Gobierno del MAS

Política
La afirmación del expresidente se dio luego que en los últimos días se reportó del alarmante aumento de los feminicidios y el intento del Órgano Electoral de facilitar la inclusión preferente de los candidatos hombres en lugares más seguros de las listas, violando el principio de paridad.

LOS ADULADORES DEL PODER

Constantino Rojas Burgos

En cualquier gobierno, sea este dictatorial, neoliberal o incluso democrático, siempre han estado presentes los “llunk’us”, muy cercanos al poder para adular al Presidente, Vicepresidente, ministros, senadores y diputados; al jefe, al gerente, en una actitud servil, engañosa y manipuladora, con el propósito de sacar ventaja y favorecerse a nivel personal.

Los llunk’us, a lo largo de su vida, han desarrollado habilidades y destrezas para estar vigentes en cualquier gobierno de turno. No hace falta una ideología o pertenencia a un partido político (a veces, mejor si es así), hace mucho la sagacidad y la oportunidad que les ofrece la coyuntura para estar próximos a quienes detentan el poder, pero siempre en beneficio propio.

Llunk’u es una palabra en idioma quechua, muy bien caracterizado en el Diccionario Enciclopédico Qhishwa – español del profesor Eliseo Grajeda Espinoza, quien señala que llunk’u significa adulador, servil, lisonjero, que se humilla hasta lo criticable para sacar alguna ventaja. Su sinónimo es k’askaku, es decir, el que se apega fácilmente por interés, un adulón, un oportunista.

Grajeda también se refiere a la palabra quechua k’uski, es decir, un buscavidas, una persona inteligente y comedida en buscarse cómo sobrevivir, es un vividor. El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española se refiere como sinónimo de adulador, a lisonjero, halagador, servil, mentiroso, elogioso, rastrero y despreciable.

En el mundo andino, prevalecía la trilogía “ama suwa, ama qhella, ama llulla” (No seas ladrón, flojo ni mentiroso) como principio máximo que regulaba el funcionamiento de la sociedad incaica donde prevalecían esos valores en sus relaciones sociales. Por eso mismo, esta trilogía ha sido incorporada en la Constitución Política del Estado Plurinacional en el Capítulo Segundo, Principios, Valores y Fines del Estado, Artículo 8, párrafo 1, en el ánimo de recuperar esos valores en la gestión gubernamental como principio constitucional, pero que solo quedó en la norma, porque en la práctica se hace todo lo contrario.

El sacerdote jesuita Xavier Albó, cuando fue condecorado con el galardón del Cóndor de Los Andes, máximo reconocimiento que otorga el Gobierno a personalidades notables en el país, recomendaba al presidente Evo Morales incorporar un nuevo principio: el “ama llunk’u” (no seas adulador), para que las personas inescrupulosas dejen de adular y mentir a las autoridades, y ocasionen que estas hagan una lectura equivocada y sesgada de la coyuntura política que vive la patria.

La vida de todos los días nos enseña a caracterizar a los llunk’us como mentirosos, los que distorsionan la realidad, manipulan datos y hacen conocer solo lo que conviene al contexto o al partido político. No dicen toda la verdad, ocultan al Presidente que luego sale diciendo que “no sabía”, “no puedo entender”, porque se fía de esos aduladores que le dejan mal parado en cuanto a imagen y credibilidad de sus afirmaciones en los medios de comunicación.

El mismo presidente Evo Morales admitió, en una reunión del gabinete ampliado en la zona sur de la ciudad de La Paz el 1° de febrero pasado, que “algunos de sus ministros no quieren informar la verdad, nos informan mal, en base a eso decidimos mal y se profundizan el conflicto social”, por tanto, sus ministros contribuyen a crear incertidumbre perjudicando la gestión gubernamental y dejando que la Máxima Autoridad Ejecutiva cometa errores y hasta imprecisiones en sus declaraciones.

Los llunk’us, sin embargo, están en todas partes, no solo en el gobierno. Están en las instituciones públicas, las organizaciones sociales, en el deporte, y existen llunk’us de toda “laya” para beneficiarse de su cercanía al poder de turno.

El autor es periodista y docente universitario

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CUESTIÓN DE BILLETERA

Constantino Rojas Burgos

“La Iglesia opositora del Gobierno demanda públicamente que el Estado boliviano sea la billetera de sus obligaciones laborales. No señores, la época de la colonia se acabó y con ello la era del saqueo de nuestras riquezas y de la esclavitud para engordar a los jerarcas de la Iglesia”, expresión que corresponde a Samuel Pereira, presidente de la Brigada Parlamentaria de Cochabamba, en respuesta a las declaraciones de los obispos que señalaron que el aumento salarial y el doble aguinaldoponen en riesgo la continuidad de las obras sociales y que se trata de una carga impositiva muy fuerte para la Iglesia Católica.

Habría que recordarle al Sr. Pereira que la lógica es al revés, es decir, la Iglesia Católica no es la billetera del Estado boliviano para hacerse cargo de la educación, la salud, la promoción humana, a través de postas sanitarias y hospitales, orfelinatos, trabajo con niños de la calle, migrantes, privados de libertad, con capacidades diferentes, en fin, una larga lista de obras sociales que más bien corresponden al Estado y que históricamente la Iglesia Católica, sin ser su responsabilidad, asumió por el principio evangélico de asistir a los marginados y desprotegidos de nuestra sociedad.

Tal parece que el Sr. Samuel Pereira, y su entorno político, asumen la lógica de hacerse alosciegos, es decir, no querer ver, escuchar, reconocer ni valorar lo que hace la Iglesia Católica por el país, independientemente de su posición política que también es cuestionada, porque lamentablemente el MAS no puede hacer migas con la “Iglesia”, como dicen ellos, para sus propósitos partidistas.

La Iglesia Católica, desde siempre, está presente en las ciudades, en los barrios periféricos, en las áreas rurales, desarrollando un trabajo evangélico y pastoral, cumpliendo su misión, pero además por decisión propia, asumiendo el compromiso de impulsar una acción supletoria,que el Gobierno debería de cumplir por mandato constitucional,para responder a la demanda y a las necesidades de todos los sectores sociales sin exclusión ni odiosas preferencias.

Además de trabajo pastoral, por supuesto que la Iglesia Católica hace política en aras del bienestar de la persona, del servicio hacia el bien común, la solidaridad entre cristianos. Recordemos que fueron sacerdotes los que fundaron la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos de Bolivia (APDHB) para asumir la defensa de la democracia, las libertades ciudadanas que habían sido conculcadas por la dictadura militar y los paramilitares.

Sacerdotes como el padre Julio Tumiri Javier, Gregorio Iriarte, Luis Espinal, Gustavo Peletier, entre otros,se atrevierona enfrentar a las dictaduras militares para denunciar la tortura, el exilio, la persecución a dirigentes sindicales, la anulación de los partidos políticos, el cierre del congreso, arbitrariedades que la Iglesia Católica supo denunciar y hacerse eco de la defensa de la dignidad de la personas.

Fueron los medios de comunicación católicos lo que abrieron sus páginasy micrófonos para denunciar la barbarie (caso Presencia, Agencia de Noticias Fides), las radios de Educación Radiofónica de Bolivia (ERBOL) junto a las radios mineras, además de los sindicatos, las fabriles, mineros, constructores, campesinos, maestros, etc., permitieron la recuperación de la democracia en octubre de 1980, democracia que se fortalece y se consolida por obra de los bolivianos que tienen fe y esperanza en los partidos políticos y la democracia representativa.

Monseñor Tito Solari es muy claro cuando señala que “le toca al Gobierno atender a los chicos abandonados, los huérfanos, los discapacitados, los que necesitan ayuda”, por tanto la acción supletoria que desarrolla la Iglesia debería ser cubierta con la billetera del Estado boliviano,que ahora tiene un crecimiento económico como nunca se había dado en la historia del país.

Además, no se olvide que el 74% de la población boliviana profesa la fe católica (Tal cual comunicación estratégica,marzo 2014), por tanto, teniendo una amplia mayoría de católicos debería existir un mínimo de respeto por el aporte que la Iglesia Católicahace por el país. No es cuestión de billetera, es cuestión de compromiso con las personas y la sociedad.

El autor es periodista y docente universitario

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DE LAS CONTRADICCIONES A LA IMPOSTURA

Patricia Alandia

El 12 de octubre, después de conocer los resultados en boca de urna, Evo Morales salió al balcón de Palacio a celebrar su victoria: "Este es el triunfo de los antiimperialistas, anticolonialistas", afirmó. Unos días después, luego de que Bolivia fuera elegida por la Asamblea General de la ONU como nuevo miembro del Consejo de Derechos Humanos (CDH) de la organización, dijo: “Lo mejor que podemos compartir dentro el Consejo es no solamente defender el derecho humano, sino los derechos colectivos como la salud y los servicios básicos. El individuo es importante, está en debate el derecho de las mujeres, pero nuestra experiencia es cuidar el derecho colectivo y la Madre Tierra”.

En el exterior, aunque cada vez con menos fuerza, Morales encarna el ideal delindígena revolucionario, por lo que su discurso debió sonar coherente, convincente. Los sectores populares, los intelectuales progresistas de distintas partes del mundo necesitan un líder, un símbolo de la transformación posible, de manera que, a pesar de Chaparina, persisten en alimentar la ilusión depositada en él desde el 2006. En Bolivia, salvo en algunos grupos del masismo, la esperanza se desvaneció; Morales ya no representa la reivindicación indígena, en consecuencia, sus discursos desconciertan e incluso ofenden, puesto que se percibe en ellos no solamente un dejo de impostura, sino de cinismo.

Y es que si los discursos no son coherentes con las acciones que los acompañan, poco a poco van perdiendo su poder significativo movilizador. Los partidos o agrupaciones políticas construyen sus discursos, enuncian sus verdades y comprensiones del mundo en una articulación de conceptos, de categorías que definen las relaciones sociales y sus respuestas a las problemáticas de su realidad. Por ello, cuando leemos un programa político, podemos ver su consistencia ideológica o sus fisuras. En el caso del MAS, la construcción fue colectiva hasta el 2009; su discurso, por ello, fue vital, representativo; hablaba Evo y se oía al pueblo, a las distintas organizaciones sociales: descolonización, derecho a la tierra y territorio, derechos de la madre tierra, educación, agua, salud, en síntesis, el “vivir bien”, además de los consabidos anticapitalismo y antiimperialismo. El periodo del 2006-2009 recogió las voces de los indígenas, campesinos y obreros, las amplificó y las convirtió en leyes: Constitución Política del Estado, Ley de reconducción comunitaria de la reforma agraria.

Fue ese el momento de reacción más virulenta de las elites, sobre todo del agroempresariado que, siguiendo su lógica de patrón feudal, no tuvo reparo en recibir a balazos al entonces viceministro de Tierras. Alejandro Almaraz, y a personeros del INRA, y agredir a los indígenas que osaron sublevarse al buscar el saneamiento de sus territorios y su liberación de la vergonzosa servidumbre a la que estaban sometidos en pleno siglo XXI. Ganaderos, soyeros, barraqueros, latifundistas todos, declararon la guerra al Viceministerio de Tierras, al INRA y a la ABT, pues estas instituciones encaraban la transformación de la estructura agraria que ponía en riesgo sus negocios resguardados hasta entonces por cada uno de los gobiernosde turno.

A partir del 2009, después de obtenido el 64% de apoyo en las elecciones (esa vez sin la ayuda del TSE), el Gobierno se convenció de que los indígenas eran una minoría, y que, en consecuencia,podía prescindir de algunas de sus causas que, en sentido estricto, nunca fueron las de Evo Morales, y menos aún las de García. Emprendieron entonces la marcha en reversa con respecto a las políticas agrarias, y defensa de sus derechos.

El artífice de este retroceso, hay que reconocerlo, es García, quien desde el inicio, en las discusiones internas del MAS, se opuso a la Ley de reconducción comunitaria de la reforma agraria. Al parecer, García nunca soportó el desprecio que sentía la elite cruceña por su Gobierno, por lo que intentó, primero, coqueteos con sus misses, y, luego, acercamientos con la CAINCO y la CAO que, finalmente, fueron posibles gracias a la salida de Almaraz del Viceministerio de Tierras. Todo empezó con la otorgación de créditos, siguió con la pausa de la FES, el perdonazo a los desmontes ilegales, la legalización de los transgénicos, hasta llegar a la promesa de la ampliación de la frontera agrícola.

Con el nuevo triunfo electoral y los 2/3 en la ALP (esta vez sí gracias al TSE), el Gobierno del MAS decidió enterrar no solo la ley agraria, sino también la Ley de derechos de la Madre Tierra que, más que norma, es un texto literario, pues no fue redactada para su efectiva implementación.

La señal más clara fue la destitución de Cliver Rocha de la Autoridad de Bosques y Tierra (ABT)—seguramente celebrada por Quintana—, y la designación en ese cargo del ganadero RolfKöhler quien, desconociendo la misión de la institución que le tocó dirigir, garantizó la “continuidad en las políticas del Gobierno”, expresadas no en la protección de bosques y tierras como se esperaría, sino en la agilización de desmontes para desarrollar el sector agropecuario del oriente, es decir, para beneficiar a los beneficiados de siempre.

Como si esto fuera poco, García, quien en Argentina había reconocido el error cometido en el conflicto del Tipnis y afirmado que no se construiría la carretera que produjo el desgaste más importante sufrido por su Gobierno, reinició hace unos días la arremetida contra este territorio, esta vez buscando apoyo en los chimanes.  El cambio de discurso no esperó el cambio de gestión, y, como era de presumirse, la palabra de García se diluyóuna vez más en su estrategia envolvente.

Finalmente, Evo Morales anunció la creación de un reactor nuclear, arguyendo que "Bolivia no puede estar al margen de esta sabiduría que es patrimonio de toda la humanidad”. La creación más representativa del imperialismo, el símbolo más combatido por los sectores progresistas, por los científicos comprometidos con el planeta y por activistas ecologistas del mundo, aquel que ha sido rechazado en sendos referéndums en los países donde no se impone la política del “quieran o no quieran”, ha resultado ser una “prioridad estratégica” para el Gobierno autodefinido como antiimperialista y descolonizador. Esta incongruencia demencial ha motivado a científicos y activistas amigos del Gobierno de Morales el envío de una carta pública en la que, en resumen, le expresan su sorpresa sobre esa errada decisión, y le alertan sobre la elevada peligrosidad para el planeta que supone este tipo de energía, además de la falacia sobre la independencia energética que leotorgaría al país.

Estos hechos, sumados a muchos otros, son demostraciones contundentes del abandono del proceso de cambio, que germinó en la marcha indígena de 1990 y tomó cuerpo en octubre del 2003. En ese horizonte tan desesperanzador para los pueblos indígenas, medioambientalistas e intelectuales progresistas, en general, las elites del agroempresariado, las clases conservadoras, las transnacionales y todos los expoliadores tienen mucho para celebrar. Ya no les interesa, como antes,resistir al Gobierno de “indios” que tanto asco les provocaba; ese Gobierno se ha transformado, y ahora gobierna, sobre todo, para ellos.

En consecuencia, solo queda que, en un acto de honestidad, los discursos se ajusten a los actos; que se renuncie a la utilización grosera de lo indígena para legitimar, a decir de James Petras, las políticas neoliberales ortodoxas y reaccionarias, que el Gobierno del MAS ha decidido implementar. Sé que es mucho pedir, pues, sin esa retórica, ya no podrían ocultar la traición. 

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GOBIERNO MASISTA SIN CREDIBILIDAD

Omar Qamasa Guzman Boutier

A principios del presente mes un medio de comunicación publicó una encuesta, en las principales ciudades del eje del país, referida al denominado caso “terrorismo”. Entre los principales resultados de esa encuesta figura aquella referida a la opinión de la ciudadanía, con respecto a dicho caso. Cerca de la mitad de los encuestados (bordeando el 46%) eran del criterio que el caso “terrorismo” era en realidad un montaje del gobierno, es decir que era un hecho fabricado por el gobierno de Evo Morales, para arremeter en contra de opositores cívicos y políticos, de la extrema derecha boliviana. Como es de suponer, esos resultados inquietaron al gobernante Movimiento al Socialismo (MAS), por el fundado temor de verse descubierto, en una de las más escandalosas tramoyas políticas de los últimos años. Hombres allegados al gobierno y que tuvieron directa participación en el descabezamiento de la supuesta célula terrorista, como el ex–fiscal de Santa Cruz, Clavijo, salieron al paso para reiterar a los cuatro vientos que sí, que Bolivia estuvo a punto de caer en una guerra civil por la acción de mercenarios extranjeros y malos bolivianos, de las filas de la extrema derecha nacional. 

Más allá de las aseveraciones de un lado y de los desmentidos del otro, lo que interesa destacar de aquella encuesta y del altísimo porcentaje que cree que el gobierno fabricó los casos de supuesto terrorismo, es lo que se esconde detrás de la percepción de la ciudadanía. Es un dato por demás interesante, para el análisis político, porque nos remite a uno de los fundamentos de toda actividad política y más aún, cuando ésta se desarrolla en el marco de un (aquí sí, supuesto) régimen democrático. Se trata de la credibilidad con que los actores políticos y más aún, los gobernantes, cuentan en la sociedad. Desde ya, la credibilidad es el bien mayor para toda actividad política y puede decirse que sin credibilidad, un proyecto político está condenado, tarde o temprano, al fracaso. No puede pensarse en una comunidad, políticamente organizada, en la que los operadores políticos no cuenten con credibilidad, porque en ese caso, estaríamos en la política de hombres ciegos (si es que puede utilizarse esta contradictoria metáfora) o con mayor precisión, en la política salvaje. 

El que Morales y su partido en el gobierno cuenten cada vez con menores grados de credibilidad en temas centrales -y se supone que el caso del terrorismo lo sería- refleja precisamente el despeñadero de la política de ciegos o de la política salvaje, por el cual está transitando este gobierno. Esta afirmación no es ninguna novedad, seguramente, para el observador de la política boliviana; más importante será recordar las causas que llevaron a este verdadero descalabro, en materia de descrédito del gobernante MAS. 

Nos parece que el raíz, la semilla, de tal situación se encuentra en las propiedades intrínsecas del MAS, sus dirigentes y hoy por hoy, los principales hombres de gobierno. Nos referimos a la mentira, como forma de gobierno; ello desde el primer día que Morales llegó al Palacio quemado. La lista de mentiras del entonces candidato Evo Morales y de traiciones, es larguísima. Baste recordar, por ejemplo, la exclusión, de las listas a candidatos a parlamentarios, en las elecciones de diciembre del 2005, de dirigentes sociales sin espíritu de llunk’ u y la sustitución de tales candidatos por incondicionales tira sacos. Ya desde entonces, pues, no se respetó aquello que ese partido solamente serviría de puente para que las organizaciones sociales se expresen por medio de sus candidatos libremente elegidos por ellos. Junto a estas primeras mentiras vinieron otras, como aquello de “gobernar obedeciendo al pueblo”, sin ya mencionar todo lo referido al desconocimiento de la agenda de octubre del 2003, en ocasión de la guerra del gas y otros. 

En el menudo pleito político, se suele dar poca importancia a este tipo de mentiras y traiciones, pero precisamente en ellas radica en germen de la pérdida de credibilidad gubernamental. Junto a estas “pequeñas” mentiras y traiciones, figuraron luego las grandes mentiras (la “nacionalización” de los hidrocarburos, la “descolonización” o el proceso de “cambio”, en definitiva), que marcan una línea de evolución en esta materia. Cuando se miente y traiciona en lo pequeño, también se miente y traiciona también en lo grande; eso es algo que Evo Morales y su gente lo practican sin tapujos. La pérdida de credibilidad es, por tanto, algo que el propio MAS se ha ocasionado y habla, en contrapartida, muy bien de una sociedad lo suficiente madura como para diferenciar las cosas, pese a la censura y autocensura informativa o el derroche publicitario de presentar mentiras como verdaderas.

Por otra parte, debe decirse que esta forma de “gobernar” parece ser el común denominador en gobiernos autodenominados de izquierda, pero que en el fondo representan las pulsiones más reaccionarias y antidemocráticas de nuestro continente. Gobiernos tales como los de Venezuela, Ecuador o el de Bolivia, expresan nítidamente el carácter conservador de los operadores políticos del continente. Aquí, se trata de vaciar de todo contenido democrático las formas de gobierno democrático, preservando sin embargo, la formalidad. En este caso, el cumplimiento del escrutinio, cada cierto tiempo, como supuesto democrático, aunque en la vida cotidiana se cercena la libertad de prensa, se perfore el juego democrático y se excluya a los pueblos indígenas, del debate nacional. Venezuela es el extremo de esta muestra y revela a los extravíos a los que puede llegar esta “izquierda”, hoy abiertamente reaccionaria. 

Está claro que a estos “izquierdistas” no les interesa el contenido (democrático o autoritario) de los proyectos que pretenden encabezar, sino principalmente el mantenimiento de las apariencias formalmente democráticas. Para ello la inventiva de cómo sustituir la realidad por la ficción es grande. En este caso, la realidad muestra un gobierno desacreditado, con cada vez menores grados de consenso interno. Pues bien, ante esta situación, a los hombres del MAS no se les ocurre mejor cosa que la de proponer, por ejemplo, la elección de parlamentarios por parte de residentes bolivianos en exterior y la elección de parlamentarios supranacionales, a asignar al partido ganador en un departamento, para que trabaje en estrecha vinculación con la vice-presidencia. Fuera cual fuera el mecanismo que finalmente se imponga por el control institucional que tiene el gobierno, respecto a los principales órganos democráticos, hablamos del intento de falsear la realidad política, en función de los mezquinos intereses de estos, también mezquinos activistas políticos.  La sustitución de la realidad política democrática, se llama fraude, sin importar reiteramos, los mecanismos que para ello se escojan. Pero, lo que debe quedar claro, es que todo el esfuerzo masista en pro de un fraude, en definitiva no servirá frente a la realidad política que se define y configura en la sociedad boliviana. Sin importar el costo que como sociedad debamos pagar, puede adelantarse que al final la realidad política se impondrá a la falsificación de ella, porque la política es siempre algo que se construye y define en lo interno de una sociedad.

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MAS: MODELO DE GOBIERNO CORRUPTO

Omar Qamasa Guzman Boutier

No es una novedad hablar de gobiernos corruptos en Bolivia. En realidad, con muy escasas excepciones (a las que, claro está, no pertenece el actual modelo de gobierno masista), la constante en nuestra historia ha sido la presencia de gobiernos corruptos. Lo que en esta oportunidad nos interesa es, sin embargo, tratar de reflexionar en torno a las particularidades de la corrupción que, hoy por hoy, se presenta en el actual modelo de gobierno, es decir en el ordenamiento sistémico de la administración del Estado.

Para comenzar, aclaremos lo que vamos a entender por corrupción de un modelo de gobierno o sea, por un ordenamiento sistémico, funcional a la corrupción, en la administración estatal. En principio señalemos que importará aquí, la lógica de dicho modelo, la lógica del ordenamiento del sistema; esta precisión nos coloca, de entrada, en la perspectiva sistémica de la corrupción y no en la perspectiva individual de la misma. En segundo lugar, adelantemos que los “agentes sociales de la corrupción” (para llamarlos de alguna manera) serán, por tanto, los administradores de la cosa pública. Ambas características nos hablan de la debilidad institucional de un Estado y en general, de un sistema.

La lógica de un modelo de gobierno corrupto, por ello, debe observarse desde sus elementos generales. Uno de estos elementos, hemos adelantado, es aquél que se refiere a la constante histórica de la corrupción, en el manejo del poder en Bolivia. Un segundo elemento, se refiere a la falta de independencia de los poderes, particularmente del poder judicial y del poder legislativo. Tampoco, pero, esta falta de independencia es hoy una novedad. Puntos más o puntos menos, los masistas hoy en función de gobierno, ejercitan un sometimiento de los poderes Judicial y Legislativo hacia el poder Ejecutivo, en los mismos términos que, en su tiempo, lo hacían movimientistas, miristas o adenistas. Presentándose, por tanto, una continuidad en ello, no debería sorprender que también el manejo del poder presente las mismas prácticas corruptas.

Por otro lado, debe anotarse que la práctica política (aquí, entendida la “política” como el simple juego de intereses privados, en torno al control de la cosa pública) tanto de los anteriores gobiernos como del actual, se han caracterizado por algunas similitudes. Una de ellas es que, en interés político del gobierno de turno, “todo medio es válido”, para la consecución del fin, cual es continuar en función de gobierno. Es válido el matonaje (en Bolivia, preferentemente contra los pueblos indígenas), la demagogia o simplemente la prebendalización de algunas direcciones sindicales.

¿Por qué, a los ojos de la sociedad, aparece de forma tan grotesca el modelo masista de gobierno corrupto, si en definitiva es igual a todos los también gobiernos corruptos anteriores? Porque se entendía que la convulsión social de 2001 al 2005 habría derrumbado el sistema político corrupto boliviano y habría “dignificado” (estas son palabras de Evo Morales, en el 2006) la política. Se entendía que esa dignificación venía principalmente de las organizaciones sindicales campesinas, asumidas como “reserva moral” y finalmente se creía que los sectores campesinos en lo principal, habrían aprendido la lección histórica de la revolución nacional de 1952 y no caerían nuevamente en el penoso papel de servir únicamente “como escalera” a advenedizos profesionales de las clases medias.

Un segundo factor general, en la consideración del actual modelo de gobierno corrupto, se encuentra en la “ideología” (entendamos aquí este concepto, en su sentido lato). Si se asume que, con la finalidad de alcanzar los propósitos de la nación debe eliminarse todo obstáculo que se encuentre al frente, se asumirá también la idea de la confrontación entre enemigos y amigos: los enemigos son todos los obstáculos y los amigos son o quienes están al lado del gobierno o quienes por temor a represalias simplemente se hacen de la vista gorda. Por tanto, en la visión maniquea de la política del MAS, a la relación de enemigos-amigos, corresponderá también la pretensión del monopolio del poder.

Por supuesto que el actual modelo de gobierno corrupto tiene sus particularidades. Una de ellas se refiere al hecho que los casos de corrupción más sonados, se han conocido gracias a denuncias den exterior. Lo fue así con el ex-zar antidrogas del gobierno de Morales; lo fue incluso con la red de extorsión, conformado por abogados nada menos que del Ministerio de Gobierno y lo es ahora, con la extorsión de un oficial de la Policía, encontrado en fragancia en el acto de delinquir, en Estados Unidos, por agentes del FBI.

De ello, entonces, se desprende una segunda característica particular de este modelo. Todos los personajes de los casos de corrupción más notorios se encontraban vinculados al gobierno o a una de las instituciones del Estado. Este es un dato que nos habla, pues, de la pertenencia a un sistema de gobierno, a un orden institucional, cuya direccionalidad política viene dada precisamente por el Poder Ejecutivo. Son datos, todos ellos, incuestionables que nos muestran la manera en que aquellos supuestos generales que líneas arriba hemos tratado de pintar, se concretizan en el ejercicio concreto del poder, en sus diferentes niveles y áreas.

Poco importa, por tanto, los balbuceos de las autoridades, en sentido de que los delitos son cometidos de manera individual. Importa poco, porque desde los más altos cargos públicos del país se hace gala del atropello a la ley, a los derechos fundamentales y de la prepotencia en el ejercicio de la autoridad, con los sectores sociales vulnerables. Estos ingredientes en conjunto, no pueden sino desembocar precisamente en las prácticas de corrupción, que hemos tratado de entenderlas en función de la utilidad a un modelo de gobierno.

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MASISMO Y MAL GOBIERNO

Omar Qamasa Guzman Boutier

A la hora de evaluar a una fuerza política -mucho más si ésta se encuentra en función de gobierno- importan al menos tres consideraciones: los hechos concretos y no tanto los discursos; el estado de la correlación social de fuerzas que tales hechos contribuyen a crear y la proyección en el tiempo, de las políticas aplicadas por aquella fuerza política. Se entiende que una fuerza política mínimamente madura deberá orientarse por la mantención y el potenciamiento de su influencia en la sociedad. Lo contrario, nos coloca frente a fuerzas políticas débiles, desde la perspectiva histórica y con una baja vocación estatal. En estos casos, predominarán acciones contradictorias, el menos precio a la opinión pública y el debilitamiento institucional del país, para sostener políticas nacionales a largo plazo. Estas últimas características pueden resumir lo que entenderemos por “mal gobierno” y quedan muy bien ejemplificadas por la administración gubernamental del MAS de Evo Morales.

Sin volver a recordar los manotazos del gobierno, para con casi todos los sectores de la sociedad, veamos algunos ejemplos, que nos arrojan los hechos durante las últimas semanas y la actuación del gobierno en ellos. Se trata del Censo nacional, de la tragedia en la cárcel de Palmasola (Santa Cruz) y del refugio político del senador Roger Pinto. Sin entrar en la consideración de las justificaciones (los discursos) para cada uno de los casos, lo cierto es que se pueden precisar algunos datos incuestionables, en cada uno de los mismos.

Los errores que se incubaron en la preparación y ejecución del Censo, han dado como resultado concreto, un descrédito de la población con respecto a los datos oficiales del ejercicio censal. Son regiones, municipios, sectores sociales e instituciones (¿alguien puede dudar, todavía, que es virtualmente toda la sociedad boliviana la que cuestiona aquellos resultados?), las que han mostrado su desacuerdo con el Censo. Un equipo administrador del Estado (es decir un gobierno) mínimamente responsable, en consecuencia, mostraría al menos la predisposición para enmendar los errores y eventualmente, volver a repetir el ejercicio. El MAS, sin embargo, sencillamente opta por “ocultar la basura bajo la alfombra”, fingir voluntad para la evaluación técnica del Censo e ignorar el clima de protestas generalizadas que asoma en el horizonte, a propósito del Censo. Asumir una postura de espaldas a la realidad, obviamente no supone la modificación de tal realidad, por lo que puede adelantarse que la fuerza de esa realidad terminará imponiéndose en la política nacional.

En la consideración de los sucesos de Palmasola, por su parte, puede observarse el mal gobierno masista casi al desnudo. Lo primero que llama la atención es la falta de eficacia de los servicios de inteligencia de la policía. Se entiende que inteligencia policial deberá servir, en el caso de la administración de los recintos penitenciarios, para prevenir la confrontación entre reclusos, a raíz de las pugnas internas de grupos y para la orientación en la toma de decisiones, por parte de las autoridades responsables de las cárceles. En el caso boliviano, lo que se ha demostrado, es que inteligencia policial no sirve para ello, sino para infiltrar marchas indígenas (como en el caso del TIPNIS) o realizar (auto)secuestros a un alto funcionario de gobierno, como fue el caso del canciller, el 2011. Vistas así las cosas, no debería extrañar la total falta de respeto a los muertos de la tragedia, que el mismo día de los hechos y en el mismo recinto penitenciario de Palmasola, demostrada el señor Jorge Pérez, vice-ministro de Régimen Interior.

Como se recordará, Pérez no tuvo mejor iniciativa que posar, cual bufón de plaza, en una foto en ocasión de la entrega de los primeros lotes de medicamentos para los heridos de Palmasola. El que la treintena de muertos, por tanto, no hubieran provocado,luego, ni una muestra de vergüenza por parte del ministro de Gobierno y el que éste continúe en el cargo, es coherente con todo lo sucedido en las áreas bajo su “responsabilidad”.

Forma parte, pues, de esta “conducción” gubernamental que avergüenzan al país, el bochorno a raíz del asilo político del senador Roger Pinto, luego de su salida de Bolivia. Lo concreto, en este caso, es que el gobierno de Brasil ha otorgado asilo al parlamentario boliviano. El que Evo Morales y su gente se rasguen las vestiduras diciendo que Brasil ha violado los tratados internacionales con ello, puede servir pasajeramente para el consumo interno, porque lo cierto es que el gobierno del MAS quedó puesto en evidencia, como un gobierno que incumple, precisamente los tratados internacionales en materia de asilo. Seguramente en Chonchocoro, Luis Arce Gómez y Luis Garcia Meza deben estar admirando a Morales, por no haber concedido el salvoconducto a Pinto, a pesar que Brasil le otorgara asilo, cuando el parlamentario se refugiara en su embajada, en La Paz; ni aquellos “narco-dictadores”, de principios de la década de 1980 se atrevieron a negar el salvo conducto a los opositores políticos, refugiados en las embajadas. Pero, más allá de esta muestra que da el gobierno masista en haber superado a esos dictadores en materia de asilo, lo verdaderamente sorprendente es que se siga insistiendo en el desconocimiento de los tratados internacionales en el tema, como puede apreciarse en las declaraciones de Morales, luego del asilo concedido por Brasil a Pinto.

No importa que estas manifestaciones de mal gobierno, ante la proximidad de las elecciones nacionales, en realidad estén dirigidas para dar un mensaje a los cada vez menos incondicionales electores del MAS, porque en administradores con vocación estatal, deberá primar la elección por el interés general. Aquí, el “interés general”, abarcaría tanto al partido de gobierno, como al país en su conjunto. Pues bien, lo que nadie puede negar es que las acciones del mal gobierno, han desgastado políticamente al MAS; lo han hecho con mayor eficacia que toda la oposición conservadora junta o todas las protestas sociales de los trabajadores. Aquí, el verdadero opositor al gobierno se Evo Morales y el MAS se llama Evo Morales y MAS.

Por supuesto que no preocupa tal desgaste en sí, sino en la medida en que mediante el mal gobierno ejercido, a la vez, los masistas están debilitando las instituciones estatales. El debilitamiento del sistema judicial es algo inocultable, como lo es ahora, también el debilitamiento del INE. Con ello, entonces, la sostenibilidad en el tiempo, de las políticas sectoriales o nacionales, tiene pocas probabilidades. Desde nuestro punto de visto, hemos insistido, en que ello, en el fondo, no es del todo negativo. No lo es, porque supone que el país nuevamente estará frente a la necesidad de reformas de contenido nacional-popular, ya que el gobierno del MAS no ha hecho sino evitar, precisamente, tales reformas. Morales y compañía han actuado como los mejores diques de contención a tales reformas y lo positivo de la crisis estatal que el propio gobierno se está encargando en sembrar, es que aquella farsa comienza a desnudarse.

Lamentablemente, en el tiempo histórico por el que transcurrimos, por ahora los efectos del mal gobierno no sirven sino para reciclar a viejas opciones políticas, es decir a la “derecha”. En realidad, el MAS es y ha sido funcional al resurgimiento de la “derecha”, porque ha desarmado ideológicamente al movimiento popular, ha castrado políticamente a los trabajadores y ha marginado al movimiento indígena. En esto también destaca este partido, como una fuerza política que sin sonrojarse traiciona las esperanzas democráticas y autodeterminativasde la sociedad boliviana; cosa que los sectores conservadores han buscado por siempre.

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