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No cabe la menor duda la elección de los jueces y magistrados, es un problema complejo y delicado de resolver, debido a que administrar justicia no es tarea fácil.
En ese sentido ser juez no es tarea cómoda, el ganador de un pleito judicial al juzgador lo felicita y el perdedor lo quiere crucificar, aunque sepa que no tiene la razón.
Es una labor grata e ingrata al mismo tiempo, por lo cual el juzgador, solo como una reflexión, tendría que ser siempre un ser humano de alta preparación y con temple de acero.
Los abogados que eligen la ruta de ser jueces, lo digo sin pensarlo dos veces, son personas, hombres y mujeres, mujeres y varones del alto compromiso con la justicia, lo fueron antes y lo son ahora, aunque exista muchas opiniones en contrario sobre lo dicho, algunas puedan que tengan razón, "lo especifico no dice siempre acertadamente lo que dice lo general".
Que no todos son letrados probos es muy cierto, pero una gran mayoría si lo son, por lo menos así lo vi en más de dos décadas de transitar por los tribunales.
Bajo esa lógica, el mayor problema de la elección de los jueces y magistrados no pasa mucho en la calidad moral delas personas, porque eso no se mira, ni se toca, quizás se siente, ya que sucede como dice el refrán; “caras se ven corazones no se sabe”, el núcleo del problema de elección o selección, parece estar en la calificación del rol o el oficio, donde en el teatro o el escenario, se ve más al personaje y no tanto al actor.
En principio, como lo dije antes, corriendo el riesgo incluso de que se me tilde de retrogrado, sugerí, que para los jueces de primera instancia se debería reponer algo parecido al “Servicio Civil Obligatorio”, considerando que administrar justicia es un responsabilidad con la patria, se podría convocar a abogados de trayectoria reconocida y también a los profesionales que hicieron sus estudios de especialización en las escuelas jueces, las cuales funcionan, quizás no como deberían ser, pero existen, así unos y otros pueden compartir la alta función de administrar equidad y justicia de manera individual y colectiva.
En el caso de los magistrados superiores, algo parecido podría suceder, con la gran diferencia de recurriría a una convocatoria previa, para luego pasar al sorteo entre todos los abogados inscritos en el Registro Nacional Único de Abogados.
Así todos los abogados país tendrían la oportunidad de entrar en una etapa de pre selección, para verificar si cumplen o no con los requisitos establecidos, ya sean documentales, morales y académicos.
Los nombres de quienes aprobaran la pre selección, ingresarían a una selección final en la Asamblea Plurinacional, donde en base a metodologías apropiadas se haría la designación de los altos magistrados, ya sea para el Tribunal Supremo de Justicia, Agro ambiental, Consejo de la Magistratura y el Tribunal Constitucional.
Se ganaría con el sorteo una participación general, una pre selección y la selección final, lo que es igual a mayor transparencia en el proceso de elección y selección de magistrados.
Para ello se necesita, desde luego tiempo de anticipacion y ensayar los proyectos, para no caer en los correteos de último momento superando las mañas del amiguismo, compadrazgo de siempre.
Para ello es posible que vuelva a funcionar la máquina del sorteo de nombres, “muchos serían los llamados pocos los escogidos”.
Esta máquina ya no sería de piedra y tejones de metal como lo era en la antigua Grecia, el tiempo ha cambiado hoy es más fácil con la computadora.
Dese luego “las ideas son ideas y soñar no cuesta nada”, recurrir al sorteo de los candidatos entre todos los ciudadanos que tienen la profesión de juristas, podría significar la construcción de una base sólida y una manera encontrar una ruta despejada y mas transparente, para la democratización de la elección de jueces y magistrados.
GRACIAS Y HASTA LA PROXIMA CUANDO VUELVA PARA HABLAR JUSTO Y CABAL
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