Opinion

CUESTIÓN DE BILLETERA
Ojo al Charque
Constantino Rojas Burgos
Viernes, 14 Noviembre, 2014 - 16:51

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“La Iglesia opositora del Gobierno demanda públicamente que el Estado boliviano sea la billetera de sus obligaciones laborales. No señores, la época de la colonia se acabó y con ello la era del saqueo de nuestras riquezas y de la esclavitud para engordar a los jerarcas de la Iglesia”, expresión que corresponde a Samuel Pereira, presidente de la Brigada Parlamentaria de Cochabamba, en respuesta a las declaraciones de los obispos que señalaron que el aumento salarial y el doble aguinaldoponen en riesgo la continuidad de las obras sociales y que se trata de una carga impositiva muy fuerte para la Iglesia Católica.

Habría que recordarle al Sr. Pereira que la lógica es al revés, es decir, la Iglesia Católica no es la billetera del Estado boliviano para hacerse cargo de la educación, la salud, la promoción humana, a través de postas sanitarias y hospitales, orfelinatos, trabajo con niños de la calle, migrantes, privados de libertad, con capacidades diferentes, en fin, una larga lista de obras sociales que más bien corresponden al Estado y que históricamente la Iglesia Católica, sin ser su responsabilidad, asumió por el principio evangélico de asistir a los marginados y desprotegidos de nuestra sociedad.

Tal parece que el Sr. Samuel Pereira, y su entorno político, asumen la lógica de hacerse alosciegos, es decir, no querer ver, escuchar, reconocer ni valorar lo que hace la Iglesia Católica por el país, independientemente de su posición política que también es cuestionada, porque lamentablemente el MAS no puede hacer migas con la “Iglesia”, como dicen ellos, para sus propósitos partidistas.

La Iglesia Católica, desde siempre, está presente en las ciudades, en los barrios periféricos, en las áreas rurales, desarrollando un trabajo evangélico y pastoral, cumpliendo su misión, pero además por decisión propia, asumiendo el compromiso de impulsar una acción supletoria,que el Gobierno debería de cumplir por mandato constitucional,para responder a la demanda y a las necesidades de todos los sectores sociales sin exclusión ni odiosas preferencias.

Además de trabajo pastoral, por supuesto que la Iglesia Católica hace política en aras del bienestar de la persona, del servicio hacia el bien común, la solidaridad entre cristianos. Recordemos que fueron sacerdotes los que fundaron la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos de Bolivia (APDHB) para asumir la defensa de la democracia, las libertades ciudadanas que habían sido conculcadas por la dictadura militar y los paramilitares.

Sacerdotes como el padre Julio Tumiri Javier, Gregorio Iriarte, Luis Espinal, Gustavo Peletier, entre otros,se atrevierona enfrentar a las dictaduras militares para denunciar la tortura, el exilio, la persecución a dirigentes sindicales, la anulación de los partidos políticos, el cierre del congreso, arbitrariedades que la Iglesia Católica supo denunciar y hacerse eco de la defensa de la dignidad de la personas.

Fueron los medios de comunicación católicos lo que abrieron sus páginasy micrófonos para denunciar la barbarie (caso Presencia, Agencia de Noticias Fides), las radios de Educación Radiofónica de Bolivia (ERBOL) junto a las radios mineras, además de los sindicatos, las fabriles, mineros, constructores, campesinos, maestros, etc., permitieron la recuperación de la democracia en octubre de 1980, democracia que se fortalece y se consolida por obra de los bolivianos que tienen fe y esperanza en los partidos políticos y la democracia representativa.

Monseñor Tito Solari es muy claro cuando señala que “le toca al Gobierno atender a los chicos abandonados, los huérfanos, los discapacitados, los que necesitan ayuda”, por tanto la acción supletoria que desarrolla la Iglesia debería ser cubierta con la billetera del Estado boliviano,que ahora tiene un crecimiento económico como nunca se había dado en la historia del país.

Además, no se olvide que el 74% de la población boliviana profesa la fe católica (Tal cual comunicación estratégica,marzo 2014), por tanto, teniendo una amplia mayoría de católicos debería existir un mínimo de respeto por el aporte que la Iglesia Católicahace por el país. No es cuestión de billetera, es cuestión de compromiso con las personas y la sociedad.

El autor es periodista y docente universitario