Derecho a la Información

LA INFORMACIÓN, UNA CLAVE EN DISCUSIÓN

Erick R. Torrico Villanueva

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) inicia este lunes 19 de enero una crucial etapa de deliberaciones que debe concluir en septiembre próximo con la adopción de un plan de acción orientado a hacer realidad la promesa del desarrollo sostenible y a erradicar la pobreza extrema de la faz del planeta. Su horizonte temporal es el año 2030 y el acceso a la información uno de sus requisitos fundamentales.

Hay que recordar que la asamblea general de la ONU celebrada al cierre del siglo veinte aprobó la “Declaración del Milenio” y asumió una serie de compromisos para modificar la situación de la población pobre del mundo hasta el presente año, es decir, 2015.

En ese documento, los representantes de todos los Estados miembros afirmaron: “No escatimaremos esfuerzos para liberar a nuestros semejantes, hombres, mujeres y niños, de las condiciones abyectas y deshumanizadoras de la pobreza extrema, a la que en la actualidad están sometidos más de 1.000 millones de seres humanos. Estamos empeñados en hacer realidad para todos ellos el derecho al desarrollo y a poner a toda la especie humana al abrigo de la necesidad”.

En vista a ello, fueron aprobados estos Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM):  1) Erradicar la pobreza extrema y el hambre, 2) Lograr la enseñanza primaria universal, 3) Promover la igualdad entre los géneros y la autonomía de la mujer, 4) Reducir la mortalidad infantil, 5) Mejorar la salud materna, 6) Combatir el VIH/SIDA, el paludismo y otras enfermedades, 7) Garantizar la sostenibilidad del medio ambiente y 8) Fomentar una alianza mundial para el desarrollo. Además, fueron definidas 21 metas y un conjunto de indicadores para medir los avances alcanzados.

A poco de cumplirse el plazo fijado para la consecución de dichos objetivos, las evaluaciones efectuadas dan cuenta de que, pese a los significativos logros registrados en algunos países –China, por ejemplo–, la situación general sigue siendo muy compleja y en muchos casos precaria, entre otras causas por la ausencia de voluntad política y la falta de financiamiento y de cooperación, razón por la que desde hace casi dos años se comenzó a plantear la formulación de una “Agenda post-2015”.

Al efecto, el Grupo de Trabajo Abierto constituido por la asamblea general de Naciones Unidas en 2013 y del que formaron parte representantes de 70 naciones (entre ellas Bolivia), elaboró una propuesta con estos Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS):

1)    Poner fin a la pobreza en todas sus formas en todo el mundo.
2)    Poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible.
3)    Garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas las edades
4)    Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la   vida para todos.
5)    Lograr la igualdad entre los géneros y el empoderamiento de todas las mujeres y niñas.
6)    Garantizar la disponibilidad de agua y su ordenación sostenible y el saneamiento para todos.
7)    Garantizar el acceso a una energía asequible, segura, sostenible y moderna para todos.
8)    Promover el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos.
9)    Construir infraestructura resiliente(*), promover la industrialización inclusiva y sostenible y fomentar la innovación.
10)    Reducir la desigualdad en y entre los países.
11)    Lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles.
12)    Garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles.
13)    Adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos.
14)    Conservar y utilizar en forma sostenible los océanos, los mares y los recursos marinos para el desarrollo sostenible.
15)    Proteger, restablecer y promover el uso sostenible de los ecosistemas terrestres, efectuar una ordenación sostenible de los bosques, luchar contra la desertificación, detener y revertir la degradación de las tierras y poner freno a la pérdida de la diversidad biológica.
16)    Promover sociedades pacíficas e inclusivas para el desarrollo sostenible, facilitar el acceso a la justicia para todos y crear instituciones eficaces, responsables e inclusivas a todos los niveles.
17)    Fortalecer los medios de ejecución y revitalizar la alianza mundial para el desarrollo sostenible

Este planteamiento, en su conjunto, es mucho más ambicioso y demandante que el de los ODM del año 2000, no solamente porque implica un mayor número de objetivos y de metas (ahora son 169), sino especialmente porque está dirigido a todas las naciones e incorpora dos temas fundamentales: la lucha contra el cambio climático y la garantía efectiva de todos los derechos y libertades, destacándose los vinculados con la información.

En términos políticos, esto significa que si la asamblea general de la ONU de septiembre venidero consigue aprobar el documento de los ODS con amplio consenso puede dar lugar a un nuevo tipo de relaciones internacionales y a un aporte significativo en la construcción democrática interna de todos sus países miembros al igual que a un posible cambio esencial en el modo en que la humanidad viene relacionándose con la naturaleza. De ahí que las deliberaciones que empiezan esta semana revistan suma relevancia.

En ese marco, el ODS número 16 que concierne a la plena vigencia de los derechos remarca en su meta número 10 que todos los Estados deben “asegurar el acceso a la información pública y proteger las libertades fundamentales en concordancia con las legislaciones nacionales y los acuerdos internacionales”.

Es en ese espíritu que se pronunció la conferencia de expertos en información celebrada en Nairobi en noviembre pasado: “El desarrollo sostenible depende de la participación informada del pueblo en los procesos de gobernanza y toma de decisiones, la cual a su turno requiere del acceso a la información y el efectivo ejercicio del derecho a la libertad de expresión, incluyendo la existencia de medios libres e independientes”. Y el propio secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, en su reciente informe sobre la agenda de desarrollo sostenible post-2015, manifestó que “la libertad de prensa, el acceso a la información y la libertad de expresión” son “facilitadores esenciales del desarrollo sostenible”.

Así, el papel de la información está nuevamente en la mesa de las preocupaciones y los debates internacionales.

Bolivia, que cuenta con una avanzada disposición constitucional en materia de reconocimiento del Derecho a la Información y la Comunicación (Cap. VII, Art. 106) aunque todavía carece de una ley de transparencia y acceso a la información pública, tendrá sin duda una valiosa oportunidad para contribuir a que se plasme en la ONU un consenso con potencialidades transformadoras. Habrá que estar expectantes.
   

(*) “Resiliente” es un neologismo que equivale a “resistencia” a la vez que a “elasticidad” de las infraestructuras.

Erick R. Torrico Villanueva es Responsable del Proyecto de Comunicación Democrática,
Fundación UNIR Bolivia

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Cultura
“En la puesta a práctica de este derecho, a partir de otras normativas concretas y algunas acciones de autoridades de Gobierno, se han registrado algunos inconvenientes”, dijo Erick Torrico.

INCIPIENTE DEBATE SOBRE EL DIC

Erick R. Torrico Villanueva

La construcción plurinacional del Estado implica el reconocimiento efectivo y común de la diversidad tanto sociopolítica como económica y cultural de todos los pueblos que habitan el territorio boliviano. Ello, para lo que acá interesa, supone el establecimiento, garantía, vigencia y ejercicio de una serie de derechos fundamentales, individuales y colectivos, como también una voluntad política y otra social que promuevan y aseguren la interrelación respetuosa, propositiva y  preferentemente orientada al bien compartido entre los diferentes grupos sociales que conforman la población general del país.

Se puede decir, en ese sentido, que el marco general para que tal proceso de reconversión estatal se produzca está trazado en la Constitución Política del Estado Plurinacional puesta en vigencia el 7 de febrero de 2009, ya que en ese documento esencial está descrita la naturaleza del nuevo Estado en edificación así como están señalados los principios y valores que deben guiarlo, además de los derechos básicos correspondientes y de los aspectos primordiales de la organización del Estado y el funcionamiento de sus órganos nacionales, subnacionales y locales.

En lo que concierne a la cuestión de la interrelación, la Constitución incorpora dos elementos de la más alta relevancia: la interculturalidad y el Derecho a la Información y la Comunicación (DIC). En el primer caso, se trata de una apuesta por superar los límites del multiculturalismo, que se quedaba en una formalidad instrumentalizadora carente de la potencia del diálogo en igualdad de condiciones y de la participación informada; en el segundo, de una ampliación inédita desde los confines de la sola libertad de expresión, por lo general reclamada apenas por los responsables y los operadores de los medios de difusión, a la concepción de un derecho integral de todas las personas.

Así, las bases requeridas están echadas, aunque resta trabajar todavía en su perfeccionamiento, como también en el desarrollo de las voluntades antes mencionadas y en el de las suficientes condiciones materiales y humanas que las pongan en servicio de la construcción estatal a que se aspira. El caso del DIC, que aquí se aborda, es ilustrativo al respecto.

El DIC, otro escenario

La constitucionalización del DIC –que en la Constitución es citado de dos modos: “el derecho a la comunicación y el derecho a la información” (Art. 106, parágrafo I) y “el derecho a la comunicación y a la información” (Art. 106, parágrafo III)– representa, sin ninguna duda, un cambio sustancial en la materia respecto de la tradicional garantía constitucional que se tenía para la libertad de expresión de toda persona (Art. 7, inciso b), que establecía el derecho “A emitir libremente sus ideas y opiniones por cualquier medio de difusión”.

La modificación registrada, producto de al menos siete propuestas que organizaciones sindicales, profesionales y académicas del ámbito de la información y la comunicación y algunas personas individuales pusieron en consideración de la Asamblea Constituyente en 2006, es  muy significativa, ya que abre la posibilidad de expandir el alcance de los contenidos de ese nuevo derecho, quedando la libertad de expresión como uno de sus componentes y no como el único y privilegiado.

En cualquier caso, y por ello se habló anteriormente de tener que perfeccionar la formulación de la norma, tanto la manera en que el DIC está referido en la Constitución     –primero como si se tratara de dos derechos y luego como si fuera uno, pero con prelación de la comunicación sobre la información¬– como la forma en que están presentados sus elementos –con claro énfasis en la labor de los medios periodísticos y en las atribuciones de sus trabajadores– requieren de una más detenida reflexión que permita delimitar con mayor precisión los contornos de este derecho al igual que hacer explícitas sus potencialidades para toda la colectividad.

Hay, pues, un nuevo escenario, mas aún falta una trama consistente y la convocatoria a todos los actores relevantes.

Más de tres años de trayecto

Con lo dicho hasta aquí, a poco más de tres años de vigencia de la nueva carta constitucional, es posible intentar traducir los rasgos principales que marcan la situación que se vive en  el país con relación al DIC: innovación normativa e importantísimo avance en la materia, insuficiente definición del nuevo derecho establecido, contradicciones y dudas en la elaboración de leyes relacionadas con el mismo, reducción del horizonte de garantías que le corresponde a la dualidad Estado-medios, cuestionamientos y resistencias de los mayoritarios medios privados, escasos conocimiento e interés de la población al respecto e incipiencia del debate público necesario.

La incorporación del DIC en la Constitución hizo avanzar la normativa nacional sobre el sector y puso a Bolivia a la vanguardia en el campo del reconocimiento de los respectivos derechos fundamentales. No obstante, no se cuenta aún con un deslinde pertinente de su área de cobertura ni con una determinación precisa de las prerrogativas que supone ni de las responsabilidades que asimismo lo conforman.

Proyectos de ley, leyes ya promulgadas y otras cuya consideración está anunciada que involucran aspectos del DIC generaron críticas e incertidumbre en particular entre organizaciones empresariales, sindicales y académicas del periodismo. Tres ejemplos paradigmáticos de esto fueron los siguientes: 1) el proyecto de la Ley contra el Racismo y toda forma de Discriminación, que finalmente fue aprobado y promulgado sin modificación alguna  y ; 2) la Ley del Régimen Electoral cuyo “régimen especial de propaganda para las elecciones judiciales”, pese a ser formalmente modificado, mantuvo restricciones contrarias al DIC ; y 3) el proyecto de Ley General de Telecomunicaciones, Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación y Servicio Postal, que en buena medida fue ajustado por la comisión parlamentaria encargada del tema luego de que recibiera diversos planteamientos de algunas organizaciones de la sociedad . Otros casos polémicos, entre proyectos y anuncios, son los de la Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública, la “Ley de Internet” y la “Ley de Medios” (que, se dice, podría sustituir a la Ley de Imprenta vigente desde 1925).

Las confrontaciones que se dieron respecto de las normas arriba indicadas acotaron el espacio posible de la discusión y lo limitaron a un desencuentro periódico entre el Estado regulador  –visto como censor por sus críticos– y los medios privados y periodistas –autoconsiderados titulares y defensores de las libertades de expresión y prensa y calificados como “adversarios políticos” por representantes del gobierno–, con lo cual la naturaleza del DIC resultó desvirtuada por incomprendida.

Ello dio lugar a una relación tensa entre las autoridades del Órgano Ejecutivo y algunas del Órgano Legislativo con los representantes de la Asociación Nacional de la Prensa, la Asociación Boliviana de Radiodifusión, la Asociación Nacional de Periodistas de Bolivia, la Asociación de Periodistas de La Paz y, en su momento, la Confederación Sindical de Trabajadores de la Prensa de Bolivia. Esa relación tuvo lapsos de clímax, sobre todo cuando las leyes señaladas estaban en tratamiento o cuando alguna autoridad gubernamental emitía cuestionamientos a la labor de medios y periodistas o anunciaba la intención de reemplazar la Ley de Imprenta, pero vivió asimismo otros de cierta “normalización” como cuando el Presidente Evo Morales volvió a hacer declaraciones en mayo de 2009 a periodistas acreditados a Palacio de Gobierno después de casi 6 meses de haberlas suspendido o cuando se reunió, en febrero de 2012, con dirigentes de los gremios mediático y periodístico para asegurarles que no habría ninguna nueva ley referida a la prensa.

Esa misma dinámica, sin embargo, obstaculizó el involucramiento de la ciudadanía en el análisis y diálogo en torno al DIC que  hasta ahora  lo entiende mayoritariamente como un asunto que sólo incumbe a políticos y periodistas. El Observatorio Nacional de Medios (ONADEM) de la Fundación UNIR Bolivia evidenció este hecho mediante tres estudios urbanos de alcance nacional: la “Agenda Ciudadana 2010 sobre el Derecho a la Información y la Comunicación” (agosto-septiembre de ese año), la encuesta nacional de “Percepciones sobre temas clave” (octubre noviembre de 2011) y la consulta ciudadana nacional “Tu palabra sobre las noticias y el DIC” (diciembre de 2012, cuyos datos finales serán publicados en breve). En todos estos casos, si bien la población en general destaca la importancia del DIC, refleja también que lo vincula casi en exclusiva al papel de los medios masivos y, en ese sentido, considera que su examen y deliberación compete únicamente a las autoridades y la gente de los medios de difusión.

La otra consecuencia de lo expuesto, que acá interesa remarcar de modo especial, es la ausencia de un debate público real respecto al DIC, pues se ha carecido de espacios, oportunidades y voluntades para tal efecto. Cuando más, los pocos foros llevados a cabo a propósito del tema o, preferentemente, de algunos de sus componentes (como la libertad de expresión, la censura o la ética periodística), han servido para visibilizar y confirmar los problemas en la difícil relación gobierno-medios privados como también para ratificar las posiciones de estos dos actores centrales en la pugna que en otros términos puede ser descrita como la reduccionista contradicción entre regulación y autorregulación del periodismo.

El debate necesario

La Fundación UNIR Bolivia, mediante el ONADEM, se ha ocupado desde fines de 2009 de producir análisis, materiales de información e investigaciones destinados a alentar la reflexión sobre el DIC y promover su conocimiento, definición, exigibilidad, garantía y ejercicio y ha hecho reiterados llamados al diálogo no sólo entre los actores más interesados sino con la más amplia participación social.

Hasta la fecha, empero, lo que ha prevalecido en esta materia es una conducta gubernamental proactiva en cuanto a creación de normas, casi sin participación, y otra de rechazo de los gremios periodísticos, casi sin propuesta. En tal cuadro de polarización, en que la ciudadanía parece desempeñar el rol de un tercero poco informado e indiferente, es obvio que no se haya podido concretar ninguna discusión razonada y plural.

Ese diálogo, que por tanto continúa como una tarea pendiente, debiera tener como condiciones la des-polarización y la des-mediatización del tema y tendría que avanzar hacia una definición integral del DIC que haga posible su efectiva puesta en vigor y su apropiación social como parte indispensable de la construcción plurinacional del Estado.

Bibliografía consultada

- Nueva Constitución Política del Estado. Edit. CJ Ibáñez. La Paz. 2009.
- FUNDACIÓN UNIR BOLIVIA. Medios a la Vista 2. Análisis sobre el Derecho a la Información y la Comunicación y el Periodismo en Bolivia 2009-2011. Impresiones Quality S.R.L. La Paz. 2011.
- FUNDACIÓN UNIR BOLIVIA. Comunicación para una ciudadanía integral a intercultural. La Paz. 2012.
- JOST, Stefan y Otros. La Constitución Política del Estado. Comentario crítico. Konrad Adenauer Stiftung. La Paz. 2003. 2ª edic.

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