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Toda nuestra existencia es un cúmulo de recuerdos de hechos y acciones que nos marcan. En especial, recordados algunas fechas particulares, como la Navidad y sus regalos. Esos regalos que de niños día a día utilizamos sin saber que además de entretenernos nos estaban modelando como personas, nuestros pensamientos y nuestro papel en el mundo cuando seamos adultos. Todo padre y madre tendría que tomarlo en cuenta.
La gente suele pensar que las elecciones que hace a la hora de comprar algún producto es algo muy personal, quiere sentirse original, auténtica y, además, tiende a creer que lo es. Mentira, las marcas y la publicidad taladran los entendimientos y surten efecto; por otra parte, esas marcas y esos productos son lo que hay por todas partes y son lo que se compra finalmente.
Más allá de la marca y de la moda están otro tipo de categorías, como las que nos dicen la posición social, la ideología, que formamos parte de un mundo globalizado y también nos señalan el género. Hay productos para hombres y para mujeres.
En el caso de los productos infantiles las diferencias son muy marcadas. Las muñecas y sus casitas, todo rosa, además de las cocinitas como la que tiene mamá, para las niñas; para niños están los coches, aviones y todo tipo de vehículos, además de juegos de guerra, armas y soldados.
El referente para un niño es un futbolista de éxito, se le compra entonces la camiseta o los cachos de Messi o de Ronaldo; los modelos femeninos son mujeres jóvenes del mundo del pop, muy sexys, y sus muñecas también lo son, además se les regala sus primeros sets de maquillaje para que practiquen a verse bellas.
En la infancia los niños y niñas juegan a ser mayores, representan lo que ven, lo que se les dice que serán, lo que se les enseña que sea bueno que sean cuando lleguen a la edad adulta: pasivas, buenas madres, expertas en la cocina y además muy preocupadas por ir bellas, especialmente sexys, en el caso de las niñas; y activos, valientes, decididos y exitosos los varones.
¿En serio los padres y las madres quieren fomentar esos roles para su descendencia?
También están los vídeo juegos, que actualmente concentran gran parte del interés de la infancia y la adolescencia y es una afición que en algunos casos se prolonga hasta los 40 años y más.
Los video juegos son el extremo de la creación de estereotipos de personajes con roles sexistas muy marcados. En este mundo masculino el varón es el héroe y el villano, el que decide y ejecuta en un rol muy activo y es generalmente muy violento; mientras que la mujer suele aparecer como personaje pasivo, ella recibe una determinada acción, positiva o negativa, o tiene un papel secundario. Cuando una mujer aparece en un vídeo juego en rol protagonista, como la heroína, por ejemplo, suele tener una imagen hipersexualizada, con marcadas curvas, cinturas imposibles y muy, muy poca ropa.
De acuerdo a una encuesta realizada en 2012 por Entertainment Network Association, las mujeres representan el 47% de la población que sigue y utiliza los vídeo juegos. Los criterios para la creación de historias son básicamente masculinos y el mercado femenino no es tomado en cuenta en su magnitud y potencial y a ellas se les asigna juegos de creación de relaciones sociales.
Las organizaciones de mujeres suelen reclamar en estas fechas por la presencia masiva de juguetes sexistas y su continua e incontrolada publicidad. En tanto que muchas personas piensan que lo importante es que niñas y niños elijan lo que prefieren, dicen que son niños, argumentan que hay que dejar que sean felices. No se cuestiona su derecho a la felicidad, la niñez elige lo que se le enseña que le hará feliz.
Se llama la atención hacia los efectos sobre la conformación de identidades sexuales estereotipadas, cuadriculadas, carentes de libertad y que establecen roles de comportamiento que refuerzan estructuras machistas, desventajosas para la mujer.
A algunas personas les hace mucha ilusión comprar los regalos, seguramente también recibirlos, y va a buscarlos con entusiasmo y calculando sus posibilidades de compra. También están quienes les da mucha flojera y compran lo primero que se les presenta.
Si se ha decidido formar parte de esta fiesta del consumo, es bueno pensar en hacer un regalo que potencie la creatividad y no se cierre en roles sexistas, en que es una buena inversión de tiempo y dinero para ese niño o esa niña y también para una sociedad mejor.
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