- 7156 lecturas
Vicente Torres, hace más de medio siglo, partió de Walata Grande, su tierra natal, con destino a Chuquiago Marka. Pudo ser otro migrante más en La Paz, pero él trajo consigo las artes de sus abuelos y hoy es uno de los artesanos diestros en la fabricación de instrumentos nativos de viento, que aporta a la preservación de la cultura musical de los pueblos originarios.
Las manos del destacado artesano todavía acomodaban algunas zampoñas en la tarima. Mucha gente se acercaba al puesto, algunos preguntaban y otros intentaban sacar alguna melodía a un pinkillo.
Vicente había trabajado con músicos reconocidos, entre ellos el compositor y director de la Orquesta Experimental de Instrumentos Nativos (OEIN), Cergio Prudencio.
¿Cuál fue la razón para migrar a la ciudad de La Paz?
Mis padres antes venían a vender a los mercados (pinkillo khatu) y yo venía a trabajar con ellos. Nosotros viajábamos a conseguir el material para hacer las zampoñas, íbamos a Inquisivi o Alto Beni. Después que mis padres han muerto, yo los he reemplazado.
¿Cómo inició el trabajo?
Los instrumentos de viento se hacen en la localidad de Jacha Walata, provincia Omasuyos, departamento de La Paz. Mi abuelo y mi papá desde antes se han dedicado a esto, por eso aprendí. Pero nadie me enseño así como tal, yo mirando aprendí de mi papá. No estudie sólo me dediqué a este oficio.
Alrededor de 250 personas nos dedicamos a este trabajo. Las tarkas las hacen otros, nosotros fabricamos pinkillos, quena quenas, qarwanis, zampoñas y el pinkillo llamado k’jachwiri que es tocado en carnaval. Los que tocan en la fiesta de Todos Santos es el alma pinkillo. No hay otro lugar donde hagan sino es Walata.
¿Cuéntenos sobre el proceso de elaboración?
Trabajamos con muchas herramientas como los cuchillos y limas. Tenemos varillas que son las medidas de la zampoña (maderas de distintas medidas y con unos calados cada cierta cantidad de centímetros) toda clase de medidas como del katu, italaque, ch´ulis. Yo preguntaba a mi papá como se calculaba la medida a la que llamaban Huayruru y Taquiña. Él contaba que antes los incas caminaban por avenidas muy largas y conforme a la distancia que se recorría se pensaba en el largo de las zampoñas. Conseguimos el material, lo hacemos secar y lavamos. Luego hay que cortar de acuerdo a medida. Para que suene bien, pero depende de la punta por donde se toca, ese lugar es importante.
¿Qué personas compran más los instrumentos?
Toda clase de instrumentos compra la gente. En carnaval compra quena quena, en agosto zampoñas, waca waca pinkillos y tarkas para la moseñada. Para las épocas de Todos Santos se compran los alma pinkillos. La gente del campo también viene a comprar, pero sólo los ancianos saben interpretar bien estos instrumentos, los jóvenes no lo saben hacer muy bien. Ahora Cergio y Freddy (encargados de la OIEN) tienen casi 600 alumnos que saben tocar bien porque estudian a la gente que toca estos instrumentos. Pero en el campo ya sólo los ancianos tocan.
¿Qué relación tiene con la Orquesta Experimental de Instrumentos Nativos?
Al principio no sabía nada de Cergio Prudencio, sobre como tocaba la tarka, el pinkillo o la zampoña y como enseñaba a sus alumnos. Tiempo después nos conocimos y trabajamos siete años con la alcaldía, y Cergio me hacia pedidos de instrumentos nativos. Entonces los chicos aprendieron a tocar, salían profesores y ellos también enseñaban. Ahí salió Miguel Yanqui y formó otro grupo. Él me hizo otros pedidos como de instrumentos más grandes jach´a sikus, chiriguano y otros.
¿Qué clase de instrumentos elabora para la OIEN?
Toda clase de instrumentos, pero el material no es fácil de encontrar. Cergio toca toda clase de instrumentos porque el pinkillo no es uno solo, hay de diferentes tipos como: el mokululu o alma pinkillu. En zampoñas también como el chiriguano, jach’a siku, jisk´a siku, laqita, palla palla, inka siku, kantu, italaqe, sikuri huayruru y muchos más.
¿A usted le gusta la música que hace Cergio Prudencio?
Sí, muchas veces me llama Cergio para poder afinar los instrumentos. Cergio lo hace solo al oído, a pesar de que haya un diapasón. Pero antes no había eso, mi papá afinaba solo con oído. Ese es el trabajo de Cergio, el puede afinar tan sólo con la medida del tubo de la zampoña. Escucha una nota y dice si se debe cortar un poco más.
En este proceso de cambio que vivimos actualmente ¿usted cree que hay más atención a la música autóctona?
Antes teníamos en el pueblo de Walata una cooperativa y así exportábamos toda clase de instrumentos a Alemania, Estados Unidos, Francia, Canadá y a otros países. Ahora que las cosas han cambiado ya no exportamos casi nada, por eso me dedique a trabajar con Cergio. Antes teníamos muchos pedidos pero ahora nada. La organización se llamaba Q’antati y el principal consumidor era Alemania.
¿Hay cambios, la gente compra más instrumentos o hace más música nativa?
Sí, la gente compra más, hay grupos que salen de colegios que tocan, pero también hay artistas de otros países que vienen a comprar aquí porque ya no hacemos exportaciones. Por ejemplo, nosotros vamos a viajar en Todos Santos a tocar a Achacachi, desde Walata van a tocar ahí. Íbamos con algunos chicos como tres años con Carlos, Miguel, Daniel y una chica más, como mi hijo murió en Walata, tocamos el alma pinkillo intercaladamente. También íbamos al cementerio de Villa Ingenio.
Todos los que vendemos aquí somos de Walata, pero muchos ya han muerto. Antes vendíamos en Chijini y también en la calle Isaac Tamayo. Allá, en el pueblo los ancianos se siguen dedicando a la construcción de estos instrumentos, pero los jóvenes mas dedican a la elaboración de llaveros con instrumentos en miniatura que exportan a la Argentina.
¿La música que se tocaba antes se sigue manteniendo en Walata?
Ya no, sólo moseñada bailan y tocan. En el “Inka llokoicko” antes sabían bailar con ponchos en el carnaval, ahora solo moseñada. La gente que sabia eso ya se ha muerto, hoy son jóvenes.
¿Si dejan de hacer estos instrumentos, quién se encargará de elaborarlos?
Nosotros vamos a morir y ahí quedará. Tengo mi hijo que sólo sabe hacer zampoñas, pero no los otros instrumentos. No hay nadie que quiera aprender, los chicos se dedican exclusivamente al estudio. Ahí nos preguntamos ¿a quién le vamos a dejar el conocimiento? También tengo mi yerno en provincia pero él sólo se dedica a hacer pinkillos pequeños y lo manda a Argentina y Perú. Los usan mayormente para adornos, a pesar de que sirven para tocarlos.
- 7156 lecturas