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La situación de crecimiento económico con empleo registrada en los últimos años en América Latina no fue suficiente para mejorar el panorama laboral de los jóvenes, quienes continúan enfrentando un escenario poco optimista en el cual persisten el desempleo y la informalidad, alertó hoy la OIT.
“Sabemos que hay preocupación por la situación del empleo de los jóvenes. Es urgente pasar de la preocupación a la acción”, dijo la Directora Regional de la OIT para América Latina y el Caribe, Elizabeth Tinoco, al presentar los resultados de un estudio que revela que en los últimos años ha habido pocos cambios. “Es evidente que el crecimiento no basta”, agregó.
“Estamos frente a un desafío político que demanda una demostración de voluntad en la aplicación de políticas innovadoras y de efectividad demostrada para hacer frente a los problemas de precariedad laboral”, dijo Tinoco. La Directora de la OIT agregó que “no es casual que los jóvenes sean abanderados de las protestas callejeras cuando sus vidas están marcadas por el desaliento y la frustración a causa de la falta de oportunidades. Esto tiene consecuencias sobre la estabilidad social e incluso sobre la gobernabilidad democrática”.
En América Latina hay cerca de 108 millones de jóvenes, de los cuales alrededor de 56 millones forman parte de la fuerza laboral, es decir que tienen un empleo o están buscando uno.
El informe sobre “Trabajo decente y juventud: políticas para la acción”, que compara datos entre los años 2005 a 2011, destaca que al final de este período el desempleo juvenil llegó a 13,9%. Aunque la tasa bajó con respecto al 16,4% de 2005, los trabajadores de 15 a 24 años siguen enfrentando mayores dificultades para encontrar un empleo, y más aún un empleo de calidad. La tasa de desempleo juvenil continúa siendo el doble de la tasa general y el triple que la de los adultos. Además, los jóvenes representan 43% del total de los desempleados de la región, según dice el estudio de la OIT.
Por otra parte, la tasa de desempleo juvenil sube por encima de 25% al considerar sólo a los sectores de menores ingresos, mientras está por debajo de 10% para los de mayores ingresos. Con respecto a la calidad del empleo, destaca que el 55,6% de los jóvenes ocupados sólo consiguen empleo en condiciones de informalidad, lo que en general implica bajos salarios, inestabilidad laboral y carencia de protección y derechos.
El informe dice que 6 de cada 10 empleos generados para los jóvenes son informales. Además, sólo 37% de los jóvenes cotizan para el seguro social de salud, y 29,4% al sistema de pensiones. De todos los jóvenes que son asalariados, apenas 48,2% tienen contrato escrito, en comparación con 61% de los adultos.
En este escenario laboral adverso uno de los problemas más preocupantes es el de unos 21 millones de jóvenes que no estudian ni trabajan, denominados NINIs. Aproximadamente la cuarta parte de estos jóvenes buscan trabajo pero no lo consiguen, y cerca de 12 millones se dedican a quehaceres domésticos, en su gran mayoría mujeres jóvenes.
Los otros jóvenes, aproximadamente 4,6 millones, son considerados por OIT como el “núcleo duro” , los que representan el mayor desafío y quienes están en riesgo de exclusión social, pues no estudian, no trabajan, no buscan empleo y tampoco se dedican a los quehaceres del hogar.
El informe destaca positivamente el hecho de que a pesar de que las estadísticas laborales no son alentadoras, el porcentaje de jóvenes que sólo estudian aumento de 32,9% en 2005 a 34,5% en 2011. “No cabe duda que tenemos la generación más educada de la historia, y por eso mismo es necesario tomar las medidas apropiadas para aprovechar mejor su potencial y darles la oportunidad de iniciar con buen pié su vida laboral”, dijo Tinoco.
La OIT dice que en el caso del empleo juvenil es necesario tomar medidas específicamente diseñadas para atender las necesidades de este sector de la población. El documento plantea que no hay recetas únicas y la situación de cada país es diferente, pero existen ejemplos, en países como Argentina, Brasil, Costa Rica, Perú o Uruguay, de experiencias exitosas e innovadoras que pueden ser adaptadas.
Algunas de estas experiencias innovadoras apuntan a:
• La mejoría y extensión de los programas de formación y capacitación para facilitar la transición escuela-trabajo y para permitir que los jóvenes tengan mejores cualificaciones cuando buscan empleo, que respondan a las necesidades del mercado laboral.
• Los programas de promoción del empleo destinados a beneficiar a los jóvenes a través de incentivos para la contratación o simplificación de trámites.
• Las estrategias destinadas a la formalización de trabajadores y también aquellas que buscan formalizar las principales fuentes de empleo, como son las microempresas
• La promoción y facilitación del emprendimiento de los jóvenes
“En los últimos años se ha adquirido mucha experiencia sobre la forma de hacer frente a los obstáculos con que tropiezan los jóvenes al ingresar al mercado laboral, el desafío es ponerlas en práctica, extender su aplicación tanto geográfica como temporalmente y optimizar su diseño para que sean eficientes”, dijo Guillermo Dema, especialista regional de la OIT en empleo juvenil.
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