4 cosas que Evo tomó de la democracia y que ahora no quiere soltar
By WNina on Mié, 13/12/2017 - 15:58Ya es común ver como el presidente Evo Morales, y sus principales asistentes, critican las bases de la “democracia neoliberal”. Morales llegó a decir, por ejemplo, que la separación de poderes es un “invento del imperialismo”, para “favorecer a la derecha”.
Pero ese “sistema neoliberal” y ese “invento del imperialismo” le dio por lo menos cuatro importantes derechos al Presidente y al MAS, que ahora no le quiere devolver a los bolivianos. Veamos:
1.- Libertad de prensa: durante años, antes de su Gobierno, Evo Morales gozaba de una gran presencia en los medios privados. Sus protestas, bloqueos y otras formas de acción política eran difundidas por los periodistas sin mayores inconvenientes. No había marcha, huelga de hambre o discurso parlamentario de Morales que los medios no difundieran. El caso de Álvaro García Linera es igual de claro: participaba dos veces por semana en el programa El Pentágono, en un canal dirigido por los hoy “neoliberales” Carlos Mesa y Mario Espinoza. García Linera, además, era invitado frecuente de muchos otros canales y radios.
Esa libertad de prensa, de la que se aprovecharon Morales, García Linera, y muchos de sus más cercanos servidores, hoy está en riesgo. La han puesto contra la pared mediante acoso verbal y judicial, asfixia económica y la creación de un poderoso entramado de medios paraestatales.
2.- Separación de poderes: Mal que mal, la justicia funcionaba. Con todas sus fallas, la separación de poderes era una realidad. El hecho de que Eduardo Rodríguez hubiera sido presidente de la Suprema demuestra que el sistema de partidos tenía una mejor intención que los masistas para conducir a la justicia. En ese marco, el Parlamento elegía también a los miembros del Consejo de la Judicatura y al Tribunal Constitucional. Este último, mostrando su independencia y no su sumisión, como la ostenta ahora, emitió un fallo en el que le devolvió sus sueldos devengados a Morales como parlamentario (después de su errada expulsión) y lo repuso en el cargo.
Esa separación de poderes, de la que se aprovechó el Presidente, es ahora negada al resto de los bolivianos. El Gobierno controla en realidad tres órganos del Estado: el propio Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial. Solo el poder electoral mantiene todavía su autonomía (lo que no es poco).
3.- La alternancia en el poder: Calificada como una “creación de la derecha”, la alternancia en el poder les permitió a Morales y García Linera, precisamente, llegar al poder. Sin “alternancia en el poder” estos dos personajes hubieran seguido uno como líder sindical y el otro como académico (hasta que se hubiera descubierto que mintió sobre su título académico). O sea que esa “creación de la derecha” en realidad les sirvió como escalera para llegar al poder.
Actualmente esa característica democrática está en riesgo. El fallo del TCP que autoriza la reelección indefinida, más el control de casi todas las entidades estatales, el acceso a recursos públicos ilimitados para uso político propio, el control de los medios y la coacción política, están poniendo en riesgo la alternancia en el poder. Eso, además del rasgo antidemocrático intrínseco de Morales. Muy poca gente cree que, por las buenas, entregue la banda presidencial.
4.- El voto popular: Gracias a importantes victorias electorales, Morales y sus asalariados se encaramaron en el poder. Tenía que ser así. El voto popular es sagrado, debe respetarse cuando se da en igualdad de condiciones y bajo el estado de derecho (no al estilo de los Castro, los Obiang o los Mugabe). Las victorias de Morales fueron incuestionables. Tenía que llegar a la presidencia.
Pero el voto popular que encumbró a Morales y su entorno ya no vale. El MAS, nada menos, anuló todo un evento electoral, el del referéndum del 21 de febrero, en el que votaron cinco millones de personas. ¿Cómo se puede simplemente eliminar una votación? ¿Se imaginan que Rodríguez Veltzé hubiera anulado los comicios de 2005 para evitar la llegada de Morales al poder? El voto del 21F decidió que Morales y sus subalternos debían dejar el poder en 2020, que ya no podría candidatear para un cuarto mandato. Pero, sin chistar, eliminaron esos cinco millones de votos. Como ya dije en otra ocasión, es lo mismo que el “Mamertazo” de 1951, cuando Mamerto Urriolagoitia anuló las elecciones de ese año. Y ya se sabe que ese evento aceleró la revolución de 1952.
Nos equivocamos todos quienes creíamos que el MAS jugaría siempre con las reglas de la democracia, como se equivocaron los que creyeron que Hugo Chávez y Nicolás Maduro aceptaría esas normas. Existen nomás ideologías que se sirven de las libertades democráticas para luego violarlas para eternizar en el poder a sus agentes.
Todavía es pronto para saber si la fortaleza cívica de los bolivianos les permitirán a Morales y sus adjuntos salirse con la suya. Para volver al ejemplo de Urriolagoitia, se debe recordar que, tras anular el voto de 1951, pasó de inmediato al exilio. Se fue en tren hasta Puno y, de ahí, a Europa. En ese tiempo no había helicópteros en Bolivia…