Periodismo

Social
El conversatorio tendrá lugar en el edificio “Las Dos Torres”, ubicado en la avenida 6 de Agosto Nº2577, a partir de horas 19.00.

EL DOCUMENTAL

Juan José Toro Montoya

“El cártel de la mentira” no es el documental del año sino de la década, de los diez años que ya duran los gobiernos de Evo Morales.

Y es de la década porque en él se resume el tratamiento que el gobierno hace de la información. Su contenido e intención lo hacen digno de estudio en las carreras de Periodismo y Comunicación Social, especialmente en lo referido a la propaganda.

Como cualquier especialista en audiovisuales podrá refrendar, técnicamente es malo, chocante y burdo, tanto que no vale el dinero público que se pagó por él a un periodista argentino que es pareja de una ministra.

Lo interesante es el contenido. Al verlo, es posible advertir cómo el gobierno pretende que solo se acepte su versión de los hechos como verdad absoluta. Eso se percibe especialmente cuando el periodista/amante confronta al ahora ex director de Página Siete, Juan Carlos Salazar, y le pregunta por qué el diario no tituló de cierta forma cuando la ministra Paco desmintió que el presidente Evo Morales haya cometido estupro.

El documental recoge la versión de algunos de los aludidos, como Raúl Peñaranda, pero primero lo descalifica y, antes de difundir sus palabras, advierte que “su testimonio simplemente agrega un capítulo más a la campaña de desprestigio” contra el gobierno.

Existe una obvia ideologización hacia una tendencia política mundial pero lo sorprendente es que no se cuide detalles como, por ejemplo, presentar como primer testimonio el del ministro Juan Ramón Quintana, que fue quien encargó el trabajito. Y el autor no solo le chupa las medias al dignatario de Estado (“no casualmente el ministro que más incomoda a la Embajada de Estados Unidos”, dice) sino que, además, presenta entre los testimonios los de un periodista y una diputada del MAS que no solo forman parte del entorno de aquel sino que están casados entre sí.

La manipulación es tan evidente que no necesita explicarse. Abundan los adjetivos y las acusaciones para las que no se exhibe prueba alguna. Es un documental, porque muestra audiovisualmente un aspecto de la realidad, pero su enfoque es unilateral pues solo refleja el punto de vista del gobierno.

¿A qué tipo pertenece? Está centrado en un acontecimiento, el caso Zapata y su supuesto efecto en el triunfo del “No” en el referendo del 21 de febrero, pero el rótulo que mejor merece es el de “documental negro” por su estilo fatalista y oscuro.

Pero también es la expresión de un tipo de propaganda, la nazi, aquella que privilegió el formato audiovisual para difundir la doctrina de odio de Adolf Hitler.

Un vuelo de pájaro a la historia del periodismo, de la que el documental carece por completo, permite recordar que Hitler creó el “Ministerio del Reich para la Ilustración Pública y Propaganda” con el propósito de regular la prensa, la literatura, el arte visual, el cine, el teatro, la música y la radiodifusión con el fin de reproducir su ideología y mantenerse en el poder.

De todas las películas que el Tercer Reich mandó a producir, es llamativa una que pasa por documental, “Der Ewige Jude” o “El judío eterno”, también conocida como “El judío errante”, ya que en ella se retrata a los judíos como parásitos culturales, enemigos de la raza aria y, consiguientemente, sujetos de exterminio.

“El cártel de la mentira” no solo desprestigia a cuatro medios bolivianos sino a toda la prensa del continente. El propio Evo Morales cierra el montaje con esta frase: “El peor enemigo que tengo son los medios de comunicación”.

(*) Juan José Toro es Premio Nacional en Historia del Periodismo.

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Social
La Asociación de Periodistas de La Paz le entregó el viernes (9) el mayor premio al galardonado debido a su trayectoria ininterrumpida de 52 años como periodista.
Internacional
La corresponsal de RTVE en Colombia, Nuria Ramos, y su equipo son retenidos desde hace 14 horas en el aeropuerto de Caracas donde había llegado para cubrir las negociaciones entre el Gobierno y la oposición y la manifestación convocada para este jueves por los opositores a Nicolás Maduro.

CARTA AL MINISTRO DE DEFENSA, REYMI FERREIRA

Raúl Peñaranda U.

De mi consideración:

He leído con atención su libro “Caso Zapata, la confabulación de la mentira” y me interesa hacer algunas consideraciones. En primer lugar, los calificativos que usted me lanza en el libro, como que hago un “periodismo de cloaca” y que estoy al servicio de “intereses empresariales”, se explican en la libertad de expresión que debe existir en toda sociedad. Obviamente esos adjetivos son injustos (como también haber dicho a una radioemisora gubernamental que soy un “mercenario”), pero no puedo hacer nada al respecto. Los poderosos del país pueden exigir a los periodistas que se retracten, pero esto no ocurre al revés.

Su libro, señor ministro, es interesante porque le atribuye un poder enorme a los medios identificados por su régimen como parte de un supuesto “cártel de la mentira”, a tal punto que consiguieron la victoria de la opción No en el referéndum del 21 de febrero. En realidad, considerando que se me señala como parte de ese “cártel”, ése es un honor, puesto que es por lo menos curioso señalar que un puñado de medios y periodistas, quizás el 1% de todos los que existen en el país, pueda haber tenido tamaña influencia. Veamos: en el supuesto “cártel” están tres diarios (El Deber, Los Tiempos y Página Siete), una radio (Erbol) y una agencia de noticias (ANF). A ellos se suman los periodistas Carlos Valverde, Amalia Pando y Andrés Gómez, que conducen programas en medios locales, aparte de mi persona. Recientemente ha sido añadido al grupo el programa Encontrados, que dirige Gonzalo Rivera en el canal Católico. Sé que esta lista es incompleta y que existen varios medios y colegas adicionales que hacen un espléndido trabajo independiente y crítico en el país. Con todo, ¿usted genuinamente cree que ese puñado de periodistas puede haber puesto realmente en jaque al Gobierno más poderoso que ha tenido Bolivia desde la fundación de la república?

Si pudo hacerlo es que el Gobierno está basado en premisas falsas. Nunca un 1% de medios de un país haría tambalear a un Gobierno que se conduzca mediante valores democráticos y diciendo la verdad. No son los medios los que impidieron la victoria del oficialismo, señor ministro, sino los enredos, mentiras y medias verdades que éste propaló sobre el caso Morales-Zapata, Fondo Indígena, licenciatura en matemáticas y libretas militares, entre varios otros.

Permítame decirle que todos los ejemplos de noticias publicadas por ese valiente “cártel de la verdad” y que usted detalla en su libro son correctos: “Zapata asegura que su hijo está vivo”, por poner un caso, es periodísticamente correcto. Un reportero recoge las declaraciones de fuentes relevantes y las transmite a su público. Que en el futuro se demuestren falsas, o no, ya no depende del periodista que escribe la nota. Lo mismo se podría decir si un medio publica la información “Ministro Ferreira asegura que su libreta militar es legítima” o que “García Linera afirma que el MAS tiene mártires, no corruptos”. Esos titulares también son adecuados porque se respaldan en fuentes informativas, independientemente de si éstas dicen la verdad o no.

Sobre el tema, podría añadir que Página Siete y ANF han demostrado que publicaron durante este escándalo el triple de noticias que tuvieron como fuentes a autoridades de Gobierno (entre ellos, usted) que a dirigentes de la oposición. Pero no hay peor sordo que el que no quiere oír…

El problema de su libro, señor ministro, lo mismo que el de su colega Lenny Valdivia, no son los numerosos errores y contradicciones que presentan, sino su evidente intención de exculpar al Jefe a toda costa, lo que les hace caer en falta de honestidad intelectual. Ambos dan vueltas sobre las contradicciones de Zapata, que son evidentes, pero omiten de manera notable señalar los elementos que afectan al Gobierno en todo este escándalo: que Morales señaló que su hijo había nacido y que murió siendo un bebé. Que García Linera aseguró que el Presidente conoció al niño y que le ayudó a tratarse en el exterior. Que los certificados de nacimiento y de reconocimiento del niño son legales. Que el ministro Juan Ramón Quintana dijo que había “extraviado” uno de sus celulares. Podría seguir, por ejemplo para señalar que Zapata fue acusada de encabezar una “organización criminal”, conformada también por un chofer, una exdirectora de unidad y unos cuantos pequeños empresarios. Rara “organización criminal” de enriquecimiento ilícito que culpa a un chofer y en la que ninguna autoridad tiene algo que ver. Tampoco se pregunta cómo es que Zapata llegó a un cargo tan alto de una empresa china sin tener experiencia ni ser profesional, ni cómo manejó millonarias cuentas bancarias durante años. Ha debido ser gracias al chofer.

En política casi todo pasa y se olvida, pero algunas cosas perduran. Del escándalo que su libro intenta, por todos los medios, borrar, quedará para el futuro la extraña circunstancia de un padre de familia que creyó haber tenido un hijo que, dice ahora, nunca nació. Ese es el quid de este triste asunto: el Presidente ni fue a la clínica cuando nació su hijo, como lo haría todo hombre de bien, y cuando creyó que estaba enfermo, no lo fue a visitar. Tampoco fue al velorio cuando supo que había muerto ni pensó en llevarle flores al cementerio los días de Todos Santos. Esa mancha, señor ministro, no se borrará ni con mil libros escritos por todos los amanuenses del mundo.

Atentamente,

Raúl Peñaranda U.

 

CI 2059743 LP

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EN DEFENSA DE LA PROFESIÓN

Constantino Rojas Burgos

Hoy, ser periodista parece ser una amenaza para el gobierno que se dice ser del “cambio”. Las autoridades esperarían que los periodistas sigan una línea moderada y cautelosa, de solo repetir lo que dicen y hacenen su gestión y que no se refieran a hechos que son ocasionados por los mismos gobernantes y militantes del MAS, cuando sus funciones son, en verdad, hacer cobertura informativa, además de comentar y editorializar las noticias en la misión de orientar, generar opinión pública y ejercer el rol de “fiscalizador” de la cosa pública.

El periodista que ejerce su función en el marco del Código de Ética es blanco de ataques del presidente Morales y de las autoridades gubernamentales, que permanentemente se refieren de manera despectiva cuando se dirigen a la labor de los periodistas que recogen información, opinan y asumen una posición ante los hechos, pero que también destapan y dan a conocer hechos de corrupción, con las garantíasque les otorga la libertad de expresión reconocida e incorporada en la Constitución Política del Estado como un derecho universal.

Recordemos que de los periodistas ya se dijo que son “pollos de granja”, “vuvuzelas” que repiten como loros lo que dicen sus fuentes de información, que son “aliados de la oposición”, “agentes del imperio”, unos “bufones a sueldo y que cobran in plato de lenteja de Estados Unidos”, “cárteles de la mentira”. El Vicepresidente aconsejó que no se deba estudiar periodismo, ratificado por el presidente Morales en Bulo Bulo a un grupo de estudiantes que asistieron a la inauguración de la planta petrolera,a quienes pidió estudiar carreras petroleras y no así “periodismo”.

Esta actitud de las autoridades de gobierno de atacar permanentemente a los periodistas y los medios constituye un atentado a la libertad de expresión, que no solo está vigente para los periodistas, sino que se hace también extensiva a la ciudadanía en general, que garantiza el derecho a manifestar las ideas, la posición política e ideológica en el marco del pluralismo,la democracia y el respeto de los derechos humanos. Este derecho actualmente se encuentra amenazado y en riesgo por la imposiciónde una suerte de censura y autocensura.

Decir que no estudien periodismo es otro atentado a la libertad de elegir la profesión que uno quiera, en función de la vocación y del interés que tiene de formarse en una disciplina. Ni los padres de familia intervienen en la decisión que asumen sus hijos, salvo sugerencias, orientación, menos una autoridad de gobierno que no tiene estudios ni profesión, que no le gusta leer libros y que agradece no haber pasado por las aulas de la universidad. La elección de la profesión depende de cada uno, desde sus habilidades y destrezas, del interés y la motivación para desarrollarse como persona y profesional que aporta al desarrollo del país y el periodismo es una más de las profesiones que contribuyen a ese fin.

El periodista que desarrolla su trabajo sobre la base del Código de Ética, que enaltece los valores de laverdad, responsabilidad, libertad, honestidad, mesura, lealtad,defensa de la democracia, defensa de la libertad de expresión y de los derechos humanos,correrá siempre el riesgo de ser tildado como opositor o agente del imperio, pero curiosamente el gobierno no dice nada de aquellos periodistas que trabajan en medios gubernamentales y que se dicen ser “periodistas estatales” y que reciben publicidad y propaganda a borbotones y que se parcializan, sesgan la información, no dan la voz a la contraparte y que además editorializanlas noticias asumiendo posición para favorecer la estructura de poder del que reciben favores y beneficios. Una relación y trato discriminativo a un mismo gremio que debe aportar con información que contribuya a generar conciencia en el buen uso de la cosa pública de parte de nuestros gobernantes.

El autor es periodista y docente universitario

 

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Social
Desde 2010 hasta la fecha, este Tribunal ha resuelto más de 50 casos de denuncias presentadas a su consideración en demanda de un periodismo serio y éticamente responsable.
Social
Mario Maldonado también dijo que ahora “cualquier muchacho improvisado” va a cubrir el Palacio y cuando hay conferencias de prensa ni pregunta.
Social
Maldonado es periodista titulado en la Universidad Pro Deo, de Roma, Italia. Ejerció en el diario “Presencia” las tareas y funciones de reportero, redactor, Secretario de Redacción, Jefe de Informaciones, Jefe de Redacción y Sub Director, en un tiempo de 36 años.

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