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Un equipo gobernante no se encuentra compuesto por personas sueltas, que en su accionar responderían a criterios personales, sino principalmente por un conjunto de personas que comparten inquietudes, proyectos y hasta visiones de la política. En tal sentido, un equipo de esta naturaleza no es sino la cabeza de algún sector de la sociedad que, con más o menos fidelidad comparte las mismas inquietudes. Aunque esta afirmación es cierta en el análisis de las instituciones políticas, es también cierto que no podemos abstraernos de las características específicas que los miembros de aquél equipo de gobiernos manifiestan. Esto quiere decir, en contrapartida, que las características del equipo de gobierno están dadas por las características que sus miembros aportan. Por ello para el sentido común es válida la afirmación que un cuerpo es como es su cabeza y “si la cabeza anda mal, todo ese cuerpo andará mal”.
En el caso nuestro, esta forma de “hacer política” ha estado fundada en la mentira (la más grande se refiere a la Constitución Política del Estado -CPE- aprobada entre cuatro paredes, como resultado de simples negociaciones entre partidos políticos), el engaño (el autosecuestro teatralizado por el “canciller” David Choquehuanca, para justificar la represión policial a los indígenas del TIPNIS, en Chaparina, hace un par de años es uno de ellos) y la prepotencia expresada en el asalto a instituciones indígenas, oficinas de Derechos Humanos, encarcelamiento de opositores políticos y otros. Es cierto también que en medio de este oscuro cuadro que muestra el gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS), hubieron algunas dignas excepciones que simplemente se alejaron de tal situación, como la ex–ministra de Defensa, que renunció al cargo como protesta por la intervención policial a los indígenas del TIPNIS.
Así las cosas, la última canallada del gobierno ha sido representada por el ministro de Salud, Juan Carlos Calvimontes, en la mezquina disputa que el MAS sostiene, entre otros, con el ex–magistrado de Justicia, Gualberto Cusi. Como se recuerda, el gobierno ensaya un juicio a tres miembros del Poder Judicial (entre ellos Cusi) y a Calvimontes no se le ocurrió otra cosa que develar, en conferencia de prensa, la grave enfermedad de Cusi, aquejado por el Sida. Este ministro masista, no únicamente ha mostrado con ello la calidad de gente que conforma su gobierno, sino además ha cometido un delito (aunque, seguramente, este último aspecto es que el menos preocupa al MAS, ya que el mismo Evo Morales, en el pasado, ha llamado públicamente al menos en tres oportunidades a sus seguidores, a delinquir).
Para el presidente del Senado, el también masista Eusebio Rojas, se trataría en realidad de la voluntad de Calvimontes de informar a la población respecto al estado de salud del ex-magistrado Cusi. La desubicación de tal “honorable” salida en realidad no debe extrañar, ya que en una ocasión este senador del MAS se ha mostrado de acuerdo con que en la policía se aplique la tortura, como método para obtener información de los delincuentes detenidos y más antes aún, había participado activamente en el degollamiento de perros, como forma de “luchar” contra los vende-patrias del oriente boliviano, de los que ahora el MAS es una de sus expresiones políticas (!?).
Por ello, la declaración de Gualberto Cusi, en sentido de que Calvimontes no ha hecho sino cumplir un instructivo de AlvaroGarcia Linera (un matemático no únicamente aficionado a la lectura de temas sociales, sino además, que en el colmo de la ridiculez, contabiliza los libros que dice que “lee”) es altamente creíble. Es también cierta la afirmación de Cusi, con respecto a las declaraciones de Evo Morales que, al día siguiente de la actuación de su ministro de Salud, saliera ante la prensa para expresar la “preocupación” del gobierno por la salud del ex-magistrado. Gualberto Cusi calificó esas declaraciones simplemente como hipócritas.
Otras perlas de la manera en que el MAS hace política acentúan las características que hemos esbozado, de este equipo de gobierno. Entre estas perlas, por ejemplo, está la referida a la farra del gobernador de Chuquisaca (obviamente también masista), Esteban Urquizo, con músicos peruanos, en las mismas oficinas del gobernador. Como no podía ser de otra manera, Morales salió en defensa de su gobernador, aduciendo que las autoridades están en la obligación de atender a sus visitantes.
Así las cosas, uno se pregunta si Bolivia se encuentra en verdad desarrollando o involucionando. Walter Benjamín (un filósofo alemán, muerto por el nazismo en la Segunda Guerra Mundial) ponía en duda el desarrollo de las sociedades, si es que el enfoque únicamente se basa en consideraciones técnicas. ¿De qué sirven el Teleférico, las carreteras de doble vía y demás, si desde el gobierno se da ejemplo de un comportamiento abiertamente delictivo y canallesco? ¿De qué sirve el desarrollo tecnológico si a la sociedad, los gobernantes, le muestran que es mejor desprenderse de toda consideración mínimamente ética o del simple respeto a la ley? Como se entiende y apoyándonos en Benjamín, en la consideración del desarrollo de una sociedad son estos últimos aspectos los que más importan y secundariamente el desarrollo tecnológico. Pero sobre ello reflexionaremos en otra columna.
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