Opinion

AVIÓN PRESIDENCIAL Y CONFLICTO DIPLOMÁTICO
Punto de Re-flexión
Omar Qamasa Guzman Boutier
Jueves, 11 Julio, 2013 - 19:57

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El incidente ocurrido en Europa, con el avión presidencial de Bolivia, el pasado 2 de julio, ha traído consigo consecuencias diplomáticas de escala mundial, insospechadas para los centros de poder mundial. Conviene volver a la reflexión del tema, apoyándonos en tres referencias: el comportamiento de los países del continente, el debate en los foros internacionales y las perspectivas de la problemática. Lo que con ello pretendemos es redimensionar las -según nuestra visión- causas que subyacen en el fondo de los hechos.

Dos pronunciamientos de condena a lo que se ha considerado un atropello a la investidura de un presidente, marcan la tónica del comportamiento de los países de nuestro continente. Más allá de las diferencias entre estos países, el dato concreto es que hasta el presente se ha presentado un bloque común, en relación a la prohibición de sobre vuelo de los espacios de Francia, Italia, Espana y Portugal, al avión presidencial de Bolivia, cuando éste retornaba al país luego de su participación en una cumbre de países productores de gas, realizado en Moscú (Rusia). El primer pronunciamiento provino de UNASUR y fue emitido el jueves 4 de julio, luego de una reunión de emergencia realizada en Cochabamba (Bolivia), mientras que la segunda Declaración salió de la Asamblea extraordinaria de la OEA, cumplida el pasado martes 9.

Puede decirse que se trata de una diferencia cualitativa, entre uno y otro pronunciamiento, principalmente porque abarca -el segundo- a países de todo el hemisferio y porque en las deliberaciones se encontraban presentes, en calidad de observadores (con derecho al uso de la palabra), embajadores de los cuatro países europeos involucrados. Ambos pronunciamientos, en líneas generales, exigen que los cuatro países europeos presenten explicaciones de la prohibición de sobrevuelo al avión presidencial boliviana y al mismo tiempo presenten sus disculpas al país, por ese hecho. Conviene tener presente estos contenidos, porque se entiende que se trató no únicamente de la solidaridad con un presidente o con un país (para el caso Bolivia), sino de la condena a la violación de todas las normas internacionales de convivencia pacífica. En la lectura de los países latinoamericanos, el atropello y la violación consiguiente a todos los convenios internacionales, es un hecho de suma gravedad ya que retrotrae a las relaciones internacionales a los tiempos del imperio de la fuerza y de la ausencia de normas. Probablemente por una lectura similar, entre otras consideraciones, se han pronunciado, en el interín entre una y otra reunión, otros bloques y países extracontinentales, en similares términos. El asunto es comprendido, pues, por la comunidad internacional como un hecho que rebasa los intereses sólo de un país y de un continente; para el caso América Latina y abarca al interés de la comunidad internacional toda, interesada en mantener relaciones internacionales en base al respeto de los convenios y las normas que la rigen.

Por ello el debate ha sido, en ambos encuentros (el de UNASUR y el de la OEA) un debate en torno a las relaciones internacionales bajo la lógica de la dependencia de los centros mundiales en un caso o en otro, bajo la lógica de la soberanía nacional. Más de la confrontación puntual de las informaciones respecto al hecho, de las “aclaraciones” y de los desmentidos, lo importante es observar el debate implícito que se mueve tras el hecho. Desde ya, la reticencia de los países europeos en presentar aclaraciones y disculpas, nos lleva a dos consideraciones. Primero, que cualquier aclaración no puede prescindir del señalamiento de la fuente de donde partieran las órdenes, para que esos cuatro gobiernos actuaran al unísona y segundo, toda disculpa es el reconocimiento de la responsabilidad en la violación a las convenciones internacionales. Ambos elementos, a no dudar, desnudarán los fuertes lazos de dependencia que hoy por hoy, sufre Europa con respecto a Estados Unidos (EEUU), razón por la cual aquellos gobiernos actúan en tanto serviles y a espaldas de toda consideración por el respecto a las normas.

En consecuencia, el debate involucra, pues, la consideración de la relación de dependencia y el ejercicio soberano de los gobiernos. Sucede, pero, que en esta relación, se encuentran al menos tres actores en este hecho: EEUU en tanto potencia mundial, Latinoamérica espacio en el que, grosso modo, se debilitan los lazos de dependencia y Europa, espacio en el que, al contrario, se presentan y afianzan aquellos lazos. Por otro lado, pero, el incidente también sirvió para mostrar ante el mundo que las élites gobernantes en el viejo continente, no han asumido del todo su nuevo papel de serviles con respecto a EEUU porque tratan de comportarse con el continente como si aún fueran potencias soberanas. Esta ceguera, está empujando la consideración del hecho, a foros de carácter mundial, como las Naciones Unidas u otros. Con ello, a la vez, el enredo en el que se involucran aquellos cuatro países de Europa, amenaza también en manchar a su amo, es decira EEUU; cuya participación en el incidente es inocultable.

Así las cosas, puede sacarse algunas posibilidades de evolución del problema. En perspectiva, lo que quedará, es la huella del impasse, en las relaciones entre nuestros países y el “viejo continente”, particularmente los cuatro países. Está claro que no porque todos los países latinoamericanos acompañen una postura crítica por el hecho, sino por interés propio. Este elemento (que parece incomprensible para algunos “analistas” políticos, dados también, ocasionalmente, de conductores de programas televisivos y publicistas de una marca de café) en definitiva fortalecer precisamente una postura crítica del continente, con respecto a Europa y EEUU. No puede olvidarse que colateralmente al incidente con el avión presidencial boliviano, se encuentran las revelaciones del ex-agente norteamericano de inteligencia, Edward Snowden. Espionaje masivo, atropello a las normas de convivencia pacífica, aterran a todos y por más cercano que, por ejemplo, el gobierno colombiano o el gobierno mexicano se encuentran en relación a las políticas comerciales y económicas norteamericanas, les ha llevado a “pedir explicaciones” al país del norte.

Por tanto, la evolución de los hechos todavía nos mostrará nuevos espacios, en los que la opinión pública mundial podrá observar el debate en curso. En este sentidonadie que se asuma de “analista” medianamente serio, puede pensar que la evolución vaya por los cauces del cierre de las embajadas de esos cuatro países. Está claro que tal cierre y eventualmente también el de la embajada de los EEUU, han pasado hoy por hoy a segundo plano. En el marco de una estrategia de alcanza internacional y en base al acompañamiento continental expresado en las resoluciones de UNASUR y de la OEA, es francamente infantil reducir la reflexión al cierre o no cierre de embajadas.