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El presente año electoral coloca al gobernante Movimiento al Socialismo (MAS) en una encrucijada: mantener el comportamiento burdo y autoritario o al menos maquillar con un leve barniz democrático, a los candidatos de este partido. Por lo visto en estas primeras semanas del año, puede adelantarse que predominará, en la actuación de Evo Morales y los suyos, las características melgarejistas de gobierno; en un segundo plano y preferentemente para fines publicitarios, a medida que se acerque la fecha de las elecciones, los activistas del MAS (léase, en gran medida los empleados públicos) se esforzarán, a partir de las instancias superiores, a sacarle brillo (si es que algo así es posible) a la presentación de los candidatos del oficialismo. En medio de estos dispositivos, el gobierno apuesta al éxito, gracias a la descarga de lo que consideran en medios gubernamentales, como la carta ganadora.
Observando más de cerca, entonces, la estrategia electoral del MAS consiste en publicitar hasta el cansancio, la entrega de toda obra, con mayor énfasis en lo que consideran obras “estrellas”. Esto, como carta de presentación para afirmar que, al final de cuentas, lo que interesaría serían las obras, antes que el respecto a las libertades democráticas. Sobre la base del bombardeo de cifras, que testimoniarían los supuestos éxitos en la gestión de gobierno, Morales y su partido apuestan a corromper al electorado nacional. Para el éxito de este propósito, claro, toda crítica, todo cuestionamiento e incluso todo espacio de libre discusión son vistos como potenciales peligros. En tal sentido, resulta justificada el comportamiento burlesco y autoritario del gobierno.
En estas dos semanas, por ejemplo, hemos visto cómo huestes masistas, disfrazadas de autoridades indígenas, han asaltado, a vista y paciencia de la policía, la sede del Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyu (CONAMAQ), en la ciudad de La Paz. ¿El motivo? La nominación de autoridades indígenas, en el último Tanta Chawi (gran asamblea, trad. libre) realizado en diciembre pasado, ha cerrado el paso a la posibilidad que títeres del gobierno, asumieran la conducción de esta institución. Más allá del rencor de Evo Morales para con los pueblos indígenas, por haberlo desenmascarado en su triste papel de traidor y anti-indígena, el peligro de una conducción no masista en el CONAMAQ supone la vigencia de un espacio por medio del cual pudieran expresarse libremente la sociedad de base de los ayllus. El miedo del gobierno a una expresión de esta naturaleza no es sino la expresión del cargo de conciencia, por haber desarrollado políticas anti-indígenas.
Ante la censura de varios sectores de la población por tal asalto, los ministros han optado por hacer simplemente oídos sordos; Morales por su parte, ha preferido correr al sur del departamento de Oruro, para estrechar la mano a cuanto corredor boliviano encontraba a su paso, en la competencia del Dakar. Este ejemplo, pues, nos muestra un segundo elemento de la estrategia del gobierno. No únicamente se trata de dar la espalda a toda crítica, a todo debate, sino paralelamente, se trata de lanzar la jauría de matones, a la caza de cuanta institución social independiente del país. Resumiendo esta parte entonces, diremos que el MAS combinará, en su estrategia electoral la actitud de oídos sordos, con el matonaje. No sólo se trata, por tanto, de dar la espalda a toda crítica, sino además de imponer a raja tabla su criterio.
El uso de la represión, sin embargo, no debe circunscribirse a instituciones independientes, sino, claro, a dirigentes, intelectuales o simplemente a todo ciudadano crítico. Al igual que en el caso del asalto a las oficinas del CONAMAQ, sin embargo, también en este caso que podríamos llamar “represión selectiva”, el gobierno cuida en no dejar huellas del acto. Para eso recurre a matones, a pandilleros, como grupos de choque. En este marco, es del todo válida la susceptibilidad de los abogados de la periodista Huaycho Hannover (asesinada por su esposo, un oficial de la policía), respecto a la veracidad del cadáver que correspondería al ex-policía asesino. Hasta mientras no se tenga certeza en relación al cadáver que se atribuye al ex-policía, la ciudadanía tiene todo el derecho de pensar que, para trabajos de matonaje que requiere el gobierno, bien pudiera ser empleado aquél sujeto. En ese mismo sentido es válida la incredulidad que expresan los familiares de un empresario, vinculado al programa “Bolivia cambia, Evo cumple” y aparecido misteriosamente muerto en las celdas de la policía. En este segundo caso, ciertamente, las sospechas respecto a la veracidad del informe que se ha presentado en relación a esta muerte son justificadas, más aún si se considera que precisamente el programa “Bolivia cambia, Evo cumple”, constituye la carta de presentación de una buena gestión gubernamental, por medio de la realización de obras.
Tenemos, en resumen, las primeras expresiones de lo que constituye la estrategia electoral del MAS, a desarrollarse a lo largo del año. Corona esta estrategia, un Tribunal Electoral funcional al gobierno y de cuya imparcialidad la población tiene todo el derecho de dudar. Mientras se advierte con sancionar a toda agrupación que iniciara campaña electoral sin la venia del órgano electoral, los miembros de este órgano se hacen de la vista gorda cuando, día tras día, el MAS desarrolla su campaña. Así, el Tribunal Electoral, al servicio del gobierno, constituye el tercer elemento de la estrategia electoral del partido gobernante. Para el caso, con la función de dificultar la presentación de propuestas y principalmente, la creación de un ambiente de debate, en la sociedad.
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