Opinion

EL FANTASMA DEL TIPNIS
Punto de Re-flexión
Omar Qamasa Guzman Boutier
Domingo, 30 Marzo, 2014 - 19:28

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El posicionamiento de los indígenas del Territorio Indígena del Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS), notoriamente al menos desde el año 2010, se ha constituido con el correr del tiempo en un verdadero fantasma para el partido de traidores e impostores, el gobernante Movimiento al Socialismo (MAS). Recordemos que el 21 de junio del 2010, al mismo tiempo en que los levantamanos en el  parlamento trataban las primeras cinco leyes estructurales del Estado, la Central Indígena del Oriente boliviano (CIDOB), inició la VII marcha, denominada “Por la defensa del territorio, la autonomía y los derechos de los pueblos indígenas”, desde las tierras bajas. La movilización estaba relacionada, precisamente con algo de los contenidos de aquellas cinco leyes. Tal es así que las demandas de los marchistas, en aquel entonces, estuvieron referidas al saneamiento de tierras, al derecho a la consulta la autonomía indígena y a las circunscripciones indígenas. Aunque esta marcha no tuvo mayor impacto en el ánimo de la mayoría parlamentaria de levantamanos masistas (porque al final, por ejemplo, la de Régimen Electoral redujo a 7 las circunscripciones indígenas, de las inicialmente 14 propuestas), sirvió como antecedente para la VIII marcha indígena.

En efecto, a inicios del segundo semestre del 2011, en rechazo a la construcción de la carretera por medio del corazón del TIPNIS, indígenas de tierras bajas, de tierras altas (agrupados estos últimos en el Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qulasuyu –CONAMAQ), sectores sociales urbanos y disidentes del MAS, protagonizaron sendos actos de protestas. La VIII marcha indígena, en defensa del TIPNIS, levantó un sorprendente masivo apoyo a nivel nacional, que sorprendió a Evo Morales y sus muchachos; éstos, en las puertas de la desesperación, ordenaron a la policía boliviana, a arremeter con saña en contra de la marcha indígena (hecho ocurrido en septiembre del 2011, en la localidad beniana de Chaparina). A partir de ahí los males para el gobierno se precipitaron en cadena. Primero renunció una ministra (la de la cartera de Defensa) por la violenta represión gubernamental, luego, desde el Palacio de Gobierno y a fin de borrar las huellas inconfundibles de la responsabilidad gubernamental en la represión, se tramó la “fuga dorada” del ministro de Gobierno, responsable de la represión, Sacha Llorenti y finalmente, Evo Morales, dando muestras de su cobardía civil, declaró ante una cadena internacional de televisión (la CNN), que en realidad su gobierno no tenía nada que ver en la represión, porque se había roto la cadena de mando, en la arremetida policial en Chaparina.

Como se recuerda, la represión de entonces, avivó más los ánimos de la protesta ciudadana y obligaron al gobierno a sancionar una ley declarando la intangibilidad del TIPNIS. Sin embargo y como ocurre en hombres miserables y sin palabra y menos principios, al poco tiempo de sancionada aquella ley, Morales y compañía descocieron la misma y anunciaron la realización de una consulta, para definir la construcción de la carretera por el TIPNIS. El acto no fue sino otra muestra de la prebenda, la corrupción y el matonaje del MAS que la opinión pública nacional restó toda credibilidad a los resultados que luego presentaron personeros de gobierno. 

Tuvieron que pasar casi tres años para que organismos internacionales se hicieran eco del escándalo. Así, a principios de marzo de este año un alto funcionario de la oficina de las Naciones Unidas para los pueblos indígenas, sugirió al gobierno “revisar” aquella consulta. La noticia, claro, apenas tuvo el eco de un día en la mayoría de los Medios de (des)información nacional y controlados por el MAS. No hay duda, sin embargo de ese silenciamiento impuesto por los Medios, que con la postura asumida por aquella oficina de las NNUU los problemas para el gobierno, en el tema TIPNIS, crecen aún más. Los efectos de ello, en la política interna del país, por ahora probablemente no sean muy perceptibles, pero sí podemos adelantar algunos efectos externos.

En primer lugar queda claro que en los organismos internacionales Evo Morales aparece como la mejor expresión del anti-indigenismo mestizo. La impostura de presentarse como representante de los pueblos indígenas queda al descubierto, incluso ante organismos dispuestos a secundar aquel engaño. Además, segundo, se desnuda como un violador a los derechos constitucionales (entre ellos, el derecho a la consulta a los pueblos indígenas, bajo sus propias normas) y a los Derechos Humanos. Tercero, como el mejor aliado de los depredadores de los recursos naturales, ya que al partir el TIPNIS el dos no sólo se ampliaría burdamente la frontera de la coca ilegal, sino se materializaría un viejo sueño de las empresas petroleras transnacionales (al reconocido en el gobierno boliviano, como beneficioso) y cuarto, finalmente, Morales se muestra como una simple demagogo que, a la luz de la última consideración, difunde en el exterior, de boca para afuera, la defensa de la madre tierra, mientras en el país está dispuesto a no dejar recurso natural en pie.

Vistos estos elementos, resultan inútiles los intentos de tantísimos escribanos del gobierno. Hombres de poca importancia, a no ser por el momentáneo uso de Medios, por los cuales amplían las alabanzas a Morales, al MAS y al Estado “Plurinacional”. No tuvieran ninguna importancia, en este orden, nombres como los de Pablo Stefanoni (periodista argentino responsable de Le Monde Diplomatique – Bolivia), Eusebio Gironda (abogado, proveniente del Partido Comunista – Marxista Leninista pro-Chino y exministro durante algún gobierno “neoliberal”) o incluso Raúl Prada (experto en encubrir sus insolvencias teóricas en base a vacíos juegos de palabra y hoy enemistado con el gobierno, aunque constituyente por el MAS, gracias al dedo de Evo Morales). Si de algo ha servido la tinta vertida por estos escribanos, es a lo sumo para dejar testimonio lamentable de un servilismo casi sin límites de los “pensantes” en este país.