Opinion

PREBENDA Y CINISMO MASISTA
Punto de Re-flexión
Omar Qamasa Guzman Boutier
Lunes, 16 Diciembre, 2013 - 10:02

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Claro que no es una novedad; ya otros gobiernos, habituados al engaño y la represión han combinado hasta el cansancio el cinismo y la prebenda como mecanismos de ejercicio del poder. En cada una de esas ocasiones inconfundible tufos de mal-gobierno han salido del Palacio Quemado y por ello, en esta oportunidad, las cosas no podían ser de otra manera. Las declaraciones del ex-ministro de Gobierno, Sacha Llorenti, a fines de la primera semana de este mes, sin embargo, rayan con la estupidez. Recordemos que Sacha Llorenti dijo que la política había contaminado las investigaciones en relación a la represión a los indígenas del TIPNIS, durante la 8ª marcha, en septiembre del 2011 y acto seguido, añadió que esperaba que la justicia encuentra a los responsables de aquella represión.

Esta muestra de tonto cinismo no es ajena, a la vez, a la repartija de prebendas que ensaya de tanto en tanto, el señor Evo Morales, a título de entrega de obras y otros. En esta línea debe entenderse, por ejemplo, la decisión de otorgar un segundo aguinaldo, a los trabajadores sujetos a una relación laboral formal e incluso, la presión para que la ciudad de Cochabamba sea declarada sede de los próximos juegos Suramericanos (ODESUR). En todos los casos, Morales y sus muchachos dan muestras de manotazos desesperados, a fin de no sucumbir en la aguas del desprecio de la ciudadanía, en vista de las elecciones del año próximo.

También es cierto que en cada una de estas iniciativas gubernamentales subyace el desprecio que el gobierno del MAS tiene para con la población. Acostumbrados a contar con militantes serviles y parlamentarios levantamos, además de funcionarios a los que les cae muy bien la prohibición de pensar libremente, los dirigentes masistas consideran seguramente que es fácil corromper a la sociedad, repartiendo algunas baratijas o que se puede desviar la atención ciudadana, con declaraciones cínicas, como las de Llorenti. A más de dos años de la represión a los indígenas del TIPNIS, los órganos judiciales (considerados de manera justa como sucursal del MAS, por la opinión pública crítica) han hecho todo lo posible para sacar de entre la listade responsables por esa represión a Sacha Llorenti y al apropio Evo Morales. Fue precisamente este último, quien lanzó la mentira en una entrevista en la cadena televisiva CNN, de que se habría roto la cadena de mando en ocasión de la represión a los indígenas y no tuvo el menor rubor en escudarse de manera cobarde, luego, en esa mentira. Fue también el gobierno, quien de manera apresurada sacó a Llorenti del país, para esconderlo de las críticas de la opinión pública boliviana, nada menos en un cargo diplomático ante las Naciones Unidas.

Por supuesto que “la política ha contaminado” la investigación del caso TIPNIS; pero fue precisamente la injerencia masista, la que ha posibilitado ese hecho. Operadores judiciales con una pobre personalidad, han posibilitado que esa investigación se dilate, con la esperanza de que la opinión pública se olvide no tanto del hecho, sino de los directos responsables, como son Llorenti y Morales. En ese orden, la declaración de Sacha Llorenti es similar a la que en alguna oportunidad formuló el ex-ministro de gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada, Carlos Sánchez Berzaín, en sentido de que se investigue de manera justa, los hechos sangrientos producidos en la denominado guerra del gas, en octubre del 2003. Es decir, los directos responsables de la represión, en uno y otro caso, no tienen la menor vergüenza de exigir que sean investigados los actos represivos, para dar con los responsables de los mismos (¿!).

Hemos anotado que el cinismo se complementa en la “estrategia” política (para llamar de alguna manera esta chambonada) del gobierno, con la prebenda, porque ambos elementos apuntan a alivianar los efectos negativos que se ha causado en la población. En este orden, doble aguinaldo, juegos ODESUR e inauguración de obras deben asumir, a juicio del MAS, el rol del dulce, para corromper a una opinión pública crítica. Se trata, claro está, del nerviosismo del gobierno, ante la real perspectiva de obtener una votación en las elecciones próximas, muy por debajo de las propias expectativas. Nadie, en su sano juicio, puede sostener que las tendencias del electorado boliviano, por ejemplo, marcan la posibilidad de que el MAS repita la votación alcanzada en las elecciones últimas y por supuesto, mucho menos que pueda incrementar la misma. Incluso puede ser puesta en duda la posibilidad de que el actual partido de gobierno logre una votación que le otorgue la simple mayoría.

En el fondo, por tanto, está actuando en el ánimo del gobierno el nerviosismo. Es hasta probable, que en el fondo y en algún fugaz instante de lucidez, a uno que otro masista se le hubiera ocurrido pensar que la caída en la preferencia electoral, tiene algo que ver con la impostura y la traición de Evo Morales y sus hombres. Incluso, tal vez, hasta a alguien del gobierno se le ha ocurrido pensar, que el descrédito en el electorado, también tiene relación con el ejercicio autoritario del poder, con un manejo megalómano y enfermizo que raya en la ridiculez, en cuanto al culto a la personalidad que demandan los jerarcas del MAS, no solamente a sus militantes sino a la ciudadanía toda.

Con todo, desde nuestro punto de vista, el cinismo, la corrupción y la prebenda no bastan para frenar el declive electoral del MAS. Sin importar incluso, que este partido pueda ganar las elecciones, está claro que lo haría en condiciones muy alejadas de una holgada mayoría electoral. Con ello, pues, el proyecto masista habrá ingresado también a su fase de disolución.