Opinion

REDISTRIBUCIÓN DE ESCAÑOS,SÓLO ESCARAMUZAS
Punto de Re-flexión
Omar Qamasa Guzman Boutier
Jueves, 15 Mayo, 2014 - 11:11

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La amenaza del pro-oficialista órgano electoral, de diseñar un mapa electoral de acuerdo al gusto y las necesidades del gobernante Movimiento al Socialismo (MAS) y las protestas de los partidos de oposición, a pesar de los grandes espacios que llenaron en los Medios, solamente han constituido escaramuzas, de algo que de forma condescendiente podría llamarse “debate”. Tanto la intención del (abiertamente parcializado con el oficialismo) órgano electoral, como el posterior retroceso de tal intención, sin embargo, muestran algunos elementos más de fondo. Damos por descontado la intención del órgano electoral de beneficiar a sus patrones (es decir al MAS), con el diseño de un nuevo mapa electoral, a título de realizar tal propósito, bajo argumentos “técnicos”. Mucho más si se tiene en cuenta la coyuntura política nacional que preanuncia el debacle electoral de Evo Morales y su partido.

En realidad, la tramoya viene de lejos, al menos de la realización del último censo nacional de población y vivienda.

Como se recordará, aquél censo fue cuestionado precisamente con argumentos técnicos e incluso no pocos observaron la intención de, en base a dicho censo trucho, dibujar la nueva distribución de los escaños parlamentarios; tal cual fue efectivamente la última intención del órgano electoral. En este sentido, bien puede decirse que la maquinaria masista, por medio de la administración estatal, buscó ya con aquél censo nacional, distorsionar la realidad política boliviana; algo que al menos por el momento, ha quedado parcialmente obstruido. Está claro que en esta materia no preocupa los manotazos de ahogado del MAS, sino los efectos que ello tiene, sobre la institucionalidad estatal. En este orden, lo primero que puede decirse, es que las instituciones estatales se han visto rápidamente empujadas hacia conversión de simples oficinas partidarias. Desde el punto de vista estatal, ello significa que las instituciones del Estado no representan prenda de confianza para la población (el INE y aquél mamarracho llamado censo nacional ejemplifican ello) y por lo tanto, tienen poca utilidad, para abordar el debate política, en base a la información técnica que tales instituciones podrían proporcionar. En temas tales como el de la política salarial, del pacto fiscal o del mapa electoral, efectivamente aquella información no ha servido de mucho, durante los debates.

Así las cosas y a pesar de todos los esfuerzos del órgano electoral en favorecer al MAS, las cosas parecen no andar como se quiere. Y es que, junto al debilitamiento de las instituciones estatales y su inutilidad en el debate político entre la sociedad y los eventuales administradores del Estado, lo que destaca es el derrumbe del propio proyecto del MAS. En el fondo, todo este proyecto consistió en asumir el gobierno, para servir de manera más solícita que las anteriores administraciones, al capital. La presencia de las empresas transnacionales en el área de los hidrocarburos y la reticencia de introducir el control estatal en la actividad minera, son tan claros que nadie puede pensar en que el gobierno desarrolle en estas áreas, políticas realmente soberanas, nacionalmente hablando.

A pesar de ello, sin embargo, para algunos hombres del gobierno, estaríamos nada menos que en una fase de transición hacia una economía socialista. Aunque parezca increíble, tonterías de este calibre se han escuchado en la disertación de AlvaroGarcia Linera en Francia, ante un auditorio conformado por miembros del Partido Comunista de aquél país. No son fenómenos novedosos, éstos, porque como se recordará hubo un periodista de la “izquierda nacional” (que tiempo después devino en ministro de Hidrocarburos durante el primer gabinete de Evo Morales) que, ante el narco-golpe del 17 de julio de 1980, creyó descubrir pulsiones anti-imperialista en los narco generales y no tuvo en menos empacho en proclamarse su apoyo. Lo cierto es que Evo Morales y los suyos conforman un gobierno funcional y de gran utilidad para engatusar a incautos, en beneficio de las grandes empresas transnacionales. Si por algo están preocupados los masistas, es por el rápido desgaste que han experimentado y por la pérdida de atractivo que ello conlleva, para el capital.

En materia democrática, lo que las oscuras intenciones del órgano electoral han mostrado, es la necesidad, pese a todo, de rediscutir la temática democrática y su concretización en un ordenamiento nacional-estatal. Se ha insistido mucho, desde la sociología crítica de vertiente zavaletiana, respecto a la importancia del carácter abigarrado de la formación social boliviana, para el diseño de tal ordenamiento e incluso se ha añadido al aporte de Zavaleta, los efectos que la denominada “falla estructural” en el ordenamiento político institucional boliviano ocasiona. En todos los casos se ha cuestionado la simplificación, que en base a la teoría tradicional de la democracia representativa, conlleva la conversión de la voluntad política en órganos representativos. Como se sabe, para esta perspectiva teórica únicamente importan las variables poblacional y territorial, al momento de abordar aquella conversión. El constante déficit de representatividad que se ha observado en la democracia representativa boliviana, simplemente no es materia de debate, para esta corriente.

Por ello, desde una postura más culturalista y aún en los marcos de las teorías de la democracia liberal (para sorpresa de muchos), se ha valorizado el elemento cultural, como una nueva variable a ser considerada junto a las dos anteriores, en el momento del diseño de la ingeniería democrática institucional. Precisamente este elemento, el cultural, se  ha mostrado a pesar de su distorsión, en la polémica última, con respecto al nuevo mapa electoral. Pero, no se diga que se trata de una particularidad boliviana que no puede permitirnos participar en el debate de la democracia, en un nivel de mayor generalidad, es decir, de mayor abstracción. Porque, como dijimos, subyace en todo ello, la crisis de representatividad de los órganos “representativos” surgidos por medio del acto electoral, únicamente basados en las variables de territorio y población.

Es precisamente la crisis de representatividad de los sistemas democráticos representativos, lo que hoy por hoy recorre virtualmente todo el mundo y nueve a las sociedad en constantes manifestaciones de disconformidad con sus sistemas políticos democráticos. A partid de esta generalidad (la crisis de representación), puede abordarse en el caso concreto boliviano, la discusión del tema, en base a la introducción de la variable cultural. Esta forma de abordar el problema sería nuestra particularidad, para referirnos a un tema general de la democracia, universal si se quiere. Tanto la intentona del órgano electoral de servir de mejor manera al MAS, como el retroceso de ello, muestran pues que, como espada de Damocles, el tema pende sobre la democracia boliviana.