Opinion

¿Y EL PACHA KUTI?
Surazo
Juan José Toro Montoya
Miércoles, 9 Enero, 2013 - 19:06

Valorar: 
Average: 1 (2 votes)

Una de las características del idioma quechua es que una palabra puede significar varias cosas y varias palabras pueden expresar lo mismo, dependiendo de su contexto, entonación y hasta del sentimiento con el que son pronunciadas.

El Diccionario Quechua Aymara de Félix Layme Pairumani señala que Pacha kuti  (así, escrita en dos partes) no sólo significa “regreso del tiempo, cambio del tiempo” sino también “gran cambio o trastorno en el orden social o político”.
El 21 de diciembre de 2012 —el día que, según los hipocondríacos de las predicciones catastróficas, debía acabarse el mundo—, el presidente Evo Morales proclamó el Pachakuti, el fin del no tiempo y el inicio de una nueva era.
Según proclamas coincidentes de los descendientes de las culturas meso y sudamericanas, la nueva era llega aparejada de una transformación espiritual positiva que se traducirá en armonía y amor entre los seres humanos.
Con excepción de P’ata kay, que significa “vivir unidas, en buena armonía”, el quechua y el aymara no tienen una traducción para la palabra “armonía” pero sí hay varias para “amor”.

Así, amor puede ser kamachi, munay o waylluy, siempre dependiendo de cómo se usa esas palabras. Desde el punto de vista afectivo, kamachi puede ser “voluntad, amor, afición, benevolencia o afecto”, munay es “tener amor a personas o cosas” y wayllay es “amor, inclinación o afecto a la persona”.

¿A cuál de esos amores se habrá referido Evo Morales al lanzar su Pachakuti?
Quien vive fuera de Bolivia podría creer que la del presidente fue una proclama de amor, no sólo a sus hermanos indígenas y a sus gobernados sino a la humanidad en general, pero muchos de quienes vivimos en este país sentimos más bien un inocultable sentimiento de odio por parte de nuestros gobernantes.

En el caso de los periodistas, ese odio se advierte con bastante frecuencia pero pocas veces fue tan gráfico como, por ejemplo, cuando el diario La Prensa publicó el controvertido informe de los 33 camiones de contrabando y el propio Jefe de Estado espetó por ello a un periodista de ese medio, Rafael Ramírez, en una conferencia de prensa. Las fotos de aquella ingrata ocasión son de antología: Morales exhibe el periódico y mira a Ramírez con un odio tan profundo, tan grande que hasta puede advertirse en las tomas.

Algo similar ocurrió recientemente, cuando el vicepresidente Álvaro García Linera se refirió, en otra conferencia de prensa, a la labor del reconocido periodista Raúl Peñaranda, director de Página Siete. Es cierto que en esta ocasión el odio no rezumó por las fotografías pero el vice hizo pedazos la honra del periodista de una manera pocas veces escuchada.

Definitivamente, el gobierno de Evo Morales no admite opiniones en contrario, ni siquiera el interior de su propio partido. ¿Acaso no es prueba suficiente de ello lo que se hace ahora en contra de la diputada Rebeca Delgado? No. Hay poco lugar para el amor en esta administración, incluso bajo las luces del Pacha Kuti, la nueva era.
Por el contrario, hay bastante de chiqnina (discriminación, odio) y, si quieren una variante, de chiqniy (odio, antipatía y aversión hacia alguna cosa o persona).

Entonces, todavía no se puede hablar de Pacha kuti como un cambio hacia el amor o la armonía sino tal vez de una variante, el Pacha tijra, que, a tono con los escatológicos del fin del mundo, significa “cataclismo, trastorno de grandes proporciones, como un terremoto o hundimiento”.

(*) Juan José Toro es Premio Nacional en Historia del Periodismo.

www.columnistas.net