OPOSICION

LA OPOSICION ASTILLADA

Rodrigo Ayala Bluske

¿Existe alguna lógica en el proceso de astillamiento que han sufrido los partidos tradicionales durante el proceso constituyente?, a nuestro parecer sí: se han dividido de acuerdo a las porciones del aparato estatal que pretenden administrar sus líderes; agrupaciones departamentales, si tienen la expectativa de terciar en alguna elección para gobernador, agrupaciones locales si pretenden ocupar puestos en los gobiernos municipales.

Esta forma de “reorganizarse”,ha mostrado en los hechos algo que quedo en evidencia desde los primeros años del siglo: la elite de la “democracia pactada” perdió el discurso y con ello la posibilidad de disputar el poder nacional al MAS y el conglomerado social que este  representa. Al no tener un proyecto nacional viable, y por tanto, al no tener la posibilidad de seducir al conjunto social, los viejos partidos nacionales simplemente se derrumbaron.

Pero esta “desaparición” en el conjunto, no significó el desvanecimiento en las partes: es más, en muchos lugares del país, los dirigentes locales vieron este proceso como una oportunidad de “agiornarse”, de remozarse y sacudir de la mala imagen que habían cultivado en los pasados veinte años.

En una primera instancia, las agrupaciones – proyectos departamentales, fueron quienes encabezaron la oposición al régimen a través del CONALDE; en Tarija fue Camino al Cambio con Mario Cossio, en Santa Cruz Rubén Costas lideró lo que hoy es el MDS, e inclusive en Cochabamba, Manfred Reyes que  en los años precedentes  había logrado ocupar un espacio nacional con N.F.R., tuvo que renunciar a su partido y refugiarse en una agrupación departamental.

El CONALDE, a su manera, fue un intento de unir las astillas dela oposición en un proyecto de pretensiones nacionales. No sin algún fundamento,  partía de la premisa de que la representación nacional lograda por PODEMOS, carecía de bases reales. Finalmente PODEMOS y el CONALDE  terminaron devorándose mutuamente   (el  referéndum revocatorio viabilizadopor Tuto Quiroga )y estrellándose contra la pared (la arremetida contra el gobierno de Evo Morales en el 2.008).  CONVERGENCIA, organizada a la rápida, al fragor de las elecciones del 2.009, significó un esfuerzo apresurado por  aglutinar a los sobrevivientes del conflicto y sobre todo por aprovechar su potencial electoral.

¿Va a poder la oposición de cara al 2.014 encontrar el bálsamo que le permita unificar a las partes  y darles una dimensión nacional?.Los principales protagonistas del esfuerzo son  el único partido de oposición que puede preciarse de tener una estructura  en el conjunto del  país (Unidad Nacional) y la agrupación regional que  sobrevivió en mejores condiciones a  la debacle del 2.008 (el MDS). ¿Basta con ellos y  con el resto de partidos –agrupaciones menores atraídas por la propuesta, que una vez más se juntan en un movimiento que parece tener mucho más de parafernalia mediática y puramente electoral , que de esfuerzo discursivo?.

Uno de los problemas que tendrá que afrontar este esfuerzo opositor en muchos lugares del país, es el de ya no contar con la voluntad de la totalidad de las astillas. Lo que ocurre, es que el partido de gobierno, consciente de sus limitaciones en los niveles regionales y locales, ha optado por acercarse a agrupaciones de viejos actores en algunos de esos escenarios. Es el caso por ejemplo del PAN (Poder Autonómico Nacional), la agrupación que junta a los principales actores (todos ellos sobrevivientes de partidos del anterior esquema) en el  chaco tarijeño, la que se ha apurado en proclamar candidato presidencial al actual mandatario. Es muy probable que el ejemplo de los dirigentes chaqueños, sea seguido en otros rincones del país.

Sin embargo, esa no debería ser la mayor preocupación de los opositores; la política es una de las áreas en la que con las condiciones adecuadas, las ideas pueden transformarse con facilidad  en elementos materiales. Si hay una propuesta que interprete aspiraciones sociales en forma genuina, esta se reproduce con extremada rapidez en segmentos sociales y  ámbitos geográficos. La idea de que “la política solo se hace con plata” tan en boga en los años noventa, fue desmentida en los hechos  por los movimientos antisistémicos de principios de siglo.

El problema está ahí: ¿va a poder generar la oposición, la que proviene de los partidos tradicionales, generar un proyecto  alternativo al actual, o simplemente seguirá  jugando  a agrupar los pedazos  y esperar el desgaste?. Los indicios parecieran indicarnos la primera alternativa. En todo caso, mientras esperamos la respuesta, las astillas seguirán jugando según mejor  convenga a sus intereses.

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OPOSICIÓN

Andrés Gómez Vela

Según el léxico político, la oposición es la agrupación, partido u organización que pierde las elecciones y se queda fuera del poder, en la calle, o en los curules desde donde vota en desmedro de las políticas del oficialismo, pero no siempre suma. Desde que la democracia boliviana tiene uso de razón, la oposición se dedicó a golpear la imagen de los gobernantes con argumentos certeros, a veces, y falacias, otras veces.  Se ocupó de buscar los errores para decir a los electores que se equivocaron al votar por el líder gobernante. Muy pocas veces hizo una propuesta de ley o medida genial para resolver algún problema público.

En los años de la democracia pactada, la oposición mantuvo diferencias de sigla, pero no de pensamiento político o propuesta de Estado, salvo las entonces diminutas agrupaciones llamadas asistémicas o grupos políticos provenientes de las filas izquierdistas, que proponían pasar de la dictadura militar a la dictadura del proletariado, cuando las mayorías querían democracia. Entonces, era muy común ver que los opositores eran oficialistas en un santiamén. Los romances y contubernios partidarios tenían un fin: satisfacer sus intereses.

Desde el 2000 apareció una oposición con proyecto de país diferente; nació en las calles contra el Estado excluyente. Creció a plan de bloqueos, marchas callejeras, caminatas hasta tumbar al último gobierno de la era neoliberal, Sánchez de Lozada, y tomó el poder con las armas de la virtuosa democracia burguesa. El MAS y todos los oportunistas cosecharon sin sembrar los frutos de esa lucha. Muchos de los actuales fanáticos masistas no aprobarían un estudio genético político, el país se enteraría que provienen de cualquier cantera ideológica, menos de las luchas populares.

Parte de la oposición de hoy transita con cierto complejo de inferioridad frente al MAS, que cristalizó dos marcados cambios demandados en las jornadas de lucha: el protagonismo esencial del Estado en la economía y la mayor presencia de campesinos, colonizadores, indígenas y clases sociales populares en las instancias de decisión pública.

Con miras a las elecciones de 2014 hay cuatro corrientes de oposición: la ultra derecha, encabezada por Manfred Reyes Villa; la derecha moderada, apuntalada por Samuel Doria Medina; la centroizquierda, comandada por Juan del Granado; y la izquierdista, nacida del interior del mismo proceso, dirigida por personas que lograron el cambio, pero se fueron decepcionados.

Que se unan estas corrientes es imposible y suicida. Su unidad significaría su derrota, sería lo peor que les puede pasar; sin embargo, hay algo más trágico: ir separados a las elecciones porque atomizarán el voto en beneficio de MAS. ¡Vaya dilema! Si se unen pierden, si van divididos también, entonces ¿qué les queda?
La respuesta depende del objetivo. Si sueñan con más del 50% de votos y dejar sin dos tercios al MAS, pueden ir a los comicios divididos, finalmente sumarán sus votos en la Asamblea, pero quedarán fuera del poder otros cinco años.

Si deciden pasar a la segunda vuelta, tendrán que jubilar a algunos y quedarse con uno, sin firmar alianzas, simplemente renunciando a sus ambiciones personales para dejar el camino libre al que tenga más posibilidades frente al MAS, cuyo candidato se conocerá con certeza cuando el Tribunal Constitucional resuelva la constitucionalidad o no de la re-re-reeleción de Morales.

Si la oposición determina ganar las elecciones, todos tendrán que renunciar en silencio a sus deseos y dejar que surja un candidato o una candidata cero kilómetros, con una rica historia personal y sin ataduras a gremios o grupos corporativos. Otro Evo, pero con título, más formación, más valores y espíritu antidespótico y anticesarista. 

Y… ¿el proyecto de país? Tendrán que activar sus neuronas, la política siempre es imperfecta e incompleta y hay mucho por hacer en Bolivia.

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