El Púlpito

Mauricio Lefébvre, mártir de la liberación

Guillermo Siles Paz, OMI

El martirio para la iglesia es un alto grado de entrega y amor a Dios. Para el Papa Francisco es más contundente aún la presencia de los mártires, porque hace una iglesia más servidora y comprometida.  El Papa Francisco dijo en Santa Marta, refiriéndose a los mártires, “"Una Iglesia sin mártires produce desconfianza; una Iglesia que no arriesga produce desconfianza; una Iglesia que tiene miedo de anunciar a Jesucristo y de expulsar a los demonios, a los ídolos, al otro señor, que es el dinero, no es la Iglesia de Jesús”.

Cada 21 de agosto recordamos a Mauricio Lefébvre, que vivió unos de los episodios más oscuro y sangriento de la historia boliviana, los cuales fueron protagonizados por el coronel Hugo Banzer Suárez: el golpe de Estado del 21 de agosto de 1971. Hasta hoy no se ha logrado, del todo, reparar esa crueldad y violencia. Que si bien es cierto que la política hizo su pacto, la historia no lo olvida.

Mauricio Lefébvre fue una víctima de ese día. Ciertamente, al conocer su vida logramos encontrar informes que hoy ya no son tan confidenciales. Su asesinato fue parte del conocido “Plan Banzer”, instituido para silenciar a los miembros de la Iglesia que hablaban abiertamente. También responde a esa cruda realidad que vivió toda Latinoamérica entre 1964 y 1978, cuando 41 sacerdotes fueron asesinados (seis como guerrilleros) y 11 “desaparecieron”. Además, unos 485 fueron arrestados, 46 torturados y 253 expulsados de sus países. En Argentina, en 1976, el obispo Enrique Angelelli murió en un accidente automovilístico que posteriormente se descubrió que había sido asesinato. ¿Quién fue Mauricio Lefebvre?

Mauricio Lefebvre nació en Montreal, Canadá, el 6 de agosto de 1922. En 1953 recibió una obediencia para ser misionero en Bolivia, donde fue párroco de Llallagua, en el mismo corazón de los centros mineros del norte de Potosí y justo después de la Revolución Nacional.

Como todos, los misioneros oblatos de María Inmaculada habían sido invitados a trabajar en esta región, para combatir el comunismo y alcoholismo presentes entre los mineros. Sus primeros encuentros con los mineros fueron de acercamiento y construcción de una Iglesia con otros matices, frente a una religión muy costumbrista y, por supuesto, muchas chicherías.

A pocos meses de su estadía quedó muy impactado e interpelado por la realidad boliviana, que en ningún momento había imaginado. Decía a sus amigos en Canadá “que la realidad era para llorar, y ver el estado en que vive la gente, una realidad de pobreza extrema porque vivían en cuartos pequeños y comparten un baño común”. De ahí viene su sensibilidad social, viendo a niños y jóvenes faltos de buena educación; por lo tanto, había la necesidad de mayor compromiso para mejorar sus condiciones de vida. Él sentía la necesidad de hacer un cambio urgente.

Un hecho muy marcado fue el arreglo del templo en Llallagua; esto quedó para toda la vida, inclusive a mí me tocó escuchar los reclamos de la gente. Al refaccionar el templo, el padre Mauricio sacó varios santos y los puso en el depósito. Él decía “que el verdadero templo de Dios está en el corazón del hombre y éste debería de adornarlo con sus virtudes”.  Pero lo más fuerte fue su enfrentamiento con las chicherías. Sobre eso hay muchas historias que contar.

Dejando Llallagua se fue destinado a La Paz y trabajó en la zona obrera de Achachicala. Inmediatamente encontró sintonía en medio de los obreros de las fábricas. Sintió que los obreros se acercaban muy poco a la Iglesia, por lo que consagró buena parte de su trabajo a la formación cristiana de ese gremio laboral.  Motivado por el Movimiento para un Mundo Mejor, se fue a Roma y se formó para dar seguimiento y participar abiertamente en su promoción, al mismo tiempo se especializó en Sociología.

A su retorno a Bolivia, en 1966, estaba clara su sensibilidad social.  En 1968 ingresó a la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) y promovió la carrera de Sociología hasta ser cofundador junto a otros profesionales, en abril de 1970.

Entre los años 67 y 70 impulsó Iglesia y Sociedad en América Latina (ISAL), que reunía a varios sacerdotes, religiosas y también representantes de otras iglesias, principalmente de la iglesia metodista y otros pensadores o personas que no eran de ninguna Iglesia Católica, pero comprometidas con el cambio social a favor de los más necesitados en Bolivia.

En esos años hubo hechos muy fuertes: el primero, la masacre de San Juan; luego, la presencia del Che Guevara, en Vallegrande, y, posteriormente, sus amigos habían muerto en la llamada guerrilla de Teoponte. Lefebvre claramente decía: “Ahora, la opinión personal, debo decir que no tengo una opinión muy definida, yo creo que muchos estamos, más bien, buscando dónde está la verdad, si es o no cierto que ese medio sea el único, el último recurso posible”.  Muere acribillado.

Eran las 17.30 del 21 de agosto de 1971 cuando salió de su casa. Dos horas después lo trajeron de vuelta, muerto, íntegro en su tanto amor a los bolivianos y víctimas de tamaña violencia. Había ido a ayudar a la gente del pueblo. Era la tarde de violencia y resistencia. Banzer Suárez tomó el poder  a “sangre y fuego”. Bolivia toda se estremeció, sobre todo por las numerosas víctimas inocentes de ese golpe de Estado.

Atendiendo a un pedido clamoroso de la Cruz Roja Boliviana, el padre Mauricio fue a socorrer a los  heridos que yacían en la calle. Iba en una camioneta cubierta con la bandera de la Cruz Roja, acompañada de un médico y de una enfermera.

Se acercó hasta los heridos en medio de los disparos y una bala mortal le atravesó el pecho. Cayó de su vehículo y quedó  tirado en la calle... Se desangró. Intentaron socorrerle, pero el fuego de los fusiles y las ametralladoras era constante. Cuando oscureció pudieron retirar su cuerpo, pero ya sin vida. Tenía 49 años, de los cuales, 19 había pasado en Bolivia. Se pudo constatar 32 impactos de bala sobre su camioneta. Esto quiere decir que su heroica muerte no fue  un accidente causado por una bala perdida.

El recuerdo imperecedero de  Mauricio ha de quedar vivo para siempre en la historia de Bolivia, su patria de adopción. Por su vida y por su muerte, por su palabra y su acción, por su pensamiento y por su testimonio se le ha de recordar  siempre como modelo de hombre, de sacerdote, de sociólogo y de revolucionario. 

Está claro que su muerte no fue un simple accidente ni una pura casualidad ni un destino fatal, un martirio. Además, él vivió consecuente con sus principios y su lógica de servir a los sencillos. Tal vez Mauricio tuvo la muerte que él mismo deseó. Murió heroicamente porque supo vivir cada día la heroicidad de darse sin límite en favor de la liberación de las personas. Murió en un acto de servicio porque su vida fue una entrega constante hacia los demás.  Murió en un gesto extraordinario de caridad porque la vivía cada día en los pequeños actos de solidaridad.

Creo que hoy ratificamos nuestro gran deseo de verle a Mauricio, en los altares de los mártires de la iglesia que vive a diario su entrega. Él está junto con otros mártires, como Oscar Romero, Luis Espinal, y Enrique Angelelli. Dieron su vida por servir a los pobres y entregarse por la transformación social, unos insatisfechos frente a las injusticias, hambre y pobreza.

 

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MARIA DE NAZARET FUENTE DE CAMBIO.

Guillermo Siles Paz, OMI

En varios países de América Latina se vive una devoción popular y masiva. A veces escuche, que las devociones nos llenan aquel vacío que tenemos. Muchas de las enfermedades, o tristezas, los llevamos ante la Madre de todos. Lo cierto es que María es parte inclusive de varios gestos libertarios, porque los revolucionarios, durante la colonia, se fortalecían en ella. Su amor a Dios y acompañados por María, les llevo a irrumpir ante los opresores. La fuerza de Dios venia por el amor a la Madre. Hoy en varios países tenemos la advocación a María, aunque en cada contexto tienen matices especiales, es decir, la tradición local pone sus propios elementos.

 

La figura de María podríamos comprender, por lo tanto, en una dimensión de mujer comprometida en el cambio social, en el cambio del ser humano, pero fundamentalmente en la construcción de una sociedad nueva.

 

América latina está muy unida a la imagen de María, Madre de la Iglesia. Protectora de los pueblos y naciones, y discípula de Jesús. Por lo tanto también la que sostiene la misión en todos los pueblos.

 

Muchos de los documentos avalan que la devoción mariana es profunda y latente. No deja espacio de duda, que María es el símbolo del amor, aceptación, ternura y sencillez. Por eso uno puede sentir en todos los pueblos, que María es una energía, es una fortaleza que nos hace dar pasos firmes al amor a Dios, y vivir en Dios.

 

Qué deberíamos de comprender en María, Virgen y Madre. Ante todo reconocer que ella pertenece a la plenitud de los tiempos  e  inicia dicha plenitud, desde la acepción de la concepción, de decir, que si acepta ser la servidora del Señor, se pone dócil a su palabra de enviada. Podríamos decir, que es la mujer que ofrece su cuerpo y su vida para realizar el plan de salvación.

 

Gracias a su aceptación nosotros somos plenamente unidos para aceptar que Como mujer permite que Dios haga presente a su Hijo, realice el plan de salvación. Que se une a la misión y proyecto de Jesús liberador.

 

Además como mujer asumió la responsabilidad de educar, guiar, y evangelizar a su propio hijo. Porque ella también estuvo unida a la esperanza de los pueblos judíos. Podríamos decir que ella permitió al Hijo de Dios llegar a ser Hijo del hombre, dejo que Jesús sea el Señor, ser esclavo y servidor de todos. No le limitó, ni condicionó. Le dejó a Jesús, ser verdadero judío.

 

Si bien es cierto Jesús no se aferró  a su condición de ser hijo de Dios, como nos lo cuenta en filipenses. Ahí está María para recordarle que la relación de intimidad filial, le dá la fortaleza, para dejarle a Jesús ser un hombre al servicio del hombre. No es limitó a los suyos, sino que trascendió a los otros pueblos. Ella era servidora y dejó a él servir.

 

Todos los cristianos esperamos la salvación, esperamos vivir la plenitud de nuestra vida, y también en este contexto, en María la Madre de Dios, el Hijo de Dios se hizo hijo del hombre para que nosotros, en toda libertad, llegaremos a ser hijos de Dios. Es decir, mantenernos unidos.

 

Cuando los obispos se reunieron en Aparecida-Brasil, ratificaron que “La Virgen María quien por su fe y obediencia a la voluntad de Dios, así como por su constante meditación de la palabra y de las acciones de Jesús, es la discípula más perfecta del Señor. Interlocutora del Padre en su proyecto de enviar su verbo al mundo para la salvación humana, María con su fe, llega a ser el primer miembro de la comunidad de los creyentes en Cristo y también se hace colaboradora en el renacimiento espiritual de los discípulos del Evangelio, emerge su figura de mujer libre y fuerte conscientemente orientada al verdadero seguimiento de Cristo.  Ella ha vivido por entero toda la peregrinación de la fe como Madre de Cristo y luego de los discípulos sin que le fuera ahorrada la incomprensión y la búsqueda constante del proyecto del Padre. Alcanzó  así, a estar al pie de la cruz en una comunión profunda, para entrar plenamente en el misterio de la Alianza”.

 

Eso quiero decir que la orientación que tienen las iglesias de América latina, tiene mucho que ver con la religiosidad popular en todos sus niveles. Como comprometiéndola para ser la gestora de procesos y de transformación, de inserción en la construcción activa de nuevos modelos de llegar a la gente, de estar con la gente. Fácilmente podemos entender que la devoción a María en los pueblos de América latina marca una diferencia, es como la humanización de Dios, es la encarnación pura de ella misma.  

 

Recientemente el Papa Francisco enfatizo que, “La Virgen hace precisamente esto con nosotros, nos ayuda a crecer humanamente y en la fe, a ser fuertes y a no ceder a la tentación de ser hombres y cristianos de una manera superficial, sino a vivir con responsabilidad, a tender cada vez más hacia lo alto.

 

Pero si vamos entrando más profundamente a lo humano, nos damos cuenta que somos hijos muy mimados, pero promovidos, que somos tratados con esa docilidad y ternura, pero para ser sujetos de transformación. Por eso el Papa Francisco evidencia que María es “Es una mamá que ayuda a los hijos a crecer y quiere que crezcan bien, por ello los educa a no ceder a la pereza (que también se deriva de un cierto bienestar) a no conformarse con una vida cómoda que se contenta sólo con tener algunas cosas.

 

Por eso hoy, qué podemos decir, que somos la familia de Dios, nos hacemos parte de la familia de María, somos los invitados a imitar en todo a Jesús, y dejarnos guiar. Nos hacemos hijos de María al cumplir la voluntad del padre. Y por eso hoy ella seguirá contribuyéndonos para comprometernos en transformar todos los espacios de nuestra vida, todo el entorno de lo cotidiano. Transformar es dejarse interpelar por los contextos, que deben ser diferentes y llenos de vida, para construir una sociedad nueva, donde el ser humano sea el centro.

 

Hoy no podemos pensar en ser Hijos de Dios, sin que podamos ser sujetos dispuestos a promover procesos de cambios, de buscar nuestras alternativas en la vida cotidiana. Nosotros al igual que María, que asumió su condición y se comprometió con la sociedad, seamos sujetos de cambio. Porque de lo contrario será nuestra fe meramente pasiva, pero no la que nos pide nuestra sociedad. Desde María nos acercamos a los contextos y desde la realidad, construimos lo que Dios nos pide, una sociedad de compasiva, llena de amor, dispuesta al  perdón, luchadora de justicia. Al poner una vela, no olvidemos que veneramos a una gran mujer y madre nuestra

 

 

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ERBOL, medio siglo de la radio educativa en Bolivia.

Guillermo Siles Paz, OMI

Tengo mucha alegría de poder sentarme y contar algo de cómo se vivió ERBOL en Bolivia. Habían nacido un 18 de julio de 1967 las Escuelas Radiofónicas de Bolivia mediante la unión de las emisoras denominadas “culturales”, que trabajaban hasta ese entonces bajo el denominativo de Emisoras Culturales Bolivianas. Las radios fundadoras fueron: Radio Fides y Radio San Gabriel de la ciudad de La Paz, Radio San Rafael de Cochabamba, Radio Loyola de Sucre, Radio Bolivia de Oruro y Radio Pio XII del Centro Minero de Siglo XX, también es parte del acta de fundación las escuelas radiofónicas de Montero.

Yo conocí justo en plena juventud, cuando estaba construyéndose un proyecto educativo y de promoción radiofónico con impacto en toda Bolivia. Todos los sacerdotes y laicos parecían obreros, porque su identidad de radios educativas y populares, era trabajar con una mano en el micrófono y la otra con un pico y pala. Pero lo más importante, con los pies en la tierra.

El sonido de sus voces, envueltas de pluralismo,  llenas de realidad, con una estética propia, muchos idiomas que agradaron los oídos de sus oyentes, el aymara, el quechua, el guaraní, reflejaron su pasión única de respeto, lucha y compromiso. Cada radio con una realidad muy concreta: radios campesinas, indígenas, mineras y populares, pero un tanto en la periferie, un poco marginal y periurbanas.  Todas encarnadas en la gente y haciendo radio desde la gente, desde su trabajo, desde su chaco, o desde su reunión sindical.  Muchos de sus oyentes habían aprendido a leer y escribir escuchando la radio, o con el apoyo de los maestros guías. Las radios de ERBOL habían estado muchos años consagradas a la alfabetización. Hacer que el pueblo lea y escriba,  que  valoraren la cultura de sus pueblos ricos en tradiciones y costumbres. Ahí se entendía el porqué, las radios respondieron a las necesidades en su tiempo.

La cercanía a las comunidades, al lugar de trabajo, y al mismo obrero, les fue exigiendo un mayor compromiso. Por eso cada día la comunicación se iba transformando. Como encarnando a los profetas bíblicos, en sus contenidos se irradiaba la voz de protesta, de unidad, de participación, de tener espacios en estructuras de poder. La mayoría de los contenidos eran motivadores, para que los pueblos, comunidades y organizaciones asuman el rol protagónico. Como diría Don Ramiro Beltrán, haciendo una comunicación para el desarrollo.

Sin embargo la mayor influencia tuvo Don Pablo Freire, que promoviendo una educación para la vida, se comprometieron para transformar al mismo ser humano. No había duda, había un espíritu muy encarnado en el cambio, buscando que las voces sean articuladoras de procesos, generadoras de educación y gestoras de comunicación. Cada afiliada, con sus representantes,  llevaba la voz de su contexto, de su realidad a todas las asambleas. En sus asambleas confluían su proyecto político comunicacional y/o sus proyectos de desarrollo.  Todas sus alianzas estaban en torno a empoderar al campesino, al obrero, a la mujer en su capacidad de ser sujetos de desarrollo.

Cuando la conocí a fines de los años 80, capté, aprendí y compartí muchos sueños e ideas con personas de ese tiempo. Por eso siento que su historia está llena de humanidad, de realismo y esperanzas, pero también a veces, llenos de impotencia, frustración, rabia y tristeza. Al trabajar con los pobres y desde los pobres uno entiende que hay mucho por hacer y descubrir, que un micrófono, o el contacto con la comunidad se convertían en transformadora. Todos los amigos comunicadores, locutores, directores, tenían algo especial, gente muy interpelada por la realidad, hombres y mujeres con sueños de cambios y esperanzas.

En ese entonces hablar de satélites, de internet y digitalización, era un sueño. La comunicación en muchos casos era interpersonal, directa, con rostros concretos, en medio de las bases. Las herramientas de trabajo simplemente una grabadora y la templanza de los comunicadores. El famoso CCP, Centro de Comunicación Popular, era lo más avanzado, era la comunicación a través de la banda lateral. Desde esta experiencia se generaron las informaciones y el dibujo técnico de la realidad, y un sueño por mejores días. Todos los periodistas querían hacer oír su voz, había la necesidad de denunciar y anunciar la vida de sus pueblos.

La agencia de noticias que nace en ERBOL logra tener mucha transformación en la misma institución, se desafiaron a sí mismos, buscaron otras formas de poder llegar a más lugares y reflejar la realidad. En poco tiempo adquirió un prestigio, justamente porque la generación de noticias, variadas, nacionales y de sectores deprimidos, hacia más atractiva para los medios de La Paz.  Por esa razón la agencia adquiere una independencia con relación a otros proyectos que ERBOL iba iniciando.

Paralelamente a la creación de la Agencia de Noticias se dio origen a un informativo nacional diario. Este tema había sido ventilado durante la Asamblea General de 1990 y probado para su ejecución. El informativo se llamaría “Encuentro Nacional”. Durará 30 minutos y se emitirá por Radio San Gabriel y que además se interconectará con las otras radios. También Radio Pío XII, Radio Santa Cruz puede emitirlo para que las otras radios la bajen de su onda corta.

La Asamblea de mayo 1992, “Resuelve la necesidad de que ERBOL, a través de sus acciones cree opinión nacional y se constituya en un espacio de peso en la sociedad boliviana”. Se diseña la necesidad de una radio en la ciudad de La Paz, las afiliadas de La Paz, ofrecen espacios reducidos, por eso se pensaba tener una radio que logre su incidencia. La radio en la ciudad llegará 6 años después. En poco tiempo capitalizará toda la experiencia de las afiliadas.

En 1998 se había comprado radio Color y se tuvo que adaptar todos los nuevos trabajos. Fue un gran desafío, pero en poco tiempo la radio adquiere su identidad, muchos comprendieron que ERBOL no era una radio pequeñita, sino que era gigante. La radio estaba como un Eisberg, sólida en todas sus afiliadas, diseminadas en todo el país, y todas llenas de vida. A eso sumemos lo que pasó con los satélites, permitieron que más radios se unan a la señal. Hasta ese momento se tenía unas 32 afiliadas y 42 afines, pero en 10 años llegaron a 160 radios. Unidas por el satélite.

Pronto la radio se convirtió en un red de red y además temáticas, que podría estar discutiendo temas de todos carácter y abriendo los horizontes de pensamientos generados por su pasado y presente.

Tal vez algunas travesías le sean familiar. La defensa de la democracia, el enfrentamiento a las dictaduras. Las radios mineras demostraron su fortaleza, siempre a lado de los mineros en la marcha por la vida, hasta inclusive ser detenidos por el ejército. Festejaron el triunfo de la democracia a lado de los obreros en la plaza murillo. Fueron testigos de la masacre de San Juan, del Valle y de Amayapampa. Presentes en la guerra del agua en Cochabamba. Lo que más visibilizó a nivel nacional fue la guerra del gas, esos fatídicos días de octubre negro. Siempre unidos al pueblo, y no declinar su opción. En ERBOL simplemente, aprendieron hacer comunicación con sentido, hacer radio educativo y popular con información que sale de  la gente

En 50 años muchos nombres y muchos compromisos. Yo solo puedo decir, que todos los que acompañaron los diversos procesos de ERBOL, dieron su parte y lograron mantener la identidad de servir a los pobres. Por su trabajo muchos sectores de pobres lograron una mayor participación en las decisiones públicas, en el ejercicio de sus derechos y obligaciones ciudadanas; lograron controlar el aprovechamiento sostenible de los recursos naturales a nivel municipal, departamental y nacional, y establecieron relaciones de respeto, tolerancia y valoración de la diversidad cultural.  Por lo menos esta fue su visión que hoy marca una identidad de la radio educativa popular hoy.

Vale la pena recordar a todos los amigos cómplices de una misión encarnada en la realidad de los pobres y su misión de ERBOL. ALER, AMARC, UNITAS, Todos los proyectos dieron fuerte impacto. Estas radios nacieron para servir y por su servicio vivieron aplastados por el sistema vigente. Sus críticas y propuestas no todos gobiernos lo apreciaron, porque a nadie le gusta que les cuestionen. Todos los poderosos quieren construir la sociedad en silencio y sin ser controlados. ERBOL nunca fue una bocina, sino que fue el grito de los pobres. Sus 50 años son la garantía de fidelidad,  compromiso y responsabilidad.

 

Quiero recordar por lo menos a los amigos, tal vez a muchos los olvide, pero son muchos periodistas, productores, promotores, locutores y administrativos. Pero a quienes recuerdo muy bien, porque marcaron su identidad.  Por una parte a Gregorio Iriarte, Serafino Chiesa, Antonio Aramayo, Roberto Durette,  Javier Velasco, Rafael Mora. Por otra a Ronald Grebe, Jorge Aliaga, René Zeballos, Andrés Gómez. Y hoy mantener la confianza a los que llevan el rumbo de ERBOL a Aurelio Núñez y a Augusto Peña y a todas las afiliadas que están firmes para continuar la travesías de hacer una comunicación diferente. //

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EN MEMORIA DE LA MASACRE DE SAN JUAN

Guillermo Siles Paz, OMI

Estos días repasando las páginas de una mina de coraje, volví a sentir como la sangre minera, combativa y heroica, marcaba un horizonte en la historia del país. Al leer la historia que se generaron a raíz, de todo lo que los mineros vivieron, en su lucha por la vida. Estos hechos nunca los viví, Yo conocí las minas en los tiempos de las cooperativas, cuando la COMIBOL dejó de operar. Algunas cosas escuché, otras leí, aunque en la memoria de la gente, siempre estuvo vigente esta triste historia. Aun me cuesta comprender algunas cosas, por eso recurrí a algunos testimonios y algunos escritos de ese tiempo.  La lista de los muertos y heridos, fueron confusos, pero nunca hubo juicios o resarcimiento por esta masacre.

Antes de la toma de las minas, muchos hechos habían ocurrido. Pocos años antes en Bolivia se había tenido un golpe militar de Barrientos. Las elecciones habían fracasado y llega este golpe para controlar todo un fenómeno político, que luego marcará un hito en la historia de Bolivia. Desde ese entonces los mineros tenían una fuerte resistencia. Lo cual les llevó a una serie de ataques que culminarían con la masacre.

Tal vez lo más marcó, en los años 65 al 67, fue que el presidente Barrientos había decidido disminuir el salario de los mineros. Las secuelas de esta decisión no fueron pequeñas, muchos mineros perdieron hasta el 40% de su salario. El salario de un minero era de 60 $us, mientras que de los técnico de 400 $us. La indignación era grande y eso no se podía soportar. A eso, el gobierno no pudo controlar y poco a poco la tensión en las minas creció e inclusive luego de algunos enfrentamientos, se dieron los exilios de varios dirigentes. Se militarizaron las minas, pero luego tuvieron que dejar. Esos años previos a la noche de San Juan marcaron el rumbo de las decisiones futuras del gobierno.

Uno de los dirigentes, el más reconocido, don Federico Escobar decía con frecuencia: “el sindicado de Siglo XX no es apolítico. Pero si es apartidista. Pertenece a la clase trabajadora. ¡Ojo con los políticos que hablan lindo! Los partidos políticos deben servir a la clase trabajadora, y no servirse de ella. Es la clase trabajadora la que debe hacer sonar sus tambores para que ellos bailen a nuestros ritmo”.

En este ambiente los mineros siempre marcaban la línea política del país, muchos de los grupos sociales tenían que hacer alianzas con los mineros para lograr algo. Lograron ser la fuerza social y política, que mantenían controlados a todos los gobiernos. Tal vez el sueño que siempre han tenido gobernar, no lograron, pero siempre han estado defendiendo los intereses de los trabajadores y obreros.

Ya muy cerca de San Juan el debate sobre la presencia del Che Guevara en Bolivia ponía nervioso al gobierno boliviano, pero más a la CIA. Quedó claramente demostrado como fueron los operativos, y de qué forma, se quería intervenir los centros mineros.

El caso es, que la CIA. Pensaban que en Siglo XX y en Huanuni estaba el apoyo principal al Che, Y que desde ahí se iba a declarar la guerrilla urbana, y que los dirigentes andaban recolectando Mit’as (apoyo económico) para apoyar la insurrección y que ya varios mineros se habían alzado, junto a Guevara en las montañas, El gobierno decide dar un escarmiento ejemplar. Le interesa que sobre todo, capturar a los dirigentes que iban a tener en esa fecha un ampliado en el Sindicado Siglo XX.

Casi siempre los mineros habían sido considerados comunistas, muchos ciertamente habían ido a formarse en Rusia y Cuba. Sin embargo los misioneros de ese tiempo, conocieron de cerca que no era del todo cierto. Cada relato que encontramos siempre reflejaba el coraje de los mineros y la triste realidad, mucha pobreza e injusticias. Los dirigentes mineros, en su mayoría, creían en cambiar estructuras, pero sus luchas nunca llegaron a término, porque por todos lados fueron arremetidos. Los llamados comunistas, en el fondo tenían, sus tradiciones, costumbres, su cultura y religión, siempre estaban presentes. Ahí les encontrabas como viviendo su cercanía a su tierra. De hecho los misioneros habían sido enviados para combatir el comunismo, sin embargo encontraron una realidad de pobreza e injusticia, que no tenía una forma de explicar y entender. Se preguntaban, si de ahí sale la riqueza del país, porqué viven tan pobres, y tan descuidados. Porque hay tantos índices de extrema pobreza y analfabetismo tan grande.

De todas maneras la noche de San Juan, como era la tradición todos quemaban y brindaban. Estaban alrededor de las fogatas compartiendo un licor, ponches y también su coca. Era una noche de fiesta y alegría entre vecinos. Nadie se podía imaginar que los militares ingresarían de forma clandestina, como los muchos relatos que los conocemos. Desde Cancañiri, lugar donde estaba la estación del tren. Desde ahí bajaron a la madrugada. Pero toda su intervención, su crueldad, les salió tan mal, que no lograron detener a los dirigentes mineros, solo masacraron a los pobres de los campamentos. El dirigente minero que murió es Maisman. Como diría Gregorio Iriarte, “el dato contundente fue que solo uno era minero, y el resto eran campesinos y muchos señores del pueblo, porteros guardias. Ahí sí que la Radio Pio XII lo denunció y les trajo muchos problemas, se tuvo que explicar. El conflicto era grave y la operación muy bien planificada, quedo demostrada que el gobierno muy poco tenía que hacer en esas decisiones.”

Nunca se aclaró el tema. Sin embargo, cada año los mineros, desde donde se encuentran van recordarlos a todos los caídos. La justicia no dio ningún tipo de castigo a nadie, y tampoco se dieron castigo a los que mataron por órdenes superiores. En los últimos años con las cooperativistas perdieron toda la fuerza, que en otrora habían sido grandes desestabilizadores. Tal vez porque hoy son los cooperativistas los que marcan el ritmo de la minería en Bolivia. Hoy los obreros de las minas celebran nostálgicamente esta gran masacre que está en la historia del País, y se recuerda para no perder la memoria del pueblo.

 

Son 50 años, de estos hechos fatídicos, y hoy nos toca de ponernos a reflexionar. Ojala no se repita el abuso del poder y la muerte de inocentes.

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Aún con cáncer, vivimos la esperanza.

Guillermo Siles Paz, OMI

Hace unos días estuve con Felisa, una mujer de 63 años de vida. Ella me dijo que hace tres años le descubrieron un cáncer de colon, desde ese momento ella viven en medio de operaciones, quimioterapias y todos los vejámenes y exigencias médicas, que les llevan a combatir el cáncer.  También hace unos semanas una amiga me escribe y me cuenta que su hermana esta diagnosticada de cáncer en el hígado, y que lamentablemente está en un situación muy avanzada. Lo mismo me pasó con otra amiga de mi comunidad parroquial,  me cuenta que su hija de 34 años de edad, está con cáncer. Lo habían detectado en la mama y luego lo encontraron en el brazo y que ahora estaba en el estómago. También el esposo de una amiga le diagnosticaron cáncer en el estómago y ahora está en medio de todos los tratamientos fuera del país y luchando cada día. Pero como para poner el tema en familia, hace un mes me comunican que una de mis sobrinas, también la detectaron cáncer de mama, tuvo que ser intervenida quirúrgicamente y ahora está con quimioterapia. Cada caso es único, pero todos te traen una tristeza y dolor en la persona  y también en toda la familia.

Podría seguir enumerando y nombrando las experiencias que tengo con personas que tienen cáncer. Yo me preguntaba que pasó, dónde está la causa, dónde está el error. Pero siempre hay un vacío con la respuesta. Es más, muchas de estas personas, están muy ligadas a Dios, viven muy religiosamente. Ellas se preguntan también, porqué a mí, qué pasó, qué hice para merecer esta enfermedad. Lo cierto es algo que les denigra la misma humanidad.

En tiempos de Jesús se decía que las enfermedades eran castigo de Dios, y que los males estaban como herencia de un pecado realizado por alguien de la familia. Pero con el tiempo entendimos que no era así, sino que en ese tiempo, no tenían la medicina desarrollada como hoy. Hoy a través de muchos estudios, tenemos algunas certezas, nos dan la posibilidad de resolverlos y prolongar la vida. Como diríamos, gracias a Dios, en algunos surte efectos fácilmente, pero en otros tienen dificultades, por varios factores,  o por que el proceso ya está muy avanzado.

Dejarse interpelar por esta realidad hoy es muy duro y sobre todo acompañar a las personas y familiares. En estas experiencias, uno cada día va aprendiendo y comprendiendo la gran vulnerabilidad que tenemos los seres humanos. Al parecer tenemos una gran fortaleza, que por un lado podemos conquistar muchas cosas, porque pensamos que no hay obstáculos, que es posible llegar donde sea. Sin embargo hay momentos en que tenemos que aceptar, con mucha humildad, el cierre de caminos, la soledad en medio del dolor y no ver la luz al final del túnel.

Muchos en medio del dolor, tratan de explicarse, cuestionan su vida, se amargan en Dios, tratan de negar inclusive a Dios, porque sienten que no les escucha, porque no les alivia los dolores. Sin embargo cuando escudriñamos todos los procesos médicos y de acompañamientos realizados, Dios siempre ha estado, nunca no nos abandonado.  Al contrario ha generado en medios de los seres queridos, procesos de interacción, unidad, comunicación e inclusive, el perdón entre los hermanos.

Comprender que muchos males son productos indescifrables y no explicables, pero lo cierto que nos bajonean, nos humillan, nos dejan sin defensas. Toda la enfermedad nos puede mantener en una constante depresión y declinamiento progresivo.  Por eso fácilmente somos presa de dejarnos morir, ya en vida.

En estos momentos uno descubre que el ser humano, vuelve su mirada sobre si,  busca lo trascendente, trata de dialogar con Dios y con insistencia busca algunas salidas. Aquí nos toca ayudar a estas personas para aceptar, con mucha humildad, esta realidad. Tal vez nos toca mirar el sentido de su vida, pero en retrospección, mirando lo que hizo, lo que tuvo, los momentos felices, las miradas consoladoras de la misma vida. Nos toca por otro lado también, hacerles sentir la ternura de Dios. Aunque estamos pasando esta prueba, también ahí está Dios, acompañándonos y uniéndose a las fuerzas de la vida.

Pero siento que lo fundamental en este momento es unirse a la fortaleza, a la lucha por la vida, a la mirada positiva. La voluntad de Dios no la podemos cambiar, pero si la podemos entender. No la podemos cuestionar, pero si podemos asimilar. Porque si de Dios nos viene lo bueno, lo agradable, lo maravilloso, porque no entender la prueba en la misma dimensión.

Algunos saldrán exitosos y fortalecidos, la misma familia unida, y eso será el gozo de nuestra fe. Tal vez otros fueron derrotados por el mal, pero comprendieron que si valió la pena vivir y saberse amado de Dios.

 

Mientras tanto nosotros debemos de asumir algo que ya se ha descubierto, asumir un estilo de vida diferente, cambiar nuestros hábitos alimenticios y hacer mucho ejercicio, todo ello nos ayudará a prevenir estos males. Al final es cierto, Dios hace su trabajo, él tiene nuestra vida en sus manos. Pero nosotros, con nuestro estilo de vida saludable, ponemos nuestras voluntades para enfrentar éste y otros males.//

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EL CRUCIFICADO ES EL RESUCITADO.

Guillermo Siles Paz, OMI

No hay nada que hacer, “Todo se ha cumplido” (Juan 19:30). Jesús se ha resignado ante la muerte. Asumió la cruz, se sometió obedientemente y desde su obediencia nos trajo la fortaleza de nuestra fe. Pero no podemos negar, ni rechazar, que la relación de la muerte de Cristo esta tan ligada a la vida, que solo con su muerte podemos comprender la nueva vida que tenemos en él. La cruz será nuestra liberación en todos los sentidos, una locura, “nosotros proclamamos a un Mesías crucificado: para los judíos ¡qué escándalo! Y para los griegos ¡qué locura!” (1Cor.1, 23)

 

Tal vez sea más fácil entender para todos nosotros que la vida y la muerte es una gran unidad y que hace que todo tenga sentido. Si la muerte se quedaba como está diseñada para nosotros, entonces sería como la limitación más frustrante, pero como sabemos que la cruz se convirtió en causa de nuestra salvación, ahí cobra sentido, el crucificado es el resucitado, el que murió y vive para estar en medio de nosotros.

 

Muchos entienden las dimensiones de la cruz, la más común y la que lo repetimos por el dogma de fe, la que cobro sentido con su resurrección, que Jesús cargó con nuestros pecados para salvarnos. “El cargó en su cuerpo con nuestros pecados en el madero de la cruz, para que, muertos a nuestros pecados, empezáramos una vida santa”, (1Pe. 2, 24). La otra dimensión es que Jesús, por amor a su padre y a la humanidad, aceptó someterse plenamente a los mandatos de su padre, sin mezquinarse, sin aferrarse a su ser Dios, sino amando profundamente hasta darse del todo, “haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por eso Dios lo engrandeció y le dio el Nombre que está sobre todo nombre, para que al Nombre de Jesús se doble toda rodilla en los cielos, en la tierra y entre los muertos, y toda lengua proclame que Cristo Jesús es el Señor, para gloria de Dios Padre.” (Flp. 2,7-11). Y la tercera dimensión que nos permitimos reflexionar, es que la cruz de Jesús, también es la consecuencia de su vida, de sus palabras, de sus actitudes profundamente proféticas y de la búsqueda de transformación de la misma vida. Jesús era como la piedra en el zapato, era como el que estorbaba a los que ostentaban los diversos poderes. Por eso, su cruz es la consecuencia de su entrega a la humanidad y la búsqueda de humanizar la misma vida. “Jesús le dijo: Si he respondido mal, demuestra dónde está el mal. Pero si he hablado correctamente, ¿por qué me golpeas?” (Jn. 18,23)

 

Ahora, mirando la reconfiguración de lo que será la pascua, fácilmente podemos entender la resurrección. Es que Jesús tenía que resucitar, lo que había dicho, lo prefiguró, lo recalcó, porque Dios lo puso como el sacrificio y la evidencia de garantía de nuestro propio futuro. Es decir, que Jesús nos llenó de esperanza al decirnos, por este camino, todos pasaremos, será necesario que pasemos primero por esta experiencia existencial, será necesario apartarnos para transformarnos. Dios hizo lo que tenía que hacer, demostrarnos su poder transformador. Por eso Dios nunca abandona, sino que nos pone en la prueba de la comprensión, de la mirada de fe, de la paciencia, hasta aceptar, que así tiene que ser, tenemos que morir para resucitar en Cristo, porque él fue el primero. “él que es el principio, el primer nacido de entre los muertos” (Col. 1,18)

 

La resurrección de Jesús dará sentido a muchas cosas. Lo primero de todo, son sus palabras, todo lo que nos dijo en su vida pública, cobra sentido, era verdad, tiene valor, tanto los dichos, su proyecto de vida y la búsqueda del Reino de Dios y su justicia.

 

También hoy, por la resurrección de Jesús, nos hacemos parte de la alegría de vivir el Evangelio, la buena noticia. Jesús venció la muerte, ya no más muerte, sino que somos herederos de la esperanza de la vida eterna.

 

Finalmente Dios es un Dios de vivos, y no de muertos, esta expresión nos hace construir la comunidad de vida y de fe. Con esa garantía seguimos esperando hasta cuando nos toque. Será la comunidad de los creyentes, los que hagamos visible a Cristo en nuestra vivencia cotidiana. “Todos los que habían creído vivían unidos; compartían todo cuanto tenían.” (Hch, 2, 44).  Será Dios que nos dé su aliento de vida. Ya no tendremos que esperar, sino que vivamos, “el ya pero el todavía no”. Porque Jesús nos hizo experimentar su amor y su entrega que nos logra transformar.

 

Ahora los que experimentamos en nuestra vida al Cristo resucitado, nos sentimos más que comprometidos para irradiar a todo el mundo la experiencia de fe y de amor a todos. Es Cristo mismo que nos comprometió, porque por su resurrección nos manda a ser los mensajeros, los que debemos dilatar su reino en medio de nuestro mundo.  “Vayan, pues, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos…” (Mt. 28,19-20). Por eso la semana santa es un tiempo especial que alimenta nuestra fe.

La resurrección debería de marcar hoy, algunos cambios en medio de la historia. El compromiso que cada uno debería de tener, es transformar su propia realidad. Que esa experiencia pascual, de cambio del mal a la vida, de la cruz a la resurrección, se traduzca en la vivencia de cambios profundos, llenos de vida, de preocupaciones concretas con las personas y con nuestro entorno. Debemos de provocar algunas resurrecciones en medio de la misma vida. Esta será la Pascua que nunca perderá su actualidad.

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EL MISMO DE LA CRUZ, ES EL QUE VIVE.

Guillermo Siles Paz, OMI

No hay nada que hacer, “Todo se ha cumplido” (Juan 19:30). Jesús se ha resignado ante la muerte. Asumió la cruz, se sometió obedientemente y desde su obediencia nos trajo la fortaleza de nuestra fe. Pero no podemos negar, ni rechazar, que la relación de la muerte de Cristo esta tan ligada a la vida, que solo con su muerte podemos comprender la nueva vida que tenemos en él. La cruz será nuestra liberación en todos los sentidos, una locura, “nosotros proclamamos a un Mesías crucificado: para los judíos ¡qué escándalo! Y para los griegos ¡qué locura!” (1Cor.1, 23)

 

Tal vez sea más fácil entender para todos nosotros que la vida y la muerte es una gran unidad y que hace que todo tenga sentido. Si la muerte se quedaba como está diseñada para nosotros, entonces sería como la limitación más frustrante, pero como sabemos que la cruz se convirtió en causa de nuestra salvación, ahí cobra sentido, el crucificado es el resucitado, el que murió y vive para estar en medio de nosotros.

 

Muchos entienden las dimensiones de la cruz, la más común y la que lo repetimos por el dogma de fe, la que cobro sentido con su resurrección, que Jesús cargó con nuestros pecados para salvarnos. La otra dimensión es que Jesús, por amor a su padre y a la humanidad, aceptó someterse plenamente a los mandatos de su padre, sin mezquinarse, sin aferrarse a su ser Dios, sino amando profundamente hasta darse del todo, “haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por eso Dios lo engrandeció y le dio el Nombre que está sobre todo nombre, para que al Nombre de Jesús” (Flp. 2,7-10). Y la tercera dimensión que nos permitimos reflexionar, es que la cruz de Jesús, también es la consecuencia de su vida, de sus palabras, de sus actitudes profundamente proféticas y de la búsqueda de transformación de la misma vida. Jesús era como la piedra en el zapato, era como el que estorbaba a los que ostentaban los diversos poderes. Por eso, su cruz es la consecuencia de su entrega a la humanidad y la búsqueda de humanizar la misma vida. “Jesús le dijo: Si he respondido mal, demuestra dónde está el mal. Pero si he hablado correctamente, ¿por qué me golpeas?” (Jn. 18,23)

 

Ahora, mirando la reconfiguración de lo que será la pascua, fácilmente podemos entender la resurrección. Es que Jesús tenía que resucitar, lo que había dicho, lo prefiguró, lo recalcó, porque Dios lo puso como el sacrificio y la evidencia de garantía de nuestro propio futuro. Es decir, que Jesús nos llenó de esperanza al decirnos, por este camino, todos pasaremos, será necesario que pasemos primero por esta experiencia existencial, será necesario apartarnos para transformarnos. Dios hizo lo que tenía que hacer, demostrarnos su poder transformador. Por eso Dios nunca abandona, sino que nos pone en la prueba de la comprensión, de la mirada de fe, de la paciencia, hasta aceptar, que así tiene que ser, tenemos que morir para resucitar en Cristo, porque él fue el primero. “él que es el principio, el primer nacido de entre los muertos” (Col. 1,18)

 

La resurrección de Jesús dará sentido a muchas cosas. Lo primero de todo, son sus palabras, todo lo que nos dijo en su vida pública, cobra sentido, era verdad, tiene valor, tanto los dichos, su proyecto de vida y la búsqueda del Reino de Dios y su justicia.

 

También hoy, por la resurrección de Jesús, nos hacemos parte de la alegría de vivir el Evangelio, la buena noticia. Jesús venció la muerte, ya no más muerte, sino que somos herederos de la esperanza de la vida eterna.

 

Finalmente Dios es un Dios de vivos, y no de muertos, esta expresión nos hace construir la comunidad de vida y de fe. Con esa garantía seguimos esperando hasta cuando nos toque. Será la comunidad de los creyentes, los que hagamos visible a Cristo en nuestra vivencia cotidiana. “Todos los que habían creído vivían unidos; compartían todo cuanto tenían.” (Hch, 2, 44).  Será Dios que nos de su aliento de vida, que ya no más esperar, sino vivamos, el yá, pero el todavía no. Porque Jesús nos hizo experimentar su amor y su entrega que nos logra transformar.

 

Ahora los que experimentamos en nuestra vida al Cristo resucitado, nos sentimos más que comprometidos para irradiar a todo el mundo la experiencia de fe y de amor a todos. Es Cristo mismo que nos comprometió, porque por su resurrección nos manda a ser los mensajeros, los que debemos dilatar su reino en medio de nuestro mundo.  “Vayan, pues, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos…” (Mt. 28,19-20). Por eso la semana santa es un tiempo especial que alimenta nuestra fe.

La resurrección debería de marcar hoy, algunos cambios en medio de la historia. El compromiso que cada uno debería de tener, es transformar su propia realidad. Que esa experiencia pascual, de cambio del mal a la vida, de la cruz a la resurrección, se traduzca en la vivencia de cambios profundos, llenos de vida, de preocupaciones concretas con las personas y con nuestro entorno. Debemos de provocar algunas resurrecciones en medio de la misma vida. Esa serpa la pascua que nunca perderá su actualidad.

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EN MEMORIA DEL CARDENAL JULIO TERRAZAS

Guillermo Siles Paz

Un día como hoy, 7 de marzo, nació el cardenal Julio Terrazas Sandoval. Nació en su querido Vallegrande, en medio de gente querida y sumido en una infinidad de tradiciones y costumbres que enorgullecen a ese digno pueblo.

Todos conocimos de su trayectoria, formación, y su acción pastoral. Muchos son los testimonios que durante estos años nos han deslumbrado, sobre todo por su alta sensibilidad social, cercanía a la gente sencilla y por buscar una nueva sociedad más justa y solidaria.

Su partida tan triste del 9 de diciembre de 2015 significó el silencio en diferentes ámbitos. El pueblo lloró porque él se constituyó en referente de la defensa de los derechos y libertades del pueblo. 

En los últimos años muchos han remarcado su profunda cercanía a la gente, que ya estaba presente desde sus inicios de su formación. Podríamos decir que no perdió su identidad y raíces. Sin embargo estuvo marcado por su formación moral desde sus inicios como Redentorista.  Trató de vivir sencillamente y en medio de la austeridad y preocupado por su celo apostólico. Su sueño siempre fue mantener a la iglesia en una misión permanente, acompañando a sus propios catequistas y celebrando la vida en medio de las comunidades, parroquias y misiones. 

Como pastor tuvo varias facetas y todas estuvieron llenas de sencillez, humanismo y encarnadas en la realidad. Cada faceta de su vida tiene un sello definido y muy comprometido. Él estuvo al servicio de los marginados y excluidos. Compartió su vida con campesinos, indígenas, mineros, obreros y el pueblo en general. Se dejó interpelar por la realidad, al parecer quiso ser un referente de dialogo, concertación y debate.

Nadie puede negar que como pastor intento guiar al Pueblo de Dios hacia una fe cristiana más auténtica y comprometida con la vida. Que los católicos dejemos la pasividad para emprender un compromiso con su transformación. El Sueño de ser un Pueblo de Dios, nos llevaba a ser un pueblo preocupado por la justicia, paz y promoción humana. 

Muchos cultivaron sus homilías, mensajes y discursos; para encontrar el norte de la visión cristiana. Podríamos decir que su propia teología era profundamente humanista. Se notaba su profunda formación en la doctrina social de la iglesia; en su mirada sociológica y el su espíritu de cambio. 

Tal vez, lo que hoy todos extrañamos, es esa su voz profética. Es que desde su partida la Iglesia se haya silenciado. Esa potente voz, con ideas claras y distintas, muy encarnadas de realidad, como ese fuego del espíritu que impregnaba en la humidad de los cristianos, es extrañada; es como que ya no lo tenemos y lo esperamos. Estos hombres, profetas de su tiempo, dejan su sello para llevarle en nuestra memoria. 

Hoy muchos intentamos recuperar el legado que nos dejó y es grande. Visualizamos una profunda experiencia de fe y de vida, pero sobre todo de una orientación teológica-bíblica, que desde el oprimido, desde la realidad nos orienta a vivir una iglesia en movimiento. 

Nadie puede negar que su dinamismo personal marcó a la Iglesia cruceña. Desde una pastoral de conjuntos cultivó una serie de actividades y costumbres de impacto y acción evangelizadora. Todas sus liturgias estaban llenas de vida. Muchos extrañan sus repentinas, ese contacto personal con sus parroquias y son sus sacerdotes. Sembró relaciones muy humanas. Por todo esto. Muchos dirán “Te extrañamos tata julio”.

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LAS TENTACIONES Y NUESTRA TENTACIÒN

Guillermo Siles Paz

Son nuevos tiempos y cada tiempo nos ofrece nuevas oportunidades, Hoy entramos a un tiempo tan especial para la vida llena de fe. Además saliendo del carnaval, cuando el demonio esta suelto. O como se dice: “el diablo no duerme”, por eso tratamos de buscar unas nuevas acciones para enfrentarlo. Frente al mal nosotros somos los que estamos vulnerables. Hoy más que nunca necesitamos estar atentos y vigilantes. 

Muchas de nuestras fiestas y en especial, los carnavales, siempre son la oportunidad para que el demonio, satanás, el diablo, hagan de las suyas, es el mal que esta suelto para seducirte, agarrarte y doblegarte.

Hoy debemos de estar atentos y vigilantes para darnos cuenta, para evitar que el gobierne nuestras acciones. Frente a esta realidad, uno debe mantenerse esperanzado, porque la fuerza de voluntad, el espíritu de lucha y capacidad de optar por lo bueno y razonable, doblegan toda acción seductora. 

Este tiempo es agradable y apropiado para probar nuestras fuerzas, mirar nuestras debilidades. Dios actúa siempre a lado nuestro, no nos abandona,  no nos deja solos, sino que él está siempre cerca a nosotros. Nos mira con ternura y nos pide ser también tiernos con nosotros mismos.

Qué podemos decir de las tentaciones hoy. Nuestro modelo es Jesús y qué actitud tiene él. Cómo se enfrenta al mal. Escudriñando cada día, nos damos cuenta que Jesús es nuestra referencia para dar saltos cualitativos frente al mal. 

Desde el punto de vista bíblico, la tentación no sólo significa "inducir a pecar", sino también "someter a prueba" a una persona. Jesús no escapa de esta realidad que se da en todo tiempo y lugar, a pesar de su divinidad como Hijo de Dios.

En varios textos de la Biblia Dios pone a prueba a los hombres, en otras son los hombres que desafían a Dios y lo peor es cuando Satanás tienta a los hombres, incluido a Jesús.

Lo evidente es que no toda tentación o prueba son pecados, sino es un acto que nos lleva a la realidad existencial, que enfrenta todo ser humano.  Por eso uno debe saber, qué hará en estas pruebas. 

Si el mismo hijo de Dios ha sido tentado, con mayor razón, las personas que vivimos frecuentes tentaciones. Las tentaciones que nos presenta el evangelio de Lucas, son tal vez, las que remarcan una vivencia cotidiana. Pero el antecedente básico, es Jesús que logra enfrentarse  al demonio o las tentaciones, con la Fuerza de Dios, con la fuerza del Espíritu y con la sensatez de la vida. 

La falta de Pan y hambre, y las necesidades; el ser poderoso y dominar todo reinado, con solo adorar al Diablo; y desafiar a Dios poniéndole a prueba, se constituyen en las tentaciones maquiavélicas, que casualmente los vivimos a diario. Podríamos decir y con claridad que las necesidades vitales y básicas muchas veces nos han llevado a ser inclusive esclavos, sirvientes y dominados, por un pedazo de pan o por plato de frijoles somos fácilmente tentados. 

Podríamos entrar más a fondo recordando que el Diablo no duerme, se pone en tu frente en tu espíritu de ambición y codicioso, para mostrarte el nuevo camino de la felicidad. El poder aparece hoy inclusivo como una energía que transforma al hombre.  Que para conseguirlo no hay escrúpulos. 

Finalmente manipular a Dios tentarlo, ponerle a prueba hace más miserable, al ser humano. Todos sabemos que Dios es Dios y sabemos que su fortaleza está en su amor y no en ponerle a prueba. Su poder no es para someter sino para darnos más vida y plena. 

Tenemos que ser conscientes que al Satanás o al Diablo no le gustara ser vencido, así que por ahora tal vez nosotros vencemos muchas batallas, pero la fortaleza del mal, no se terminar, volverá con nuevas estrategias, con nuevas formas de seducción. Por eso nosotros debemos de entender los misterios de Dios y estar muy atentos ante el mal. El mal siempre quiere destruir los proyectos de vida, los sueños y esperanzas, 

 

Nunca lo olvides, ¡Al mal con tu fortaleza lo has vencido, pero vuelve!.

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EL CORAJE DE SER MADRE

Guillermo Siles Paz, OMI

El mes de mayo es el mes de la madre en varios países de América Latina e inclusive en Europa. La imagen de la madre es la que resalta de varias formas. Tal vez los latinos somos los más expresivos y sabemos decir lo que sentimos. Sin embargo creo que la madre en si tiene muchos valores y cualidades que difícilmente podemos refutar. 

Todos nacimos de una madre, de una mujer que asumió el desafío de aceptarnos en su vientre, de llevarnos durante nueve meses y de pasar todas las incomodidades a raíz de este estado. Durante este tiempo ha logrado comprender los misterios de la vida, la profundidad de una relación. Si bien es cierto, el cordón umbilical nos une, pero este se vuelve como la red de comunicación perfecta, porque en este periodo de gestación nos habló, nos contó historias, e inclusive nos expresó sus temores. Cuantas madres gestantes, dialogan entre sí, de las travesuras que hacemos en el vientre. 

Un día llegamos y nacemos, abrimos los ojos y ahí está ella, sosteniéndonos en sus manos. Aunque siempre el parto es doloroso y de muchos sufrimientos, Ella ignora todo porque al sentirnos, le llenamos de alegría y  felicidad. Nada recuerda de lo que pasó en el parto, solo siente la belleza de ser madre de un nuevo ser. Nosotros desde ahí nos miramos permanentemente, aceptamos todo lo que nos propone, la inquietamos con nuestros llantos y enfermedades, pero también la divertimos con las primeras expresiones, originales y divertidas que tenemos. 

A medida que avanza la vida estamos siendo formados por ella, que aunque tenemos al padre, o a la escuela o los otros familiares, ella pone el orden, el norte, el horizonte. Ella sueña para nosotros el hombre o mujer que debemos de ser. Nos inculca valores, nos previene de los peligros, nos defiende y evita que te dañen, pero en sí, nos encamina a mirar el futuro con serenidad y constancia.

A medida que crecemos recibimos todo de ella. Es como una escuela andante, sabe de todo y aprende todo. Nos ayuda a resolver los problemas, a mirarnos críticamente y a ser fiel en lo pequeño y en lo grande. Pero además a transmitirlo con la sencillez y la ternura. Su espíritu de emprendimiento le hace visionaria, calculadora y expansiva. Te lo transmite para que tú también los puedas practicar. 

Cuando llegamos a su corazón, es lo más hermoso y bello. Nadie me lo puede negar que el corazón de una madre es lo más sagrado. Es como el amor de Dios encarnado. El corazón de una madre es como un manantial de donde fluye el amor, ternura y misericordia. Es lo más sensible que tiene, de ahí surge tanta sencillez, profundidad, calidez y sabiduría. Para una madre todos sus hijos somos iguales, nadie es más ni nadie es menos. Todos tienen el mismo valor, son únicos y propios. Si dedican a uno en especial, es porque también su amor es especial. Cuantas veces los hijos tratamos de apartar a uno de los hermanos de su cariño, pero ella en su paciencia te escucha y te comprende, pero no te da la razón, ella en su silencio te dirá que conoce a sus hijos y a todos los ama por igual.

Pero muchas veces los hijos hemos sido objeto de dolor y tristezas, o cuantas veces hemos hecho llorar a una madre. Tal vez la encontramos en su impotencia de resolvernos algo preferencial. Ella pronto lo olvida, porque sabe aceptar sus errores. La actitud de una madre siempre es positiva y de construcción de valores en sus hijos; quiere la perfección de la persona, quiere que sea en todo momento modelo de vida, de objetividad y de marcar la diferencia. “No te eduque aquí”, te lo repartirá en varios momentos. Aun así, algunos hijos, la harán sufrir,  la abandonarán, la ignorarán porque nosotros somos personas con miradas distintas.

Todos los días uno se prepara para tomar el espacio que le corresponde en su vida. La madre se constituye en la persona que te preparó para volar y para hacerte una persona autónoma. Sin embargo aunque te dió las herramientas te induce a mirar la vida desde sus ojos. 

Un día llega su partida y parece que todo se derrumba. No es fácil de aceptar que ella nos deje. Aunque sabemos que es la ley de la vida. Yo lo viví, hace unos días mí madre se fue a la casa del Padre Eterno, muchos diríamos que no era el momento, pero aunque estés preparado, el dolor, la tristeza y la nostalgia te invaden. La voluntad del altísimo se impone,  pero sientes como si te arrancarán todo de ti.

Cuando una madre se va, el silencio se apodera. Pero cuando pasan las horas comprendes que todo lo que te dejó está ahí en tu vida, en tu ser. Por eso es bello pensar en las madres porque ellas siempre van sellando en nuestros corazones  todo lo que somos.  Dios nos lo dio para comprendamos su grandeza.

 

 

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