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Autoridades dijeron este domingo que han sido recuperados los cuerpos de 87 personas tras el derrumbe de un cerro en un asentamiento cercano a la capital de Guatemala.
Julio Sánchez, vocero de la emergencia, detalló en una conferencia de prensa que al menos 21 niños han muerto como consecuencia del deslave, que se convirtió en la mayor catástrofe natural en lo que va del año en el país centroamericano.
Y mientras familiares seguían enterrando a algunos de los fallecidos y buscando a desaparecidos, unas 670 fuerzas de rescate continuaban sus labores en El Cambray II, del municipio de Santa Catalina Pinula, donde ocurrió la tragedia este jueves.
Sánchez agregó que es posible que la cifra de muertos incremente. En la zona cero, a la que se ha impedido el acceso de todo personal ajeno a las instituciones, también comenzó a trabajar este domingo un equipo de rescatistas mexicanos que llegó en la víspera a Guatemala y que está compuesto por 69 profesionales y unos 16 binomios caninos.
Esta noche se cumplirán las 72 horas de búsqueda establecidas en el protocolo internacional, y aunque la decisión de continuar la búsqueda depende de las instituciones implicadas, fuentes de la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres dijeron a la agencia Efe que lo más probable es que se continúe porque "hay voluntad".
Sin embargo, las autoridades reconocieron que las probabilidades de encontrar a alguien con vida son mínimas, aunque todo depende de las condiciones físicas de las personas y del lugar donde estén ubicados.
Los rostros de la tragedia
Conforme pasaban las horas, se iban conociendo los rostros de esta tragedia.
Pablo Sandoval es uno de ellos. Fue el único sobreviviente de su familia. En total, siete familiares fallecieron y otros cuatro siguen desaparecidos.
Sandoval estaba en el trabajo al momento del desastre y dijo que se enteró de lo sucedido por un amigo. Cuando llegó a su casa "solo veía tierra, nada más". Era su trabajo recuperar e identificar los cuerpos.
"Éramos una familia trabajadora, luchadora, desde mis padres hasta la más pequeña", dijo.
Decenas de familias como los Sandoval esperaban afuera de una morgue improvisada ante la llegada de más cuerpos, con la esperanza de encontrar a sus seres queridos.
Eduardo Pérez, de 17 años y quien pasó a rendir el pésame, estaba cocinando la cena colina arriba de donde vivían los Sandoval, cuando cedió la ladera. Él y varios más corrieron con palos para intentar rescatar a los atrapados, escalando por los techos para sacar a las personas.
En una casa, logró sacar a dos niños, un adolescente de 16 años y a su madre.
"La hermana de 15 años estaba enterrada. Solo se veía el brazo y nada más", dijo. (Univisión)
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