Opinion

ELECCIONES Y LA INUTILIDAD DEL VOTO
Punto de Re-flexión
Omar Qamasa Guzman Boutier
Jueves, 31 Julio, 2014 - 09:39

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Dada la configuración de las candidaturas, para Presidente como para vice-Presidente y para el futuro parlamento, puede decirse que el voto del ciudadano de a píe tendrá muy poca utilidad en la elección presidencial. Esto lleva, por tanto, a pensar en la elección indirecta o por medio de acuerdos, del futuro esquema de gobierno. A la vez, supone que las elecciones próximas se desarrollarán bajo condiciones distintas a las realizadas en el pasado inmediato. Por último supone también que el esquema de gobierno que surja, sea cual fuere, será diferente, al menos en su forma, al actual.

Vayamos por partes; cuando hablamos de condiciones electorales diferentes a las del pasado inmediato, nos estamos refiriendo al estado del electorado. Como se recuerda, las elecciones del 2005 y aún las del 2009, se han desarrollado en un contexto socio-político dinámico, de acumulación social, proveniente principalmente del campo nacional-popular. Ello explicaba los altos índices de involucramiento, de participación ciudadana, en el debate político nacional. Ese período de acumulación hoy se ha revertido y estamos en el inicio de un proceso de reflujo socio-político. Lo que ahora prima, es el desencanto político, principalmente en los sectores populares. En un cuadro de esta naturaleza, por otra parte, destaca la falta de unidad y cohesión, en torno a una alternativa política. Al contrario, en el reflujo predomina la dispersión electoral y la apatía política. Consiguientemente, pues, las condiciones sociológicas han cambiado, en el juego político y es impensable que alguna de las alternativas en carrera, pudiera alcanzar, digamos los dos tercios de la preferencia electoral. Poco importan, en este orden, las tonterías que muy suelto de cuerpo lanza Evo Morales en sus actos de proclamación, con respecto a la votación que su partido podría obtener.

Si este es el contexto socio-política de las próximas elecciones, está claro que en el campo político institucionalizado, los actores tenderán a aproximarse entre sí. Ello, no solamente por afinidades ideológicas o por intereses de diverso tipo, sino principalmente porque el sustento electoral que respaldará a cada una de ellas, no podrán mostrar una conformación macro-cefálica, del campo político. Es decir, no habrá una alternativa que, virtualmente, monopolice el campo político, como ocurriera notoriamente luego de las elecciones del 2009. Así las cosas, las aproximaciones entre los diversos actores políticos, o sea, entre los distintos partidos políticos, será, con mayor o menor intensidad, una necesidad vital para cada uno de ellos. Es poco probable que alguna de las alternativa pudiera sobrevivir en el tiempo, en una campo político fragmentado por fuerzas más o menos similares, si es que no logra establecer algún tipo de alianzas con alguno de las otras fuerzas competidoras. Pero aun así, nada garantiza que una fuerza política sobreviva, digamos de cara al 2019, dada la trayectoria que recorrerá el proceso complejo del reflujo-flujo sociopolítico boliviano.

La lista de candidatos, de las principales fuerzas políticas revelan de ante-mano, precisamente el siguiente paso que adoptarán, en el juego político, luego de las elecciones. Se ha pensado antes que nada en candidatos -futuros parlamentarios- que faciliten aquellos encuentros, aquellas alianzas. Estos puentes acercarán con mayor facilidad, a los partidos políticos entre sí, en el institucionalizado campo político. No es poca cosa, por ejemplo, que todos los partidos tengan una mayoría de candidatos considerados en el pasado inmediato, como “neoliberales” y ajenos al movimiento nacional-popular. El que ello suponga un alejamiento de alguna base electoral, por ejemplo para el MAS, es algo secundario, a la luz del cambio de contexto socio-político anotado.

Por último, es claro también que el esquema de gobierno que surgirá, tendrá grandes semejanzas con la partidocracia del pasado. El acuerdo entre cuadro paredes, cruzando ríos de sangre y de desencuentros será algo a lo que la población boliviana, ingenuamente crédula en los partidos de gobierno y de la oposición, tendrá que prepararse. Un esquema de gobierno bajo la lógica de la partidocracia es, pues, la consecuencia casi natural del actual proceso de reflujo político que vivimos.