Periodismo

PERIODISMO Y DESASTRES

Vania Sandoval Arenas

La magnitud de los desastres vividos en lo que va del año 2014 obliga a reflexionar a todos los actores sociales y políticos en torno a las causas y consecuencias de los mismos. Desde este artículo se intenta dar lineamientos útiles para el trabajo periodístico en estas difíciles circunstancias, analizando primero la cobertura informativa de anteriores situaciones de emergencia en Bolivia y recogiendo recomendaciones utilizadas en otros países que se han enfrentado a este tipo de dificultades.

En Bolivia, la prensa no utilizó todas sus potencialidades  para contribuir a paliar los efectos de los desastres naturales de “El Niño” y “La Niña” en 2007 y 2008, dedicando muy poco espacio a las informaciones sobre prevención, las causas de las inundaciones y otras noticias realmente útiles para las comunidades afectadas. Ése es uno de los resultados de la investigación del Observatorio Nacional de Medios (ONADEM), que analizó la información sobre las inundaciones del oriente en tres periódicos (La Palabra del Beni, El Deber de Santa Cruz y La Razón de La Paz) durante esos años. Para efectos comparativos, se tomó el mes de febrero en ambos años como muestra en los tres periódicos analizados.

Los desastres naturales afectaron entonces a casi todos los departamentos de Bolivia, pero se presentaron con más fuerza en Beni y Santa Cruz.

La cobertura noticiosa sobre los fenómenos de“El Niño” y“La Niña” fue similar en ambas etapas, los enfoques informativos estuvieron centrados en la ayuda nacional e internacional, el reparto de alimentos y los daños materiales que provocaron. La información relacionada con temas de prevención no tuvo importancia mayor en la cobertura, ya que el tema apenas fue abordado: en el caso de “El Niño” en un 1% y en el de “La Niña” en un 8%  de las notas publicadas[1].

Las dos fuentes más utilizadas en las coberturas hechas en ocasión de la ocurrencia de los dos fenómenos climatológicos fueron, por un lado, los representantes del Poder Ejecutivo nacional (38% y 44%, los años 2007 y 2008, respectivamente) y, por otro,las prefecturas (13%  y 34%, los años 2007 y 2008,  respectivamente). El año 2008 los prefectos de Santa Cruz y Beni alcanzaron mayor protagonismo en la cobertura informativa de los desastres naturales.

La investigación concluyó que la cobertura dada a los desastres, luego del análisis de temas y fuentes, dio cuenta de las acciones de las autoridades más que brindar información necesaria y vital para coadyuvar en la reducción del impacto de tales desastres.

La cobertura informativa de los diarios estudiados  respecto a las inundaciones en el oriente los años 2007 y 2008 mostró una agenda sujeta a las informaciones oficiales y a las acciones de las autoridades, con mucho menor énfasis respecto a las necesidades ciudadanas. Por ejemplo, no se ayudó a entender a las inundaciones como “procesos de incomunicación entre el sistema social y la naturaleza”, a decir del especialista colombiano Gustavo Wilchez-Chaux.

2014: El mayor desastre de los últimos años

El gobierno nacional indicó que existen al menos 59 882 familias afectadas en todo el país. Se calcula que existen 60 fallecidos por causa de las intensas precipitaciones pluviales desde octubre de 2013 hasta febrero 2014, según informes del Ministerio de Defensa. Los mayores desastres se han concentrado en los departamentos de Beni, La Paz, Cochabamba, Chuquisaca, comprendiendo al menos a 119 municipios.

En la cobertura mediática de los efectos de las lluvias de febrero en Bolivia se ha visto  que los medios reflejaron imágenes de las zonas inundadas —aun a costa de las dificultades para llegar a los lugares afectados— y de las penurias de la población, así como tomaron contacto con autoridades para demandar ayuda y medidas paliativas. Se ha hablado en las noticias  del  número de afectados (personas, animales), daños materiales y humanos, nivel de subida de las aguas; los periodistas han asumido un importantísimo rol como promotores de las donaciones, mediante campañas y programas que destacaban los alcances del drama humano que se está viviendo, logrando visibilizar la tragedia que se vive en las poblaciones afectadas.

También los últimos días se ha visibilizado en los medios periodísticos el conflicto entre el gobierno nacional y el gobernador y cívicos del Beni, relativo a la solicitud de declaratoria del Beni como zona de desastre hecha por estos últimos con el fin de habilitar más recursos de manera expedita, posibilidad que fue negada por el gobierno argumentando que la gobernación puede disponer de los recursos con  que ya cuenta y debería usarlos sin necesidad de dicha declaratoria.

Pese a lo meritorio de la cobertura realizada en el país, es necesario sugerir algunas pautas para lograr un trabajo periodístico que sea útil para superar la difícil situación de los afectados y contribuir a paliar los complejos efectos de un desastre. Estas recomendaciones, sintetizadas a continuación, están desarrolladas en dos manuales para periodistas que cubren emergencias, bajo el enfoque de la ética periodística, el respeto a los derechos humanos y la responsabilidad social[2]:

Hablar de desastres con causas y consecuencias

Es importante realizar  notas que analicen las causas de las inundaciones u otros desastres —que no son atribuibles solamente a fenómenos de la naturaleza— y las posibles consecuencias de las mismas para las comunidades afectadas.  Es un trabajo que no sólo involucra a los periodistas, sino a las autoridades de todos los niveles e instituciones especializadas. Hay mucho que aprender de experiencias de otros países en este tema.

Alertar sin alarmar, cuidar las imágenes

Es imprescindible realizar un tratamiento adecuado de las imágenes que se mostrarán, explicando por ejemplo a qué día corresponden (no se debiera mostrar sólo las imágenes del pico más alto de la inundación de manera reiterada, sobre todo si por ejemplo las aguas bajan y las situación va cambiando). No se debe mostrar el desastre siempre como creciente, como un peligro continuado, si es que la situación ha mejorado.

Es preciso indicar, además, cómo se obtuvieron estas imágenes.

Existe la necesidad de tener cuidado con primeros planos innecesarios , sobre todo cuando hay personas heridas o cadáveres. Es imperativo no vulnerar derechos de los damnificados mostrando imágenes que pueden herir sensibilidades de las familias afectadas y que  juegan con la morbosidad además de generar mayor alarma.

Es preciso advertir a la teleaudiencia antes de difundir alguna imagen de la tragedia que pueda causar una fuerte impresión.

La tecnología ayuda, pero es necesario verificar

Es fundamental verificar la información sobre todo cuando proviene de envíos no periodísticos. Por ejemplo, fotos tomadas con celular por aficionados,  o  imágenes que circulan en redes sociales. Estas fotos pueden ser verídicas, pero en algunos casos pueden corresponder a otros lugares o a otros momentos.

En pasados días, por ejemplo, en el país se difundió en varios medios una filmación en la que se veía un camión supuestamente hundido en un río beniano. Luego se descubrió que dichas imágenes fueron tomadas en México en el marco de otra inundación. A raíz de este caso, el diario cruceño El Deber, cumpliendo con un deber ético, realizó la correspondiente rectificación al día siguiente de la publicación del vídeo[3]. La tecnología brinda posibilidades de cubrir información en lugares inaccesibles para la prensa; sin embargo, esta facilidad no exime al periodista de la responsabilidad de verificar ese tipo de información. 

No sólo cubrir autoridades, diversificar temas

Resulta necesario, en el marco del pluralismo, diversificar las fuentes y los temas. No sólo hablar con las autoridades, no sólo hablar de la distribución de la ayuda. También es necesario hablar de los problemas de grupos vulnerables, por ejemplo personas con discapacidad o adultos mayores. Es deseable cuidar el balance de género en las fuentes. Sería especialmente útil hablar también de lo que vendrá en los próximos días, por ejemplo: problemas de salud como epidemias (en tono preventivo, no alarmista), reconstrucción de poblaciones, campamentos que se mantendrán por un lapso de tiempo.  Los especialistas en desastres, reconstrucción, epidemias, salud mental y otros temas relacionados tendrían que estar presentes en las noticias, mostrando la complejidad de los procesos que se viven durante estas situaciones y brindando informaciones útiles para los afectados.

Cubrir también las experiencias positivas

Es recomendable y muchas veces alentador recoger experiencias de otros países. Se pueden hacer notas de las lecciones aprendidas en otros lugares, los problemas enfrentados y las soluciones encontradas en otros países, por ejemplo para distribuir ayuda, prevenir enfermedades, luchar por mantener la salud mental y recuperarse de los traumas sufridos, así como aminorar la posible violencia que a veces se presenta en campamentos de refugio.

Existe la necesidad de difundir las acciones positivas de organizaciones,  de las comunidades, el trabajo voluntario, las acciones coordinadas de autoridades que muchas veces se unen aun teniendo distinto color político.

Una cobertura informativa plural, integral, respetuosa de los derechos y visibilizadora de la complejidad del proceso estará inserta en un periodismo de paz o “convivencia” que ayude al ejercicio de los derechos ciudadanos en el marco del Derecho a la Información y Comunicación (DIC), pese a las circunstancias difíciles de los desastres y a propósito de ellas.

 

 

 




[1] Ver “Inundaciones y diarios. Los daños materiales están primero”, de Vania  Sandoval y Jenny Soto, en Medios a la Vista. Informe sobre el periodismo en Bolivia 2005-2008. ONADEM. Fundación UNIR Bolivia. La Paz. pp. 103-108

[2]  Se puede consultar, entre otras publicaciones, el Manual Periodístico para la Cobertura Ética de las Emergencias y los Desastres de la Organización Panamericana de la Salud OPS. Costa Rica, 2011, localizable en  http://bvpad.indeci.gob.pe/doc/pdf/esp/doc2271/doc2271-contenido.pdfy Cobertura de Desastres y Crisis de Debora Potter y Cherry Ricciardi. International Center of Journalists. Washington, 2009, localizable en http://www.libertad-expresion.org.mx/wp-content/uploads/2010/06/ICFJ_disaster_ESP.pdf

 

icono-noticia: 

SOBRE PERIODISMO Y LÓGICA GUBERNAMENTAL

Antonio Calasich

Una de las particularidades de la información periodística (como también de la científica) es su carácter circunstancial, provisorio, temporal. Nunca puede ser conclusiva o definitiva, como tampoco pretender serlo. Más que en sus grados de verdad, su valor está en los criterios y referentes con los que el periodista elabora el mensaje noticioso.

Verdad no es igual que realidad, y tal diferencia es importante para el periodismo, toda vez que su labor se estructura mucho más en torno a la primera. Verdad es una apreciación relativa, coyuntural y, ante todo, subjetiva de la siempre cambiante realidad, convirtiéndose en una pretensión de expresarla como concepto, idea y pensamiento, libre de ilusión, invención o fantasía. Realidad, en cambio, es lo que realmente existe en cuanto objeto, cosa, suceso, independientemente de la percepción que pueda provocar en el sujeto.

Entonces, esos criterios y referentes son relevantes por expresar la posición desde donde el periodista ve, asume y construye su versión de los hechos, confiriéndole el valor y legitimidad necesarias y suficientes como para merecer reconocimiento y consideración. Independientemente que sea correcta o errónea, genuina o deformada, positiva o negativa, tal versión es un punto de vista, que debe ser respetado y valorado, sobre todo en un régimen que pretende ser democrático.

Y es así, porque la realidad social está estructurada a partir de los variados y disímiles puntos de vista de las personas, los que definen sus formas de ser, actuar y pensar; por tanto, aceptar la realidad social, obliga a asumirlos y valorarlos, tanto por la diversidad y pluralidad que conllevan, como por el respeto y consideración que exigen. La descalificación, censura o condena, no sólo malogran la pretensión de acceder a tal realidad, sino que son una afrenta y agresión a la dignidad y condición humana de las personas.

Es cierto que el trabajo periodístico tiene que procurar incorporar la mayor cantidad posible de esos puntos de vista pero, aún así, no deja de ser una elaboración particular, puesto que la visión del periodista, por más amplia, equitativa y profesional que pretenda, siempre será un subjetivismo, el mismo que selecciona y determina los enfoques y sentidos con los que elabora un mensaje noticioso.

La veracidad en el trabajo periodístico, por tanto, no obliga a una relación de semejanza fiel y directa con la realidad sino, simplemente, ser una pretensión honesta y genuina de verdad derivada de los criterios particulares desde los que el periodista asume y expone los hechos sociales. Si un informador considera como relevante, intrascendente o pernicioso algún acontecimiento, se exige que tal percepción conlleve honestidad, integridad, sinceridad, transparencia, buena fe, conminándole a que sus sustentos estén también condicionados por tales valores.

Respecto a que si un periodista decide abocarse a enfocar sólo las contradicciones, errores, desaciertos de los hechos sociales y sus actores, tal decisión es plenamente lícita, válida y legítima, toda vez que constituye una manifestación y ejercicio pleno de sus derechos a la libertad de pensamiento y expresión (del que es beneficiario como cualquier otra persona, independientemente de su condición, oficio o profesión), no correspondiendo reproche, amonestación o censura alguna. Lo único que sí es exigible, en particular por la labor pública que efectúa, es que su acción sea veraz, vale decir, honesta y sincera.

En cuanto a la imparcialidad y el equilibrio, tampoco conlleva que el periodista se despoje de toda posición, adoptando una actitud neutral e indiferente ante los acontecimientos y sus protagonistas. Lo que se espera es que su postura, su punto de vista, no sea la única fuente, sustento y argumento para la realización de su trabajo, sino que también cuente con los respaldos empíricos necesarios que avalen sus juicios y pareceres. Es a esto que se denomina equilibrio en la labor periodística, donde percepción y respaldo estén siempre presentes como manifestación de un trabajo serio, responsable y profesional.

Volviendo al principio, es esencial insistir que todo mensaje periodístico no es absoluto y definitivo, cerrado y acabado. Siempre es susceptible a ser mejorado, rectificado, desechado, sustituido, puesto que el ámbito de donde emana y que pretende describir, vale decir, el social, es un espacio dinámico y complejo, siempre variable, alterable, además de contradictorio. Es por esto que el periodismo es y tiene que ser una labor cotidiana, donde la dinámica social sea constantemente reflejada.

Lamentablemente, son varias las personas, sobre todo en el gobierno de Evo Morales, que no asumen al trabajo periodístico bajo tales conceptos. Apegados a nociones erróneas, insuficientes y desfasadas, persisten en comprenderlo como una labor que, por principio, tiene que renunciar a cualquier forma de subjetividad, parcialidad, e intencionalidad, sin percatarse que tales exigencias no pueden ni deben darse (pero junto al apego a esas nociones, también está la doble moral gubernamental, que critica a los otros lo que impávidamente, y en dimensiones mayores, práctica desde su propio ámbito).

El resultado de tal desatino e indecencia es la generación de un contexto adverso, no sólo para periodistas, sino también para la sociedad. Las censuras implícitas y las restricciones explícitas a la labor informativa (adoptadas constantemente desde las esferas del poder), están configurando un escenario cada vez más disminuido y precario en materia de información, ocasionando mermas y retrocesos evidentes en el valor del periodismo en el país y en la calidad de la democracia boliviana y de sus instituciones. Preocupante.

icono-noticia: 
Cultura
Mario Castro, el ícono de la exradiodifusora Cristal, en la ciudad de La Paz, ejerció desde muy joven con profesionalismo, responsabilidad y apasionadamente el periodismo

PERIODISMO Y CULTURA DE PAZ

Vania Sandoval Arenas

La paz no sólo es la ausencia de guerra si no que contempla la desestructuración de todos los tipos de violencia incluyendo la simbólica. Desde el Observatorio Nacional de Medios (ONADEM) de la Fundación UNIR Bolivia se propone a la comunicación democrática, como un componente  esencial de la cultura de paz.

La comunicación democrática es el proceso de interacción entre personas, grupos, sectores sociales, instituciones, regiones y/o culturas que hace posible tanto el diálogo como la deliberación sobre temas de interés común. Se establece como un componente esencial y estratégico para avanzar hacia una sociedad equitativa, pluralista y participativa con capacidad para promover el acceso ciudadano a la información y al conocimiento, y para que los medios de comunicación ejerzan su labor orientada a la convivencia pacífica, democrática e intercultural (Erick Torrico, 2013).

Este proceso de interacción es un derecho de todos los seres humanos, y va más allá del rol de los medios de comunicación para formar parte de la misma convivencia ciudadana en la búsqueda  de la equidad de todos los actores sociales. Se expresa en el Derecho a la Información y la Comunicación (DIC), un derecho integral que incluye principios que posibilitan el ejercicio de otros derechos individuales y colectivos. Libertad, no discriminación, pluralismo, inexistencia de censura previa, respeto de la intimidad, acceso a medios, participación, interés público y  protección de derechos forman parte de los principios del DIC. Los medios de información son fundamentales para el ejercicio de este derecho aunque constituyen  sólo un aspecto del mismo.
En este artículo se presentará una reflexión poniendo el foco en los medios de información en el contexto boliviano actual, mostrando algunos desafíos pendientes para avanzar hacia una comunicación democrática.

El Derecho a la Información y la Comunicación (DIC)

La Constitución Política del Estado Plurinacional boliviano, vigente desde el 2009  incorpora en su Art. 106 al Derecho a la Información y la Comunicación (DIC), lo cual constituye un avance significativo para Bolivia. El desafío actual está en lograr que la normativa que se construya a partir de la CPE no lo vulnere y más bien lo consolide y operativice.

El ejercicio de una ciudadanía activa y participativa requiere acceder a la información generada por todos los niveles de gobierno, así como de  otras instituciones que reciben y administran recursos públicos. El acceso a la información pública debe garantizarse y normarse. Actualmente existe un proyecto de Ley de Acceso a la Información Pública elaborado por el Ministerio de Transparencia Institucional y Lucha contra la Corrupción, que está siendo analizado en la Asamblea Legislativa Plurinacional. Este proyecto incluye artículos que necesitarían ser cambiados para que la norma sea coherente con su enunciado espíritu de transparencia, por ejemplo el que clasifica como información reservada a los estudios de impacto ambiental (imprescindibles para que actores como los pueblos indígenas tomen decisiones respecto a su territorio), o el que señala que por Decreto o Ley en cualquier momento puede clasificarse como reservada determinada información (más allá de las lógicas excepciones ya establecidas por el mismo proyecto de Ley).

Este proyecto de Ley es sólo un ejemplo de normas que merecen más debate ciudadano, en el que también deben estar involucrados los periodistas.  Si bien ellos no son los únicos que necesitan acceder a información pública, son los que trabajan cotidianamente con este bien público y necesitan generar noticias e investigaciones que aporten a la interacción de la sociedad civil con el Estado, para posibilitar una democracia participativa.

Agresiones a periodistas

El trabajo periodístico no puede estar desprotegido y expuesto a las agresiones de todos los actores del conflicto social. A lo largo de siete años de seguimiento y análisis a las agresiones a periodistas en Bolivia, en el ONADEM se ha encontrado que los ataques físicos a los trabajadores de la información en su mayoría están ligados a la cobertura de protestas y movilizaciones sociales.

En el año 2012, el gobierno nacional, como actor más demandado por los actores que protagonizaron  medidas de presión, decidió desplegar a la policía para impedir, en ocasiones, que las marchas ingresen a la Plaza Murillo y desmovilizar las protestas. En ese sentido, la policía fue la mayor agresora de los periodistas que precisamente estaban cubriendo tanto la movilización como la desmovilización, con el 31% de las denuncias por agresión en su contra.

La impunidad en la que permanecen las agresiones a periodistas puede explicar en parte el hecho de que cada vez se denuncian menos las agresiones ante la fiscalía. En el año 2009 el 15% de las denuncias que se publicaban en los medios eran denunciadas a esta institución, el año 2010 el 10%, el año 2011 el 5% y el año 2012 sólo el 3%.

Regulación y Autorregulación

Es necesario que se combinen la regulación y la autorregulación periodística para garantizar el ejercicio del DIC en lo concerniente al trabajo periodístico, preservando también derechos ciudadanos. Eso significa por ejemplo, respetar la intimidad de todas las personas, a la vez que posibilitar que los periodistas puedan trabajar sin censura. Es necesaria la regulación para garantizar que no se vulneren derechos humanos establecidos en la CPE y otras leyes, por ejemplo es necesario  proteger por Ley  a las niñas, niños y y adolescentes.
La autorregulación comprende el ámbito de los contenidos éticos del trabajo periodístico. En Bolivia es necesario generar una sinergia entre los gremios periodísticos y los medios de comunicación para que la autorregulación  que funcione efectivamente, y todos los ciudadanos, incluidos funcionarios públicos y por supuesto periodistas, puedan  confiar en Tribunales Independientes (como el Tribunal Nacional de Ética periodística) y acatar sus resoluciones.

Cobertura de conflictos y violencia

A partir de investigaciones realizadas por el ONADEM, en casos de cobertura periodística de la violencia y delitos, por ejemplo contra las mujeres, por lo general no se hace referencia a patrones estructurales o relaciones de poder que complejizan el asunto. Puede citarse, por ejemplo, la cobertura del tristemente célebre caso de la presunta violación a una funcionaria en la Asamblea Departamental de Chuquisaca ocurrido en diciembre de 2012 y que fuera denunciado en enero de 2013.
En medios audiovisuales, en particular, además de mostrar imágenes que no respetan los derechos de niños niñas y adolescentes, así como otros sujetos y víctimas de delitos, se generan o refuerzan juicios anticipados, información que mezcla rumores con información confirmada,  no se contextualiza ni se aborda el tema de la violencia y el delito como problemáticas  estructurales, sólo información fragmentada con énfasis en lo morboso.
Medios y conflictos

Incorporando a esta reflexión los hallazgos de varios trabajos del ONADEM, y sin pretensión de generalizar se puede señalar que muchas noticias y buen número de editoriales, en eventos relevantes de la coyuntura boliviana como elecciones, conflictos con medidas de presión en temas sensibles entre regiones, informaciones sobre violencia simbólica o física, no contribuyeron a tender puentes entre los actores polarizados, presentando al “otro” (por ejemplo gobierno u oposición) como antagonista portador de todos los valores antidemocráticos, y, por lo tanto, como un actor “ilegítimo” que estaría descalificado y no sería válido para establecer una relación democrática entre adversarios políticos. El discurso maniqueo (A vs B) no permite visibilizar a otros actores involucrados en el conflicto. Como decía el conflictólogo sueco Johan Galtung,  hay medios que se dedican a fomentar el maniqueísmo en la representación noticiosa de los hechos y a la reducción de las ideas fuerza en el campo político a solamente dos, excluyentes entre sí.
Evitando caer en generalizaciones, se sostiene que existe poca diferencia entre el discurso de los actores políticos polarizados y la representación de los mismos en buen número de  medios de información. Este tipo de cobertura informativa no está relacionada con el periodismo para la paz, que  cuestiona la cobertura  del tipo “nosotros Vs. ellos”, así como la cobertura que expone “las mentiras del otro” y ayuda a “nuestras mentiras/ encubrimientos”. La propuesta de cambiar el enfoque y trabajar por un periodismo de paz se sustenta en dotar a los periodistas de un nuevo rol protagónico: contribuir a transformar los conflictos y a evitar desenlaces violentos.

Los desafíos presentados  ─y otros no citados acá─ convocan a periodistas, gremios, universidades, organizaciones sociales e instituciones de todos los niveles del Estado, a trabajar de manera conjunta vigilando la construcción de normas que garanticen el DIC pero también realizando aportes desde la cultura ciudadana avanzando hacia una comunicación democrática, construyendo paso a paso una cultura de paz.

icono-noticia: 

ALGUNAS RAZONES POR LAS QUE VUELVO A ESCRIBIR

Walter Chávez

Hace unos años tomé la decisión de vivir en Buen Retiro, al norte de Santa Cruz, sin cine, sin libros, lejos de los medios y pude comprobar aquella boutade de Borges que recomendaba no leer periódicos porque si las cosas que ocurren realmente son importantes uno igual se entera. Como el avaro del relato de Luis Loayza, en las mañanas ponía a todo volumen “Wishyouwerehere” en la versión regaae de AlphaBlondy (el Primer Bandido), miraba a mis animales que discurrían librementey me decía, como sopensando en una balanza imaginaria: “Los bulldogs atigrados...el toro blanco que descansa debajo del tajibo… los gallos amarillos que cantan cada cinco minutos… todo eso es más de lo que dejé en la ciudad”.

Es decir, como si tratara de una parodia del personaje vargasllosiano, me fui de La Paz para olvidarme de la política y los paceños pero vaya que la malhadada realidad me sale al paso y de pronto me encuentro con una serie de sucesos, de personas y personajes que todavía se andan ocupando de algunas cosas mías… entonces tomo la decisión de escribir esta columna que la peligrosa generosidad de mi viejo amigo Andrés Gómez me la ofreció, “porque estoy convencido que tarde o temprano vas a tener ganas de decir cosas”, me dijo una tarde que nos encontramos en El Prado.

Uno de esos sucesos que me animó a escribir esta columna es la polémica que se armó alrededor de la aparición de El Desacuerdo, un quincenario gestionado por un grupo de jóvenes intelectuales, que muchos quisieron ver como la continuación de El Juguete Rabioso por otros medios… En realidad, desde que en 2006 dejó de salir El Juguete, son varios los periodistas que me propusieron comprar el nombre para darle continuidad a ese proyecto. Los argumentos para negarme eran siempre los mismos, amparado en el título de aquel hermoso libro de ForrestHylton, les decía que “ya es otro tiempo el presente” y que el Juguete siempre fue un medio militante, indianista y en su último periodo incluso evista y por eso no debía volver a circular.

Pero a principios de este año, conocí a un grupo de muchachos (Manuel Canelas, Mario Murillo, Susana Bejarano, Boris Miranda, Amaru Villanueva, Nicolás Laguna y Verónica Rocha), al principio fue una charla de Café, luego leí los magníficos textos que escribían y me convencí que la idea de publicar un quincenario no podía ser más oportuna, siempre y cuando ese nuevo medio incluya de manera plural y cosmopolita las ideas y posiciones de su generación.  Recordando el verso del magnífico poeta Cé Mendizábal, diré que a mí sólo me “tocó empujar para ver correr la sangre de lejos”. Eso sí les advertí de los obstáculos que tendrían que salvar, de las posibles furias que se iban a desatar pues el espíritu de los huayralevas (de los que con tanto acierto alertaba Medinaceli) seguía vivo.

Bueno, la primera gran sorpresa que me dio este grupo de jóvenes fue lo que Fernando Molina marcó tempranamente en Pagina Siete: el “bello nombre” que escogieron y que se condice con su formación y su cultura: El Desacuerdo, tomado de un libro del francés Jacques Ranciere. Y aunque no me animé a escribir para sus páginas (ni acepté ser parte de su Comité Editorial, también por eso de que “ya es otro tiempo el presente”), hice lo que pude para que su proyecto se concrete: les sugerí que contraten a Sergio Vega para el diseño (por eso formalmente el logo se parece a El Juguete, son del mismo autor), y a Ramón Rocha Monroy,Pablo Cingolani, Edmundo Paz Soldán y varios otros ex colaboradores del extinto Juguete… los contacté con los sindicatos de canillitas y los ayudé a solucionar sus trámites burocráticos.

Como se armó tanta polémica alrededor de El Desacuerdo y El Juguete, quise contar esto para que quede constancia de todo. Y además, creo que era necesario ahora que empiezo a publicar esta columna quincenal en Erbol Digital. ¿Por qué en Erbol? Estos años, varios medios me ofrecieron un espacio, pero decido escribir aquí, porque Erbol es un medio que luchó grandemente contra el entreguismo de los neoliberales y también soñó como muchos de nosotros en que un día los subalternos, los indios, los “nadies”, se autogobiernen. Escribo en Erbol porque me gustan sus principios y su compromiso incontrastable con el pluralismo y con el futuro de una Bolivia sin amos, sin dueños.

En realidad nietzscheanamente vuelvo al principio… En 1998 El Juguete Rabioso empezó como una columna en La Razón, luego en 2000 se convierte en quincenario y hoy vuelve a ser una modesta columna… ¿De qué escribiré? De las cosas que pasan, de libros, de cine, de ciertas historias de este periodo político que están dormidas por ahí… de escritores, de políticos y gente peor. Ahí nos vemos, entonces, la próxima quincena.

Mientras espero, enciendo un cigarrillo, vuelvo a la nostalgia de AlphaBlondy(wishyouwerehere… cómo quisiera que estuvieras aquí)… y trato de considerar los improbables saltos que ensaya aquí a mi lado mi perra bulldog … como diría el poeta Jorge Frisancho, un acontecer caótico… itinierante… pero siempre bello…

icono-noticia: 
Cultura
La revista bimensual, una iniciativa de los estudiantes y egresados de Comunicación Social, en La Paz, trata los temas relacionados a los medios de comunicación y periodismo.
Deportes
El periodismo venezolano tiene hace algunos días una avanzada que informa acerca de lo que hace su selección, también de la Bolivia, en relación con el cotejo que debe jugarse este viernes.

DEL PERIODISMO SUS FALLAS II

Juan José Toro Montoya

¿Por qué se declaró al 10 de Mayo como Día del Periodista Boliviano?

Hay dos apuntes históricos al respecto: el fusilamiento de Cirilo Barragán y Néstor Galindo, ordenado por Mariano Melgarejo en 1865; y la creación de la Caja Nacional de Jubilados, Pensionados y Montepíos de periodistas, en 1938.
Parecería que el establecimiento de dicha caja, mediante decreto supremo promulgado por Germán Busch, es un acontecimiento de relativa importancia —más aún si se toma en cuenta que esa entidad aseguradora desapareció en el tiempo— pero la verdad es que fue el corolario de una larga lucha de los periodistas que pasó, entre otras cosas, por la defensa de la libertad de expresión, la partida de varios de ellos a la Guerra del Chaco y el reconocimiento de la personería jurídica de la Asociación de Periodistas de La Paz.

No obstante, los fusilamientos también merecen ser revisados.

Sobre Galindo, es preciso apuntar que, aunque publicó la “Revista de Cochabamba”, su actividad fue particularmente literaria. Pese a ello, es Armando Alonso Piñeiro quien lo ubica junto a Barragán en su “Enciclopedia de Periodismo”.
Más ligado al periodismo era Barragán quien, según Ronald Grebe, fue el primer periodista en ser fusilado por ejercer el oficio. El dato todavía está pendiente de confirmación debido a que 1865 ya es un año bastante avanzado en una historia del periodismo boliviano que no comenzó con la República sino que tiene antecedentes muy anteriores.

Para empezar, ¿está históricamente definido quién fue el primer periodista del territorio que hoy es Bolivia?

En la lógica simplista que estudia la historia del periodismo boliviano desde la introducción de la imprenta, se nombra a Vicente Pazos Kanki y Manuel Aniceto Padilla. El papel del primero en las luchas independentistas es notable, dado que se relacionó con Mariano Moreno y fundó el “Telégrafo de las Floridas” en el tiempo en el que ese territorio fue una república independiente, pero el del segundo es verdaderamente cuestionable. Aunque técnicamente periodista, Padilla fue colaboracionista con el imperio británico debido a que estaba a cargo de la traducción al español de los textos de “The Southern Star”, el primer periódico bilingüe de América, que se editó durante la segunda invasión inglesa.

Mariano Baptista Gumucio considera que el primer periodista boliviano fue Bartolomé Arsanz de Orsúa y Vela debido a que “registra el pasado potosino año por año, pues al margen de sus lecturas interminables solía frecuentar los tambos a los que llegaban los viajeros para pedirles noticias de otras ciudades y provincias…”.

Entonces, resulta difícil determinar quién fue el primero que registró los hechos actuales y los legó a la posteridad.
Igual de complejo es determinar quién merece el mayor homenaje cuando de periodismo se trata ya que, a lo largo de una historia que es más extensa de lo que se cree, muchos son los que sacrificaron sus vidas en procura de conseguir que la información sea transmitida.

Si se confirmara el dato de Barragán, no sólo su muerte sino su vida merece ser estudiada con mayor profundidad y detenimiento. Entretanto, yo todavía sostengo que uno de los periodistas que mayor reconocimiento merece fue Luis Espinal quien murió no sólo por ejercer el periodismo sino por confrontar directamente las injusticias, así estén revestidas de dictadura, y por decir una verdad que era suicida en los tiempos en que la bota militar se campeaba oronda por nuestra Patria.

Por ello, creo que el 22 de Marzo es una fecha que los periodistas deberíamos conmemorar con la misma importancia que el 10 de Mayo.     
  
www.columnistas.net
 
(*) Juan José Toro es Premio Nacional en Historia del Periodismo.

icono-noticia: 

Páginas