- 4192 lecturas
En el teatro de la política se crea encima de su escenario dramas con hábiles actores que interpretan comedias para cautivar a una platea que sabe premiar las buenas actuaciones, con aplausos, festejar las gracias con carcajadas y rechiflar a quienes exageran con los libretos o hacen pésimos actos.
Comprensible o incomprensiblemente, con o sin razón muchos políticos que tienen todo el poder, actúan como si no tuvieran nada. Los verdaderamente poderosos interpretan roles de víctimas desamparadas, hechos los pobrecitos e indefensos.
En esa lógica, los poderosos que no tienen rivales a la vista con quienes pelear, se inventan con quien hacerlo, buscan en cualquier lugar, al rival con quien descargar su bronca, sin importar que de tanto hacerlo no faltara el día en el cual al mirarse en el espejo encuentren a su propio enemigo.
¿Será que solo pasa en las actuaciones o sucederá también en la realidad, con mortales como todos, que se creen los “dominus et deus”, amos y señores que no soportan ni siquiera la cercanía de su propia sombra?
Los “dominus et deus”, poderosos de todos los rangos, supuestamente descendientes de los dioses del olimpo, lo tienen todo y ambiciosamente quieren mucho más.
En las actuaciones no faltan dramas inspiradas en la historia, la literatura y hasta en las mitologías, en las cuales, seres pequeños se enfrentan a gigantes; David contra Goliat, soñadores luchando contra molinos de viento o combates contra dragones, débiles contra poderosos, poderosos contra débiles.
Muchas cosas son irreales, pero no faltan las que son reales y que se registraron en la historia. Por ejemplo, Jesús fue duramente criticado perseguido, por decir la verdad y luchar por la justicia, tanto así que fue sentenciado por pretores corruptos y traidores de siete plazas, para que muera crucificado al medio de dos LADRONES, uno a su DERECHA y otro a su IZQUIERDA.
Jesús proclamó; verdad, igualdad, justicia y libertad para el ser humano que en su tiempo estaba siendo tratado como una res, igual cosa. Pregonó una doctrina que con el paso del tiempo no se perdió y su iglesia parece que seguirá cargando el pesado madero de la cruz de la persecución, por pensar como él y seguir sus pasos en el servicio a los demás.
El acontecer diario de la vida es muy parecido al teatro, todos diariamente aprendemos roles, libretos, los cuales pueden ser, políticos, profesionales en todos los campos, nadie nace con el oficio en la mano o con el prestigio que tiene, todos nacemos primero personas y luego somos personajes.
La persona piensa y opina distinto del uno al otro, no por ello alguien podría ser llamado enemigo.
Los derechos humanos son parte de la verdad y la justicia como lo promueve la fe católica y la iglesia de Jesús, con luces y sombras como en todo, pero con más luces que con sombras, muchos de sus miembros, hombres y mujeres, mujeres y hombres, ofrendaron incluso su vida por las libertades democráticas, desde el campo, las minas y las ciudades, ejemplos no faltan.
Entonces tampoco podrían ser enemigos (no todos desde luego), quienes creen en que una parte de la verdad y la justicia es; “Dar voz a los sin voz”, desde los micrófonos, teclados de máquinas en las salas de redacción periodísticas o por las cámaras de televisión y también desde los pulpitos todos los días.
En el teatro, teatro, es posible comprender ciertos excesos de pasiones, soberbias y engreimientos, porque al final valen para que el show continúe, “panen et circens”, pan y circo, para que la gente se divierta y se distraiga.
Pero en el teatro de la vida, los enojos de ciertos poderosos contra quienes dicen palabras cercanas a la verdad, resultan en cierto modo ridículos y hasta chocantes, ya que no todos pueden hacer lo que quieren los poderosos, ni pensar igualito que ellos, sin mayor obligación que el respeto mutuo, dando a todos lo que les corresponde, porque la única obligación que se acepta es la servidumbre a la ley, porque es quien, crea, suprime o restringe derechos y obligaciones.
Los métodos pueden ser distintos y los caminos desiguales, pero la meta sigue siendo la misma, construir entre todos una sociedad más justa y fraterna.
Las pataletas, lloriqueos, soberbias y engreimientos parecen características propias de un libreto teatral, donde los personajes entre ellos algunos pésimos comediantes, pero hábiles en el discurso y las lindas palabras, andan inventando rivales y creando oponentes.
GRACIAS, VOLVERE PRONTO PARA SEGUIR HABLANDO JUSTO Y CABAL
- 4192 lecturas