Educación

LOS TITULOS UNIVERSITARIOS

Mario Mamani Morales

En el país sólo los graduados de tres universidades tienen el privilegio de tener empleo seguro: la Policial, Militar y la Indígena, el resto están lanzados a su suerte; mientras tanto más de medio millón de jóvenes actualmente cursan estudios superiores en la esperanza de ser profesionales.

Las Superiores Casas de Estudio Policial y Militar e indígena (quechua, aimara y guaraní) gradúan licenciados y técnicos superiores. La primera promoción de ésta última, 126 en total, de la gestión 2014 ya se encuentran trabajando.

Según las estadísticas de INE, alrededor de 20 mil personas anualmente obtienen sus títulos profesionales de las universidades públicas y algo más de 3.500 en las privadas, incluidas en estas cifras los profesionales de la Universidad Católica y la EMI; esto es reconocer que en Bolivia se lanzan al mercado ocupacional no mes de 25 mil profesionales. Hay que tener en cuenta que el sistema universitario sólo reconoce títulos profesionales, los egresados ya no cuentan.

Según estudios que se conocen, los profesionales que más se gradúan son los abogados, seguido por las carreras de Ciencias Económicas, Financieras y Administrativas, luego viene Medicina, odontología y otras; a su vez éstas son carreras sobresaturadas pero igual siguen teniendo la mayor concentración de matrícula.

Los bachilleres que cada año egresan del sistema educativo se aproximan a los 50 mil y de éstos cerca a los 32 mil logran ingresar a las universidades, sean públicas o privadas. También existe la oferta de los Institutos Superiores Técnicos y Tecnológicos que el pasado año cobijó en sus primeros cursos alrededor de 13 mil estudiantes, según fuentes del Ministerio de Educación.

Después del medio millar de subtenientes, policiales y militares, los 126 licenciados de las universidades indígenas, ¿dónde van a parar nuestros profesionales bolivianos? ¿Se ha hecho un estudio de mercado ocupacional en por alguna Universidad Pública o Privada? Por ejemplo, ¿cuántos médicos, ingenieros y profesionales de otras áreas necesitará el país para el 2020? ¿Cuántos Licenciados en Educación (normalistas) ahora vagan por las calles en busca de trabajo? ¿No hay muchos profesionales, con título en mano, que hacen fila para irse del país? ¿Cuánto cuesta a Bolivia cada profesional universitario? ¿Se está haciendo un gasto o es una inversión la educación superior?

En Chile el 100% de sus graduados universitarios anualmente tienen empleo seguro; la diferencia es que allá la educación superior es privada, mientras tanto aquí nos dejan tener el título de licenciado; pero es el seguro al desempleo.

El 2011 el Ministerio de Trabajo, ejercido por entonces por Félix Rojas, anunció que en el país se crearían 30 mil empleos para los egresados de las universidades bolivianas, esto en las empresas privadas, con pagos entre bolivianos 1.200 a 1.600 mensual durante tres meses y desde el cuarto mes los haberes ya correrían por los empleadores, una manera de generar trabajo para los jóvenes y señoritas que culminan sus estudios superiores. ¿Cuánto de este anuncio se ha cumplido? ¿Están ahora ocupados miles de nuestros jóvenes profesionales en su propio país? Si esto ocurre, sería bueno que también se informe al país.

La mayor cantidad de graduados universitarios está en el eje central del país, La Paz, Cochabamba y Santa Cruz lanzan alrededor de 12 mil profesionales, cada año; Potosí y Chuquisaca  entrega no más de cuatro mil titulados por gestión.

Lo que los candidatos a las gobernaciones y alcaldías es que no han dicho nada claro en sus planes de gobierno para los profesionales, lo que se ve hasta ahora es que gente que jamás ingresó a las aulas de la Universidad tienen posibilidades de empleo en puestos claves de la administración o técnicos. Sólo es suficiente tener aval de alguna organización social o haber pegado o pintado paredes con propaganda electoral.

Uno de los desafíos para los gobernantes es que se genere empleo, seguro, digno y satisfactorio para la pléyade de jóvenes que anualmente dejan las aulas universitarias y se sientan importantes en su país.

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INCLUSIÓN EN LA EDUCACIÓN REGULAR

Ilse Miranda

RESPONSABILIDAD EN EL PROCESO DE INCLUSIÓN EN LA EDUCACIÓN REGULAR

“Ninguna unidad educativa puede negarse a inscribir a un alumno que tiene algún tipo de discapacidad” (Noel Aguirre, citado por Página Siete – 08/02/2015), declaración que parece marcar el establecimiento de una nueva era para la educación regular en Bolivia, experiencia que puede ser un muy buen ejemplo para el resto del mundo, en el cual numerosos grupos poblacionales han sido relegados a espacios especiales de educación, en los que en muy pocos casos se logra habilitar a sus estudiantes para incorporarse al desarrollo social con independencia, dignidad y de manera potente.

La citada nota señala que se están tomando medidas para la eliminación de barreras arquitectónicas y que se estarían dotando de tablillas de braille, diccionarios de señas, programas de software y centros audio tiflotécnicos a Educación Regular para fortalecer el proceso de inclusión de poblaciones con alguna discapacidad en la educación regular.

Si hablamos en términos de plantear un proceso responsable de inclusión de estudiantes con diversidades cognitivas, comunicacionales, perceptuales y motrices en el proceso educativo regular, las medidas citadas son necesariassin dudaalguna, pero sin ninguna duda también, penosamente insuficientes.

Es oportuno señalar que si hablamos de inclusión en la educación regular, esta necesidad atañe no sólo a poblaciones con capacidades diversas, sino también a otros grupos poblacionales: a estudiantes de áreas rurales, con diversidades sexuales y de género, niñas, niños, adolescentes y jóvenes trabajadores, poblaciones que trabajan , generalmente en el sector informal, poblaciones que viven en climas de violencia doméstica, institucional y social y muchas otras que por circunstancias sociales que afectan su aprendizaje, se encuentran relegados al espacio de los distraídos, indisciplinados, rebeldes, etc., en el aula regular y que luego de su habilitación educativa, sobrevivirán en el sub-empleo, la explotación, la auto explotación, el empleo circunstancial y el desempleo.

La educación regular no implica solamente el nivel pre inicial, básico y secundario de educación, aunque sean solamente éstos los que son obligatorios por mandato constitucional, por lo que muchos institutos, academias y universidades ya cuentan entre sus estudiantes con poblaciones que se encuentran en proceso de inclusión social, y esto irá en aumento en los tiempos venideros.

Hasta ahí las noticias son buenas, la accesibilidad a los centros educativos está cambiando y para bien.

Sin embargo, actualmente todas estas buenas intenciones y medidas iniciales, tienden a constituir una experiencia infernal para quienes logran participar de los procesos regulares de educación, pues en éstos espacios no se están desarrollando las medidas necesarias para que estas y estos estudiantes, diversos de varias maneras, participen de los procesos educativos siendo considerados valiosos para su contexto de alguna manera o encuentren posibilidades concretas de lograr aprendizajes que potencialicen sus capacidades: están participando en un entorno cargado de prejuicios, llenos de saberes y hábitos excluyentes, con serias limitaciones pedagógicas, didácticas y comunicacionales y un vació de percepción por parte de las autoridades, docentes, compañeras y compañeros, administrativos, madres y padres de familia que concurren durante la experiencia educativa.

Han sido invitados a la fiesta, ya están en ella, pero nadie les invita a bailar, falta la silla, el postre, etc., les han invitado, para nadie ha considerado los cambios que demanda el ser que implica su presencia y no faltan quienes arrugan la nariz cuando el invitado de palo requiere menos sal en el plato, deambulando siempre hacia el riesgo de convertirse en la invitada indeseada si no calla sus necesidades insatisfechas.

Roma no se construyó en un día dicen, y tienen razón, pero todo lo necesario para dicha construcción,  si uno quiere que algún día Roma exista realmente, tienen que llevarse a cabo desde la formulación del proyecto deseado.

Siendo la educación en esencia un proceso social, bienvenida la apertura arquitectónica y la dotación de algunos materiales comunicacionales. La amplitud y profundidad del proceso educativo demanda tomar medidas urgentes para constituir una experiencia incluyente:

Uno: La exclusión genera una brecha académica que en muchos casos es abismal. Las instituciones que abren sus puertas a poblaciones que viven algún tipo de exclusión social deben asumir con responsabilidad medidas para acortarla. La mejor alumna de un pueblito ubicado en la ribera del Madre de Dios puede originar meneítos reprobatorios, miradas suplicantes al cielo y ojos puestos en blanco entre sus docentes y compañeros si de la noche a la mañana se incorpora en un espacio de educación regular de una urbe de alto nivel de competitividad individual, donde además el resto de los estudiantes han sido tamizados por un examen de ingreso, en el que las clases y comunicaciones no se llevan a cabo en el lenguaje cotidiano que usaba en su comunidad y le demandan, de la noche a la mañana, hábitos de estudio que no le han dado tiempo ni oportunidad de formar. Así, lo que al principio se le planteó como una oportunidad, se va convirtiendo en un calvario constante y en una fuente de frustración altamente violenta, dolorosa e incapacitante.

Dos: Por más que lo nieguen y afirmen lo contrario, las y los docentes de los diferentes niveles de educación regular no cuentan con la formación necesaria para producir aprendizajes en poblaciones diversificadas cognitivamente, comunicacionalmente y volitivamente. Si bien es como buscar una aguja en un pajar, existen algunos datos sobre los bajos niveles de aprendizaje en el ámbito regular. La incorporación de poblaciones que viven algún tipo de exclusión social viene a visibilizar un problema del que ya la educación adolece hace rato. Pero esta visibilización y explicitación, esta vez innegable e inocultable, les constituye en chivos expiatorios de las falencias de todo un proceso y genera violencia y rechazo enmascarado hacia ellos (ya lo dijo el vice – ministro, ya no pueden rechazarlos de manera explícita). Un estado e instituciones que se definan como responsables y formadoras de responsabilidad, deben dar el ejemplo y asumir inmediatamente las acciones necesarias para capacitar, asesorar, supervisar y acompañar un proceso de formación docente de manera paralela a la formación de las y los estudiantes en proceso de inclusión social. Tutor para el estudiante, tutor para la docencia y tutoría al establecimiento.

Tres: Para que cualquier estudiante en proceso de inclusión social pueda vivir de manera explícita y potente su diferencia siendo valorado por su comunidad educativa y para que pueda lograr aprendizajes desde su diversidad, al proceso de abrir la puerta de la escuela, del instituto, de la academia o de la universidad, esta institución debe iniciar un proceso de concientización social, sobre el valor social que tiene la presencia de este estudiante en el proceso de formación que todas y todos están viviendo, objetivando los discursos y las acciones excluyentes y enseñando a la comunidad acciones incluyentes. La entidad educativa debe asumir que el estudiante transcurre por las aulas no sólo para informarse sobre determinadas materias, si no también, y esto es lo esencial de la educación, para establecer relaciones sociales, para producir valores sociales y construir lugares en su sociedad. Pocas personas excluyen intencionalmente, generalmente reproducimos aquello que ha sido legitimado socialmente. Y hay que aprender a incluir.

Cuatro: Lo que conocemos como ciencia es producto de un paradigma de desarrollo que ha generado las exclusiones que identificamos actualmente y que decimos estar intentando de-construir. La academia es el  dispositivo que desde este paradigma, en crisis, pone en circulación estos saberes cómo si fueran la verdady así la despliegan autoridades, administrativos, docentes, estudiantes y toda la comunidad educativa. Una educación incluyente exige de manera urgente identificar los conceptos y las estructuras desde los que se excluye cotidianamente. Es una paradoja perversa pretender la inclusión de discapacitados, anormales, enfermos, viciosos, flojos, indisciplinados, rebeldes, transtornados, incapaces, raros, adictos, deficientes, viejos, incompletos, contagiosos, agresivos, etc. Etc.,  reproduciendo mecánicamente las etiquetas que ha creado el sistema, esto es, haciendo lo mismo creyendo que es otra cosa. Hay que producir ciencia: investigar, analizar, debatir, reflexionar, ensayar. Si es otro el ser humano de este milenio, empecemos a producirlo. Las universidades deben trascender el círculo de las ingenierías y las económicas.Los movimientos que demandan las y los diferentes en su proceso de inclusión son la oportunidad que debe aprovechar el estado. Su inclusión en el ámbito de la educación podría ser un interesante principio.

Pero, pero… si asumimos a cabalidad el reto. Así nomás es.

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Cultura
Con el objetivo de brindar un texto de consulta para los estudiantes, niños y jóvenes, este martes 10, se llevó a cabo la presentación del “Vocero popular pedagógico”, en su segunda edición.
Indígenas
De acuerdo con un reporte de radio Pilcomayo de la Red Erbol, el dirigente indígena Moisés Zapiranda hizo esa demanda durante los actos por el 20 aniversario de la Subalcaldía Weenhayek en el municipio Villamontes.

UN SISTEMA DE EVALUACIÓN PARTICIPATIVA

Constantino Rojas Burgos

El Ministerio de Educación introduce cambios en el sistema de evaluación que parece innovador,  porque la apreciación del aprendizaje sobre el estudiante no cae totalmente bajo la responsabilidad del profesor y se abre a la participación delos estudiantes para que aprendan a valorar sus conocimientos, su forma de ser, los procedimientos para llegar a resultados y que sean capaces de tomar decisiones que se les asigna en el proceso de enseñanza–aprendizaje, además de la apertura para que participen los padres de familia.

El sistema de evaluación propuesto incorpora las competencias:saber, hacer, ser y decidir:el saber y el hacer, en el proceso de enseñanza–aprendizaje, pueden tener unos procedimientos más objetivos y posibles de verificar los avances en el rendimiento del estudiante en la medida en que asimile determinados conocimientos de manera “crítica, reflexiva, propositiva” y que aplique esos conocimientos “científicos, técnicos y tecnológicos” a situaciones concretas de la realidad, pero que requieren de variables que permitan evaluar el grado de aprendizaje de esta competencia que está ligada al conocimiento teórico.

En la competencia del hacer, se aplica la teoría a casos prácticos, desarrollando habilidades y destrezas sobrecontenidos aprendidos a través de la implementación de datos, información, instrumentos, equipos, intervención en laboratorio que nos permite medir unos resultados que serán evaluados en función del cumplimiento de unos procedimientos que el profesor debe valorar a partir del aprendizaje logrado en la ejecución de tareas que también sean medibles y verificables.

Desde el punto de vista educativo, resultacomplicado evaluar el ser y el decidir, porque se presta a la subjetividad.  El ser tiene relación con la personalidad y el carácter del estudiante, expresado en “actitudes, emociones, sentimientos, pensamiento” y un listado de valores como la dignidad, justicia, igualdad, respeto, equidad, género, bienestar común que, si no se acompañan de atributos que permitan medir esas conductas, darían lugar a una valoración superficial, solo por llenar la casilla de notas.¿Cómo se puede puntuar los sentimientos y las emociones sobre 20 puntos?

Mucho más dificultoso es evaluar la competencia del decidir porque el estudiante tiene que desarrollar la capacidad de tomar decisiones a partir de la realidad, establecer consensos, compromiso social, asumir decisiones para transformar la realidad, asumir una posición crítica y ¿bajo qué parámetros se evalúan esas variables?, tarea muy compleja para los niños del ciclo inicial, incluso del primario y más complicada aún para el profesor que tiene que forzar la nota para llenar el casillero por obligación.

La experiencia de aplicar este sistema de evaluación en la gestión 2014 tiene como resultado a unos maestros descontentos, porque la reglamentación se aplicó sin previoadiestramiento sobre las alternativas prácticas que permitan medir cada competencia con rigor metodológico y fruto de tablas, cuadros, variables y atributos que permitan alcanzar una evaluación como dicen “integral, holística y científica” que, por cierto, tiene que ser apoyado por expertos que puedan operativizar el sistema de evaluación en algo tangible.

Revisados los criterios de cada competencia, no se evalúa el trabajo colaborativo en grupo, más si quiere transformar y cambiar la realidad política, económica y social del país. Se prioriza el individualismo que puede desencadenar en que el estudiante asuma conductas deshonestas para apuntarse notas altas cuando no corresponde y, como nadie puede reprobar en la gestión escolar, la nota de 51 puntos está demás. Cómo se trata ahora de aplicar el sistema en el nivel inicial, primario y secundario, esta deberá estar acompañada de instrumentos que contribuyan a evaluar el proceso de enseñanza–aprendizaje con pertinencia académica, una tarea pendiente.

El autor es periodista y docente universitario

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MANDILITO BLANCO

Mario Mamani Morales

Desde el próximo lunes, 2 de febrero, todas las calles, avenidas, plazas y parques en las ciudades se verán otra vez atestadas de niños y niñas en edad escolar. En el campo, también los senderitos serán hollados por los pies de niños que correrán felices: caminito a la escuela.

Según las palabras del presidente Evo, en el mensaje emitido al país el 22 de enero pasado, el 99,82% de la niñez en edad escolar ha sido matriculada en la pasada gestión educativa, esto en primaria, en secundaria la cifra es un poco menor, 72,15%; se advierte que hay que mejorar esta cobertura en los adolescentes que van entre los 11 a 17 años.

Cuando se observa la sonrisa de nuestra niñez y juventud que asiste a la escuela, se evidencia que hay alegría, esperanza, inocencia que es responsabilidad de la misma sociedad forjar su futuro. En esta época del año, justo cuando se inician las clases, también los jardines en plazas y plazuelas tienen flores, rocío en las mañanas, fragancia que incentiva al placer de los sentidos y motiva satisfacción, ganas de vivir, es lo mejor que puede dar la vida: niñez, juventud, flores y vida.

Una de las políticas del Plan Nacional de Desarrollo, asumido dentro del gobierno actual, tiene que ver con la construcción de una escuela de calidad, que priorice la igualdad de oportunidades, que se sea equitativa; es decir que no existan diferencias étnicas, de género, religión y procedencia. No imaginamos cómo hasta hace décadas la educación era privilegio para pocas familias; los demás niños, hijos de campesinos e indígenas, no podían aspirar a saber leer y escribir, estaban destinados a ser los pongos, los mit’anis, luego la servidumbre gratuita del “niño” de la casa del patrón. Hoy el país ha cambiado: la escuela hasta el bachillerato es obligatoria.

Lo que nos separa a los bolivianos y bolivianas es el poder económico, todavía medimos a nuestros semejantes con el ojo de “tanto tienes, tanto vales”; pero también la Constitución Política del Estado Plurinacional garantiza que el padre de familia puede elegir la educación que quiera para su hijo e hija; esto es: privada o pública, católica, evangélica o laica; ¿la diferencia sólo es económica?

Paradójicamente las escuelas más caras en Bolivia son las que se ofertan a través de la iglesia, generalmente católica, esta es una historia que se arrastra desde tiempos de la colonia. Si usted es observador, se dará cuenta que en las ciudades colonizadas por la cruz y la espada, a lado de la construcción de una iglesia o un convento, está edificada un espacio que es una escuela, administrada todavía por religiosos o religiosas, donde no siempre puede acceder un niño del pueblo; se habla de la élite, de la alta sociedad que puede pagar el costo de una educación de calidad: ingreso previo examen, buen aspecto (blancoide), apellido no nativo (aunque no se hace el seguimiento genealógico), es la tradición familiar, se afirma.

También la inequidad escolar se crea por la mentalidad de padres y madres que consideran que la mejor educación está al centro de las ciudades; he ahí las filas, peleas, reclamos y exigencias por tener una plaza en centros educativos de renombre, porque supuestamente están allí los mejores maestros y maestras. Si ellos y ellas fueran destinadas a una escuela de la periferia ¿igual los padres y madres exigirían que sus hijos sean inscritos lejos del centro? Nótese que en la actualidad las mejores edificaciones escolares no siempre están cerca de la plaza.

Sea como fuere, se trata de nuestra niñez y juventud, lo mejor que tiene un país, cualquier sacrificio que se haga por su bienestar, vale la pena. La escuela debe tener un vínculo directo con la realidad nacional, fortalecer el sentido de pertenencia al país, desarrollar una autoestima que parta de lo psicológico, emocional, de integración a la sociedad, de mirar al otro en la misma dimensión horizontal, nunca de arriba, con desprecio o falsa vanidad que no edifica.
Lo ideal sería vestir el mandilito blanco y caminito a la escuela.

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EDUCACIÓN EN SERIO

Mario Mamani Morales

La historia de la escuela es interesante. Cuando regía la educación bancaria en escuelas y colegios, los alumnos para aprobar un curso debían repetir de memoria lo que habían aprendido en el año, sin errar una palabra. Bastaba recordar la primera de la memorización hecha y el resto fluía como recitación.

En los colegios de élite o prestigiosos, el estudiante ante un jurado conformado por docentes internos y externos, debían elegir un bolo al azar y tenían que cantar, sin equivocarse, el contenido del tema que les tocó a “suerte”.

Han pasado muchas décadas de esos tiempos, hoy no importa mucho aprenderse de memoria una lección; interesa el relacionar la teoría con la práctica: analizar, interpretar y darle sentido a lo nuevo descubierto en la mente para traducirlo en la práctica. La educación debe ser útil para la vida real, he ahí lo productivo.

Los defensores de este modelo, sociocomunitario y productivo, sostienen que el laboratorio para este aprendizaje  es el mismo entorno: la naturaleza, los saberes de la comunidad, los valores; que se dejen las aulas para salir a la realidad que rodea a la escuela. El campo en el área dispersa; plazas, parques, fábricas y el mercado en las ciudades. Dejan entendido que la escuela es la misma vida. El alumno ve, analiza y elabora su propia conclusión. Fíjese que aquí el maestro poco puede hacer en la pizarra, el marcador (antes era tiza) o los textos. La educación –dicen- es dar sentido a las cosas que se hacen.

Este modelo no es nuevo en el mundo de la educación, ya se evalúan los resultados en otros países y las organizaciones que son especialistas en el ramo se hallan sorprendidas porque los estudiantes saben cómo aplicar en la vida lo que se ha aprendido en la escuela. (PISA, 2013).

En este modelo educativo (sociocomunitario y productivo, Ley 070 ASEP en Bolivia), los países adelantados en educación no han escatimado esfuerzo alguno para implementar verdaderos talleres (maquinarias, herramientas, materiales), laboratorios (probetas, tubos de ensayo, químicos, insumos al por mayor) gabinetes de computación (hardware, software, redes, conexión satelital), de tal manera que lo que se recoge en el “campo” sea estudiado en recintos especializados y de éstos, volver a la “comunidad” para aplicar lo que se tradujo en teoría.

Visto así la educación, en el país nos falta mucho por hacer. Debe ser el inicio el instalar una computadora por estudiante, ahora mostrar las bondades del satélite “Túpac Katari”, el uso de las laptops entregadas los docentes; ¿pero qué de los talleres, gabinetes, laboratorios y otros espacios que requiere este modelo educativo?

Otro factor determinante para el éxito es el maestro. Mínima formación: licenciatura y magister. Los mejores recursos humanos son seleccionados minuciosamente para la carrera de docente, es el área más difícil de acceder; pero a su vez son los mejores pagados, por tanto, reconocidos en la sociedad, valorados. No necesitan que los evalúen los directores o el ministerio del ramo: se autoevalúan en su desempeño, no por la fuerza sino por su compromiso, vocación y responsabilidad asumida con el país.

Tienen dominio de la interacción de contenidos, se valora la materia en sí pero más importa la resolución de problemas que implica una integralidad de conocimientos; es decir, no va la matemática por aquí, la química por allá y las otras áreas por allende; se practica la integralidad del aprendizaje. No hay segregación, quién es mejor o más importante: todos tienen su valor.

En nuestra realidad: ¿dónde pasan más tiempo nuestros niños y jóvenes? ¿En la escuela o el internet? ¿En casa o en la calle? En la escuela sociocomunitaria y productiva  pasan más horas en el patio de la escuela, más que en el aula: jugar es lo más importante junto a sus maestros; pero no al chateo o los videos en celulares o las tabletas. ¿No es verdad que la necesidad de jugar despierta iniciativas y es en grupo?

Las elecciones nacionales pasaron, también lo harán las subnacionales, ahora urge repensar la educación, dejar los experimentos y contradicciones ¿o no es importante?

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Género
En 2014 una de las actividades más relevantes que realizó la Escuela de Capacitación Pública Plurinacional fue la formación de más de 100 lideresas indígenas en el programa de capacitación "Cambio y Liderazgo para Vivir Bien”.
Género
El objetivo del programa es brindar a la población juvenil herramientas necesarias en las áreas de salud, educación y laboral para su desarrollo integral y desempeño, garantizando el pleno ejercicio de sus derechos.
Social
La campaña nacional “Bolivia Lee” es una de las iniciativas que contribuyó a la reducción del analfabetismo en Bolivia, se desarrolló a partir de 2012 lográndose recolectar 230 mil libros para la implementación de 924 bibliotecas comunitarias en los nueve departamentos del país.

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