EL INVISIBLE SIN MIEDO
By argv.E338951d on Vie, 01/08/2014 - 17:19Las encuestas, además de pretender adivinar el futuro, tienen una intención: crear corrientes de opinión en favor de un tema o un candidato. Por ello, cuando quieren saber la percepción de las masas sobre un tema las sondean con preguntas elaboradas por una persona que busca una respuesta a una hipótesis, a su hipótesis. Obvio, no preguntan a todos, sino a una mínima parte, que opina de manera imprevista y de facto en nombre de toda la gran parte.
Entonces, cuando presentan los resultados lo hacen como si hubieran preguntado a 10.000.000 y no sólo a mil. Con la “involuntaria” ayuda mediática, logran crear una realidad: “El 80% de la gente apoya al candidato X”. (¿De la gente? Pero si es el 80% de mil personas encuestadas) Y en seguida viene el efecto de la fila: “Si muchos admiran a ese X, será porque es bueno, yo también me sumo a la fila”.
Este razonamiento no significa el desahucio de esta técnica de investigación. Pero, responde al por qué las encuestas fallan, a veces, estrepitosamente, como ya sucedió en otras ocasiones. Bien hechas o mal hechas, realizadas con malas o sinceras intenciones, también son parte de estrategias de largo aliento.
Un botón de muestra. El MAS sabe que comparte con el MSM una parte del electorado. Para quedarse con esa parte, jugó desde antes que sean candidatos a invisibilizar, mediante encuestas, a Juan del Granado y a visibilizar a Doria Medina.
Si revisas acciones pasadas, verificarás que el MAS coadyuvó en la construcción de la imagen del opositor que le conviene, atacándolo, enjuiciándolo. ¿Por qué? Porque, según sus cálculos, Samuel capitalizará como máximo el 30% de la gente que no quiere a Evo y no le restará ni un voto. En cambio el MSM sí.
El MAS está seguro que tiene un 40% cautivo del electorado y quiere quedarse con el voto de la clase media citadina que optó por su candidato en 2005 y 2009 y que en Octubre podría votar por Juan.
Su estrategia, al menos hasta ahora, fue exitosa, porque logró su propósito de mostrar al candidato del MSM como marginal y sin ningún chance. Es más le “regaló” una candidata a la vicepresidencia que no tiene el respaldo con el que aparecía en las primeras encuestas (5%). Si sumara, Juan debería rozar al menos el 20%, en este momento.
¿Tiene dudas? ¿Quién conocía mejor a Adriana Gil? El MAS, fue su aliada. ¿La prueba? El juicio a su madre por un caso que ya conocía hace tiempo, pero no lo ejecutaba porque se estaba reservando para un mejor momento como éste.
El MAS está logrando sepultar la imagen de mejor alcalde de Bolivia que tenía Juan, cuando era su aliado. Hoy ya no es eficiente ni experto en gestión pública, sino un “viejito” sin ideas y sin gracia.
La existencia electoral de Juan pone (o tal vez ya no) en riesgo la mayoría o el triunfo de Evo en primera vuelta, si se cumplen los propios cálculos masistas: entre 35 a 40% MAS, 30 a 35% Samuel, 20% Juan. En otras palabras, la oposición lograría 2/3 del electorado.
Ante esa posibilidad, el MAS también juega en terrenos “derechistas”. Alienta a Tuto para que le reste votos a Samuel.
Esta circunstancia pone en un dilema a un tercio del electorado, que mira las encuestas y razona opciones: votar sin tomar en cuenta las encuestas, volver a votar por el MAS o traicionar sus principios y votar por aquel que no había imaginado hacerlo nunca.
Está hastiado de Evo y ya no le sorprende nada de lo que dice o hace, pero tampoco quiere al que pretende reemplazarlo, y, encima, el candidato de su preferencia aparece sin posibilidades en “las encuestas”.
El MAS busca seducirlo con sus candidatos “clasemedieros” a senadores y diputados, sin embargo, está incómodo porque en la lista hay tránsfugas, advenedizos y exopositores radicales al proceso de cambio, justo contra quienes votó en 2005 y 2009. Mira a los extremos y, a ratos, piensa votar blanco o nulo o no votar, como en tiempos neoliberales.
¿Ve? Las encuestas crean corrientes de opinión, pero no corrientes de voto (me remito a elecciones anteriores).