Ser Crítico

LA LÓGICA MILITAR DEL PODER

Consuelo Espinoza

Para nadie es desconocida la animadversión del gobierno de Evo Morales hacia los medios de comunicación independientes, en especial para el ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, quien en las últimas semanas ordenó la emisión de una costosa separata en la que otra vez acusa a la Agencia de Noticias Fides, El Deber, Página Siete y la red Erbol de formar parte del “cártel de la mentira” y se conoce que también encargó la realización de un documental bajo la misma lógica.

Y es que las constantes arremetidas del Ministro en cuestión contra medios y periodistas que asumen una actitud crítica frente al gobierno raya en la paranoia. Anteriormente, los había tildado de “bufones a sueldo”, que vivieron a “costillas del imperio norteamericano”, que buscan dañar la imagen de Evo Morales para “cobrar un plato de lentejas” a la Embajada de EE.UU.

A pesar de que la Asociación Nacional de la Prensa (ANP), la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) y el Comité de Protección de Periodistas (CPJ) manifestaron su rechazo a las acusaciones del gobierno e instaron a que cesen en sus intimidaciones, éstas no se detuvieron.

Esto nos da una idea de la importancia que tiene para el ministro Juan Ramón Quintana tener el control de los medios a partir del amedrentamiento y la asfixia económica, mediante la suspensión de la publicidad estatal, factores que seguramente bajo su lógica impedirán el ejercicio de un periodismo independiente y que además servirá como advertencia para que otros medios eviten difundir temas en contra de los intereses del gobierno.

Ya a principios de marzo, Quintana abrió la posibilidad de crear una agencia de inteligencia de protección del Estado Plurinacional para prevenir y contener “ataques alevosos” como el denunciado por el periodista Carlos Valverde y el caso Gabriela Zapata.

Además de ser anticonstitucional, porque el Estado ya cuenta con agencias de este tipo  en las Fuerzas Armadas y la Policía nacional, dicha propuesta nos demuestra la actitud abusiva, autoritaria y antidemocrática con que el Ministro intenta controlar los medios de comunicación para imponer un solo discurso.

Recordemos que en tiempos de dictadura los medios de comunicación  fueron forzados a publicar los contenidos aprobados previamente por los entes censores del gobierno. Emplearon una estrategia sistemática respecto a qué se podía publicar, cómo se podía publicar y cuándo podía publicarse.

Y es que el origen de ese autoritarismo quizá se encuentre en el pasado militar de Quintana y su paso por la Escuela de las Américas. Aunque en 1997 se retiró definitivamente del ejército con el grado de mayor, estas actitudes nos hacen suponer que sólo se despojó de su uniforme de campaña ya que aún continúa con la mentalidad castrense.

Para nadie es desconocida la antipatía que los militares sienten por los periodistas. No ven ningún papel útil para una prensa libre, una prensa que cuestione y desafíe el poder siendo profundamente hostiles a su existencia. Consideran que la prensa, así como un público informado, afectan su amor por el orden, por la reglamentación y por la obediencia inquebrantable ante la autoridad.

Los periodistas tienen como misión informar con veracidad mientras que la misión de las Fuerzas Armadas es brindar seguridad a la nación y, para esto, consideran el campo de la información como un terreno más cercano a un teatro de operaciones tácticas, donde la verdad no es un imperativo moral y, por el contrario, puede ser entendido a veces como un obstáculo a un objetivo militar.

El presidente Evo Morales declaró en más de una ocasión que en Bolivia hay una "exagerada libertad de expresión” y que los reclamos  de instituciones nacionales e internacionales de prensa son falsos. Sin embargo, en la realidad cuando los periodistas hacen uso de ese derecho constitucional para denunciar acciones irregulares que atañen al gobierno, se constituye en la visión del ministro Quintana, principalmente, en un intento de “desestabilización” o “golpe mediático”. En otras palabras, existe libertad sólo para decir ciertas cosas y no para otras.

Quintana, en su obsesión por “contener” al “enemigo”, llámese prensa independiente, a recurrido a tácticas militares como la guerra psicológica para afectar la moral y el comportamiento del “cártel de la mentira” como ha etiquetado a algunos medios que él considera adversos a las políticas estatales. Parte de este despliegue táctico es también el lanzamiento de un folleto y el anuncio de un  documental, las armas de desinformación de esa guerra psicológica.

No obstante, Quintana pasa por alto el riesgo que constituye elegir a los medios de comunicación como blanco de sus ataques, ya que la crítica a uno necesariamente involucra, envuelve o incluye a sus consumidores. Por eso es muy difícil salir bien parado de esos embates por el rechazo masivo que genera en la población.

En tiempos de turbulencia los militares siempre parecen una buena alternativa. Presentan la fachada del orden. Pero el orden en los militares, se parece a la esclavitud. Es el orden de una prisión. Y es en donde Quintana y muchos de los personeros del gobierno quisieran ver encerrados a cualquiera que se atreva a cuestionar o desafiar su autoridad. Tienen el poder para hacerlo. Y es tarea de los periodistas y de cualquier ciudadano arrebatarles ese poder mediante el ejercicio democrático de la libertad de pensamiento, de expresión y el de las urnas.

La autora es periodista y politóloga

Twitter: @consuelo4470

icono-noticia: 

LA LÓGICA MILITAR DEL PODER

Consuelo Espinoza

Para nadie es desconocida la animadversión del gobierno de Evo Morales hacia los medios de comunicación independientes, en especial para el ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, quien en las últimas semanas ordenó la emisión de una costosa separata en la que otra vez acusa a la Agencia de Noticias Fides, El Deber, Página Siete y la red Erbol de formar parte del “cártel de la mentira” y se conoce que también encargó la realización de un documental bajo la misma lógica.

Y es que las constantes arremetidas del Ministro en cuestión contra medios y periodistas que asumen una actitud crítica frente al gobierno raya en la paranoia. Anteriormente, los había tildado de “bufones a sueldo”, que vivieron a “costillas del imperio norteamericano”, que buscan dañar la imagen de Evo Morales para “cobrar un plato de lentejas” a la Embajada de EE.UU.

A pesar de que la Asociación Nacional de la Prensa (ANP), la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) y el Comité de Protección de Periodistas (CPJ) manifestaron su rechazo a las acusaciones del gobierno e instaron a que cesen en sus intimidaciones, éstas no se detuvieron.

Esto nos da una idea de la importancia que tiene para el ministro Juan Ramón Quintana tener el control de los medios a partir del amedrentamiento y la asfixia económica, mediante la suspensión de la publicidad estatal, factores que seguramente bajo su lógica impedirán el ejercicio de un periodismo independiente y que además servirá como advertencia para que otros medios eviten difundir temas en contra de los intereses del gobierno.

Ya a principios de marzo, Quintana abrió la posibilidad de crear una agencia de inteligencia de protección del Estado Plurinacional para prevenir y contener “ataques alevosos” como el denunciado por el periodista Carlos Valverde y el caso Gabriela Zapata.

Además de ser anticonstitucional, porque el Estado ya cuenta con agencias de este tipo  en las Fuerzas Armadas y la Policía nacional, dicha propuesta nos demuestra la actitud abusiva, autoritaria y antidemocrática con que el Ministro intenta controlar los medios de comunicación para imponer un solo discurso.

Recordemos que en tiempos de dictadura los medios de comunicación  fueron forzados a publicar los contenidos aprobados previamente por los entes censores del gobierno. Emplearon una estrategia sistemática respecto a qué se podía publicar, cómo se podía publicar y cuándo podía publicarse.

Y es que el origen de ese autoritarismo quizá se encuentre en el pasado militar de Quintana y su paso por la Escuela de las Américas. Aunque en 1997 se retiró definitivamente del ejército con el grado de mayor, estas actitudes nos hacen suponer que sólo se despojó de su uniforme de campaña ya que aún continúa con la mentalidad castrense.

Para nadie es desconocida la antipatía que los militares sienten por los periodistas. No ven ningún papel útil para una prensa libre, una prensa que cuestione y desafíe el poder siendo profundamente hostiles a su existencia. Consideran que la prensa, así como un público informado, afectan su amor por el orden, por la reglamentación y por la obediencia inquebrantable ante la autoridad.

Los periodistas tienen como misión informar con veracidad mientras que la misión de las Fuerzas Armadas es brindar seguridad a la nación y, para esto, consideran el campo de la información como un terreno más cercano a un teatro de operaciones tácticas, donde la verdad no es un imperativo moral y, por el contrario, puede ser entendido a veces como un obstáculo a un objetivo militar.

El presidente Evo Morales declaró en más de una ocasión que en Bolivia hay una "exagerada libertad de expresión” y que los reclamos  de instituciones nacionales e internacionales de prensa son falsos. Sin embargo, en la realidad cuando los periodistas hacen uso de ese derecho constitucional para denunciar acciones irregulares que atañen al gobierno, se constituye en la visión del ministro Quintana, principalmente, en un intento de “desestabilización” o “golpe mediático”. En otras palabras, existe libertad sólo para decir ciertas cosas y no para otras.

Quintana, en su obsesión por “contener” al “enemigo”, llámese prensa independiente, a recurrido a tácticas militares como la guerra psicológica para afectar la moral y el comportamiento del “cártel de la mentira” como ha etiquetado a algunos medios que él considera adversos a las políticas estatales. Parte de este despliegue táctico es también el lanzamiento de un folleto y el anuncio de un  documental, las armas de desinformación de esa guerra psicológica.

No obstante, Quintana pasa por alto el riesgo que constituye elegir a los medios de comunicación como blanco de sus ataques, ya que la crítica a uno necesariamente involucra, envuelve o incluye a sus consumidores. Por eso es muy difícil salir bien parado de esos embates por el rechazo masivo que genera en la población.

En tiempos de turbulencia los militares siempre parecen una buena alternativa. Presentan la fachada del orden. Pero el orden en los militares, se parece a la esclavitud. Es el orden de una prisión. Y es en donde Quintana y muchos de los personeros del gobierno quisieran ver encerrados a cualquiera que se atreva a cuestionar o desafiar su autoridad. Tienen el poder para hacerlo. Y es tarea de los periodistas y de cualquier ciudadano arrebatarles ese poder mediante el ejercicio democrático de la libertad de pensamiento, de expresión y el de las urnas.

La autora es periodista y politóloga

Twitter: @consuelo4470

icono-noticia: 

DETRÁS DE LA GUERRA EN SIRIA

Consuelo Espinoza

La guerra de Siria lleva más de cinco años y se ha cobrado la vida de más de 366.000 personas según el último informe publicado por el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos (OSDH).

El dolor que se vive en ese país mediterráneo desde marzo del 2011, cuando estalló la guerra, es incuantificable. De acuerdo a esta organización establecida en el Reino Unido, Siria ha perdido el 15% de su población y la esperanza de vida ha caído en 20 años, según cifras de Naciones Unidas. De los 75.0 años de media de esperanza de vida en 2010 se ha pasado a 55.7 años.

Un conflicto que empezó como una insurrección civil evolucionada de pequeñas protestas debido a las medidas económicas liberales adoptadas en el 2005 por el gobierno del presidente Bashar Al Asad que incrementaron las desigualdades sociales y el deterioro de las condiciones de vida de la población, además de la corrupción política y los abusos de los derechos humanos, ha terminado en un campo de batalla en el que se entrecruzan la lucha por el poder e intereses económicos, petrolíferos y geoestratégicos de los países de la región y las potencias mundiales.

Y en el medio de todo un maremágnum de grupos armados “rebeldes” de diversa índole conocidos en Occidente como la “oposición siria” y el Estado Islámico (EI, ISIS o DAESH), el grupo terrorista más poderoso de los últimos tiempos con su propio califato, un sistema de gobierno de la ideología del Islam que se extiende desde Alepo en el norte Siria hasta la provincia de Diyala en el este de Irak. 

La primera víctima

“La primera víctima cuando llega la guerra es la verdad”. Esta frase, atribuida al senador estadounidense Hiram Johnson en 1917, fue pronunciada hace casi cien años durante la Primera Guerra Mundial. Esta frase, verdadera en su tiempo y en su contexto histórico, puede aplicarse al conflicto sirio por la manipulación informativa desplegada por los medios de comunicación hegemónicos mundiales.

Desde el inicio del conflicto la prensa occidental se ha dedicado a bombardear a la ciudadanía con imágenes y noticias referidas a la situación bélica en base a cuatro ejes: la despiadada represión y matanzas del “régimen tiránico” sirio, la “resistencia” pacífica de la población a la “dictadura” de Al Assad, el papel humanitario de las potencias occidentales o “comunidad internacional” de apoyo al pueblo sirio en su lucha por la libertad y la democracia; y por último, la censura de las informaciones sobre el papel que desempeña Estados Unidos junto a sus aliados europeos, especialmente, Francia y el Reino Unido, además de Israel, Turquía, Arabia Saudita y Catar en la creación, financiamiento y apoyo militar y logístico a las bandas mercenarias autodenominadas “rebeldes”.

La ex Secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, hoy la candidata favorita para ocupar el despacho oval de la Casa Blanca, admitió en una entrevista concedida al medio digital The Atlantic en diciembre de 2014 que la milicia del ISIS o EI ha sido creada por la Casa Blanca pero que se le escapó de las manos. “Hemos fracasado en crear una guerrilla anti Assad creíble…El fracaso de este proyecto ha llevado al horror al que estamos asistiendo hoy en Irak”, confesó.

No es la primera vez que la primera potencia bélica mundial interviene en asuntos internos de otros países dejando un reguero de muerte, dolor y destrucción. Pasó con la invasión de Irak de hace 13 años con el argumento principal de la existencia de armas de destrucción masiva, denuncia masificada por los medios de comunicación occidentales, que luego se confirmó como falsa pues nunca se pudo descubrir tal armamento ni los supuestos vínculos de Sadam Hussein con la red terrorista Al Qaeda, fueron una excusa para enmascarar el asalto a las terceras reservas de petróleo convencional del mundo.

Pasó con Libia en el 2011 bajo la justificación de la intervención de EE.UU. y la OTAN para proteger a los civiles de las atrocidades que cometían las fuerzas leales al gobierno de Muammar el Gadafi, pero que en realidad enmascaraba intereses siniestros.

El artículo del New York Times titulado Hillary Clinton, “Smart Power and a Dictadors´s Fall” en su primera parte y “A New Libya, With Very Little Time Left” en su segunda parte escrito por los periodistas  Jo Becker y Scott Shane a fines del mes de febrero del 2016, dimensionan en toda su magnitud el papel de primera línea que desempeñó la ex Secretaria de Estado Hillary Clinton en fomentar el derrocamiento de Gadafi,  la destrucción de Libia y la apropiación de sus riquezas naturales.

Con el mismo guión de protección de civiles, el Consejo de Seguridad de la ONU estuvo a punto de aprobar en agosto de 2013 una resolución propuesta por el Reino Unido para intervenir militarmente en Siria ante la “evidencia innegable” de que Al Assad atacó a su población con armas químicas. Intención que no prosperó ante el veto de tal resolución por parte de Rusia y China.

Apoyo a Siria

Pero el conflicto Sirio va más allá de las legítimas protestas iniciadas en un principio por mejores condiciones de vida económicas y sociales, responde a intereses externos, petrolíferos y geoestratégicos de Estados Unidos, sobre todo, ya que la ofensiva mediante intermediarios iniciada en 2011 pretende derrocar al presidente Al Assad, “balcanizar” Siria y construir un gasoducto que atraviese ese país. Además, porque Siria es un bastión antioccidental en Oriente Medio junto a Irán que apoya la resistencia y lucha del pueblo palestino contra el régimen israelí.

En cuanto a recursos naturales, Siria nunca ha sido un gran productor de petróleo. No obstante, desde que en los años cincuenta se desarrollaron sus primeros campos, ha producido lo suficiente como para cubrir la mayor parte de sus necesidades internas y dejar un margen para exportar a un nivel modesto.

En 2014, el Estado Islámico (EI) logró hacerse con gran parte del negocio del petróleo de Siria, lo cual le ha proporcionado ingresos y combustible para llevar a cabo sus ofensivas tanto en Siria como en Irak. Sin embargo, no ha conseguido asegurarse unos precios significativos para el crudo en este último país.

Luego de más de cinco años de guerra sangrienta, el presidente Bashar Al Assad se ha mantenido en el poder, aunque ha perdido el control de grandes franjas de su país. Su poder radica en el apoyo militar, diplomático y financiero de Irán, Rusia y el movimiento libanés Hizbolá. Igual de importante para la supervivencia de Al Assad ha sido mantener el apoyo de la mayor parte de las minorías sirias y una mayoría suficiente de musulmanes sunitas.

Esto le ha ayudado a captar la lealtad de gran parte de las fuerzas armadas, otro factor crucial por lo que se ha mostrado más fuerte de lo que muchos esperaban.

“Siria ha sido víctima de una crisis artificial provocada por insurgentes armados”, aseguró al término de una discusión en la ONU el embajador sirio, Bashar Al Jaafari. El representante recalcó que Siria hace mucho que habría superado los problemas internos si el apoyo de “los jugadores externos” a los insurgentes hubiera cesado.

Al igual que en todos los conflictos armados, los medios de comunicación hegemónicos tuvieron y tienen un papel trascendental en la falsificación de la realidad para crear en la sociedad una opinión favorable a intervenciones militares por razones geopolíticas que, evidentemente, quedan ocultas en la propaganda informativa.

“Si no estás prevenido ante los medios de comunicación, te harán amar al opresor y odiar al oprimido”. Malcom X

La autora es periodista y politóloga
Twitter: @consuelo4470

icono-noticia: 

DETRÁS DE LA GUERRA EN SIRIA

Consuelo Espinoza

La guerra de Siria lleva más de cinco años y se ha cobrado la vida de más de 366.000 personas según el último informe publicado por el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos (OSDH).

El dolor que se vive en ese país mediterráneo desde marzo del 2011, cuando estalló la guerra, es incuantificable. De acuerdo a esta organización establecida en el Reino Unido, Siria ha perdido el 15% de su población y la esperanza de vida ha caído en 20 años, según cifras de Naciones Unidas. De los 75.0 años de media de esperanza de vida en 2010 se ha pasado a 55.7 años.

Un conflicto que empezó como una insurrección civil evolucionada de pequeñas protestas debido a las medidas económicas liberales adoptadas en el 2005 por el gobierno del presidente Bashar Al Asad que incrementaron las desigualdades sociales y el deterioro de las condiciones de vida de la población, además de la corrupción política y los abusos de los derechos humanos, ha terminado en un campo de batalla en el que se entrecruzan la lucha por el poder e intereses económicos, petrolíferos y geoestratégicos de los países de la región y las potencias mundiales.

Y en el medio de todo un maremágnum de grupos armados “rebeldes” de diversa índole conocidos en Occidente como la “oposición siria” y el Estado Islámico (EI, ISIS o DAESH), el grupo terrorista más poderoso de los últimos tiempos con su propio califato, un sistema de gobierno de la ideología del Islam que se extiende desde Alepo en el norte Siria hasta la provincia de Diyala en el este de Irak.  

La primera víctima

“La primera víctima cuando llega la guerra es la verdad”. Esta frase, atribuida al senador estadounidense Hiram Johnson en 1917, fue pronunciada hace casi cien años durante la Primera Guerra Mundial. Esta frase, verdadera en su tiempo y en su contexto histórico, puede aplicarse al conflicto sirio por la manipulación informativa desplegada por los medios de comunicación hegemónicos mundiales.

Desde el inicio del conflicto la prensa occidental se ha dedicado a bombardear a la ciudadanía con imágenes y noticias referidas a la situación bélica en base a cuatro ejes: la despiadada represión y matanzas del “régimen tiránico” sirio, la “resistencia” pacífica de la población a la “dictadura” de Al Assad, el papel humanitario de las potencias occidentales o “comunidad internacional” de apoyo al pueblo sirio en su lucha por la libertad y la democracia; y por último, la censura de las informaciones sobre el papel que desempeña Estados Unidos junto a sus aliados europeos, especialmente, Francia y el Reino Unido, además de Israel, Turquía, Arabia Saudita y Catar en la creación, financiamiento y apoyo militar y logístico a las bandas mercenarias autodenominadas “rebeldes”.

La ex Secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, hoy la candidata favorita para ocupar el despacho oval de la Casa Blanca, admitió en una entrevista concedida al medio digital The Atlantic en diciembre de 2014 que la milicia del ISIS o EI ha sido creada por la Casa Blanca pero que se le escapó de las manos. “Hemos fracasado en crear una guerrilla anti Assad creíble…El fracaso de este proyecto ha llevado al horror al que estamos asistiendo hoy en Irak”, confesó.

No es la primera vez que la primera potencia bélica mundial interviene en asuntos internos de otros países dejando un reguero de muerte, dolor y destrucción. Pasó con la invasión de Irak de hace 13 años con el argumento principal de la existencia de armas de destrucción masiva, denuncia masificada por los medios de comunicación occidentales, que luego se confirmó como falsa pues nunca se pudo descubrir tal armamento ni los supuestos vínculos de Sadam Hussein con la red terrorista Al Qaeda, fueron una excusa para enmascarar el asalto a las terceras reservas de petróleo convencional del mundo.

Pasó con Libia en el 2011 bajo la justificación de la intervención de EE.UU. y la OTAN para proteger a los civiles de las atrocidades que cometían las fuerzas leales al gobierno de Muammar el Gadafi, pero que en realidad enmascaraba intereses siniestros.

El artículo del New York Times titulado Hillary Clinton, “Smart Power and a Dictadors´s Fall” en su primera parte y “A New Libya, With Very Little Time Left” en su segunda parte escrito por los periodistas  Jo Becker y Scott Shane a fines del mes de febrero del 2016, dimensionan en toda su magnitud el papel de primera línea que desempeñó la ex Secretaria de Estado Hillary Clinton en fomentar el derrocamiento de Gadafi,  la destrucción de Libia y la apropiación de sus riquezas naturales.

Con el mismo guión de protección de civiles, el Consejo de Seguridad de la ONU estuvo a punto de aprobar en agosto de 2013 una resolución propuesta por el Reino Unido para intervenir militarmente en Siria ante la “evidencia innegable” de que Al Assad atacó a su población con armas químicas. Intención que no prosperó ante el veto de tal resolución por parte de Rusia y China.

Apoyo a Siria

Pero el conflicto Sirio va más allá de las legítimas protestas iniciadas en un principio por mejores condiciones de vida económicas y sociales, responde a intereses externos, petrolíferos y geoestratégicos de Estados Unidos, sobre todo, ya que la ofensiva mediante intermediarios iniciada en 2011 pretende derrocar al presidente Al Assad, “balcanizar” Siria y construir un gasoducto que atraviese ese país. Además, porque Siria es un bastión antioccidental en Oriente Medio junto a Irán que apoya la resistencia y lucha del pueblo palestino contra el régimen israelí.

En cuanto a recursos naturales, Siria nunca ha sido un gran productor de petróleo. No obstante, desde que en los años cincuenta se desarrollaron sus primeros campos, ha producido lo suficiente como para cubrir la mayor parte de sus necesidades internas y dejar un margen para exportar a un nivel modesto.

En 2014, el Estado Islámico (EI) logró hacerse con gran parte del negocio del petróleo de Siria, lo cual le ha proporcionado ingresos y combustible para llevar a cabo sus ofensivas tanto en Siria como en Irak. Sin embargo, no ha conseguido asegurarse unos precios significativos para el crudo en este último país.

Luego de más de cinco años de guerra sangrienta, el presidente Bashar Al Assad se ha mantenido en el poder, aunque ha perdido el control de grandes franjas de su país. Su poder radica en el apoyo militar, diplomático y financiero de Irán, Rusia y el movimiento libanés Hizbolá. Igual de importante para la supervivencia de Al Assad ha sido mantener el apoyo de la mayor parte de las minorías sirias y una mayoría suficiente de musulmanes sunitas.

Esto le ha ayudado a captar la lealtad de gran parte de las fuerzas armadas, otro factor crucial por lo que se ha mostrado más fuerte de lo que muchos esperaban.

“Siria ha sido víctima de una crisis artificial provocada por insurgentes armados”, aseguró al término de una discusión en la ONU el embajador sirio, Bashar Al Jaafari. El representante recalcó que Siria hace mucho que habría superado los problemas internos si el apoyo de “los jugadores externos” a los insurgentes hubiera cesado.

Al igual que en todos los conflictos armados, los medios de comunicación hegemónicos tuvieron y tienen un papel trascendental en la falsificación de la realidad para crear en la sociedad una opinión favorable a intervenciones militares por razones geopolíticas que, evidentemente, quedan ocultas en la propaganda informativa.

 

“Si no estás prevenido ante los medios de comunicación, te harán amar al opresor y odiar al oprimido”. Malcom X

La autora es periodista y politóloga

Twitter: @consuelo4470

icono-noticia: 

LA ENFERMEDAD DEL PODER

Consuelo Espinoza

Cualquier persona que está en el ejercicio del poder puede padecer del síndrome de Hubris.

La palabra “hubris” proviene del griego “hybris”, que significa excesivo orgullo o arrogancia. El síndrome hace que la personatome decisiones erróneas porque pierde la perspectiva de la realidad total y ve sólo lo que quiere ver. 

Ejemplos de hubris en la mitología incluyen a Ícaro, que se atrevió a desafiar al sol volando directamente hacia él, y al rey persa Jerjes, que ordenó azotar al mar porque una tormenta destruyó sus buques. 

Ahora bien, ¿Se puede identificar a alguien que desarrolla este curioso síndrome? En mayo de 2008, el político y médico británico Lord David Owen publicó “En el poder y en la enfermedad: enfermedades de jefes de Estado y de Gobierno en los últimos cien años”. En su obra, Owen explica que a muchos jefes de Estado la experiencia del poder les provoca cambios psicológicos que los conducen a la grandiosidad, al narcisismo y al comportamiento irresponsable.

Cita a George W. Bush, Hugo Chávez, Cristina Fernández, José María Aznar, Adolfo Hitler, Margaret Tatcher y Tony Blair como algunos de los políticos que padecieron del síndrome.

El ex canciller, economista y politólogo boliviano Agustín Saavedra Weise escribió en septiembre de 2012 un artículo al respecto en el que señala que al afectado lo intoxica el poder, sufre de una escalada de temores y susceptibilidades que afectan hasta su propio juicio y termina creyéndose perseguido, imagina conspiraciones por doquier o cree ser alguien muy superioral que nadie entiende por no estar a su altura. 

El afectado de turnoque presenta el síndrome de Hubris, prosigue Saavedra Weise, puede ser demócrata, dictador o profeta, pero será siempre alguien lleno de orgullo, con un insoportable complejo de superioridad sobre los demás y con recelos hacia todos y de todos. Como además cada poderoso termina creando (o se lo crean) su propio círculo áulico, tendrá una corte de adulones que con sus serviles conductas agigantará aún más el síndrome hasta que el enfermo termina creyéndose insustituible, único y predestinado.

¿Y qué pasa en el ámbito nacional? La historia reciente, concretamente, los últimos diez años de gobierno del MAS pudimos ser testigos de personajes políticos que se enmarcarían dentro los criterios de quienes padecen de este síndrome y que rinden culto a la personalidaddel Presidente Evo Morales.

Uno de ellos esel Vicepresidente Álvaro García Linera. El 25 de noviembre de 2015, durante la inauguración de la unidad educativa Viliroco enel municipio de Viacha, lanzó un discurso apocalíptico en el que advirtió: “El presidente Evo, si tiene apoyo, construye colegios; si no tiene apoyo, regresarán los gringos, regresarán los vendepatrias, regresarán los asesinos y a las wawas les van a quitar todo y no habrá destino y va a haber llanto, y el sol se va a esconder y la luna se va escapar, y todo va a ser tristeza para nosotros, no se olviden”, en referencia al referéndum constitucional celebrado el 21 de febrero cuyo resultado fuela victoria del No a la reelección de Evo Morales para un cuarto mandato constitucional con el 51.3% de los votos. 

Aunque al parecer a los únicos a los que el sol se les escondió por los resultados adversos fueron a los del MAS, no deja de llamar la atención este tipo de discurso glorificante y de exaltación hacia el caudillo.

Otro ejemplo es el de la presidenta de la Cámara de Diputados, Gabriela Montaño, quien en un discurso en ocasión del congreso departamental de mujeres campesinas del trópico de Cochabamba realizado el 18 de junio pasado afirmó: “Evo Morales es como el zumo de nuestra revolución (…) Evo Morales nace cada 100, cada 150 años en un país”.

Después, Montaño agregó en un par de tuits que Morales es parte sustancial del proceso revolucionario, no “sumo” como se interpretó en un principio que significa “supremo, altísimo o que no tiene superior”, según la Real Academia Española (RAE).

Otro caso es el del alcalde de Villa Tunari, Cochabamba, Asterio Romero, quien manifestó en la sesión de honor del Concejo de ese municipio: “El presidente Evo es mandado por Dios y, como Dios (lo) mandó a esta Tierra para gobernar, para cambiar, para fortalecer esencialmente en temas políticos o políticas de Estado, yo entiendo (que) se va a quedar con nosotros definitivamente”. 

Más recientemente, el ministro de Hidrocarburos, Luis Alberto Sánchez, expresó su deseo de que Morales se quede en el poder hasta el 2030, porque a su juicio, es más que el jugador de fútbol argentino Lionel Messi. “Que siga el proceso de cambio, que el presidente Morales es mucho más que Messi y tiene que estar no solamente hasta el ‘25, sino hasta el ‘30. Así que nos tiene que acompañar por mucho tiempo”, enfatizó durante un acto en el trópico de Cochabamba. 

La exagerada presencia de imágenes, fotografías, designación de escuelas, calles, campos deportivos, edificios públicos y mercados con el nombre de Evo Morales es otra de las características de quienes rinden culto a la personalidad del líder. 

Estas manifestaciones públicasde elevar al líder a una posición casi sagrada, incuestionable e infalible, en cuanto a todo lo que dice y hace obvian que a quien rinden culto no es un dios, es un ser humano, con imperfecciones humanas, por lo cual es falible, puede errar, equivocarse. 

Según David Owen, la única manera en que el poderoso pueda “curarse”contra el hubris, es que simplemente pierda su poder. 

En la mitología griega, el afectado por la desmesura del poder siempre terminaba frente a Némesis, la diosa de la venganza y la justicia, encargada de terminar con la dolencia del poderoso, pero al precio de destruir también a la persona en el proceso.  

@consuelo4470

icono-noticia: 

EL IMAGINARIO GOLPE DE ESTADO

Consuelo Espinoza

Según el diccionario de política de Norberto Bobbio, Nicola Matteucci y Gianfranco Pasquino un golpe de Estado es la toma del poder político por titulares de uno de los sectores claves de la burocracia estatal.
En la década de los 60 y 70 del siglo pasado, principalmente,la forma más corriente del derrocamiento del poder político legítimamente constituido estaba a cargo de jefes militares quienes instauraron la represión política y el terrorismo de Estado para sustentar sus gobiernos de facto.
Esta definición viene a propósito de la denuncia que hizo el Primer Mandatario Evo Morales contra los cooperativistas mineros a quienes señaló como los autores de un golpe de Estado. “Esto es algo preparado, planificado (…) dirigentes que estaban escapando al exterior han sido detenidos (…) estaban preparados para estar (en el lugar de los bloqueos) por semanas, esto es para tumbar gobiernos; por tanto, era un golpe de Estado”, afirmó en una conferencia de prensa.
“Para derrocar al Gobierno” es lo que literalmente señalarían documentos secuestrados por la fiscalía de La Paz durante un allanamiento realizado a las oficinas de Fencomin y Fedecominun día después de los luctuosos hechos en los que se enfrentaron cooperativistas y policías cuyo resultado fuede tres mineros muertos por impactos de bala y la tortura y asesinato del ex viceministro Rodolfo Illanes.
“Era un movimiento de desestabilización política que buscaba muchas bajas”, “Este movimiento se planificaba desde abril (…)”, aseveró por su parte el ministro de Gobierno, Carlos Romero.
Otorgándole el beneficio de la duda al Gobierno y suponiendo que, efectivamente, se trató de una intentona golpista, dichas declaraciones no hacen más que plantearnos las siguientes preguntas: ¿Cómo es que el Gobierno no logró detectar con anticipación el plan golpista si ya desde abril los cooperativistas venían preparando el escenario de confrontación? ¿acaso el secuestro y tortura de 47 policías más de dos semanas antes no fue una alerta? ¿Acaso no le inquietó al Gobierno que los cuentapropistas desafíen su autoridad dándole un ultimátum para que libere a 10 de sus compañeros detenidos preventivamente en San Pedro y luego calificando la aprobación de la reforma minera como una declaración de guerra?
Y tal vez las interrogantes más sobresalientes sean:¿por qué permitieron que el ex viceministro Rodolfo Illanes vaya solo aPanduro a intentar entablar el diálogo con todas estas señales de alarma?¿por qué si Illanes, una vez secuestrado el jueves 25,llamó en tres oportunidades al Ministerio de Gobierno implorando ayuda no priorizaron su rescate? ¿por qué el ministro de la Presidencia Juan Ramón Quintana seguía esperando el diálogo hasta el viernes 26 cuando Illanes fue amenazado con ser descuartizado? ¿por qué las autoridades desestimaron tales amenazas?
Para sustentar su hipótesis del golpe de Estado, el ministro Romero afirmó que los cooperativistas mineros desde hace algún tiempo, sin especificar fechas, venían acopiando y preparando material explosivo cuya intencionalidad era causar lesiones graves, gravísimas y quitar la vida de las personas. Asimismo, denunció que el 24 de agosto cuatro miembros de la Cooperativa Minera Estrella del Sur de Potosí fueron aprehendidos con una alta cantidad de dinero en dólares y bolivianos y pidió a la policía se establezca el origen del financiamientopara la movilización y logística de los mineros, su alimentación y la dotación de dinamita. Y las interrogantes continúan ¿por qué recién después del asesinato de Illanes el Gobierno denuncia el plan golpista?
Por el desarrollo de los acontecimientos uno no puede sino dudar que en los hechos no se trató de un golpe de Estado como afirma el Gobierno,del intento de derrocamiento de Evo Morales como Primer Mandatario legítimamente electo mediante el voto popular.
Los mineros cooperativistas no buscaron hacerse del poder político y la conducción del Estado, sino que el Gobiernoceda, mediante la vocación de violencia, ante sus exigencias para obtener mayores beneficios económicos.
Aunque forman parte del Pacto de Unidad que lleva adelante el Proceso de Cambio, los cooperativistas mineros hace mucho que dejaron atrás sus convicciones político-ideológicas, si es que alguna vez las tuvieron, para convertirse en un grupo oligárquico centradoen amasar mayor poder económico y político sin importar sicon ello vulneran la Constitución Política del Estado.
Para concluir, me asalta una última duda ¿Cuál es la responsabilidad del Gobierno en todos estos acontecimientos? Una pregunta que quizá nunca tenga respuesta porque para ello sería necesaria la autocrítica.

icono-noticia: 

Páginas