Educación

Aprender a ser tolerantes en el aula

Constantino Rojas Burgos

La Carrera de Ciencias de la Educación de la Facultad de Humanidades de la Universidad Mayor de San Simón, asumió el reto de incorporar a cuatro señoritas  y un varón con discapacidad auditiva a partir del presente semestre, ocasionando un remezón entre los docentes y compañeros de aula, que ahora deben encarar una nueva estrategia a nivel didáctico y pedagógico, incorporando las necesidades de formación académica de personas con discapacidad auditivita, que tienen la oportunidad de lograr una profesión en la universidad.

 

Se trata de Fabiola Maldonado, Roció Llanos, Indira Sahonero Mancilla, Tania Inés Chumacero y Adalid Luís Gonzales, además de Carol Maldonado Abulhasan, que acompaña en las clases como interprete y se comunica con las estudiantes a través del lenguaje de señas. Se constituye en mediadora de las explicaciones del docente, para lograr la transferencia del aprendizaje, que no siempre resulta fácil porque los otros estudiantes, deben acostumbrarse a ser tolerantes con ellas en el aula.

 

Hubieran querido ser maestras estudiando en la Normal, pero se dio la oportunidad de acceder a la universidad, por la apertura del Director de Carrera, del que reciben un apoyo constante y se preocupa por su permanencia en la carrera y que se pueda lograr la integración de los estudiantes, sin provocar reacciones adversas por la presencia de la intérprete y el uso de lenguaje de señas, que pueden ser motivo de distracción para el resto de los estudiantes.

 

Reconocen que al inicio no les fue nada fácil, sentían vergüenza y la sensación de estar discriminadas porque no escuchan y no pueden hablar, además admiten que su formación de ciclo medio no ha sido de las mejores y, que en la universidad deben adecuarse a nuevos métodos de enseñanza y la exigencia es mayor, por el esfuerzo que deben hacer para entender las explicaciones del docente a través de su intérprete.

 

La exigencia para cada uno pasa por investigar sobre los temas avanzados en clases, en unos casos apelan a compañeros de semestres superiores que les ayudan a comprender las materias que cursan, en otros casos acuden a textos que usan los docentes “que son muy gruesos” y que necesitan de resúmenes o ayudas visuales que servirían de material de consulta permanente.

 

Asimismo, destacan el esfuerzo que hacen los docentes que antes no tenían en sus aulas a personas con discapacidad auditiva, aunque “pensaban que somos flojos, no es así, tenemos el entusiasmo y las ganas de estudiar, pero a veces chocamos con docentes que no quieren ayudarnos y sentimos una frustración” asegura Fabiola Maldonado, reconociendo asimismo, que no tienen una buena redacción y que tampoco escriben a la perfección.

 

“En este primer semestre hemos encontrado muchas dificultades”, asegura Rocío Llanos, pero eso, señala “no impedirá que nosotros logremos ser profesionales, luchando y rompiendo barreras y obstáculos que se nos presenten, no porque tengamos discapacidad auditiva, no vamos a conseguir nuestros propósitos y metas” asegura. Además Indira Sahonero sueña con tener un Centro Educativo para niños con discapacidad auditiva, porque asegura que en el área rural el índice es muy elevado y que los padres de familia ocultan a sus hijos privándoles de asistencia a la escuela, por eso quiere superarse y ser profesional.

 

Destacar también el apoyo de Carol Maldonado que procede de una familia donde el papá, la mamá y la hermana tienen discapacidad auditiva, desde pequeña tuvo que aprender el lenguaje de señas y ahora aprovecha para hacer de intérprete de las jóvenes que decidieron ingresar a la Carrera de Ciencias de la Educación en la UMSS.

 

 

El autor es periodista y docente universitario

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¿QUIEN EDUCA A NUESTROS HIJOS?

Mario Mamani Morales

Una maestra está sentada en el banquillo de los acusados, su pecado: haber hablado en clase sobre cómo comportarse en casa ajena. Uno de sus estudiantes se sintió aludido y corrió ante su padre acusando a la maestra de mal trato, de humillación… El Consejo de Maestros considera que la docente debe ser juzgada ante Tribunal Disciplinario.

Para desgracia de la profesora el asunto se hace público a través de los medios de comunicación masiva que hacen escarnio del asunto, la información no es completa porque falta acudir a la fuente y no sólo recoger el “dizqué”.

¿Quién educa hoy a nuestros hijos? ¿De quién es la responsabilidad? ¿La escuela y la familia caminan juntas? Pese a las reformas y contra reformas vividas en las últimas décadas en nuestro sistema educativo, la responsabilidad de la educación de nuestros hijos no es de interés de nadie en particular; para lo peor la labor docente queda totalmente minimizada pese a que hoy su nivel académico es el de “licenciada(o)”.

La escuela, es decir la maestra o maestro, ya no se involucra en la formación integral de su alumno, ya no tiene autoridad alguna para exigir, llamar la atención de manera severa ante alguna inconducta o la irresponsabilidad del cumplimiento de tareas; es más: está prohibido de dar tareas a casa o para los periodos de vacaciones, so pena de sufrir severas sanciones.

Y para no enfrentarse a la furia del padre de familia que llega con prepotencia a reclamar buenas notas o excelentes calificaciones para su pupilo, entonces la escuela deja pasar. La ausencia de valores hace que la autoevaluación del alumno sea nunca menos de 90/100. La maestra sólo mira de reojo, evita opinar para no ser amenazada con el Tribunal Disciplinario. Más aún si sabe que sus colegas son los peores enemigos.

Conclusión: la escuela está impedida de ejercer autoridad plena sobre la educación de nuestros hijos.

Por otro ladopapá y mamá abandonan a sus hijos a la responsabilidad de la escuela. ¿Acaso no elevamos el grito al cielo cuando no hay clases? ¿Dónde o con quién dejamos el cuidado de los niños? ¿No es la escuela una especie de guardería para permitir la libertad de los papás que deben ir al trabajo o la oficina? ¿En qué tiempo educamos a nuestros hijos? Recurrimos a la fácil tarea de sentarle al niño frente al televisor con algún juego o video, dizque con programas educativos y así aplacamos el bullicio en casa.

La labor docente ya no es reconocida y el desprestigio del maestro es peor ante cualquier mínima falta; su responsabilidad se reduce a simple informador o transmisor de conocimientos, sólo evalúa información no la educación entendida como tal y la familia se contenta con que los hijos asistan a la escuela donde se cree que se proporciona la formación, preparación para la vida, valores, mente abierta.

Como la escuela no tiene autoridad para educar, los padres nos encontramos tan ocupados en nuestras responsabilidades para el hogar, los hijos acuden hoy a las NTICs, allí encuentran de todo, se informan mejor que en la escuela, mientras los papás vamos de ida ellos están de vuelta en muchos asuntos, algunos somos los analfabetos en el manejo de las tecnologías que nuestros niños y jóvenes manejan en sus manos. ¿Quién educa a nuestros hijos?

Esa maestra que quiso impartir educación, inculcar valores, una filosofía de vida a generaciones de alumnos, sentada en el banquillo de la acusación, recibió el respaldo de otros padres de familia que reconocieron su labor y la restituyeron al aula. 

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S-041016

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