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La sequía nos mata, el hambre nos remata; no hay azúcar en el mercado; la papa, el tomate y la zanahoria han subido de precio y han bajado de peso; la carne está cada vez más escasa y más cara; el cemento desapareció dejando miles de trabajadores sin trabajo y pa colmo la salud se nos muere..
Bastaron solo 5 minutos frente al televisor instalado en una pensión popular donde no escasea nada, para escuchar la descripción de ese trágico panorama hecho desde algún centro cruel de noticias.
Y es que no es mentira que por la sequía en el Chaco, las vacas en vez de dar leche dan pena y luego se mueren de flacas y que la papa, el tomate y demás productos del agro escasean y suben de precio y que el cemento y que el azúcar y que esto y que lo otro también. Pero esa no es toda la verdad y al ser una verdad a medias es peor que la mentiraentera y es una irresponsabilidad.
Es irresponsable quedarse en el diagnóstico, echarle la culpa a alguien en el presente y no escudriñar en el pasado para buscar las verdaderas causas de la situación presente. Es irresponsable no decir que en el mundo se producen diariamente 5 veces más alimento que el necesario para alimentar bien a toda la humanidad; ¿entonces por qué hay gente que muere de hambre?.
Un periodismo constructivo, debería ante esta emergencia orientar a la ciudadanía para que incorpore en su dieta alimenticia otros productos que no escasean, que no cuestan caro y que tiene mayor valor nutritivo ; un periodismo responsable debería investigar donde se esconde el cemento y donde el azúcar; un periodismo responsable debería demostrar que los que hoy pasan hambre siempre pasaron hambre y no por culpa de la escasez de los productos sino porque no tienen con que comprarlos y que no tienen con qué comprarlo, porque no tienen trabajo y que no tienen trabajo porque eso es lo que conviene al mercado para tener a disposición mano de obra barata.
Otro día, en la terminal bimodal de Santa Cruz de la Sierra; me encontré con un amigo que despedía a su padre, que había llegado a Santa Cruz con la idea de quedarse por unos meses; “no aguantó estar aquí, cuando ellos salen tengo que trancar bien la puerta, por ahí vienen y me asaltan como en la tele, esto no es vida, mejor me quedo nomás allá en mi puesto” argumentó el anciano.
Y es que la televisión como poderoso medio de comunicación, crea sensaciones en los televidentes; sensaciones de seguridad o inseguridad, de desesperación o esperanza; sensaciones que no son reales; pues al ser la sensación un estímulo que recibe el cuerpo a través de los órganos sensoriales que tiene,estos producen efectos positivos o negativos según qué tipo de estímulo se reciba y en el caso del padre de mi amigo, el vio los informativos cuya estrategia es la desinformación; informando solo una parte de la realidad, suprimiendo lo más importante de los hechos, descontextualizando la noticia, distorsionando los hechos, titulando de manera sensacionalista, usando adjetivos de manera tendenciosa o dando mayor espacio a hechos sin importancia y reduciendo a lo mínimo lo realmente importante. Esa estrategia funcionó en el cerebro del padre de mi amigo que decidió escapar del aparente mundo de asesinatos, violaciones, robos a mano armada, choques con muertos, secuestros, asaltos en vivo y en directo para refugiarse en la tranquilidad de su puesto, a donde aún no ha permitido que la televisión le lleve esas desgracias.
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