista del mundo. Cuando el Jefe hace de cientista político, y afirma que la separación de poderes es invento “del imperio”, todos ellos ponen cara de serios y aseguran que es así, que la Revolución Francesa no tuvo nada que ver con esas ideas. Y cuando el Jefe se enoja, aceptan sin chistar sus retas. El Jefe siempre tiene la razón.

Los corifeos sólo tendrán una pega mientras el Jefe esté en Palacio y esté contento con sus monociclos, y pelotitas, y sombreros de juglares, y panderetas. Los corifeos solo se beneficiarán de contratos de consultaría mientras el Jefe esté de buen humor. Los corifeos solo irán a fiestas con whisky Etiqueta Azul, harán viajes a países exóticos y aparecerán en las revistas de corazón mientras el Jefe esté seguro en su puesto. Todo depende del Jefe. También su futura tranquilidad judicial. Los corifeos saben que cuando otro Jefe llegue a Palacio, y los jueces y fiscales, que hoy son sus amigos, muestren su usual pragmatismo y empiecen a liberar a los antiguos presos para hacer campo en las celdas, estarán fritos. Muchos de ellos correrán a conocer al nuevo Jefe y tratarán, con muecas desesperadas, de rodearlo y hacerle reverencias. Espero que los pajes del Palacio los saquen entonces a empellones. A esos corifeos, más que a su actual Jefe, los juzgará la historia.

Raúl Peñaranda es periodista. Twitter: RaulPenaranda1

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Judiciales: la oposición va rumbo a una goleada 3-1

Raúl Peñaranda U.

El estudio del columnista Enrique Velazco que demuestra que la entrevista oral a los postulantes a magistrados en el Legislativo sirvió para “filtrar” a los candidatos que buscaba el oficialismo, es el tiro de gracia para este proceso. Es obvia la intencionalidad del oficialismo de controlar la justicia. Era obvia también en 2011. Pero el cuadro mencionado que demuestra cómo, a candidatos que obtuvieron bajas notas en la fase de “méritos”, luego les pusieron altas calificaciones para que destacaran y fueran elegidos, es la prueba que desenmascara esta farsa.

La presidenta de la Cámara de Diputados, Gabriela Montaño, quiso desmerecer el estudio señalando que se habían confundido porcentajes con puntos del examen. Ello es falso. Todas las notas fueron convertidas a porcentaje. La intención de Montaño es obvia, causar confusión a toda costa en vez de enfrentar el tema de fondo, la manipulación del oficialismo con tal de tener magistrados bajo su control.

Ante la conciencia de que todo el proceso fue una falacia (hasta el diputado Borda, del MAS, admitió que el oficialismo “rellenó” las listas de candidatos), las elecciones judiciales serán una prueba colosal para el régimen. Tendrá que esforzarse al máximo en movilizar a sus sectores más fieles y, por otro lado, tratar de contener de alguna manera la movilización de los sectores opositores, sobre todo urbanos. Como la indicación va a ser fácilmente entendida y se va a basar simplemente en “vote nulo”, las chances de vencer de quienes rechazan al Gobierno serán muy altas.

En sentido contrario, las posibilidades para el oficialismo de salir dañado son amplias, considerando que la idea de votar por los magistrados ya resultó pésima (no mala) hace seis años, y que quedó claro para buena parte de la población de que ese modelo no ayuda a mejorar el desempeño de la justicia. Como decimos, la forma solapada del oficialismo de conducir la selección de los candidatos en el Legislativo, terminó por restarle lo poco de legitimidad que la idea de elegir por voto a los magistrados podía tener.

Nuevamente se le entregarán al ciudadano unas papeletas que contendrán decenas de nombres sobre los cuales casi nadie ha escuchado nada y que se sometieron a un examen escrito, auspiciado por el Legislativo, que cualquier persona más o menos informada podía responder. Y aun así algunos de los candidatos se aplazaron, lo que no impidió que el oficialismo los colocara nomás como seleccionados para aparecer en la papeleta de las elecciones del 3 de diciembre. La idea es que esos futuros jueces autoricen la cuarta postulación de Evo Morales, que sería la segunda inconstitucional consecutiva del presidente.

En 2011, cuando un sector de la población todavía dudaba sobre la validez de la idea de ir a votar por los jueces, un 60% de los electores sufragó blanco o nulo. Solo el 40% respaldó a alguno de los candidatos. Hoy, seis años después, cuando se sabe que el mecanismo es inadecuado y cuando existe la certeza de que el Legislativo amañó las cosas para favorecer a sus más fieles candidatos, digamos a sus “tezanos pinto”, se puede prever que el grado de repudio será aún mayor. Saber exactamente cuánto mayor será ese rechazo y en qué regiones y municipios se dará el fracaso oficialista más evidente, servirá como una radiografía extraordinaria para conocer el estado de ánimo del país. Mi cálculo es que será 70-30 a favor de la oposición, o más. En fútbol sería una victoria de 3-1.

No deja de ser difícil entender por qué el Gobierno se mete nuevamente en este lío. Pudo haber ratificado a los mansos jueces actuales para que le autorizaran su cuarta postulación. Su error de cálculo se convertirá en un antecedente interesantísimo para las elecciones presidenciales de 2019.

Raúl Peñaranda U. es periodista. / Twitter: RaulPenaranda1

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Evo, entre los ejemplos de Correa y Maduro

Raúl Peñaranda U.

Evo Morales y sus asistentes principales analizan dos modelos políticos surgidos en el seno del Alba: en primer lugar, observan la situación de Nicolás Maduro. Este logró capear el temporal tras meses de protestas y muertes y finalmente consiguió que la Constituyente ilegalmente elegida se impusiera como el principal poder del Estado venezolano. Esa Constituyente deberá ahora decidir o no si en Venezuela se convocarán los siguientes comicios presidenciales…

Maduro, y su antecesor, Hugo Chávez, demostraron que se puede construir una dictadura “a fuego lento”, no mediante la acción de un cuartelazo militar o una banda de barbudos, sino a través de un paciente y paulatino plan de reducción de las libertades democráticas. El modelo venezolano primero cooptó a las fuerzas del orden, después tomó la justicia, luego controló al consejo electoral, posteriormente sometió a la mayoría de los medios y finalmente destruyó a las empresas. Junto con quebrar a la economía venezolana, aumentar la pobreza y convertir a Caracas en una de las ciudades más inseguras del orbe, el chavismo logró su objetivo, hasta ahora con éxito: quebrantar la democracia y eternizarse en el poder.

En 2015, tras la victoria legislativa opositora, el Gobierno impidió que se realizara el referéndum revocatorio, que sin duda Maduro hubiera perdido. Y con ello le puso la primera cruz a la democracia de ese país. Luego le puso la segunda con la masiva represión militar y policial que aplastó a las protestas callejeras. La tercera, y por el momento definitiva, fue la instalación de la Constituyente. Veremos si en los futuros meses o años la oposición logra reagruparse y sacar a los chavistas del Ejecutivo.

El otro modelo que Morales y sus seguidores estudian es el de Rafael Correa. A diferencia de Chávez y Maduro, Correa no logró generar la fuerza suficiente como para suspender comicios y prorrogarse en el poder. Ante ello, no le quedó otra que dejar que se cumpliera el calendario electoral y ante la inevitabilidad de que en 2017 se realizarían los comicios generales, tomó una decisión difícil: dejó de insistir en la posibilidad de repostular nuevamente (para ello tenía que cambiar otra vez la Constitución), debido a que las encuestas demostraban que hubiera perdido irremediablemente en la segunda vuelta de éstos. Por eso terminó por elegir a un delfín, su exvicepresidente Lenín Moreno. Para controlar al moderado candidato, tan diferente a sí mismo, Correa le impuso como acompañante de fórmula a Jorge Glas, más “revolucionario” que él, aunque también más “robolucionario”.

Moreno terminó ganando los comicios, pero no se convirtió en el manso sucesor que los correístas esperaban. Como regalo desde Brasil, Moreno recibió las declaraciones de acusados de Odebrecht, que declararon que Glas y otras autoridades correístas recibieron millones de dólares en sobornos. Se deshizo de él y ahora, por unanimidad del Parlamento, éste será investigado. Correa esperaba que la mitad de la bancada oficialista, que supuestamente lo respalda a él y no a Moreno, apoyaría a Glas, y sin embargo eso no sucedió. El envalentonado Presidente desea ahora llamar a una consulta popular, que entre otras cosas podría eliminar la reelección indefinida, es decir impedir que Correa pueda postular nuevamente en el futuro. Hoy el principal crítico de Moreno es Correa quien, desesperado desde su ático en Bélgica, le lanza feroces acusaciones.

El tercero de esta historia es Morales, que coincide con Maduro y Correa en su desprecio por la democracia y su angurria de eternizarse en la presidencia. Al igual que Correa, las encuestas señalan que perdería la segunda vuelta en 2019 frente a un candidato como Carlos Mesa (quien, como se sabe, todavía no ha decidido lanzar su postulación).

Para Morales asistir a esos comicios entraña un riesgo muy grande. Primero, debe torcer nuevamente la Constitución, con lo que perdería un porcentaje importante del 40% que todavía lo respalda hoy. Como no puede convocar a un nuevo referéndum porque sería derrotado otra vez, tendría que torcer la Constitución con métodos aún más vergonzosos y luego, debilitado tras esa batalla (porque nuevamente tendría que explicar por qué su palabra no tiene valor), asistiría a los comicios. Con grandes posibilidades de ser vencido.

Ante esa opción en el oficialismo se debatía hace algún tiempo la posibilidad de presentar otro candidato, más moderado, que logre vencer. Y aunque ese postulante todavía no aparece, el ejemplo de Moreno es decisivo. Morales no puede correr el riesgo de que quien elija adopte posiciones independientes y autónomas, como lo ha hecho Moreno. Y todos los que serían fieles, como Álvaro García Linera o Juan Ramón Quintana, no tienen apoyo suficiente como para ganar en las urnas.

Ante esto le queda a Morales el segundo modelo. Su reciente defensa de Maduro no es solo demostración de lealtad, es también adelantarse a los hechos y ver si en el futuro él mismo estará en una situación similar. Por ejemplo, convertir al Legislativo en una Constituyente que decida, sin mucho trámite, suspender en Bolivia las elecciones de 2019 o, una vez realizadas, no acatar su resultado. Esa es una decisión obviamente arriesgada, aunque Morales sabe, porque es cierto, que él puede perder en las urnas, como ya sucedió en el referéndum de 2016, pero puede ganar en la calle. Como lo ha demostrado su amigo Maduro, quien aplastó nomás las manifestaciones ante los ojos azorados del mundo. No es nada que Morales no pueda intentar hacer en Bolivia.

 

Raúl Peñaranda U. es periodista. / Twitter: RaulPenaranda1

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TIPNIS o la tozudez del Jefe Supremo

Raul Penaranda

Se dice que el ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Puede ser. Evo Morales lo demostró la semana pasada con su testaruda decisión de hacer derogar la ley de protección al TIPNIS para poder construir una infamante carretera por el centro de ese parque y territorio indígena.  

La primera vez que lo intentó, sufrió una de las peores derrotas de su larga carrera política, cuando cientos de miles de personas salieron a las calles de La Paz a recibir a los integrantes de la VIII marcha indígena, que Morales y su Gobierno habían insultado, ridiculizado y luego violentamente reprimido por el solo hecho de demandar una consulta previa antes de la construcción de la carretera, como lo ordena la Constitución que el mismo MAS redactó. Por ello firmó el decreto de intangibilidad.

Entonces, como ahora, no se podía entender el porqué de la tozudez presidencial en realizar esa vía por el centro del TIPNIS, que no le da al Gobierno rédito político o económico, prestigio internacional, apoyo de la opinión pública, respaldo ciudadano, ni nada. Todo lo contrario: la sola amenaza de realizar la obra unifica a la oposición, energiza a los jóvenes, moviliza a los indígenas, motiva a las redes sociales y desacredita a Morales en el mundo. Es que simplemente no hay razón valedera para realizar la obra como está planteada. El Gobierno rechaza incluso la posibilidad de establecer un trazo que eluda el corazón del parque.

En 2011, cuando todo hacía ver que construir la obra era una muy mala idea política para el régimen, los analistas nos preguntábamos cuál era la razón de tanta obstinación. Una de las posibles explicaciones era el sobreprecio de la obra, de unos 150 millones de dólares, una cifra interesante para repartir entre conmilitones. Pero luego la empresa OAS, contratada para hacerla, fue expulsada y con ella se fueron los millones. La muy comentada idea de que son los cocaleros los que desean penetrar en el parque tampoco me convencía, ni lo hace ahora, debido a que el oficialismo ha reducido efectivamente las extensiones de cocales en el país, según dice NNUU. Antes de meterse en semejante lío, si esa es la explicación, el Ejecutivo podría simplemente hacer que la coca aumente en el Chapare. La argumentación similar de que Morales desea contentar a ese sector tampoco puede ser tomada tan en serio porque éste ya está completamente a su favor.

¿Entonces qué? ¿Cuál es la razón? ¿Qué motiva este impulso autodestructivo del oficialismo? La explicación oficial de que se busca darle salud y educación a 14.000 indígenas de la región no tiene sentido tampoco. Si quisiera hacerlo lo podría realizar con cierta facilidad, sin meterse en un problema de dimensiones siderales.

La única explicación que encuentro realista se basa en dos aspectos: uno, que al Presidente y su entorno realmente le importan poco la Madre Tierra y el medioambiente. La defensa de la Pachamama fue solo una pose, al iniciarse el Gobierno, que le daba grandes réditos internacionales y que le permitía decir que lideraba un tipo de desarrollo sostenible. Por supuesto que eso era una gran farsa, como se ha comprobado posteriormente. El Vicepresidente, en su discurso del 6 de agosto, fue clarísimo al rechazar que la economía se oriente hacia la diversificación y el respeto a la naturaleza y ha insistido en el extractivismo como norte de las políticas gubernamentales.

Sobre esa base se construye mi segunda explicación: simplemente al Jefe Supremo se le ocurrió hacer ese camino, y con ese trazo, y punto. Se tiene que hacer. El mismo lo dijo de manera explícita: el camino se hará “quieran o no quieran”. Este es un desafío personal de Morales, demostrarse capaz de enfrentar a todo un país con tal de salirse con la suya. Y por eso su Gobierno es tan peligroso. Sin embargo, mi predicción es que, como en 2011, esto terminará en fracaso para el oficialismo. Y victoria para Bolivia.

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Evo de 2017 se encuentra con Evo de 2005

Raúl Peñaranda U.

¿Qué pasaría si el dirigente político Evo Morales de 2005 se encontrara con el presidente Evo Morales de 2017? Esta es la imaginaria conversación que podrían sostener ambos personajes.

Evo 2005: Un Gobierno debe ser cercano al pueblo, y por eso las autoridades deben ser austeras. No se debe aceptar el malgasto, el derroche. Yo creo que un Gobierno tiene que ahorrar. Los ministros deberían ir en taxi a sus oficinas, no tener autos de lujo, no tener tanto equipo de seguridad.

Evo 2017: No estoy tan seguro, me parece que estás exagerando, las autoridades deben poder trabajar y para eso necesitan mejores vehículos, mejores oficinas, equipos de apoyo. No creo que debamos rechazar tampoco los autos blindados ni aviones confortables para el uso de los presidentes.

Evo 2005: ¿Autos blindados? Solo los presidentes alejados del pueblo pueden pensar en autos blindados, en aviones de lujo. Un Presidente que se debe al pueblo debe vivir como el pueblo, viajar en flota si es posible, ahorrar. Los neoliberales nomás piensan en oficinas lujosas, en ese tipo de gastos insulsos. No hay que malgastar en eso. ¿Qué pasa con la salud? ¿Qué pasa con la educación? Eso es lo importante.

Evo 2017: La educación y salud son importantes, pero también es importante viajar cómodamente para seguir sirviendo al pueblo. ¿Por qué los bolivianos vamos a vivir siempre como mendigos? ¿Por qué no podemos ser importantes? Yo creo que un Gobierno no solo debería comprar un avión para el Presidente, sino también para el Vicepresidente y otras autoridades. Así, viajas cuando quieras.

Evo 2005: Yo pienso lo contrario. Eso alejaría al Gobierno del pueblo. Eso hacen los gringos, los neoliberales, yo soy un dirigente campesino. No lo acepto.

Evo 2017: A ver, sé realista, estás pensando como un político sin experiencia. Las obras son importantes, pero más importante es tener mucha propaganda en los medios y así pensar en la reelección.

Evo 2005: Bueno, yo nunca he sido Presidente, pero estoy totalmente en desacuerdo. Un Presidente debe irse a su casa después de un período. Yo me volvería a mi chaco.

Evo 2017: Ese es tu problema, estás pensando en rendirte, en dejar que otros terminen tu obra. No. Yo soy un símbolo indígena y por eso hay que avanzar, hay que demostrar poder, hay dejar una huella. Estoy por inaugurar un nuevo Palacio de Gobierno de 29 pisos para mí solo.

Evo 2005: Solo te puedo decir que se te han subido los humos a la cabeza.

Evo 2017: ¡Nada de humos a la cabeza! ¡Gobierno revolucionario! ¡Gobierno socialista! Para eso hacemos plantas nucleares, para eso construimos nuevos palacios, para eso exploramos campos petrolíferos en áreas protegidas.

Evo 2005: Si afectamos a las áreas protegidas afectamos a los hermanos indígenas de las tierras bajas, yo no lo puedo aceptar. Hay que proteger a la Madre Tierra, a la Pachamama.

Evo 2017: Ese es el discurso de las ONG imperialistas, de las ONG norteamericanas y procapitalistas. Un Gobierno debe defenderse de todo ello, incluso matando a los opositores, como en Venezuela.

Evo 2005: Te oigo y solo escucho a un neoliberal que rechaza la democracia.

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