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Algo pasa con la escritura de los pueblos andinos. Por alguna razón que no alcanzo a entender, la historiografía oficial se niega a aceptar la verdad histórica de que los pueblos que habitaron estas tierras antes de la llegada de los españoles tenían un sistema de lecto-escritura que no era precisamente el del los kipus.
El primero que llegó a esa conclusión fue el antropólogo argentino Dick Edgar Ibarra Grasso. Hacia 1940, ese investigador encontró pergaminos y esculturas de arcilla que revelaban que los pueblos andinos tuvieron un código comunicacional ideográfico que se leía o decodificaba en zigzag. Por el año del descubrimiento, es fácil deducir que este no tuvo suficiente difusión porque al gobierno boliviano no le convenía que se supiera que los indios, entonces reducidos a la condición de semi-muebles o pongos, tuvieron una cultura que llegó al nivel de civilización. Lo curioso es que haya ocurrido lo mismo en 1953, cuando Ibarra publicó el resumen de sus investigaciones en una obra científica titulada “La verdadera historia de los incas”. La revolución nacional ya había triunfado, la reforma agraria estaba en marcha y —así sea teóricamente— el indio ya era reconocido como ciudadano boliviano. ¿Por qué, entonces, no se cambiaron los textos de historia para introducir la verdad histórica de que los pueblos prehispánicos tuvieron escritura?
El fin de semana recién pasado volvió a emerger el tema a raíz de una nota publicada en Los Tiempos y reproducida por el diario digital de Erbol y La Prensa. “Una escritura similar a los jeroglíficos egipcios fue la que tenían los quechuas y aymaras antes de la llegada de los españoles y una investigación arqueológica y lingüística retomada 73 años después de haberse realizado los primeros hallazgos busca informar sobre sus características”, dice la nota firmada por Gisela Alcócer.
La admisión de que los pueblos prehispánicos tuvieron escritura es un dato de suprema importancia en el estudio de ese periodo histórico ya que significaría reconocer que antes de la llegada de los españoles, e incluso en tiempos preincaicos, hubo culturas que llegaron a un grado avanzado de civilización.
Entonces, ¿cómo es que el gobierno boliviano que se autoproclama defensor de los pueblos originarios y enemigo del colonialismo no reacciona al respecto?
Ensayo esta explicación: si se admite oficialmente que las culturas prehispánicas tuvieron escritura, también tendríamos que ahondar en las razones por las que ese sistema de comunicación desapareció y no pervivió hasta nuestros días.
Además de referencias sueltas en crónicas como la de Joseph de Acosta, la explicación está en “Memorias Antiguas Historiales y Políticas del Perú”, una obra que el español Fernando de Montesinos escribió en 1644. Según esta poco conocida crónica, fue uno de los incas —el boliviano Roy Querejazu Lewis lo identifica como Tupaj Yupanki— quien, tras la conquista de los Chancas, prohibió el uso de la escritura. Para conseguir su propósito, mandó a matar a los amautas y a quienes enseñaban su decodificación.
¿Y qué buscaba tan bárbara acción? Tupaj Yupanki se percató de que la escritura podía albergar conocimiento y, como el conocimiento es poder, no le convenía que llegue a sus gobernados y mucho menos a pueblos recientemente conquistados como Chancas y Kollas.
Es más, si seguimos ahondando sobre el tema, encontraremos que otro inca, Pachakuti, el reorganizador del imperio, mandó falsificar la historia de los incas y esa historia falsa es la que llegó hasta nosotros y se enseña en las escuelas y colegios.
Imagino que al gobierno indigenista del MAS no le conviene que se sepan estas verdades y, por ello, prefiere no tocar el urticante tema de la escritura de los pueblos andinos.
(*) Juan José Toro es Premio Nacional en Historia del Periodismo.
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