Opinion

HONESTIDAD Y COLONIALISMO
Sin esclusas
Patricia Alandia
Lunes, 16 Septiembre, 2013 - 10:57

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Puesto que no suelo leer revistas abiertamente favorables a alguna opción política, me enteré indirectamente que nuestro presidente, Evo Morales, había publicado un artículo en Le Monde Diplomatique: “Secuestro de Estado y espionaje global”. Lo busqué en la Red, pero solo encontré, en algunos portales del Gobierno, una versión poco prolija en formatoPDF. Después de leerlo, basada en mi experiencia y en mi conocimiento de la variante idiolectal de Evo Morales, supuse que la versión difundida omitía alguna información sobre su autoría, así que fui a la fuente original. No había omisión; la portada del medio presenta el artículo y enfatiza: “Escribe Evo Morales”, cuyo nombre se consigna como único autor.

El artículo presenta dos fragmentos discursivos distintos, uno narrativo y otro argumentativo. El primero está marcado por la primera personaque expresa al narrador (Evo Morales)que relata los incidentes vinculados con el “secuestro” del avión presidencial; se enriquece con la inserción, entre comillas, de oracionesque reproducen las voces de algunos partícipes secundarios. El relato basado en conversaciones e interacciones personales es complejo, pues exige la transformación de discurso directo a indirecto, y con ello de todas sus marcas; tal vez, por ello, este fragmento deje deslizar algunas incoherencias temporales —se relata en presente y en pasado—, las que podrían ser intencionales, pues se nota un esfuerzo porreflejar la voz de Evo Morales, quien indudablemente es el autor, aunque de un texto construido en la oralidad.

El segundo fragmento presenta un análisis político de las relaciones de poder en el escenario internacional. No solo se configura dentro de un modo discursivo distinto, sino con un estilo idiolectal tan dramáticamente diferente que se llega a un punto de inverosimilitud. ¿Quién podría reconocer en esta secuencia la voz de Evo Morales?: "EEUU nos ha demostrado, una vez más, como signo de su decadencia y con prueba irrefutable, que su poder solo se sostiene mediante fuerzas invasoras y arquitecturas silenciosas, pero efectivas,de espionaje que generan miedo planetario”. Por sus últimas publicaciones, ni siquiera se acerca a la del Vicepresidente, quien ha construido con tenacidad una imagen de intelectual de altura inequiparable.

La imposibilidad de asociar el fragmento a Morales no está en lo que seguramente la ministra Dávila calificaría como un acto de racismo o discriminación; se trata del simple conocimiento del hablante común que es capaz de distinguir  las características discursivas de otros, al que agrego mi experiencia profesional en el campo del desarrollo de competencias textuales en educación superior, a lo largo de la cual  no he conocido un solo estudiante, aun en situación de egreso, que presente un nivel escritural similar.

Esto me lleva a preguntarme si existe una razón tan poderosa que conduzca a revelar al Presidente como una autoridad deshonesta,capaz de firmar un artículo que solo le pertenece en parte.  Pero ese no es el problema mayor, ya que, después de Chaparina, la población se ha acostumbrado a esas señales.

El problema tiene un sentido  fundamental, pues, al intentar presentar a Evo Morales con un estilo idiolectalajeno, se lo está despojando delaidentidad que le ha brindado fuerza simbólica, y se está socavando, una vez más, el discurso descolonizador, uno de los pilares de los políticas gubernamentales. Con esto se reinstala la concepción,orgullosamente expresada por García y Romero, del letrado superior, que resulta de la lógica linguoepistémica de la colonialidad, y que solo valida la escrituralidad ligada al conocimiento occidental de las élites intelectuales. En este sentido, se consolida la idea de que no caben otras formas de expresión escrituraria, y se echa por tierra los esfuerzos de reivindicación lingüística, acumulados en las últimas décadas por los pueblos indígenas.

Cada vez es más evidente que la construcción del Estado plurinacional ya no es una prioridad para el Gobierno; al fin y al cabo, la reducción de un 20% de la población autoidentificada como indígena, con respecto al 2001, para Morales, es “un dato secundario”.

La autora es docente de Lingüística de la UMSS