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El alejamiento de Benancio Quispe del cargo de viceministro de Educación Superior y la denuncia del afectado, por presunta discriminación promovido por el sector k’ ara encontrar de los sectores indígenas, incomodaron en gran medida al gobernante Movimiento al Socialismo (MAS). La inicial respuesta del ministro de Educación, calificando la denuncia como una malcriadez no hizo sino validar en cierta medida, el contenido de la denuncia de Quispe.
Posteriormente, algunos militantes serviles a las estructuras dirigenciales dentro de ese partido, se apresuraron en salir en defensa del ministro, adelantando que Quispe sería remitido a la comisión de ética. Lo importante de todo esto parecido a una pantomima, fue que en el MAS, a raíz del hecho, se expresó una gran incomodidad, porque el incidente revelaba una vieja verdad: la impostura indígena de este partido. Como se sabe, esta impostura llegó al extremo de afirmar que Evo Morales sería nada menos que el primer presidente indígena y últimamente, en el colmo del delirio, que en tanto presidente indígena habría sido secuestrado en Europa, en ocasión del incidente con el avión presidencial.
Lo cierto es que el anti-indigenismo del MAS y del propio Evo Morales, viene de lejos. En verdad, Morales actuó siempre como punta de lanza en contra de los movimientos indígenas y sirvióa los sectores k’aras del país y de su partido (para seguir con el denominativo de Quispe) para frenar cualquier avance político institucional de los pueblos indígenas. Sin retroceder demasiado en el tiempo, recordemos que lo hizo durante la Asamblea Constituyente (AC).
Como se recordará, uno de las reivindicaciones centrales que planteamos, fue la representación directa de los pueblos indígenas, en los cargos electivos, particularmente en el Poder Legislativo. Aunque el entonces Pacto de Unidad (estamos en el 2007), reunido a fines de abril en ampliado nacional en Santa Cruz aprobó tal propuesta, Evo Morales, constituyentes anti-indígenas, dirigentes sindicales serviles al gobierno y muchas ONG’s, cerraron simplemente el paso, en sendas reuniones en la casa presidencial, a tal reivindicación.
Una segunda muestra del anti-indigenismo masista se pudo observar en ocasión del deslinde jurisdiccional, entre justicia ordinaria y justicia comunitaria. A raíz del lamentable caso de Uncía, con la muerte de cuatro policías en el 2010, acusados de extorsionar a la población, quedó claro para los ayllus del norte de Potosí, que la tan mentada pluralidad jurídica, no era sino otra más de las mentiras del gobierno del MAS. En efecto, la facultad de la denominada justicia comunitaria para considerar el hecho fue desconocida, debido a que el caso fue tratado por la justicia ordinaria. La burla posterior, que supuso la elección de autoridades del Poder Judicial, no logró engañar a los pueblos indígenas al punto tal que hoy en día, nadie puede sostener con seriedad que en el país el gobierno de Morales respeta la justicia comunitaria. La elección, en esa ocasión, de uno que otro personaje vestido de poncho o eventualmente, en el caso de las mujeres, de pollera, no cambió en nada el desconocimiento de facto, del sistema jurídico indígena. A lo sumo aquellas presencias sirvieron para dar un poco de color folklórico (tan de moda en estos tiempo de impostura) a un Poder venido muy a menos en la valoración de la ciudadanía. Como se sabe, aquellas representaciones poco menos que teatrales, tampoco sirvieron de mucho para levantar el prestigio del muy desprestigiado sistema jurídico boliviano y hoy, con ponchos o sin ponchos, con polleras o sin polleras, lo que queda claro es que tal sistema realmente representa una de las mayores vergüenzas para el país.
Finalmente tenemos el ejemplo del TIPNIS, para ilustrar la orientación en contra de los pueblos indígenas de Morales y su gente. La opinión pública boliviana sabe cómo se han manejado las cosas, en este caso. Si algo le envidian Gonzalo Sánchez de Lozada, Paz Zamora o los residuos del banzerismo a Evo Morales y su gobierno, debe ser seguramente aquella constancia en la represión al movimiento indígena, particularmente de las tierras bajas. El MAS ha intentado todo para doblegar la resistencia indígena a la construcción de una carretera que dividirá el territorio indígena y servirá, en lo principal, para la ampliación de la frontera cocalera del Chapare cochabambino. Intentó ignorar a la protesta, luego ensayó desprestigiarla fingiendo el secuestro del canciller, Choquehuanca, trató de hallar alguna suerte en la represión abierta a los indígenas, impuso una supuesta consulta, fabricó de lacayos, dirigentes indígenas truchos y por último, ahora, pretende enjuiciar a los dirigentes indígenas legítimos del TIPNIS.
Por ello, pues, causó tanta incomodidad en filas del MAS aquella denuncia. Por supuesto que en este hecho, no estamos ante malvados k’aras que discriminarían a inocentes (supuestos) indígenas. Ambos, en el fondo no han utilizado sino instrumentalmente a lo indígena, porque aquellos supuestos indígenas del MAS (Patzi, Choquehuanca, Benancio Quispe y muchos otros más) no son sino mestizos arribistas, encaramados en instancias de poder gracias a la lucha, en este caso de los pueblos indígenas, a quienes utilizaron una vez más como escalera.
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