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Han transcurrido 61 años desde que un grupo de estudiantes, allá en Bangladesh, se manifestara en defensa de su propia lengua, reclamando que fuera reconocida como idioma oficial. Tuvieron que morir -siempre ha de haber algunos mártires para que se acepte sus reclamos- tres de ellos, bajo las balas de la policía, para que el gobierno se diera cuenta de que estaban exigiendo un derecho propio: el derecho a que las lenguas bengalí y urdo fueran declaradas como idiomas oficiales de Pakistán. Y cuatro años más tarde, en 1956, fueron incorporadas como idioma en la Constitución Política de Pakistán…
En homenaje a aquellos tres jóvenes asesinados y a los millones de mujeres y hombres que se expresan en sus lenguas maternas, la 30ª Conferencia General de la Unesco, realizada el 17 de noviembre de 1999, declaró el 21 de febrero como Día internacional de la Lengua Materna.
Según la Unesco, desde que el ser humano empezó a hablar, unas 30.000 lenguas han desaparecido. Actualmente, de las 6.000 o 7.000 lenguas del mundo, unas 3.000 están en peligro de desaparición y todos los años, al menos 10 idiomas desaparecen.
En Bolivia, la riqueza cultural y lingüística es enorme, pero así como hay miles de ciudadanas y ciudadanos que hablan -y muchas también leen y escriben- el quechua y el aymara, otras lenguas de los 32 grupos étnicos -sobre todo de los que habitan en la Amazonía- son minoritarias y algunas están en peligro de extinción.
La Constitución Política del Estado Plurinacional reconoce a todas las lenguas como oficiales. La actual ley de educación Avelino Siñani -a pesar de las críticas y la oposición o desinterés de algunos- exige que se enseñe la lengua propia de cada región en las escuelas y colegios; en este año 2013 se ha iniciado el primer intento por partir desde el primer curso de primaria con la enseñanza de la lengua materna, además del castellano, que sigue siendo el idioma que nos facilita la comunicación entre todas y todos.
Toda iniciativa para promover la difusión de las lenguas maternas servirá no sólo para incentivar la diversidad lingüística y la educación multilingüe, sino también para crear mayor conciencia sobre las tradiciones lingüísticas y culturales del mundo e inspirar a la solidaridad basada en el entendimiento, la tolerancia y el diálogo. No se trata tan sólo de cumplir la ley de una manera formal y mecánica, sino que todas y todos: maestros, padres de familia, medios de comunicación -radio y televisión en especial- tenemos que reflexionar en este día para plantearnos cómo contribuir a que el sacrificio de aquellos jóvenes bengalíes no quede en el olvido…Hablar el idioma propio de cada uno es nuestro derecho; nuestro idioma es parte de nuestra identidad como personas, y como tal, debe ser respetado.
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