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La anterior semana, un Medio dio a conocer los resultados de una encuesta, referida a la aprobación o desaprobación de la gestión gubernamental y a la preferencia electoral, con miras a las elecciones generales de octubre próximo. De acuerdo a los resultados, cerca del 60% de los encuestados aprobarían la gestión gubernamental; en relación a la preferencia electoral, sin embargo, solamente alrededor del 48 % estaría dispuesto a votar por el actual gobierno, en las elecciones nacionales. Este primer dato nos permitirá abordar algunos elementos que intervienen en el criterio del electorado y por otro lado, nos facilitará la crítica a las opiniones que sostienen que el electorado se mueve por criterios pragmáticos.
Lo primero que salta a la vista, a la luz de los resultados (aquello del 60% de aprobación y del 48% de probable apoyo electoral) es que aprobación a una gestión de gobierno no es sinónimo de apoyo electoral al partido de gobierno. En el primer caso, lo que se pone en juego es la apercepción del ciudadano, al desempeño de una gestión de gobierno, mientras que en el segundo caso, el ciudadano es consultado en torno a su preferencia electoral. Es decir, que en el primer caso, hablamos de una valoración, mientras que en el segundo, de una preferencia. Desde ya, digamos que incluso la percepción respecto al desempeño de una gestión de gobierno, recogida por medio de una encuesta, se asienta en criterios no técnicos, es decir, de especialistas en temas económicos, políticos, sociales o internacionales. La percepción ciudadana, al contrario, se asienta en eventos concretos, observables en el momento de la encuesta o y no en las proyecciones que las decisiones tomadas puedan ocasionar en el futuro.
Ello también quiere decir, en una sociedad impactada fuertemente por los Medios de comunicación masiva como son las sociedades contemporáneas, el grado que la propaganda gubernamental pudo tener en la distorsión de la realidad o en la exaltación de eventos considerados como positivos (como la entrega de mega-obras, por ejemplo). A ello hay que sumar, en el caso concreto boliviano, la virtual monopolización de los Medios, por parte del gobernante Movimiento al Socialismo (MAS) y la consiguiente generalización de la censura y autocensura informativa, que se refleja en esos Medios. Con ello, la mayoría de los Medios en el país, evitan hablar de las sombras de la gestión o de las consecuencias negativas que en el futuro podría causar una política económica, grandemente pensada en la prebendalización y corrupción de los diversos actores sociales. En consecuencia, puede ya extraerse una primera conclusión general, respecto a la valoración de la gestión gubernamental y lo primero que puede decirse, es que al menos la percepción de la ciudadanía se encuentra alimentada por una anomalía, en cuanto a la información libre se refiere.
Esta primera consideración nos acera en algo, para conocer alguna de las razones por las cuales muchos de aquellos que aprueban la actual gestión de gobierno, no estarían dispuestos a respaldar, sin embargo, con su voto, al gobernante MAS. En segundo término, cuando de respaldo electoral se trata, hay que decir que intervienen factores subjetivos en el electorado, junto a criterios, digamos pragmáticos. Incluso es válido decir que son los criterios subjetivos los que tienen mayor importancia, porque se entiende que la pragmatismo político (y el acto de elegir, de votar por un partido u otro, es esencialmente una manifestación política) adquiere preponderancia entre los militantes y adherente de un partido político, por cuanto el beneficio concreto (un puesto de trabajo en la administración pública u otras facilidades) recae sobre ese minúsculo grupo y no sobre el conjunto de la población.
Esta última podrá versa favorecida (o desfavorecida, según el caso) de las políticas generales de los gobiernos, pero aún si estas políticas le fueran “favorables”, la cuota de beneficio siempre será inferior a la cuota de beneficio que el militante o el adherente al partido de gobierno obtendrá. En tal sentido, es que afirmamos que el pragmatismo, en el momento de votar, no es del todo aplicable al conjunto del electorado, sino más al reducido grupo de activistas políticos.
Dicho esto, entonces, podemos ya entender alguna de las razones de la disparidad entre la aprobación a la gestión gubernamental y el poco apoyo electoral al partido de gobierno. Vistas así las cosas, resulta incuestionable el declive electoral en el que entra el gobierno del MAS. Seguramente, a fin de maquillar en algo esta situación, es que el MAS ha puesto en marcha su maquinaria de la mentira y la impostura. Para ello, nada mejor que algunos dirigentes del Comité Ejecutivo de la Central Obrera Boliviana (COB), proclives al llunkerío y dispuestos a colocar a la COB como triste furgón de cola de un gobierno caracterizado por su traición a los planteamientos populares, sintetizados en la denominada “agenda de octubre”. Así, los tira-sacos del gobierno, mayoritarios gracias a la prebenda y la corrupción en el CEN de la COB, invitaron a encabezar el desfile de la COB en el día del trabajadores, al principal traidor de la agenda de octubre, Evo Morales y al equipo que impostores que a título de ministros le acompañan. Al unísono, empleados públicos y dirigentes sin ninguna personalidad de lucha social, dieron rienda suelta a sus impulsos de tirar del saco de los jerarcas del gobierno.
Durante la trayectoria, fuertemente custodiada por numerosos policías de civil, militantes masistas (es decir, busca pegas que aspiran a trepar al árbol de la administración pública, así sea de secretario del portero de cualquier ministerio) ubicados estratégicamente en las diversas arterias por las que pasaría el desfile, aprovecharon la ocasión para vitorear a los jerarcas del gobierno, a fin de que les llegue algún puesto de trabajo, en la próxima gestión de gobierno. Los Medios para oficiales, por su parte, llenaron sus espacios para destacar este desfile, ocultando sin embargo el fétido olor a impostura y burla que a cada paso emanaba de aquellas filas.
Está claro que la payasada que supuso la marcha de la COB encabezado por traidores e impostores, no sirve siquiera como maquillaje para en algo frenar la caída en la preferencia electoral del MAS. Al contrario, la impostura, la corrupción y prebenda como formas de gobierno de este partido, resaltan ante los ojos del ciudadano común. Y son estos elementos, los que también contribuyen a que el ciudadano honesto le niegue su apoyo electoral, a pesar que pudieran eventualmente valorar de forma positiva la actual gestión gubernamental.
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