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El cambio del nombre al aeropuerto de la ciudad de Oruro, impulsado por la mayoría de asambleístas del departamento, pertenecientes al gobernante partido MAS, ha traído interesantes sorpresas que, a no dudar, tendrán efectos políticos y electorales, en ese departamento. Recordemos que el aeropuerto de la ciudad de Oruro llevaba el nombre de "Juan Mendoza" ..., hasta el día en que se reinauguró el pasado 8 de febrero, con el nombre de Juan Evo Morales, gracias a la decisión de la Asamblea departamental. Poco importa indagar si ello fue un instructivo del Poder Ejecutivo, para alimentar un poco más el ego del señor Evo Morales o si fue iniciativa del masismo orureño, para congraciarse con el jefe, porque el hecho mismo, revela algunos elementos que nos invitan a reflexionar en torno al MAS y su forma de gobierno. Veamos.
Durante todos los momentos de crisis interna en el MAS, en estos seis años de gobierno, destaca la nota que los disidentes expresaran: el llunkerío, de quienes se mantenían bajo la sombra del jefe del partido, autocastrándose, en lo que a pensar por cuenta propia se refiere (desde ya, fue Alvaro García Linera quien dijo que en su partido no se aceptan librepensadores; es decir personas que piensen por cuenta propia). El último de los ejemplos fue precisamente el de la ex-presidente de la Cámara baja, quien se lamentaba que en la Constitución Política del Estado no figurara también el principio de "Ama Lluku" (no seas servil). Así las cosas, entones, una primera conclusión general que se puede sacar del ejemplo del aeropuerto de Oruro, es que una forma de "gobernar" de Evo Morales y el MAS, radica precisamente en el fomento del servilismo, como práctica para permanecer en el partido, en algún puesto de la administración pública o en definitiva, para mantener la confianza del jefe.
En segundo término, el caso del aeropuerto orureño, pero, también refleja el hábito del MAS, en borrar de un plumazo todo recuerdo histórico, particularmente en lo referido a la guerra del Chaco y los héroes bolivianos surgidos en aquella contienda. Recordemos que este claro signo anti-nacional del gobierno del MAS, ya había sepultado al propio LAB, con loa creación de una empresa de aeronavegación como BOA. Sólo la ignorancia y el accionar anti-boliviano de los actuales gobernantes, en este tema, podía desconocer el gran aporte del LAB durante la guerra del Chaco. En este orden, pues, tampoco debería extrañar la intención del gobierno de Evo Morales de borrar la memoria de Juan Mendoza; primer aviador del país, quien tuvo un gran aporte al país, precisamente durante la guerra del Chaco. Podríamos preguntarnos de los motivos que llevan a Morales y su partido en borrar instituciones y personajes gloriosos surgidos en aquella guerra. La razón radica en que de las trincheras del Chaco, posteriormente, surgirán los combatientes de la revolución nacional de 1952. En la memoria del país está tanto aquella guerra como aquella revolución nacional y ello permite que particularmente en los sectores populares se compare esos eventos con el actual proceso. En este orden, las cosas son claras. Mientras que en el primer caso hablamos de una verdadera revolución (aunque traicionada de inmediato; pero ese es otro teme del debate), en el actual proceso hablamos, grosso modo, de la continuación de las matrices políticas y económicas de los anteriores gobiernos. En efecto, en lo substancial se presentan muy pocas diferencias entre el gobierno de Morales y el de Sánchez de Lozada o el de Tuto Quiroga, por ejemplo. Por tanto y cobijado bajo la falacia de primer presidente indígena, Morales y compañía de la mano de todas las fuerzas anti-nacionales, arremeten contra la historia y la memoria de uno de los más gloriosos periodos del país.
Desde ya, pero, el hecho del aeropuerto de Oruro, ha reflejado también el desgaste político del gobierno. El acatamiento al paro cívico departamental, tanto por las Central Obrera departamental como por los mineros de Huanuni (además del resto de los sectores populares orureños) demuestra que, nada menos en el departamento donde naciera Morales, las cosas comienzan a oponérsele. Por la cercanía de las elecciones nacionales el próximo año, a no dudar, este hecho tendrán efectos políticos que incluso, podrían alcanzar efectos electorales. Por supuesto que para el acto electoral en sí, todavía dista tiempo, pero el desgaste político del MAS en uno de los departamentos considerados como plaza fuerte de este partido, es un elemento que ya se puede adelantar.
Finalmente el hecho del aeropuerto orureño, también nos muestro una manera de gobernar. En resumidas cuentas diríamos que esta forma de gobierno se basa en el caudillismo, entendida esta práctica como un manifestación esencialmente anti-democrática. Así, los casos en los que el actual parlamento, al igual que en el pasado con los gobierno de Banzer, Paz Zamora, Sánchez de Lozada, no ha sido sino una correo de transmisión de los dictados políticos del Poder Ejecutivo, no hacen sino barnizar de constitucionalidad un accionar autoritario. A la vez, pero, esta muestra de supuesta fortaleza, en el fondo esconde una gran debilidad. Debilidad que abarca tanto al partido gobernante como al sistema político en su conjunto. En efecto, en el primer caso, es llamativo la imposibilidad de recambio. ¿Cómo también podrían surgir nuevas alternativas dentro del MAS, si a todo aquél que tuvo la ocurrencia, en un momento dado, de pensar por cuenta propia, simplemente se le ha relegado a ostracismo? Está claro que, en tanto elemento aglutinador, el MAS no cuenta sino con un solo hombre, hoy en día; lo cual habla del fracaso de este partido, por estructurarse como partido histórico y no devenir -como finalmente ocurrió- en un simple conglomerado de llunkus, en espera de alguna palmadita del jefe, cuando éste se encuentra de buen humor. Refleja también la pobreza del sistema, decíamos, porque más allá del MAS y Morales, el sistema no parece tener alternativas de recambio, como para contener al movimiento nacional popular en Bolivia. Recordemos, en este orden, que gracias a Morales y el MAS, se ha evitado coyunturalmente un verdadera proceso de cambio, de signo nacional-popular en el país. Así, las cosas, entonces, es posible ya vislumbrar que las aguas nuevamente volverán a su cauce, es decir, el sistema político y económico boliviano, nuevamente serán, a mediano plazo, sacudido desde sus cimientos.
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